INCENDIOS CON HISTORIA

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Las explosiones de san juanico (1984) mexico


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Explosiones de San Juan Ixhuatepec de 1984

Las explosiones de San Juan Ixhuatepec de 1984 fueron una cadena de explosiones BLEVE ocurridas en una de las plantas de almacenamiento y distribución de Petróleos Mexicanos (Pémex) en San Juan Ixhuatepec (Tlalnepantla de Baz, estado de México), dentro de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Dichas explosiones comenzaron a las 5:45 a.m .Tiempo del Centro (11:45 UTC) del 19 de noviembre de 1984.
El accidente provocó la muerte de entre 500 y 600 personas, enterradas en fosas comunales y un aproximado de 2.000 heridos, gran parte de los cuerpos estaban carbonizados, muchos de los fallecidos murieron envenenados por el gas propano.

Crónica
El incidente tuvo lugar en una de las plantas de almacenamiento y distribución de Gas Licuado del Petróleo (GLP), propiedad de la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos (PEMEX) que tiene la función de repartir el combustible almacenado a diversas empresas encargadas de distribuirlo.
El origen de la catástrofe ocurrió alrededor de las 5:30 a.m. cuando se suscitó la rotura de una tubería de 20 cm de diámetro que transportaba Gas LP desde tres refinerías diferentes, hasta la planta de almacenamiento cerca de los parques de tanques, que estaban compuestos por 6 esferas y 48 cilindros de diferentes capacidades. El sobrellenado de uno de los depósitos y sobrepresión en la línea de transporte de retorno, fueron uno de los probables factores que, con la falta de funcionamiento de las válvulas de alivio del depósito de sobrellenado, provocó una fuga de gas durante casi diez minutos.
Alrededor de las 5:40 a.m., esta fuga propició la formación de una gran nube de vapor inflamable de unos 200 metros por 150 metros, la misma que entró en ignición alrededor de 100 metros del punto de fuga, donde se puso en contacto con algún punto de ignición, Esta hizo que se generara un incendio de grandes proporciones que afectaría en primer momento a diez viviendas que rodeaban a la planta; para las 5:45 a.m., una pequeña esfera se incendió generando una bola de fuego (BLEVE) de unos 300 metros de diámetro y 500 metros de altura aproximadamente, a la que seguirían múltiples explosiones en cadena, generadas por otras cuatro esferas y quince cilindros, durante alrededor de hora y media, culminando en forma menos violenta hasta alrededor de las 10 de la mañana. Fue tal laradiación térmica, que tan sólo el 2% de los cadáveres rescatados pudieron ser reconocidos, de igual manera el resplandor de la explosión pudo verse en lugares más lejanos del Valle de México.
Mientras los bomberos luchaban inútilmente contra el incendio, fue requerida la ayuda de otras comunidades cercanas, como de la delegación Gustavo A. Madero, y el municipio de Ecatepec de Morelos.
Otras versiones
Otras versiones afirmaron a que el accidente fue debido a la explosión de un vehículo que transportaba petróleo y que se propagó a un depósito de gas; los responsables de la fábrica llegaron a afirmar incluso que la explosión se originó en una fábrica privada cercana.
[editar]Lo que ocurrió durante la tragedia
Los siguientes episodios son descritos por Carlos Monsiváis en su crónica sobre el desastre de San Juan Ixhuatepec.1
 La explosión pudo verse en lugares lejanos de la ciudad como un resplandor, según testimonio de la época como el Ajusco, y el sur de la misma.
 Fue tal la magnitud de la explosión, que los cuerpos de emergencia apenas podían controlar parte de las llamas, lo que se pudo hacer, fue dejar que el gas se quemara para poder vaciar los tanques y esferas restantes que aún no habían estallado y reducir el daño de la tragedia.
 Había temores de que plantas cercanas al siniestro pudiesen estallar.
 Fue tal el grado de radiación térmica que gran cantidad de gente quedó calcinada sin haber podido reaccionar y sin haber podido reconocerse.
 Los autobuses, vehículos particulares y camiones que pasaban por la zona cercana y por la autopista México-Pachuca, subían a la gente sin cobrarle para llegar a salvo al paradero de la estación del Metro Indios Verdes o a otros destinos lejos de la tragedia como la zona poniente de Tlalnepantla, Cuautepec, Lindavista, Ticomán, entre otras.
 La magnitud de este desastre también hizo temblar la tierra lo cual fue registrado por algunos sismógrafos y sensores sísmicos.
Después del desastre
La zona quedó totalmente destruida, y la poca gente que sobrevivió pudo huir a lugares lejanos al lugar de la tragedia, la topografía difícil del lugar también contribuyó en parte a entorpecer el rescate y el combate al siniestro. Los cuerpos de emergencia no se daban abasto, por lo que algunas familias trataron de curar con base en remedios caseros. El porcentaje de cadáveres que se pudieron reconocer llegó al 2% situación que colocó a una gran parte de fallecidos en varias fosas comunes del área que hoy en día ocupa un parque público_OOO
Incidentes posteriores
El 12 de noviembre de 1996, dos depósitos de gasolina regular sin plomo estallaron juntos en la planta Satélite Norte, instalaciones nuevas hasta entonces construidas por la paraestatal a un kilómetro de donde había ocurrido la explosión de 1984. El nuevo incendio pudo combatirse hasta su extinción hasta la madrugada del día siguiente, algunas fuentes oficiales confirmaron 2 muertos y 14 lesionados, por lo que no tuvo la misma intensidad que el ocurrido 12 años antes, sin embargo, los mecanismos de alerta y evacuación funcionaron correctamente y se pudo evacuar la zona para minimizar el daño. Además, un año antes se registró un incendio en una bodega en la ya clausurada planta.
Actualidad
A partir del incidente, Petróleos Mexicanos ya no almacena gran parte del gas LP ni otros combustibles en aquella zona;[cita requerida]para las empresas gaseras de la zona, se implantaron estrictas medidas de seguridad que evitaran al máximo el riesgo de repetir una tragedia similar, como el uso de "Matachispas" en los camiones de distribución del combustible.[cita requerida] La zona cercana comenzó a implementar programas de evacuación y prevención de desastres para minimizar o evitar las pérdidas humanas que pudiese provocar una nueva explosión.
Se establecieron nuevas colonias como Valle de Anáhuac, así como varios parques públicos y la continuación de Periférico Norte.


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"Respiré más de 500 cuerpos calcinados"
A decir de los pobladores de San Juan Ixhuatepec que sobrevivieron a la tragedia, la explosión de gas que cimbró al Valle de México, dejó cerca de 2 mil muertos

20 de noviembre 2012
09:27

TLALNEPANTLA, Méx.— El olor penetrante a carne humana quemadaaún está en el recuerdo de quienes buscaron a sus familiares y avíctimas entre los escombros de San Juanico, tras la explosión de gas de Petróleos Mexicanos (Pemex), ocurrida hace casi tres décadas.
“Aún está en mi mente” esa sensación inconcebible de respirar más de 500 cuerpos calcinados, recuerda Abel Huitrón Rosette, a quien, como subprocurador General de Justicia del Estado de México en esta región, le tocó dar fe del conteo oficial de víctimas entre las que además están cerca de mil personas que quedaron sin piel y con el cuerpo plegado por el fuego.
Esta explosión de gas, que cimbró al Valle de México, a decir de pobladores de San Juan Ixhuatepec que sobrevivieron a la tragedia, dejó un saldo de cerca de 2 mil muertos.
Oficialmente “contabilizamos 503 cadáveres”, si hubieran sido 600 más, cientos de familiares hubieran reclamado los cuerpos o la indemnización, apuntó Abel Huitrón, quien a 28 años de la explosióntiene en mente que el gobierno estatal y federal destinó cerca de 2 mil millones de viejos pesos al pago de indemnizaciones.
El entonces gobernador, Alfredo del Mazo González, y el presidente de la República, Miguel de La Madrid Hurtado, ordenaron pagar a las víctimas y familiares de los fallecidos una indemnización por “el doble de lo que marcaba la Ley Federal de Trabajo”, recordó Abel Huitrón.
Cifra que a 28 años resultó insuficiente para los sobrevivientes, especialmente para la generación de bebés y niños que ahora son adultos, que sobreviven sin brazos, piernas, con el rostro y el cuerpo plegado por el fuego.
Rocío Mendoza Pineda tenía 4 años. Sobrevivió gracias a que su madre la cubrió con su cuerpo y murió en la explosión salvando la vida de su hija; su padre también murió al proteger a otro de sus pequeños. A casi tres décadas de la explosión, quienes eran niños son adultos que no pueden encontrar un empleo por deformidades y cuerpos plegados que les dejó el fuego. “Mi abuelo recibió algo, pero de Pemex nada, compraron un cochecito que pusieron como taxi, el chofer lo chocó y se perdió”, recordó Rocío, quien cada día lucha por salir adelante con las marcas que dejó la explosión en su cuerpo, pues de la indemnización no quedó nada.
A 28 años de la explosión, cientos de sobrevivientes de San Juan Ixhuatepec aún no duermen tranquilos, despiertan con sobresaltos ante cualquier tronido de cuetes.
La fosa común de Caracoles, donde hay 503 cuerpos sepultados, fue visitada este día por familiares de las víctimas, que en 1984 fueron identificadas sólo por el sitio en que quedaron sus cuerpos, pues las personas se fundieron a una temperatura que superó los 2 mil grados centígrados.
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San Juanico, imágenes del infierno que se vivió en la tierra
Eran más de las 5:00 de la madrugada y una serie de explosiones despertaron a los habitantes de San Juan Ixhuatepec, algunos lograron sobrevivir a la tragedia

20 de noviembre 2012
08:36
Han pasado 28 años de la explosión de San Juan Ixhuatepec, uno de los accidentes que marcaron la historia del municipio de Tlalnepantla y del país, donde de acuerdo a cifras oficiales, murieron 507 personas y más de 900 resultaron heridas.
Este año, familiares y vecinos recordaron a las víctimas fatales de las explosiones de San Juanico, con una misa y ofrenda floral justo en el lugar donde la madruga del 19 de noviembre de 1984 una planta gasera de Pemex registró un incendio y la explosión de varios tanques esfera y pipas de almacenamiento de gas, hoy el parque "Miguel Hidalgo"

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Posteriormente visitarán el panteón Jorge Jiménez Cantú, donde se localiza la "fosa común" donde fueron enterrados los cientos de cuerpos, algunos sin identificar.
Habitantes y autoridades municipales que vivieron este terrible acontecimiento contaron su vivencias entorno a aquella explosión que inicio aproximadamente a las 05:00 horas por una fuga en uno de los ductos de Pemex, cuyas llamas iluminaron el cielo cual si de mañana se tratara, de hecho mucha gente pensó que ya había amanecido.

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EL INFIERNO EN LA TIERRA
Jesús Torres Godínez, uno de los bomberos de Ecatepec que vivió en carne propia el siniestro y aún vive para contarla, recuerda: “Sacábamos gente debajo de su cama totalmente calcinada, debajo de los carros, personas que intentaron refugiarse en algún lugar, pero no lograron salvarse”.
Sin embargo, una era la misión y estaba claro, rescatar el mayor número de personas vivas, algunas de las cuales sobrevivieron con grandes consecuencias, pues las llamas atravesaron sus ropas y derritieron su piel como si de cera se tratara. Torres Godínez aún conserva la imagen clara en su cabeza, una mujer salió caminando entre las llamas, cuya piel le escurría, debido a la radiación del calor.


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Pese al miedo, su instinto de supervivencia hizo que los bomberos salieran vivos de una de las más grandes tragedias del país. En total fueron 11 explosiones que hicieron cimbrar la tierra como si de temblores se tratara.
La gente corría por las calles, totalmente en shock, sin percatarse que se encontraban desnudos, que las llamas habían consumidos sus ropas y hecho que su piel cayera de sus músculos como harapos, con los ojos desorbitados no podían entender lo que pasaba, la magnitud de la tragedia.


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PIDEN PREVENIR OTRA TRAGEDIA
En esta ocasión, los vecinos agregaron a su demanda la colocación de puentes peatonales que les servían como ruta de evacuación en caso de emergencia, y los cuales fueron retirados para la construcción de la autopista Los Remedios-Ecatepec.
“En este momento la obra no ha colocado los puentes que deben ir sobre el río de Los Remedios, ha puesto algunos provisionales y estamos exigiendo al gobierno municipal y la obra que ponga los puentes peatonales que son las rutas de evacuación que todos conocemos”, dijeron los habitantes.

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Los vecinos de San Juanico señalaron que la incertidumbre y el temor por el manejo de sustancias como gas y químicos existe en la zona, pero también reconocen que las más de 30 empresas asentadas en el polígono de seguridad han cambio sus medidas y constantemente observan que son objeto de supervienes para disminuir riesgos.
Con información de Allan López Sosa, Josué Huerta y NTX

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http://www.eluniversaledomex.mx/tlalnepantla/nota33920.html

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"Gente desnuda corría por las calles, con la piel derretida"
A 28 años de la explosión, reviven la tragedia de 1984 en San Juanico, donde murieron cientos de personas


20 de noviembre 2012
09:39
ECATEPEC, Méx.— “Nos vamos a morir, nos vamos a morir”. Ésas fueron las primeras palabras que Jesús Torres recuerda la madrugada del 19 de noviembre de 1984, en la que varias esferas que almacenaban gas LP explotaron en San Juan Ixhuatepec; la noche que se convirtió en día.
Jesús Torres Godínez es uno de los tres bomberos de Ecatepec que sigue en activo y que vivió el siniestro que dejó un sin número de muertos.

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Los bomberos de Ecatepec fueron los primeros en arribar al sitio, en su camino se toparon con gente desnuda corriendo por las calles, con la piel derretida, sangrando.
“Sacábamos gente debajo de su cama totalmente calcinada, debajo de los carros, personas que intentaron refugiarse en algún lugar, pero no lograron salvarse”.
EL RESCATE
La misión era rescatar al mayor número de personas vivas, todas estaban desnudas. La imagen que recuerda Jesús es la de una mujer que salió caminando entre las llamas, cuya piel le escurría, debido a la radiación del calor.
“Al observarla nos quitamos el chaquetón y la llevamos cargando a una ambulancia. Las únicas que llegaron fueron las del IMSS, o al menos fueron las únicas que yo vi en el lugar”, explica Jesús.
Casi al mismo tiempo llegaron los bomberos de Tlalnepantla. La orden que tenían no era apagar el fuego, sino ayudar a los afectados.

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“Aún así teníamos miedo, pues existía el riesgo de más estallidos. En total fueron 11 explosiones en ese día. La tierra se cimbró, eran como temblores”, recuerda.
Sólo el instinto de supervivencia hizo que no hubiera bajas entre los bomberos.
A la tarea se unieron bomberos de Naucalpan y del Distrito Federal, incluso llegaron vulcanos de San Juan de los Lagos, Jalisco.


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El Ejército se encargó de evacuar a la gente. La mayoría huyó por sus propios medios.
Camiones que circulaban por la carretera México-Pachuca recogían a los sobrevivientes para llevarlos a Indios Verdes, todos sin mirar atrás.
LA TRAGEDIA
El siniestro se registró a las 5:30 de la mañana en una de las plantas de almacenamientos de gas LP, propiedad de Pemex.
El parque de tanques constaba de seis esferas y 48 cilindros. Al parecer uno de estos depósitos se sobrecargó, provocando la fuga de combustible por más de 10 minutos.
La explosión e incendio tuvo un alcance de 300 metros de diámetro y 500 de altura. Versiones extraoficiales indican que hubo al menos 700 muertos y miles de heridos.

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http://www.eluniversaledomex.mx/ecatepec/nota33917.html
 
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Explosión en Puebla; a 2 años de una de las peores tragedias

Este 2012, decenas de familias aún viven sobre ductos de combustible y la autoridad no sabe qué casas son. Los habitantes no sabrían cómo actuar si hay otro incidente.


CIUDAD DE MÉXICO, 19 de diciembre.- A dos años del incendio en instalaciones de Pemex en San Martín Texmelucan, que cobró la vida de 30 personas, decenas de familias aún viven sobre los ductos de combustible, pero sólo a los habitantes de dos viviendas se les ha notificado sobre el riesgo de permanecer en esa zona.

Aun cuando muchos de los habitantes de ese municipio poblano decidieron marcharse a raíz del accidente ocurrido el 19 de diciembre de 2010, otros no tuvieron más remedio que quedarse, a pesar del temor que les genera el amargo recuerdo de una de las peores tragedias de su tipo en México.

En opinión del regidor de Protección Civil del municipio, Gustavo Berra Medrano, el riesgo al que se enfrentan es latente, pues mientras los ductos de Petróleos Mexicanos atraviesen esa zona, la población está expuesta a una tragedia similar a la ocurrida hace dos años, sobre todo porque, ha dicho a e-consulta.com, el robo de combustible sigue siendo una de las actividades más lucrativas.

Y a pesar del riesgo, las huellas de la tragedia y el temor entre los habitantes, no hay una cultura sólida de prevención pues, según Berra Medrano, apenas la mitad de la población en Texmelucan −140 mil habitantes− sabe cómo actuar en caso de que ocurra algún siniestro similar al ocurrido aquella madrugada del 19 de diciembre de 2010.

Aunado a lo anterior, expone e-consulta.com, las autoridades municipales reconocen que ni siquiera ellas conocen con exactitud la ubicación de las viviendas que se encontrarían en la franja de riesgo, ya que, señalan, están marcadas en el Atlas de Riesgo que tiene Pemex bajo su resguardo.

Un día negro

Aquel 19 de diciembre, alrededor de las 5:30 horas de la mañana, se reportó el derrame en un ducto de Pemex y posteriormente un incendio de grandes dimensiones en la calle 11 de noviembre.

El terror cundió entre cientos de ciudadanos, que abandonaban sus casas para huir de la inmensa columna de fuego y humo que se asomaba.

Bomberos de Texmelucan y de estados circunvecinos, policías municipales y los propios habitantes acudieron al punto donde las llamas generadas por el combustóleo encendido se erigían por encima de los diez metros, en medio del estallido en cadena de tanques de gas.

Cerca de las 11:00 horas, las llamas cedieron y revelaron la verdadera cara de la tragedia: Personas, casas, autos y animales reducidos a cenizas.

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El trágico derrumbe del edificio "casa prá" en 1904

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Vista del lugar del desastre. El muro que se ve atrás en pie es el divisor del Banco Matte. A la izquierda, parte del armazón de andamios y estructuras de vigas que quedaron en pie.


El lunes 10 de octubre de 1904, pasadas las 15 horas, tuvo lugar una de las peores catástrofes chilenas del rubro de la construcción, prácticamente olvidada en nuestros días a pesar de la consternación general que provocó en su época y de los efectos que tuvo sobre la valoración de la seguridad de los trabajadores de esta clase de obras, desde allí en adelante.
Ese año, la célebre y desaparecida Casa Prá, una de las primeras en modernizar el comercio chileno con fuerte influencia europea en sus productos y particularmente la de origen francés, se encontraba levantando sus segundos y más espaciosos cuarteles en un edificio de calle Huérfanos 1033-1071, entre Ahumada y Bandera, justo en un terreno al lado del entonces Banco Matte. Según Alfonso Calderón en su "Memorial del viejo Santiago", éste edificio y el anterior de 1898 de la casa comercial, habían sido obras del gran arquitecto Eugène Joannon Crozier, el mismo autor de otros proyectos como el Edificio Comercial Edwards, la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria en calle Bellavista y el Santuario de la Inmaculada Concepción de la Virgen del Cerro San Cristóbal, entre muchas otras conocidas obras.
La nueva construcción de tres niveles más un subterráneo, iba a aplicar en forma un tanto novedosa el hormigón y el concreto armado, tecnología que, en cierta forma, se hallaba aún a prueba en esos años para esta clase de edificaciones. Para ello, se construyeron primero las grandes columnas-soportes de ladrillo del edificio proyectado, entre las cuales se tejió una red de andamios con vigas de madera y metal, que servirían para el trabajo y la circulación o funcionalidad de los muchos trabajadores de la obra.
Lamentablemente, parece ser que la resistencia de las columnas y vigas no estaba completada y no era la suficiente, error que sería el detonante de la gravísima tragedia, aquella fatídica jornada al inicio de una nueva semana.

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Publicidad Navideña de la Casa Prá en 1903, cuando aún tenía su casa central en calle Estado y se comenzaba a proyectar la construcción de la nueva sede en Huérfanos cerca de Ahumada.

Eran las 12:30 horas de la recién comenzada tarde, y cerca de 80 trabajadores, quizás la mayoría de ellos esforzados rotos residentes de los barrios del alrededor, se encontraban rondando las faenas de construcción. Por entonces, era costumbre que estas labores comenzaran a esa hora, para garantizarse la asistencia y la fuerza de mano de obra correspondiente allí presente. Estos obreros, además, tenían la suerte de trabajar en una gran obra en aquellos días de crisis financiera y de grandes problemas en la economía chilena. A la hora señalada sonó la campanilla de una alarma en las obras, avisando que debían retornar al trabajo y así lo hicieron, reportándose ante el mayordomo que anotaba sus nombres en el acceso y luego procediendo a cambiar sus ropas de calle por las de trabajo. A continuación, escalaron por niveles y andamios a seguir con la tarea que ya iba por el basamento y la terminación de las vigas verticales.
Hacia las 15:20 horas todo parecía aún como cualquier jornada de lunes, cuando el estruendo del derrumbe sonó de súbito por todo el Centro de Santiago, como lo haría la explosión de un polvorín. Los testigos recordaban el ruido más específicamente como un trueno, seguido de dos explosiones, por lo que muchos creyeron que se había tratado de algún estallido.
Los curiosos se agolparon casi de inmediato frente a la polvadera junto al Banco Matte: toda la estructura de columnas y andamios, tres o cuatro niveles colmados de hombres, se habían venido abajo. El cuadro semejaba una catarata de ladrillos, trozos de muros y de maderos revueltos, desparramados en puñados sobre el suelo como mondadientes gigantes apuntando en todas direcciones. Se confundían en la dantesca escena los escombros con los cuerpos de los trabajadores; gritos, gemidos y una nube gris espesaban el ambiente. Mientras tanto, los heridos y los sobrevivientes, aún sangrantes, aturdidos y con la cara sucia, intentaban inútilmente rescatar a sus compañeros sepultados y desaparecidos bajo las ruinas. La masa de curiosos fue tal que los guardias debieron abrirle paso dificultosamente a los rescatistas. En menos de dos horas, toda la ciudad completa ya estaba enterada de la trágica noticia y no se hablaba de otra cosa.

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Representación de la tragedia en "La Lira Popular" de octubre 1904.

Brillante y heroica labor correspondió, de inmediato, al personal de la Guardia y al del Cuerpo de Bomberos de Santiago, cuyos voluntarios llegaron raudamente a tratar de rescatar por turnos a los infortunados, ayudados de otros valientes civiles que arriesgaron sus vidas en el lugar. En el "Diario bomberil del voluntario de la 5ª Compañía don Gaspar Toro Barros, 1904-1907", anotó allí el aludido:
"Octubre 10: A las 3:25 gran hecatombe! estaba tomando once en el estudio cuando el Sr. Meneses nos avisa que se acababa de venir abajo la casa Pra en construcción. Corro al escritorio y saco el sombrero y al panizo. Apenas había llegado a la pecha cuando oigo pan! pan! la campana de incendio! tomé un coche y fui a casa a mudarme, me mudé y en el mismo coche al boche. Ya había varios bomberos y nos pusieron a sacar escombros, cosa casi imposible pues la casa era de tres pisos y con subterráneo y de una construcción muy rara: sin murallas, pero cimiento romano y alambres. Estuvimos hasta las 5 hora en que nos dieron orden de retirarse! se pasó lista, volví a casa a las 5:00".
Al correr la noticia, los familiares y amigos de los trabajadores llegaron hasta el lugar, tratando de confirmar el destino de sus seres queridos. En la confusión y la incertidumbre, sin embargo, la mayoría sólo consiguió más que sumarle angustias a su ya lastimera y afligida situación. Pero, dada la magnitud del desastre, pocas vidas ya podían ser salvadas en esas penosas tareas que quedaban... O mejor dicho, pocas vidas quedaban para ser salvadas.
Pese a todo, de los cerca de ochenta trabajadores, la muerte logró alcanzar a unos 15 ó 20 de ellos. La cifra puede ser mayor, no obstante, porque muchos de ellos permanecían graves todavía unas semanas después del accidente, y la prensa no siguió la evolución de la convalecencia de todos ellos hasta el final, como para saber en qué terminaron sus casos.

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Multitud reunida frente al lugar del accidente. Huérfanos visto hacia el oriente.


Samuel Fernández Montalva, en una crónica que escribió como testigo de estos sucesos, confiesa el shock en que quedó tras haber visto la terrible escena de la tragedia. Cuenta también cómo encontró allí, entre las ruinas, a un señor italiano de apellido Escolari que se hallaba junto al cuerpo agónico y boca abajo de un amigo, intentando sacarlo de entre los escombros con ayuda de otros de los hombres, hablándole enternecedoramente mientras desenredaba alambres y retiraba restos de andamios o ladrillos que aplastaban al mismo. La víctima era de apellido Signére, trabajador de origen francés que, a pesar de su rescate a las 23:15 horas y tras ocho horas de fatigosas labores, de todos modos falleció después en el hospital tras una horrible agonía.
"Todos diéronse cita en el lugar del suceso -comentaba en la "La Lira Chilena"-. Las quejas, lamentaciones, críticas, amenazas, etc., etc., dejábanse oír en esa oleada de cabezas humanas. No faltó quien asegurase que el derrumbe era inevitable y que los obreros lo preveían, pero trabajaban siempre empujados por las necesidades y la falta de recursos. Una señora, demasiado religiosa por cierto, aseguraba que el sitio aquel estaba maldito por haber sido el lugar donde La Ley (nota: se refiere al diario "La Lei") nació y fue excomulgada; que en ese mismo punto cayó -pocos años há- un tremendo rayo como castigo del cielo, y que como triste final de todo lo que ella aseguraba, hoy veíase ese pedazo de tierra sirviendo de tumba a un grupo de hombres, sanos y robustos, casi como los mismos momentos en que el nuevo director del diario antedicho caía, también, segado por la guadaña de la muerte. ¡Tristes coincidencias sacó a la luz esa señora!".
El mismo Fernández Montalva da una nómina de fallecidos que había hasta ese minuto, nueve días después de la tragedia, o por lo menos los nombres de los que él se enteró:
Víctor Escobar, casado sin hijos, residente en avenida Cumming 1112.
Narciso Morgado, casado y con un hijo. Residía en en calle Camilo Enríquez 344.
Bernardo Ramírez, casado, con un hijo. Vivía en Ibáñez 215.
Juan Derat, soletero y residente en 21 de Mayo 795.
Juan de Dios Donoso, soltero y con residencia en Bellavista (número no precisado).
Pedro Signére, casado y con cuatro hijos. Vivía en calle Camilo Enríquez 694.
Emilio Ojeda, casado con dos hijos. Vivía en calle Brasil (número no precisado).
Evaristo Pérez, casado con un hijo, residente de Maipú 74.
Eugenio Chanolet, soltero, residente en 21 de Mayo 795.
Sabino Soto, casado con dos hijos. Vivía en Tocornal 134.
José Villamón Gómez, soltero y residente en 21 de Mayo 795.
José Acuña, soltero, residente en calle Esperanza (número no precisado).
Alejandro Zúñiga Díaz, cuatro hijos. Residía en pasaje Blanco 6.
José M. Fernández, casado, cuatro hijos, que vivía en Benavente 716.

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Faenas de rescate en el lugar

La conmoción fue total en la ciudad, desde ese momento. Los voluntarios del Cuerpo de Bomberos prácticamente vaciaron las medicinas y útiles de ambulancia usándolos con los innumerables heridos del lugar, como consta en las Actas de Directorio de las siguientes reuniones, donde se debió reunir recursos para reponer el material utilizado. También recibieron ayuda de los locatarios de boticas y droguerías cercanas, que corrieron a poner medicamentos y productos de primeros auxilios para los rescatadores en el lugar donde ocurría el drama. Muchos heridos permanecieron atrapados hasta alta horas de la madrugada, en el sector del subterráneo que iba a tener el edificio y que quedó totalmente cubierto por los restos de la estructura desmoronada.
Desde el día siguiente, la multitud atestaba ya el acceso del edificio de La Morgue de Santiago, con familiares que aún no sabían el destino de sus parientes y otros que iban directamente a recoger sus cuerpos, sabiendo que los suyos estaban en la nómina de víctimas. La prensa constató la profunda y dolorosa emoción de las escenas terribles allí vividas, desde temprano.
Comenzaron a organizarse, espontáneamente, campañas solidarias para asistir a las familias de las víctimas y de los heridos que repletaban las salas hospitalarias. La colonia de franceses residentes en Chile fue una de las primeras en reaccionar, asistiendo económicamente a los infortunados y dando grandes muestras de solidaridad, pues recuérdese que, además de los trabajadores franceses que aparecen fallecidos en la nómina, la casa comercial a la que debía pertenecer el edificio era del señor Prá, un reputado comerciante francés residente en Chile. Otra importante campaña de asistencia la organizó la Dirección del Diario "El Mercurio", con una recolección de fondos que fueron directamente a la caridad de las víctimas y sus deudos. Hubo conmovedores gestos de filantropía y desprendimiento en esos duros momentos.

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Aspecto del lugar siniestrado, con parte de las estructuras aún en pie.


La prensa publicó sentidos reportajes sobre la tragedia en los días que siguieron. La revista "Sucesos", por ejemplo, se hizo cargo de un largo artículo titulado "La catástrofe de la Casa Prá", en su edición del 14 de octubre, donde detalla los pormenores de lo ocurrido. Lo propio hizo el mencionado Fernández Montalva en "La Lira Popular", el día 23 del mismo mes. Irónicamente, sin embargo, el autor sugiere allí que la vieja costumbre criolla de faltar al trabajo el primer día de la semana luego de festivos y jaraneados días domingos, conocida como el clásico "San Lunes", habría salvado varias vidas ausentes en el momento del accidente.
La muerte de los hombres no fue en vano, sin embargo: desde ese momento cundió el clamor popular por contar con prontitud con una Ley de Accidentes Laborales, que diera cobertura y seguridad a los trabajadores, despertando un interés acogido por el Partido Democrático y otras organizaciones populares y sindicales, que se refirieron a los fallecidos como auténticos mártires de esta necesidad. Desde ese momento, la exigencia se convirtió en parte integral de las demandas de los trabajadores durante toda la lucha de los movimientos alrededor de los días del Primer Centenario Nacional, ya que el Código Civil había demostrado no ser suficiente para garantizar la asistencia en los accidentes de trabajo. Otro efecto colateral de la tragedia parece haber sido el abandono general en la ciudad del sistema Cottancin para la construcción del concreto con refuerzos de varillas metálicas y relleno de cemento, precisamente el que se estaba usando en el edificio derrumbado.
Lo que quedó de los antiguos trabajos se terminó de destruir por completo y la construcción del nuevo edificio de la Casa Prá se consumó unos meses más tarde. Desconocemos si alguna vez hubo alguna placa conmemorando a los trabajadores fallecidos en aquella catástrofe del 10 de octubre de 1904 pues aquel edificio, al igual que el recuerdo de obreros caídos, acabó demolido y reemplazado entre las páginas de la historia de la ciudad de Santiago.

imagen01.jpg

Familiares, amigos y deudos, esperando afuera de la Morgue de Santiago.

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Incendio: Puerta Namdaemun de Seúl, Corea del Sur, 11 febrero 2008

Historia

Hasta los sucesos del 10 de febrero de 2008, Sungnyemun ha sido la construcción de madera más antigua de Seúl La erección de esta puerta comenzó en 1395 durante el quinto año del reino de Taejo de Joseon, y se concluyó en 1398. Sufrió una renovación durante el mandato de Sjong (1447) y el décimo año del de Seongjong (1479) y otras varias a lo largo de la historia.

Durante los primeros años del siglo XX las murallas que rodeaban la ciudad fueron demolidas por el gobierno japonés con el argumento de mejorar el tráfico en la zona. Algunos historiadores sostienen que uno de los motivos que apresuraron la destrucción de las murallas de Seúl fue la visita a la ciudad del Príncipe Heredero japonés al que se consideraba figura demasiado elevada como para pasar por la estrecha entrada de la puerta. En el año 1907 el monumento fue cerrado al público después de que se construyera un tranvía que pasaba por las proximidades. Sufrió daños considerables durante la Guerra de Corea. En el año 1961 se efectuaron reparaciones de importancia. El 20 de diciembre de ese año recibió la nominación de "Tesoro Nacional Número Uno" por el gobierno del Estado. Conmemorando el fin de las obras de reparación, el 14 de mayo de 1963 se llevó a cabo una gran ceremonia.
El entorno de la puerta se mejoró en 2005 con la habilitación de un área de césped a su alrededor. Nuevamente se abrió con gran pompa al público el 3 de marzo de 2006. Durante el proceso se llevó a cabo un estudio de 182 páginas en previsión de futuras contingencias que pudiera sufrir partes de su estructura más vulnerables.8


Destrucción

Aproximadamente a las ocho y media de la noche del 10 de febrero de 2008, se inició un fuego que consumió completamente la estructura de madera de la parte superior de la puerta. Un centenar de bomberos lucharon para controlar las llamas, que no causaron heridos.
El 11 de febrero la policía investigaba las causas del desastre. Inicialmente se consideró que se trataba de un suceso fortuito, sin embargo varios testigos afirmaron haber visto a un hombre sospechoso, poco antes de que se declarara el incendio. Dos mecherosdesechables fueron recogidos en el punto de los escombros, donde se supone que comenzó el fuego.9 Consecuentemente, las investigaciones de la policía se centraron en la posibilidad de que se tratase de la obra de incendiarios.
Según informó la agencia de noticias Yonhap, un hombre de 69 años había confesado la autoría del incendio. El presunto culpable, identificado únicamente por su apellido, Chae, fue detenido en 2006, tras haber causado que una parte del Palacio Real de Seúl fuera pasto de las llamas. Según informó la policía, el sospechoso confesó que había estado planeando el golpe durante varios meses. La aparente causa de su acción sería su rabia contra el Gobierno, al considerar no haber recibido suficiente compensación por un terreno de su propiedad, reconvertido en "zona de desarrollo urbanístico". Un capitán de policía informó del "modus operandi" del crimen del Sr. Chae fue el siguiente: primero roció el suelo de la estructura con disolvente de pintura, y a renglón seguido prendió fuego a esta sustancia.
Fuentes del Gobierno Coreano aseguran que se tardará unos tres años en reconstruir el monumento y que el presupuesto ascenderá aproximadamente a unos 21 millones de dólares. El presidente electo Lee Myung-bak propuso el iniciar una campaña privada de donaciones para financiar la restauración de la puerta.

 
Última edición por un moderador:

Elkete

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Recuerdo haber visto impresionado, en los videos de este incendio, las docenas de pitones mediagueros que obviamente no hicieron nada ûtil contra el mismo. Debe haber sido por lo mismo que acâ, "cuidar el agua", "evitar daños por agua" y otras joyitas têcnicas por el estilo.
 

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HISTORIA DE FUEGO
Bellflower Street Conflagración
22 de mayo 1964

13.40 horas, Caja 7251, 5 + + Alarmas


En un ambiente cálido, día seco y ventoso de primavera, 22 de mayo de 1964, el "Bellflower Conflagración Street" se ha producido y, finalmente, destruyeron o dañaron 35 viviendas multifamiliares. Esto sería de gran conflagración gravar los recursos del Departamento de Bomberos de Boston y del Gran Boston red de ayuda mutua, antes de ser puesto bajo control. Aunque muchos bomberos y ciudadanos resultaron heridos, no hubo víctimas mortales
El fuego comenzó en el porche trasero de 26 de Bellflower Street, ubicado a mitad de cuadra en la calle bordeada de 'tres deckers', un tipo de unidad de madera de la vivienda multi-familiar que existen en grandes cantidades en todo Boston. El fuego se extendió rápidamente a las estructuras contiguas y en poco tiempo una conflagración estaba en curso. Los vientos secos, al suroeste de veinte millas por hora, y una temperatura de 79 grados ayudado a avanzar en el fuego. A la altura de la chimenea, una gran columna de humo era visible desde tan lejos como 15 millas.
La primera notificación al departamento de bomberos fue la activación, a las 1338 horas, de la caja de fuego, Box 7251, situada en Dorchester Avenue y la calle Dorset, una y media cuadras del fuego. La Oficina de alarma contra incendios (FAO) ha transmitido la alarma a las estaciones de bomberos, mientras que la FAO comenzó a recibir muchas llamadas telefónicas informando al fuego. La FAO informó a las compañías de bomberos que respondieron que estaba "recibiendo muchas llamadas" para la ubicación Bellflower Street.
Ladder Company 20 llegó primero a la escena y Kennedy teniente y ordenó una segunda alarma . Distrito 6 Jefe John Greene llegó poco después y se comunicó por radio: "Activar las alarmas 3 º y 4 º." El Jefe Adjunto Frederick Clauss llegó poco después y ordenó la alarma 5. Un minuto más tarde, transmitió "Dame toda la ayuda que podamos conseguir."
Una plan de ataque en forma de “L” fue ideado con el fin de luchar contra el fuego que avanza rápidamente. Esto se llevó a cabo en la esquina de Dorchester Avenue y la calle Howell, en el lado noreste del fuego. Debido a los fuertes vientos del suroeste, una cortina de agua se estableció con el fin de evitar el avance del fuego en la dirección de Andrew Square y Boston Sur.
Más de 250 incendios techo se registraron durante el incendio, lo que requiere la respuesta de muchas compañías de bomberos a extinguir.

Los siguientes edificios fueron destruidos:
• Bellflower Calle: 26, 20, 22, 23, 24, 25, 18, 27, 28, 29, 30
• Dorset Street: 25, 29, 31, 33, 37, 41
Los siguientes edificios fueron dañados:
• Bellflower Calle: 7, 14, 16, 31
• Dorset Street: 21
• Howell Calle: 22, 24, 26
• Boston Dirección: 140, 142

Los siguientes resultaron heridos y se llevaron a Boston City Hospital:
• Fireman Henry Kane, Motor 17, inhalación de humo
• Fireman Frederick Finn, Motor 21, inhalación de humo
• El teniente de bomberos William Coakley, Ladder 10, inhalación de humo
• Fireman Francis Murphy, Motor 24, inhalación de humo
• Bombero James Sheedy, Escalera 4, inhalación de humo
• Fireman Paul Flynn, escalera 2, inhalación de humo
• Sra. Mildred Reutinger, residente
A continuación se reportaron heridos y enviados al Boston City Hospital:
• Actuación jefe de bomberos John E. Clougherty, Sede central, lesiones en los ojos
• El teniente de bomberos George Graney, motor 1, la garganta quemaduras
• Fireman Edward Connolly, Sede central, lesiones en los ojos
• Paul Fireman Lambrecht, Ladder 26, lesiones oculares, la inhalación de humo
• Bombero Joseph Russell, Motor 50, lesión en la cadera
• Bombero William Cunningham, Motor 37, lesiones en los ojos
• Bombero William Brown, Ladder 13, cuello quemaduras
• Fireman John Gaddis, Escalera 4, inhalación de humo
• Bombero José Pishkin, Ladder 29, lesiones en los ojos
• Bombero Richard Pare, motor 31, cortes en el rostro
• Fireman Howard Clinkscale, Ladder 13, lesiones en la espalda
• Fireman Paul Callahan, Motor 37, lesiones oculares, la inhalación de humo
• Bombero David McKinnon, Motor 43, quemó las manos
• Fireman John McGinnis, Motor 37, lesiones en los ojos
• Fireman Thomas Gorman, Motor 21, cortado a mano
• El patrullero Robert Stone, División 6, inhalación de humo
• MDC patrullero Frank Luppi, cortado a mano (en el Hospital General de Massachusetts)
• John DiPetro, Hospital de la Ciudad de voluntarios, la inhalación de humo
• Timoteo Karpetski, la mano cortada
• Kevin Mooney, inhalación de humo
• William Kelley, mano quemada
• Sara Nolan, residente, se desplomó en la escena
• Frances Szpakowski, residente, quemaduras del brazo
• Margaret Barry, residente, quemaduras y agotamiento
• Judy Peterson, residente, inhalación de humo
• Nora McCarthy, residente, agotamiento
• Dennis Coffey, se desplomó en la escena


photofirebellflowerstaerialviewthumb05221964.jpg

Vista aérea del Fuego Bellflower Street. Dorchester Av. cerca de la parte superior, Boston St., en el fondo, 5/22/1964.


La respuesta al fuego era como sigue:
Alarma Motores Escaleras Otro Jefes
Todavía @ 1338 21 20 . D6
1 @ 1339 43 7 . .
Segundo @ 1340 1, 17, 12, 7 3, 4 Rescue Co DIV.1
Tercero @ 1343 3, 24, 25, 37 . . .
Cuarta @ 1344 10, 53, 50, 39 . . .
Quinto @ 1346 56, 20, 34, 40 . . .
Llamar Especial @ 1350 16, 42, 55, 32, 5 . . .
Todo tipo de ayuda posible @ 1353 13, 45, 26, 9, 51, 33 . . .
Caja 8112 de Ayuda Mutua
a Boston @ 1402 Ver la lista a continuación
. . .
La siguiente fuera-de-ciudad Las mutuas de bomberos respondieron a la ayuda de la alarma 4 a las 1344 horas para cubrir los parques de bomberos de Boston:
• Brookline motor 2 a Boston motor 37.
• Cambridge motor 2 a Boston motor 10.
• Newton motor 8 a Boston motor 51.
• Quincy motor 2 a Boston motor 20.
• Somerville motor 2 a Boston motor 32.
• Winthrop motor 2 a Boston motor 56.

La siguiente fuera-de-ciudad Las mutuas de bomberos respondieron a la ayuda de la alarma 5 a las 1346 horas para cubrir los parques de bomberos de Boston:

• Brookline motor 7 a Boston motor 42.
• Chelsea Motor 1 Motor de Boston a 5.
• Dedham motor 1 a Boston motor 55.
• Everett Engine 3 a Boston motor 50.
• Milton motor 1 a Boston motor 16.

Las siguientes compañías de bomberos de ayuda mutua respondió en 1402 horas al lugar del incendio en la señal 8112 (Ayuda Mutua a Boston) y siempre que los servicios que se enumeran:
• Arlington Engine 2, operado dos 2 1/2 "de mano cerca de Bellflower # 18 Street.
• Arlington Escalera 2, con la asistencia Arlington motor 2.
• Belmont Engine 2, complementado bombeo a Milton Engine 4.
• Cambridge motor 1, operado dos 2 1/2 "de mano en los patios de San Howell
• Cambridge Engine 5, asistidos de mano que operan en Dorset Street.
• Cambridge Ladder 1, con la asistencia del motor Cambridge 5.
• Chelsea Engine 2, operado una línea de mano en los patios de San Howell
• Everett Engine 5, ayudó con líneas de mano cerca de Bellflower # 18 Street.
• Holbrook motor 1, complementado bombeo a Arlington motor 2.
• Holbrook Escalera 1, con la asistencia con líneas de mano en Dorset Street.
• Lawrence Rescue Company, con la ayuda de líneas de mano.
• Lynn Engine 4, líneas de mano relevados en los patios traseros de Howell Street.
• Medford motor 1, operado un 2 1/2 "línea en los patios traseros de Howell Street.
• Needham Engine 3, patrullaban Dorchester Avenue, asistió en Bellflower St.
• Quincy motor 1, operado un 2 1/2 "de mano en los patios de Howell Street.
• Quincy Engine 2, operado un 2 1/2 "de mano cerca de Bellflower # 18 Street.
• Revere motor 1, asistido con motor de Boston 26 de deckgun en Dorset St.
• Waltham Engine 2, operado un 2 1/2 "de mano en los patios de San Howell
• Watertown Escalera 1, aliviado en líneas de mano.
• Wellesley Engine 3, operado un 2 1/2 "de mano cerca de Bellflower # 18 Street.
• Weymouth Engine 2, complementado bombeo a Boston motor 53.
• Winchester Engine 3, operado un 2 1/2 "en línea Bellflower St. cerca de Boston St.
• Winthrop Engine 2, operado un 2 1/2 "de mano en los patios de San Howell
• Woburn motor 4, operado un 2 1/2 "de mano cerca de Bellflower # 30 Street.

Las siguientes compañías de bomberos de ayuda mutua respondió en 1402 horas para recorrer estaciones de bomberos de Boston en 8112 (Señal de Ayuda Mutua para Boston), según se indica:
• Belmont Engine 3 a Boston Motor 34
• Cambridge Engine 3 a motor Boston 26
• Chelsea Motor 1 Motor de 9 a Boston
• Hingham motor 2 a motor Boston 20
• Lexington motor 1 a Boston Motor 25
• Melrose Engine 3 a motor Boston 8
• Navy Yard (Charlestown) Motor a Boston Motor 39
• Newton motor 1 a Boston Motor 28
• Norwood motor 2 a motor Boston 30
• Quincy motor de 5 a motor Boston 17
• Quincy motor 7 a Boston Motor 52
• Quincy Escalera Escalera Boston 5 a 29
• Lectura motor 2 a motor Boston 7
• Watertown motor 2 a motor Boston 41
• Watertown Engine 3 a motor Boston 33
• South Weymouth Naval Air Station motor a motor Boston 18
• Winthrop Engine 3 a motor Boston 56

photofiredorsetstreetview05221964.jpg

Vista aérea por encima de Dorset St. Nota mismo techo ha desaparecido por completo


Alarma Motores Escaleras Otro Jefes
3 motores más @ 1419 2, 28, 52 . . .
3 escaleras más @ 1422 . 13, 18, 29 . .
Señal 10-21 (6-7) @ 1445, todos los miembros permanecen de guardia - Grupos de recuerdo de 6 "y" 7.
3 motores más @ 1449 18, 41, Quincy E-2 . . .
Señal 10-25 @ 1759, Emergencias Over.
All Out @ 2156 .
. . .
A raíz del incendio, los evacuados fueron alojados en la Escuela de Russell en Columbia Road. Inicialmente, el Roger Clapp Escuela de Harvest calle se abrió, pero tuvo que ser evacuado como el fuego avanzaba. La Armería de la Guardia Nacional en el camino de la victoria en Dorchester se abrió también. Más de 300 personas se quedaron sin hogar como consecuencia del incendio.
El área fue reconstruida en los años después del incendio, con más de estilo moderno residencias multifamiliares y un edificio de residencia de ancianos-vivienda. Los nuevos edificios no recrear el tamaño y el diseño de los Boston al estilo de "tres dos pisos". La zona sigue siendo un barrio popular para los individuos y las familias para vivir.

photofireengine24pumperondorsetst05221964.jpg

Vista aérea sobre la casa de Dorset St. Nota adyacente al motor 24 del bombeador.


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Casa junto al motor de bombeo 24 se ha derrumbado.



photofirebellflowerstmovinglines05221964.jpg

En Howell St, los bomberos continuamente movido mangueras para detener el avance del fuego



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Bomberos Civiles asistida luchando el avance del fuego.


photomapbellflowerst05221964.jpg

(Frente Norte) Mapa muestra el área de Dorchester donde ocurrió el incendio.



photofirebellflowerstaftermaththumb05221964.jpg

Al día siguiente, el alcance de la daño es claramente visible.


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El cuplé que nunca llegó

Sara Montiel sobrevivió a un incendio en Barcelona en 1987, en el que falleció el bombero Juan Manuel Ortega
La actriz y cantante prometió actuar por el agente fallecido, pero nunca llegó a cumplir su palabra.

Como un personaje de ego hiperbólico o un maestro de la impostura, Sara Montiel era una mujer que disfrutó de varias vidas. Tantas como las que le permitieron una infancia de hambre, cuatro matrimonios, innumerables amantes, decenas de amigos y ciudades diversas, Madrid, Barcelona, México o Los Ángeles. Un montón de pasaportes con certificados verídicos y otros fruto de la fantasía. Cosas del glamur, del empalago.

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Los bomberos preparan la grúa para rescatar a Sara Montiel. PERE MONÉS

Hubo muchas Saras y una sola diva. Un icono no solo gay que cuidaba la imagen a fondo: que nadie la sorprendiera con la guardia baja. Siempre tuvo a su lado a una sirvienta que la ayudaba a decorarse. Combatió con bravura las leyendas que la retrataban como una hermosa obra perfilada por el bisturí, así consta en la memoria de los periodistas que tuvieron la suerte de entrevistarla o retratarla como una maja desnuda bajo la espuma. Directamente retaba con un "toca, toca" o se arrancaba la bata para mostrarse como llegó al mundo hacía décadas y preguntaba: "¿Qué? ¿Alguna cicatriz?".

PROMESAS INCUMPLIDAS
En su faceta deslenguada hizo promesas que no cumplió. Lo cuentan por primera vez los bomberos de Barcelona que la rescataron de un hotel en llamas el 11 de mayo de 1987. Un lunes como el pasado día 8, cuando iba en camisón por casa, se desvaneció y ya no despertó.

--No se mueva, señora. No se preocupe. Míreme solo a mí. Agárreme fuerte al cuello. A los ojos. No se mueva.
--Que no, que no. Que no puedo. Que sufro claustrofobia, que me ahogo, que me dará un infarto.

El bombero Jaime Loscos estrecha entre los brazos a Sara Montiel dentro de la canasta de la grúa que alcanza la terraza del piso 15º del Gran Hotel Sarrià. Aterrizan en el asfalto de la avenida barcelonesa. Loscos, con el 17691 grabado en el casco, transporta en brazos a la artista hasta la ambulancia y vuelve a la grúa. Queda más gente por rescatar. Corre con la misma intensidad que cuando pedalea en bicicleta.

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Sara Montiel, abrazada al bombero Jaime Loscos, llega al suelo en la grúa. PERE MONÉS

BOMBERO FALLECIDO
El siniestro de aquel coloso en llamas arroja dos lecturas: 1) el salvamento de la diva junto a su esposo, Pepe Tous, y la mayordoma Esther Martín. Y 2) el recuerdo del bombero Juan Manuel Ortega Yeste, cuyo fallecimiento condujo a mejorar ciertos protocolos y pautas del cuerpo de bomberos.

"Ortega, el Ortega", repite un cuarto de siglo después Jaime Loscos, hoy cabo de la Zona Franca que está a un año de jubilarse, cuando habla por vez primera de aquella pesadilla.

"En aquella época, el sistema que seguíamos los bomberos para no perdernos en la humareda de un incendio consistía en agarrarse a la manguera. La de Ortega reventó y el hombre se perdió en las escaleras del hotel, asfixiado por el humo. Hubo un antes y un después", relata.

DESORIENTADO
Otro compañero, Joan Albert Campos Benito, explica que el incendio "era muy complicado, con humo muy denso, oímos cómo se pinchó la manguera y Ortega se desorientó. Encontramos el cadáver contra una puerta, junto a la caja del ascensor".

El salvador de Sara Montiel no olvida el momento en que se dio cuenta de quién era la mujer a la que trataba de tranquilizar desde la canasta. "'Me está dando un tembleque. No puedo', repetía y, en ese instante, no antes, me di cuenta de que esa voz era la de Sara Montiel. Para mí era una mujer a la que había que desalojar". Cuenta Loscos que realmente se percató de lo ocurrido cuando, ya en el cuartel del Eixample, alguien encendió el televisor y vieron las imágenes. "Casi me caigo de la silla".

CRÓNICAS DE LA NOTICIA
EL PERIÓDICO del día siguiente explicaba el suceso en dos crónicas. La primera --'Un bombero muere en un fuego que pudo ser un simple susto'--, firmada por Javier Belmonte y Jordi Juan. La segunda --'Sara Montiel se salva después de protagonizar un rescate de cine'--, por Olga Merino.

Belmonte recuerda la larga espera en el jardín de enfrente del hotel y lo fácil que era acceder a la policía y los bomberos para "enterarte de qué pasaba".

Hoy es impensable esta colaboración, advierte, a la vez que recuerda que se comunicó con el diario desde una cabina telefónica y regresó a la redacción después de comer. "Ahora nos habríamos vuelto locos con los móviles y la cantidad de teles y radios que hay. Aquel día estuvimos no más de cinco periodistas".

Jordi Juan, actual director de la agencia de comunicación Vitamine, rememora cómo se agitaron las autoridades con los datos que ofreció el diario. "Descubrimos fallos en la seguridad del hotel y lo caduco de la red de seguridad municipal".

Olga Merino, escritora y periodista: "Yo empezaba la jornada muy temprano porque luego tenía que largarme a las clases en la Autònoma (no recuerdo haber comido tantos bocadillos en mi vida). Así que debieron de mandarme a foguearme porque no habría mucha más gente en la redacción a esas horas".

SARA MONTIEL "SE OLVIDÓ"
Merino recogió la declaración de Sara Montiel de que organizaría una actuación en memoria de Juan Manuel Ortega. "Se olvidó, porque nunca regresó para cumplir su palabra", lamenta el ATS Paco Carucho, de 59 años, que trasladó al compañero agonizante hasta el Hospital Clínic.

Y ADEMÁS, EXHIBICIONISTA
De la tragedia, a la comedia. A otros capítulos exhibicionistas de la mujer de las vidas múltiples. La desaparición de la actriz de 'El último cuplé' ha refrescado la memoria de Jorge Represa. En su cuenta de la red social Facebook, el fotógrafo recuerda aquel verano de 1990 en que retrató a Montiel sumergida en una bañera para el 'Dominical' de este diario.

"Se puso un bañador negro. El lavabo era tan estrecho que resultaba incómodo tener una conversación. Empezó a contarme que le habían robado una foto con los pechos caídos. Se bajó el bañador para mostrarme lo bonitas y altivas que eran sus tetas y me pidió que las tocara, que eran naturales. ¡Juro que no lo hice!".

Cuenta Carmen Muñoz que hace unos 30 años le preguntó a Saritísima para 'Primera Plana' cuántas operaciones de estética se había hecho. "Se arrancó la bata, me mostró el cuerpo desnudo y me preguntó: '¿Ves alguna cicatriz?'. Pepe Tous, que estaba sentado a su lado, ni se inmutó. Y era cierto, no se le veía ninguna huella", recuerda la periodista, que creció con Luis Cantero, bombero pirómano del periodismo de guerra.

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Sara Montiel, en la ambulancia, tras ser rescatada del Gran Hotel Sarrià. PERE MONÉS


http://www.elperiodico.com/
 

CFlamma

Bombero Activo
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Miembro Regular
10 Nov 2007
1.665
2
4
Sara Montiel, cantante y actriz española que murió la semana pasada a los 85 años, fue una mujer espléndida no sólo en lo físico. Su película de 1957 "El Último Cuplé" hasta hoy sigue siendo el mayor éxito de taquilla en el cine español (para gustos modernos sería fome, pero hay que acordarse que se filmó bajo la dictadura franquista). Y el cuplé es un estilo de canciones populares, medio picantonas.

Obvio, lamentable tragedia la del colega madrileño, pero seguro que esta estupenda mujer también incumplió otras promesas a un hombre. Privilegios de diva.
 

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Desastre ciudad de Texas




El desastre de Texas City del 16 de abril 1947 es el accidente laboral mas mortal de la historia de EE.UU., y una de las más grandes explosiones no nucleares . Originado con un fuego a media mañana en el buque frances con matrícula SS Grandcamp (atracado en el Puerto de Texas City ), su carga de aproximadamente 2.300toneladas (2.086.100 kg ) de nitrato de amonio detonó, con la explosión inicial y posterior reacción en cadena ocasiono más incendios y explosiones en otras naves cercanas y las instalaciones de almacenamiento de petróleo matando al menos a 581 personas, incluyendo a todos menos uno de los miembros del departamento de bomberos de la ciudad de Texas. El desastre provocó la primera. demanda colectiva en contra de los gobiernos de los Estados, en el entonces recién promulgada Federal Tort Claims Act (FTCA), en representación de 8.485 víctimas.

Txcitydisasterboat.jpg


Escala de la catástrofe

El desastre de Texas City es generalmente es considerado como el peor accidente industrial en la historia de America.. Los testigos compararon la escena a las relativamente recientes imágenes del 1943 Ataque aéreo de Bari y de la devastación mucho mayor en Nagasaki .De los muertos, 405 fueron identificados y 63 no han sido identificados. Estos fueron colocados en un cementerio conmemorativo en la parte norte de Texas City cerca de Moses Lake. 113 personas restantes fueron clasificados como desaparecidos, por no se puede determinar si alguna vez se encontraron. Esta cifra incluye a los bomberos que estaban a bordo Grandcamp cuando explotó. Se especula que pudo haber habido cientos más de muertos, porque no se cuentan, los marineros extranjeros, los trabajadores no contratados y sus familias, y un número incalculable de viajeros. Sin embargo, hubo algunos sobrevivientes a una distancia de 70 pies (21 m) desde el muelle. Los cuerpos de las víctimas rápidamente llenaron la morgue local, y varios cuerpos fueron llevados al gimnasio de la escuela secundaria local para la identificación por sus seres queridos.


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Estacionamiento 1/4 de milla de distancia de la explosión

Más de 5.000 personas resultaron heridas, con 1.784 ingresados en veintiún hospitales de la zona. Más de 500 viviendas fueron destruidas y cientos dañadas, dejando a 2.000 personas sin hogar. El puerto fue destruido y muchos negocios se derrumbaron o se quemaron. Más de 1.100 vehículos fueron dañados y 362 vagones de carga fueron borrados, los daños materiales se estiman en $ 100 millones ($ 1030 millones en términos actuales).
Un ancla de dos toneladas de Grandcamp fue arrojado 1,62 millas (2,61 km) y se encontró en un (3 m) del cráter de 10 pies. Ahora descansa en un parque conmemorativo. La otra principal ancla de cinco toneladas fue lanzado 1/2 milla (800 m) hasta la entrada del Dique City Texas, y se apoya en un monumento en forma de Texas en la entrada. Restos ardientes encendieron todo dentro de millas, incluyendo docenas de tanques de almacenamiento de aceite y tanques químicos. La cercana ciudad de Galveston , Texas, fue cubierto con una niebla aceitosa que dejó depósitos sobre todas las superficies expuestas al aire libre.

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Los bomberos conmemorativo

víctimas de lucha contra incendios

Algunas de las muertes y daños en Texas City se debieron a la destrucción y posterior quema de varias plantas químicas (incluyendo Monsanto y Union Carbide), el almacenamiento de petróleo y otras instalaciones cerca de las explosiones. Veintisiete de los 28 miembros del departamento de bomberos voluntarios de Texas y ademas tres altos miembros del Departamento de Bomberos Voluntarios de Texas City que estaban en los muelles cerca del barco en llamas murieron. Un bombero, Fred Dowdy, que no habían respondido a la llamada inicial, por coordinar a otros Cuerpos de bomberos que venian en ayuda desde otras comunidades lejanas hasta 60 millas (100 km) de distancia, sobrevivio.. Eventualmente 200 bomberos llegaron de lugares tan lejanos como Los Angeles . Los incendios resultantes de los acontecimientos cataclísmicos seguían ardiendo una semana después de la catástrofe, y el proceso de recuperación de cuerpos tomó casi un mes. Los cuatro camiones de bomberos de Texas City estaban retorcidos y quemados..
Un resultado positivo del desastre de Texas City fue organizar la planificación de respuesta a desastres para ayudar a organizar las plantas, las respuestas locales y regionales para emergencias.

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800px-Txctyfiretruck.jpg

Un coche de bomberos destruido


.
Txcitydisaster5storybuilding.jpg

Una fábrica de caucho de cinco pisos al lado de deslizamiento

upload.wikimedia.org

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Desastre en Texas City
January 20, 2012

El peor desastre industrial en la historia de los Estados Unidos, ocurrió el 16 de Abril de 1947 en el puerto de Texas City. Un incendio en el interior del barco carguero SS Grandcamp, detonó 2,300 toneladas de nitrato de amonio matando un total de 581 personas, en una serie de salvajes explosiones que afectaron a 8,485 más.
A solo 600 pies de distancia se encontraba anclado otro barco que transportaba 1,800 toneladas de azufre y en las bodegas había más de 3 mil toneladas de fertilizante lista para ser enviado a Europa. Eran cerca de las 8 de la mañana cuando los tripulantes del Grancamp notaron humo saliendo del enorme compartimiento de carga, a pesar de los intentos era muy difícil contener el fuego.
Mientras en el muelle y la playa docenas de curiosos comenzaban a notar que el agua de mar al rededor del barco hervía y el casco del carguero se expandía por la tremenda presión adentro. Justo a las 9:12 sobrevino una tremenda explosión que causó daño en todo el puerto matando a decenas de personas y destruyendo todo en un rango de 6 millas.
Cientos de edificios cayeron hechos polvo y la compañía química Monsanto ardía en llamas provocando aún más muerte y destrucción. El estallido del barco hizo que sus 6 mil toneladas de acero salieran disparadas a velocidad supersónica, sus tripulantes murieron de manera instantánea volando en mil pedazos o convirtiéndose en cenizas. El departamento de bomberos de Texas City perdió a todos sus elementos que intentaban apagar el fuego desde el muelle y las demás fuerzas de rescate no pudieron llegar por la enorme devastación.
La explosión provocó una ola de 5 metros que arrasó con todo a su paso y su increíble fuerza se sintió a más de cien millas de distancia. Del total de víctimas se logró la identificación de 405, mientras 63 de ellas, jamás se pudo decir quienes fueron en vida y 113 se confirmaron como desaparecidas por no encontrar un solo rastro de ellas, como los bomberos de Texas City. Más de 5 mil resultaron heridas y 1784 requirieron hospitalización. El desastre dejó a 2 mil personas sin hogar, destruyendo también cientos de negocios y más de mil vehículos y 362 carros de ferrocarril.
Las anclas del carguero Grandcamp fueron lanzadas a casi dos millas de distancia, la más grande de 5 toneladas de peso bruto dejó un cráter de 3 metros de profundidad en el campo donde cayó. Se calcularon las pérdidas en más de 100 millones de dólares y a pesar de la destrucción y muerte, Texas City sigue siendo un puerto importante para la distribución de productos derivados del petróleo hacia Europa.

http://www.nuevosiglo.com/desastre-en-texas-city/


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Durante la época de la Segunda Guerra Mundial, el nitrato de amonio se combinó con dinamita y fue utilizado en bombas de demolición. En 1947, el nitrato de amonio era utilizado como fertilizante en la agricultura Norte Americana. Hasta el 14 de abril de ese mismo año, 80.000 toneladas de fertilizantes fueron enviadas a través de Texas City y no habían provocado ningún problema.

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Trascurría tranquilamente la mañana del 14 de abril, cuando fue descubierta una cortina de humo a bordo del SS Grandcamp. El carguero transportaba 46.000 sacos o 2.300 toneladas de fertilizantes de nitrato de amonio con fosfato, en esos tiempos no era controlada la cantidad mesclada de fosfato. Los trabajadores portuarios vierten agua sobre el humo. Ya que el agua no tuvo ningún efecto, el vapor se expandió a las escotillas que estaban cerradas. Media hora después que apareció el humo, la Brigada del Departamento de Bomberos Voluntarios de Texas City llegó a la escena del siniestro con el poco equipo que contaban en esos tiempos.
Una hora después que el humo apareció por primera vez, ocurrió el desastre. La hora del gran desastre fue 9:12 am la cual hizo que se congelaron todos los relojes de la ciudad de Tejas.



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El carguero explotó no una vez sino tres veces. Las explosiones se hicieron sentir a casi 150 kilómetros de distancia y el cual causó un registro en el sismógrafo de una ciudad vecina. Los expertos estiman que el poder explosivo fue más grave que las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki debido a que el vigor se produce a nivel del suelo en lugar de en el aire. Dos aviones fueron derribados en el aire, estrellándose contra el suelo. La explosión causó un maremoto. Al menos 400 personas murieron en el acto incluido toda la Brigada del Departamento de Bomberos Voluntarios de Texas City, 27 bomberos en total.


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Ditzel Reports cita en un comunicado: El hijo del jefe de bomberos, Harold Baumgartner, comenzó su trayecto hacia la zona de fuego.: "Me quedé asombrado, tirado en el suelo, a 7 metros de mi bicicleta. Me levanté y empecé a correr. La segunda vez que explotó, me quedé nuevamente tendido en el suelo a cuatro metros. Corrí todo el camino tan rápido como pude. Yo sabía que mi papá estaba en el medio de todo esto"
El daño era extenso. Un depósitos de hormigón se convirtió en una masa de escombros. Un buque de carga, el Flyer SS chocó con un barco a través del deslizamiento. Las llamas fueron arrojadas a través de 40 acres desde unos tanques de almacenamiento hasta laboratorios y edificios de oficinas. Automóviles estallaron en llamas y todos los camiones de bomberos de la ciudad fueron destruidos. Quince horas más tarde todo el mundo se vio obligado a retirarse de la zona. El Flyer SS, que también transportaba nitrato de amonio, explotó y se desintegró. Sorprendentemente, sólo una persona murió en esta segunda ola de destrucción.

El fuego ardió de forma continua durante una semana. La cifra final de muertos era de 561 y había más de 3.000 heridos. Pérdidas de bienes a la industria, los negocios y residentes superó 50 millones de dólares en la economía de 1947.

En respuesta a la tragedia, las regulaciones de seguridad fueron colocadas en el manejo de envíos, embalajes y el proceso de fabricación de nitrato de amonio. Sin embargo, cuatro meses después, otro buque que transportaba nitrato de amonio se incendió y estalló. Era el SS Océano Libertad donde veinte personas perdieron la vida y 500 personas resultaron heridas.

Referencias:
Ditzel, Paul C. Fire Engines, Firefighters: the Men, Equipment, and Machines, from Colonial Days to the Present. New York: Crown, 1976.
Penulis : Flavio Quijivix ~ Sebuah blog yang menyediakan berbagai macam informasi


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Nueva tragedia en el sur del EE UU 66 años después del 'desastre Texas City'

Días atrás fue recordado el siniestro en el que murieron 581 personas tras el incendio de un buque francés cargado con amonio

El Estado de Texas recordaba hace unos días la mayor tragedia industrial ocurrida en toda la historia de EE UU, hasta el punto de que se la conoce oficialmente como 'El desastre de Texas City'. Ocurrió el 16 de abril de 1947 en el puerto de la ciudad y dejó más de 500 muertos. A las ocho de la mañana se declaró un incendio a bordo de un buque francés atracado en uno de los diques, el 'SS Grandcamp'. La carga principal estaba compuesta por nitrato de amonio, pero también transportaba munición para armas y maquinaria. A pesar de los intentos por controlar el fuego no se pudo evitar su extensión, y lo espectacular de la situación atrajo a numerosas personas a una distancia del barco que se consideraba segura.
En una hora el fuego alcanzó la carga y detonó el nitrato de amonio. Esta explosión destruyó el área del muelle, los tanques de Monsanto Chemical Company, numerosas viviendas y comercios cercanos. La onda expansiva lanzó con violencia al aire tornillos, balas, acero, que aumentaron el poder destructivo del estallido. El número de muertos ascendió a 581 y los afectados superaron los 8.000, entre heridos y damnificados.
El desastre continuó 15 horas después cuando hizo explosión otro buque amarrado en el mismo muelle, el 'High Flyer', donde se había declarado un incendio después de la primera explosión en el 'Grandcamp' que tampoco se pudo controlar. En este nuevo siniestro murieron al menos dos personas más. Las pérdidas por 'el desastre de Texas City' se cuantificaron en más de 100 millones de dólares.


http://www.lavozdigital.es/cadiz/v/20130419/mundo/nueva-tragedia-anos-despues-20130419.html
 
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Experiencias de un Bombero, el incendio en el edificio “Windsor” (Por Jose Antonio Gomez Milara)


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Mi nombre es José Antonio Gómez Milara, soy jefe de grupo del Ayto. de Madrid y estoy destinado en el parque 1º. El día 12 me encontraba de guardia, siendo la primera dotación en llegar al siniestro, y por lo tanto por mi condición de jefe de grupo formaba parte del primer equipo que entro a fuego
La siguiente historia es personal, por lo que las opiniones y conclusiones son personales. Lo que realmente pretendo con esta narración es que todo el colectivo de bomberos tenga una visión mayor y real acerca del siniestro y se puedan sacar así unas conclusiones más reales acerca de lo ocurrido en el mismo.
La guardia del día 12 comenzó nada más hacer el relevo con un incendio en una vivienda unifamiliar, de un turismo en el garaje. Después de esta primera intervención parecía un día normal de sábado, con salidas de coche por diversos incidentes de menor importancia. La tarde se puso movida, el parque se quedo vacío en varias ocasiones. Llegada la noche, nos dejaron recuperar fuerzas durante la cena.
Acabábamos de terminar de cenar, cuando a las 11:19 se encendieron las luces de emergencia y por la megafonía nos comunicaron “bomba y escala a Raimundo Fdez. Villaverde nº 65, fuego en una planta 25”. Rápidamente todos corrimos hacia nuestros equipos, nos equipamos, y nos montamos en los vehículos. De camino al siniestro el mando solicitó de nuevo confirmación de señas y de que se trataba, confirmando los datos recibidos en el parque. En el trayecto, el equipo de mando y el equipo Nº 1 terminamos de equiparnos con el EPR (equipo de protección respiratoria).
Bajando por Raimundo Fdez. Villaverde buscando el Nº indicado nos damos cuenta de que se trata del edificio Windsor. No observamos nada, ningún signo de incendio; al hacer el cambio de sentido observe al personal de seguridad bastante tranquilo, lo que me hizo decir a la dotación: “tranquilos parece que no es nada” (y es evidente que me equivoque). Paramos en la puerta a las 11:23 y nos recibieron dos miembros de seguridad, los cuales nos indicaron que en la planta 21 había fuego. El mando le pregunto a uno de ellos que si tenían columna seca y bies, a lo cual respondieron que si y nos indicaron por que ascensores podíamos acceder. El equipo 2 y escala comenzaron a buscar hidrantes y las columnas secas.
Mientras nosotros, sin perder tiempo subimos al ascensor y dimos a la planta 18. En dicha planta salimos a un vestíbulo con puertas cerradas y no encontramos la escalera de emergencias, así que subimos una planta mas pero encontramos lo mismo (pasado unos días nos enteramos de que las puertas de acceso a la escalera simulaban a las puertas de ascensores, de ahí que nosotros no la encontráramos). El equipo de mando pidió al equipo 2 que subiera un miembro de seguridad para indicarnos donde estaba la escalera de emergencias comunicando que no subiríamos por el ascensor. Respondieron entonces que un miembro de seguridad se encontraba en la planta 21 y que nos estaba esperando, por lo que decidimos continuar por el ascensor hasta dicha planta.
Al abrirse las puertas, observamos gran cantidad de humo, el plano neutro se encontraba a metro y medio de suelo. A la derecha agachada había una persona de paisano, y a la izquierda una puerta abierta de la que salía gran cantidad de humo (desde nuestra llegada habrían pasado 2 ó 3 minutos)
La persona que había en la escalera le dijo al equipo de mando que había una BIE desplegada (boca de incendio equipada). El mando solicitó más medios, mientras mi compañero y yo nos pusimos el ERA (equipo de respiración autónomo) y tratamos de buscar la BIE, el recinto estaba inundado de humo negro y con visibilidad nula (plano neutro muy bajo). Avanzamos un poco y encontramos una BIE de 45mm totalmente desplegada. La recogimos y le comunique al mando que íbamos a utilizar nuestro surtidor (la BIE tenía una lanza con agua a chorro y cono), por lo que utilizamos la reducción 45/25 (mi compañero y yo subimos 2 mangajes de 25mm y una reducción 45/25) y coloque nuestro surtidor. En ese momento, el equipo vehículo (bombero conductor) nos comunica que el incendio había roto por fachada (en ese momento el bombero conductor observando la envergadura del incendio solicitó a central la presencia de refuerzos).
Colocamos la cuerda guía y comenzamos el acceso pegados a la pared de la derecha, con visibilidad completamente nula y el plano neutro a escasos 50 cm del suelo. A poco de avanzar le dije a mi compañero que guardara un poco de silencio para escuchar y determinar el camino a seguir. No hubo duda, a la derecha se escuchaba como crepitaba el fuego. Al acceder en el pasillo de camino al fuego los gases empezaron a ser muy calientes por lo que realicé un ataque ofensivo sobre ellos con pulsaciones cortas, avanzando lentamente siempre con la referencia de la derecha.
Comenzamos a ver que los gases inflamados pasaban por encima de nuestras cabezas por lo que realicé un nuevo ataque ofensivo, más agresivo con pulsaciones largas tratando de abarcar todo lo posible con el cono. La radiación térmica es muy alta y el vapor procedente de la extinción nos hizo tirarnos al suelo; intentaba que los gases inflamados no nos sobrepasaran. El equipo vehiculo nos comunico que el fuego ya había roto por dos plantas.
Le transmití entonces al mando que solicitase un relevo, y este salio al exterior para hacerlo. Con mi pareja, nos íbamos intercambiando en punta de lanza, la radiación era mayor y el hecho lo demuestra que el agua se evaporaba a 1 metro escaso de la salida del surtidor. Intentamos romper el falso techo con el surtidor en la posición de chorro sólido, siendo imposible, debido a la escasa presión que nos proporcionaba la BIE, por lo que utilizamos la herramienta de bombero.
Avanzamos hasta que el mangaje no dió más y nos quedamos resguardados al final del pasillo, al asomar la cabeza, observamos que a la derecha todos los gases estaban ya inflamados (combustión generalizada), por lo que me di cuenta de que con el surtidor de 25mm y con el caudal que daba 150 l/m no era posible la extinción, además, como dije anteriormente, la presión de la BIE era muy poca (escasos 3 kg.)
Llego el relevo. Se quedó el equipo 1 del parque 6º permaneciendo en punta de lanza. Saliendo del recinto, tuvimos que abandonar la cuerda guía porque se había quedado enredada con los falsos techos, que comenzaban a caer, incluso mi compañero se engancho el EPR con los cables que colgaban del techo. Todo esto transcurrió en escasos 10 – 15 minutos, y la prueba está en que salimos con 120 y 130 bar. de presión en las botellas.
En el rellano de la escalera se encontraba mi mando y el jefe de guardia, a los cuales les explique que el fuego estaba muy desarrollado y que habría que empalmar mas mangaje y atacar con 45 mm, ya que con la línea de 25 mm no era posible extinguir y avanzar por el gran frente de gases inflamables. Le pedí al jefe de guardia que le dijera al equipo 1 del Parque 6º que salieran y comenzáramos la extinción de nuevo.
Se intento comunicar por emisora, sin obtener respuesta. Sentí entonces que no se podía perder más tiempo, que mis compañeros lo tenían que estar pasando mal y le dije al jefe de guardia que me acompañara para que viera y valorara la situación y así ayudar al equipo de ataque a salir. Nos equipamos con el EPR y rehicimos el camino de entrada y avanzamos pegados a la pared de la derecha, la radiación térmica era mucho mayor y nos obligaba a hacerlo muy agachados. Yo voy delante, en un momento del avance se cayó un tabique que corta al jefe de guardia y nos separamos. Yo sigo avanzando sin darme cuenta de ello hasta llegar a la altura de mis compañeros. La visión era como estar en el infierno, todo rodeado de gases inflamados. Les dije que salieran y entonces comenzó el momento más trágico para mi compañero y para mí. Yo no me di cuenta -dada la escasa visibilidad-, de lo que ocurrió. Lo cierto es que lo que voy a narrar a continuación porque no se me olvidara jamás.
Escuché al compañero de la dirección pedir socorro,(”…me asfixio, me muero…”) me fui a por el para sacarle. Viene sin casco y sin careta, al parecer se le había enganchado algo del falso techo o le había caído algo. Cuando llegó a mi altura el momento de desesperación era muy grande y al cogerle se cayó al suelo inconsciente llevándose consigo mi casco y mi careta.
En ese instante sentí como si algo me golpeara en la cara, muy caliente, como un sartenazo (La temperatura estaría en torno a los 300 – 400º, como mínimo), y a continuación otra al inhalar los gases calientes (en el argot del boxeo, es como si me hubiera quedado k.o.). Comencé a pedir ayuda desesperadamente. A mi compañero, inconsciente, su pareja le va sacando a duras penas, y yo comencé mi particular odisea de supervivencia, agachado, sólo y a cuatro patas, comencé a seguir la pared de la izquierda. El camino era fácil, en forma de “L” y ya lo había hecho en 3 ocasiones. En un momento dado, noto que a mi izquierda la pared desaparece y pensé que ya estaba en el camino de la salida, seguía pidiendo ayuda desesperadamente, pero no escuche a nadie, solo los latidos de mi corazón que cada vez bombeaba con mas fuerza. Cada vez me faltaba mas el aire.
Al llegar al final del camino me di cuenta que estaba totalmente desorientado y que me encontraba dentro de un despacho. Las fuerzas empezaban a abandonarme y empecé a pensar en lo peor. Estaba a punto de rendirme, de tirar la toalla, mi desesperación era total. Solo pensaba “se acabó, éste es mi fin“. Pero de repente, se me vinieron a la mente los fotogramas de mis dos hijos y mi mujer, no les podía dejar, todavía no. No sé como lo hice, pero saque fuerzas de no sé donde y deshice el camino que había hecho dentro del despacho. Salí, volví a coger la pared de la izquierda y continué el camino, encontrando la salida. Nada más salir, me recogieron mis compañeros y me preguntaron si había más gente en el interior, a lo que respondí a duras penas que había tres. No sabía si habían salido. Al sacarme al rellano el compañero del parque 6º estaba tumbado inconsciente, y yo pidiendo a mis compañeros que me quitaran la ropa, que me abrasaba. Tenía mucha radiación acumulada en el traje y me quemaba la garganta. Me quitaron todo el traje y me pusieron aire.
Nos bajaron en ascensor, mi compañero seguía inconsciente, no le quería mirar porque temía lo peor; pero por fortuna no. Todavía no me creía que hubiera salido de allí. El SAMUR se llevó a mi compañero a una UVI móvil y le trasladaron al hospital de La Paz, y a mí, que había pasado mas tiempo en el interior del recinto, me llevaron a un hospital de campaña para ponerme oxigeno. Cuando levanté la vista y vi el espectáculo del fuego devorando la parte superior, mi impotencia se desbordó. Pensé que no había podido con el fuego, y que esa era mi peor derrota. Ya no pensaba que habíamos salvado la vida, y lo mal que lo había pasado ahí adentro, solo sentía que no había sido capaz de hacerme con él. Indudablemente fue un pensamiento en caliente del momento. En el hospital de campaña, me encontré a otros dos compañeros del parque 2º que habían estado en la planta 22, y que también habían tenido problemas.
Cuando terminé la botella de oxigeno habían transcurrido unos 20 minutos, en ese periodo de tiempo se habían chequeado todas las dotaciones y se había hecho acopio de material para realizar una extinción con columna seca y realizar una nueva estrategia. Le dije al medico que me encontraba bien, y aunque me pidió que me quedase, me fui. Comencé a buscar un equipo: pantalón, chaquetón, verdugo, guantes y casco, ya que el mió estaba en la planta 21. Después de recorrer todos los vehículos, lo conseguí. En ese momento M1, nueva nomenclatura del jefe supervisor, iba a acceder al interior del Windsor. Me fui con él; mi parque estaba arriba y quería estar a toda costa con ellos y decirles que me encontraba bien.
Fuimos hacia los ascensores, pero estaban inundados de humo, por lo que subimos por las escaleras. Comenzamos el ascenso lento, ya que subíamos con todo el equipo. A la llegada al piso 14, se escuchó un estruendo tremendo, no hablamos, escuchamos por emisora al jefe de departamento ordenar que se desalojase el edificio. Subimos a la planta 21, allí se encontraban 4 dotaciones completas de los parques 1º, 2º, 9º y 6º (aproximadamente 24 bomberos). Se observaron en los forjados de las escaleras unas grietas por las que salía humo, M1 dio la orden de que se desalojase el edificio inmediatamente, las dotaciones comenzaron a bajar. Yo bajo el último con M1. Los escombros caían y había que salir rápidamente. Los vehículos fueron emplazados más lejos y a los 15-20 minutos los forjados de las plantas superiores comenzaron a caer, temíamos por la grúa que estaba en lo alto del edificio. Se comenzó a hacer las instalaciones en los edificios colindantes, para evitar una propagación y realizar una extinción defensiva. Así hasta que el fuego dejo de devastar el emblemático edificio Windsor.
El día 12 de febrero quedara en la historia de los bomberos por ser el primer incendio que ocurre en un edificio de altura, con efectos tan devastadores. El incendio del rascacielos Windsor traerá consigo multitud de preguntas e incógnitas y será motivo de análisis y estudio por todos los bomberos.
Después de unos días de controles médicos, recuperándome de las secuelas, y de darle muchas vueltas a lo ocurrido, saco las siguientes conclusiones:
• Desconocimiento total del edificio y su distribución, así como la ubicación de las BIES.
• El fuego a nuestra llegada llevaría 20-30 minutos desde su inicio.
• La propagación fue rápida debido a la gran carga de fuego en la planta, de 1000 m2 de planta. Su disposición es de oficinas separadas por tabiques de aglomerado de madera de 10 mm con capa PVC (altamente inflamable). Cada tabique lleva 6 tableros de 1’20 de ancho x 2’40 de alto, separados por una cámara de 5 cm. Con fibra aislante y moqueta, además de todo el mobiliario de oficina.
• Algunos miembros de seguridad no sabían dónde estaban las columnas secas, y alguno hasta desconocía lo que son.
• La presión de la BIE era insuficiente.
• Había 4 columnas secas y ninguna indicaba a que escalera pertenecía, se alimentaron las cuatro. En la de la escalera de ataque la llave de sección en la planta 24 no se pudo cerrar, por lo que no se tenía la presión suficiente en las plantas para realizar la extinción.
• El edificio no disponía de Sprinklers, según reglamento de prevención al no superar los 100 mts. de altura no los necesitaba (el edificio media 97’5 m), y tan solo disponía de 2 BIES en cada planta y 6 extintores.
• La compartimentación era nula, de hecho entre los muros cortina y los forjados no había unión por lo que las plantas se comunicaban, de ahí la rapidez de la propagación, así como por los aparatos de aire acondicionado.
Además de otras conclusiones a nivel de prevención y protocolos de actuación interna:
• Desconocimiento por parte de los bomberos de los edificios singulares de la zona.
• Realizar por parte de bomberos revisiones periódicas de columnas secas y control de la presión de las BIES en dichos edificios.
• Mejora de los equipos de comunicación.
• Revisar la seguridad en el conjunto casco y máscara, así como sus componentes por separado y la adaptación a la cabeza para evitar que el conjunto pueda perder su homogeneidad y poner en riesgo la vida del bombero.
• Señalizar las columnas secas, indicando a qué escalera corresponde cada una.
• Realización de maniobras de intercambio de máscara del EPR de un bombero a otro y de conexión a toma auxiliar o toma en “Y” del EPR, aunque en este caso la temperatura era muy grande y esta maniobra no seria posible.
• Manejo y uso de forma mecanizada del Bodyguard, e incluir el uso de la tablas de control de EPR’s con telemetría.
Además de un aprendizaje personal:
• En el momento que pierdo la mascara y el casco, si hubiera mantenido la calma, me la podría haber puesto de nuevo, pero en ese momento critico, me quedé en blanco.
• Dar al botón de alarma del Bodyguard.
• No dejar nunca a mi compañero de dotación.
• La orientación es fundamental para en caso de accidente, recordar el camino de salida.
• En intervenciones en EGAS subir mangaje de 45mm y surtidor de 45mm.
Sólo deseo que esta visión profesional de lo ocurrido pueda servir para que en próximas actuaciones en las que surjan problemas sepamos cómo reaccionar ante estas situaciones.
Por ultimo felicitar al jefe de departamento por tomar una decisión tan valiente, anteponiendo la vida de sus hombres ante la gran envergadura del siniestro y la gran repercusión social que estaba teniendo el mismo por los medios periodísticos.
JOSE ANTONIO GÓMEZ MILARA
SARGENTO DEL SERVICIO DE EXTINCIÓN DE INCENDIOS DE LA CIUDAD DE MADRID

http://www.hipertrofia.es



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Relato de los bomberos que subieron a la Torre

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«Sólo le oíamos pedir ayuda; lo único que se piensa es en salvar a los compañeros y salir de allí»

Varios fallos en los sistemas antiincendio del edificio Windsor estuvieron a punto de provocar una tragedia entre los hombres del Servicio de Extinción de Incendios
Ernesto (como los demás protagonistas de este relato, un nombre ficticio) acaba de colgar el teléfono a su mujer cuando suenan las alarmas en el parque de bomberos. Las agujas del reloj rozan las11.30 de la noche. «Fue una salida extraña desde el principio», recuerda ahora, treinta y seis horas después de haberse salvado del infierno en que se convirtió el sábado el edificio Windsor de Madrid. «En cada aviso siempre se encienden antes las luces, como una primera advertencia, y después suenan los timbres en todo el recinto. Pero en esta ocasión ocurrió al contrario». Quizá una intuición, quizá una advertencia de lo que estaba por llegar, o simplemente la anécdota que refresca ahora la memoria de aquellos primeros momentos. La misma sensación que invadió a José y Pedro, dos de los compañeros con los que compartiría más tarde los minutos más angustiosos de su vida.

Pocos segundos después, una de las primeras dotaciones de bomberos en llegar al lugar de la catástrofe (ocho efectivos) se dirigía a toda velocidad al cruce de la calle Raimundo Fernández Villaverde con Orense. «Fue la primera información que recibimos». Mientras comprobaban sus equipos en el interior del camión autobomba, la emisora lanzaba nuevos datos: «Es un edificio de gran altura, una planta vigésimo primera». Cruce de miradas y momentos de silencio se mezclaron con los consejos del jefe de carruajes y de los más veteranos: «Hay que ir tranquilos y sobre todo no separarse del compañero en ningún momento». Sabias recomendaciones, como podrían comprobar poco después. «A partir de una quinta planta -explica Pedro- cualquier incendio se complica, porque hay que tirar más mangaje, tienes que subir más escaleras y el desgaste físico es mucho mayor».

La primera sorpresa

Desde el puente de la calle Raimundo Fernández Villaverde los ocho miembros de la dotación pudieron ver con sorpresa una planta entera del edificio Windsor ardiendo y, lo que es peor, cómo las lenguas de fuego habían conseguido salir, ya, por las ventanas.«Entonces supimos que no era un incendio normal, que había que actuar con rapidez. Un fuego así ya debía llevar tiempo ardiendo: había podido «romper al exterior». Entraba más oxígeno y las llamas se extendían. Llevaba tiempo enganchado», argumenta José.


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Cuatro minutos más, desembarcaban en la puerta del edificio Windsor,equipados con sus sistemas de respiración autónoma, cuerdas, arneses y cargando unos 50 metros de mangajes. En total, 40 kilos de peso por bombero. «Cogimos los mangajes de 25 milímetros porque nos permiten mayor movilidad en el interior, y acceso a todos los rincones. Son más manejables». La orden era alcanzar la planta 22 desde dentro del edificio. «No podíamos perder tiempo, había que llegar lo antes posible al fuego y teníamos que ahorrar energías. Por eso, subimos en el ascensor». En la 19, lo abandonaron y tomaron las escaleras para acceder a la planta 22. «En la 21 otra dotación ya está atacando el fuego».

Ahora, por las escaleras, los hombres acceden al «hall» de la planta 22. «Allí todavía se podía respirar sin autónomo», recuerda David. Un lujo que duró poco tiempo. Había que reconocer el estado de todo ese nivel, pasillo a pasillo, puerta a puerta... Aún estaban todos juntos, rostros serios, en silencio -«la procesión va por dentro»- y sobre todo sin despistarse, ni un sólo segundo, de sus compañeros.

Sin la presión suficiente

Dentro, tendría que haber estado, literalmente, lloviendo. «Pero los rociadores automáticos (sprinklers) no habían cumplido su trabajo», explica José. Un par de minutos más y las mangueras están conectadas a una boca de incendio equipada (BIE). «Con cada paso el humo se hacía más denso y aumentaba el calor. Me quité el guante y toqué una de las paredes -explica David -. Estaba caliente. Y si hay calor es que hay fuego detrás». Bastó con abrir la puerta para confirmar la pesadilla: una sala completamente arrasada por las llamas.

Por parejas, los ocho se turnan ahora para contener el fuego. Una tarea que supone no pocos esfuerzos. «La boca de incendios, la que suministraba el agua, tenía poca presión, así que tuve que cruzar la puerta y penetrar 50 centímetros en esa habitación para hacer llegar el agua a los focos de fuego. Al avanzar sentía cómo el guante se pegaba a mi mano por el calor, cómo comenzaba a quemarse. No podía aguantar esa temperatura», recuerda Ernesto.

En ese momento, llega una nueva orden. Ernesto y otro compañero seguirían luchando con el incendio de la 22. Mientras, el resto de la dotación subiría a reconocer la planta 23. «En ese nivel se estaba «colando» el fuego. A medida que avanzábamos por los pasillos el calor era más intenso, lo notábamos en el cuello. Y el humo ya no nos permitía ver nada. Por si fuera poco, el mangaje ya no llegaba hasta donde estábamos. Por eso decidimos bajar, de nuevo, a la planta de Ernesto. Ellos tenían mangaje suficiente y podríamos cogerles unos metros». Una decisión acertada, como comprobaron después.

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Ningún otro signo les permitió adivinar el trágico escenario que les esperaba al bajar las escaleras. «Oíamos muchos ruidos, de escombros o techos cayendo». Pero entre todos aquellos sonidos, fueron los gritos desesperados de Ernesto y de su compañero los que les dejaron sin respiración. «Lo olvidamos todo. El incendio, la planta donde estábamos, los equipos de respiración...Sólo oíamos a Ernesto pedir ayuda. Lo único que se piensa en esos momentos es en salvar a los compañeros y salir de allí...».

Ernesto hace ahora un esfuerzo por recordar aquellos dramáticos momentos. Acaban de sofocar el incendio de la 22, cuando el equipo de respiración autónoma de su compañero avisa de que ha entrado en la reserva de aire. Sólo quedan unos cuatro minutos. «Decidimos salir a recoger otro equipo, entrar de nuevo y rematar la faena. Pero en ese mismo momento, el aire de mi compañero se agotó por completo. Me enganché a su chaquetón e intenté buscar una salida, pero ya no se veía nada. Es como si te taparan los ojos. Sin aire y todo lleno de humo. Además, perdimos el mangaje que nos servía de guía. Puede que sólo estuviera a 20 centímetros de mí, pero no lo veía. Llegó un momento en que ya no podía avanzar. A cada paso y en cualquier dirección tropezaba con las paredes. Nos quedamos atrapados. Así que me detuve, me quité la máscara y compartí el aire que me quedaba con él. Calculé que teníamos seis minutos. Fue entonces cuando pensé que había llegado mi hora. Vi que mi vida se iba. Ni siquiera tenía esperanzas de escuchar nada, ni una voz... Me quedé en blanco».

El relato de Ernesto ha dado paso a un profundo silencio que invade la estancia donde se celebra esta entrevista. Ellos se miran a los ojos en un gesto de complicidad y ahogan sus emociones en un suspiro, porque ninguno olvidará nunca aquellos minutos de angustia. José y David todavía mantienen vivos los gritos de sus compañeros pidiendo auxilio. «Me habría metido a por ellos donde fuera», afirma José, mientras David asiente con la cabeza.

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En peligro de muerte

Por fortuna, ambos llegaron a tiempo e inmediatamente condujeron a sus compañeros hasta el ascensor, la vía de escape más rápida. «Estaban a tres pasos de la salida», recuerda David. «Sólo cuando les tuve en mis brazos me sentí tranquilo», interrumpe José. La dotación al completo descendió hacia la planta baja del edificio Windsor. Allí recogieron mangaje de mayor capacidad y volvieron a subir. Ahora utilizarían otro sistema para detener el incendio. Conectaron las mangueras del camión autobomba a una columna seca, instalación que recorre toda la altura del edificio, para suministrar agua a las plantas superiores. Pero no funcionaba. Ya en la 22, «comprobamos que no llegaba presión suficiente y el agua no tenía fuerza de alcance para detener el foco de incendio. Así que dos de nosotros tendrían que subir a una planta superior para cortar la llave de sección de la columna seca y conseguir así más presión. Pero la llave tampoco cortaba». Entre tanto, «un fallo en el equipo de respiración autónoma» de José le dejó sin aire. Volvía a ocurrir. La tensión, los nervios... Un humo denso que impedía la visibilidad... Una vida otra vez en peligro. Por fortuna, de nuevo, alguien llevó a José hacia la escalera. Y también se salvó.
Las imágenes se suceden. «Estábamos en la 22, por encima ardía la 23 y por debajo la 21. No fue una ratonera porque el edificio estaba compartimentado, pero todas sus caras ardía a nuestro alrededor». Bajamos algunos peldaños para que José se recuperara... Volvimos a subir... Y sucedió. «Un estruendo por encima de nuestras cabezas, como si pasara un tren». Y un silencio que se hizo eterno. Inmediatamente, llegaron nuevas órdenes por las emisoras: «Que todas las dotaciones desalojen rápidamente el edificio». Una y otra vez, insistentemente. «Salimos de allí a la carrera.»
Nos acordamos de los bomberos del 11-S
Mientras evacuaban a la carrera el edificio, con la amenaza de que en cualquier momento pudiera derrumbarse planta por planta, José y David recordaron miles de imágenes que tienen ya grabadas de por vida en sus retinas. Se acordaban de los cientos de bomberos que fallecieron en el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York. «Vi a los bomberos neoyorquinos en el momento en el que atravesaban los torniquetes de entrada a las Torres para acceder al interior», dice José.

«Pensaba que ellos debieron sentir lo mismo que nosotros en aquellos instantes. La escalera se hacía eterna. Bajábamos todas las dotaciones, en silencio, pensando que aquello se iba a hundir. Contábamos las plantas una a una, la 16, la 15... Cuando miré otra vez, todavía íbamos por la décima», continúa. David no olvida que «todos nuestros jefes se quedaban atrás y paraban para comprobar que todos los efectivos bajaban, que nadie se perdía en el camino».

Ya fuera del Windsor, en la calle, los nervios se templaron. Todos y cada uno de los que entraron a sofocar las llamas se encontraban a salvo. Ahora había que intentar que el incendio no se propagara hacia los edificios colindantes. Primero desde los soportales del edificio de La Estrella. «Mientras refrescábamos la fachada, un compañero nos advertía de la caída de escombros y cascotes. Entonces, nos refugiamos en los soportales». Después, prosiguieron la faena desde la azotea.

A las siete de la mañana fueron finalmente relevados. A su llegada al parque de bomberos encontraron a decenas de compañeros que fuera de servicio se habían presentado para ayudar. «Nos recibieron con los brazos abiertos y con la alegría de que regresábamos sanos y a salvo».

http://www.belt.es/noticias/2005/Febrero/15/win_4.asp



CONTINUA EN EL POST DE ABAJO
 

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Explosión de Halifax

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Se produjo el jueves, 6 de diciembre de 1917, cuando la ciudad de Halifax, Nueva Escocia, fue devastada por el enorme detonación de un barco francés, totalmente cargado con explosivos de guerra, que chocó accidentalmente con otro barco noruego en el puerto de Halifax.



Aproximadamente 2000 personas (en su mayoría canadienses) fallecieron por los desechos, los incendios, o los edificios que se derrumbaron, se estima que más de 9000 personas resultaron gravemente heridas.


Este fue la explosión más grande producida por el hombre, hasta la primera bomba atómica en 1945 y sigue siendo una de las más grandes explosiones convencionales hasta la fecha.


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A las 8:40 de la mañana, “Mont-Blanc”, un barco francés que fue fletado por el gobierno Galo para transportar municiones, colisionó con el buque noruego “La Angostura”, fletado por una empresa Belga para llevar suministros de socorro.



El Mont-Blanc se incendió a los diez minutos del choque y la explosión ocurrió unos veinte y cinco minutos más tarde (a 9:04:35 AM). Tras la deflagación todos los edificios y estructuras que abarcaban dos kilómetros cuadrados del nucleo de la explosión fueron borrados del mapa, incluidas las comunidades vecinas de Richmond y Dartmouth.


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La explosión causó un tsunami en el puerto, con olas de 18 metros quebrando árboles, raíles de hierro doblados, edificios demolidos, todos los buques amarrados de puerto destruidos, la explosión fue equivalente a 3 kilotones de TNT, cuando la atómica de Hiroshima, tuvo una potencia de 13 kilotones. La nave fue destruida de forma inmediata y la gigante bola de fuego fue catapultada a un kilómetro de distancia, formando una gran nube de vapor de agua y deshechos metálicos.


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La tremenda explosión se sintió y escuchó en Charlottetown, ciudad aproximadamente a 215 kilómetros al norte, y tan lejos como el norte de Cape Breton, a 360 kilómetros al este, una de las partes del ancla del barco, con un peso de 517 kg fue arrojada a 3,78 kilómetros al oeste de la explosión y es ahora parte de un monumento de Spinnaker, levantado justo donde cayó.



Al día siguiente cayó una tormenta de nieve de unos 40 centímetros sobre la ciudad de Halifax que ayudó providencialmente al apagado de los cientos de incendios que se produjeron pero que dificultó las tareas de los que permanecían bajo los escombros quedando sepultados por la nieve. Los que consiguieron sobrevivir a la explosión, incendios y el Shunami, tuvieron la dificil tarea de sobrevivir en la calle bajo el amargo frío que reinaba, pues el 85 por ciento de las viviendas habían sido afectadas., obligados por la tormenta, muchas personas que quedaron sin hogar encontraron refugio donde quiera que podían.


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Todo un drama vivido por los habitantes del puerto de Halifax que produjo tantos muertos la explosión como sus consecuencias posteriores.


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UNA TRAGEDIA QUE MARCÓ LA HISTORIA URUGUAYA

A 20 años del incendio del Palacio de la Luz


Era de madrugada. Los vecinos se despertaron tras oír el estallido de los vidrios y el revoque que se desprendía y caía. El 13 de agosto de 1993 sucedió uno de los peores incendios en la historia uruguaya: el fuego se adueñó de los pisos 8, 9 y parte del 10 del Palacio de la Luz. Esa noche, cinco mujeres murieron asfixiadas.

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La propagación del fuego fue tal que no hubo mayor margen de maniobra. "Como si en 20 minutos se hubieran prendido fuego cuatro manzanas, una de las peores catástrofes que vi en mi vida", decía a El País el entonces inspector principal de bomberos Reynaldo Albornoz.

En el noveno piso del Palacio estaban las empleadas del servicio de limpieza, que trabajaban tarde para no interferir con las demás actividades de UTE. Cuando vieron lo que sucedía, decidieron esperar que las vinieran a buscar, pero murieron asfixiadas. Se encerraron en una sala del noveno piso, al lado del despacho del presidente, que entonces era Alberto Volonté. Las paredes de la habitación tenían lambriz y el incendio las consumió. Cuando llegó Bomberos, encontraron los cuerpos calcinados, tanto que no podían reconocerlos y tuvieron que contrastar los nombres con la lista de las empleadas que lograron salir.

El informe de Bomberos concluyó que la causa sería accidental y manejaron varias opciones. La más probable es que haya sido un corto circuito en la luminaria eléctrica. También se pensó que podría haber quedado enchufado alguno de los hornitos con resistencia que el personal de limpieza utilizaba para derretir la cera, la misma que, según las crónicas de la época, contribuyó a expandir el fuego.

Como diera cuenta el suplemento Qué Pasa y de acuerdo a las declaraciones de los vecinos y la gente que sobrevivió, el fuego se inició en el octavo piso sobre la calle Paraguay, donde funcionaba la gerencia general de UTE. Desde allí se extendió hacia los pisos superiores.

Las consecuencias fueron terribles: cinco muertos y cuatro pisos destruidos. El piso siete no se prendió fuego, pero los bomberos combatieron el fuego desde allí y quedó muy dañado por el agua. El octavo quedó totalmente destruido, el noveno con muchos daños y el décimo con algunos sectores arruinados.

En 1993 los empleados del Palacio no estaban preparados para evacuar y las medidas de prevención eran las mínimas exigidas. No se monitoreaba el edificio, como hoy se hace, no había censores para captar un incendio ni luces de emergencia. Tampoco había aire a presión en las escaleras, para oxigenar el ambiente.


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Milobombero

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El incendio de la Torre Windsor fue un tremendo desafio.

Para quienes fueron a SICUR, se recordaran del relato del bombero español (Pablo Muñoz) que habló de los incendios en altura y dió su experiencia del tema, especialmente el impacto de este incendio en los bomberos españoles.
 

bluebird3

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LA CATÁSTROFE DEL 4 DE ABRIL DE 1914

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http://2.bp.blogspot.com/_48GwGptmTtU/S-DFPPyv3NI/AAAAAAAAAK0/Fc3S0sjzMIU/s1600/4414.bmp



"Valparaíso, la ciudad ya tantas veces desgraciada y conturbada por irremediables catástrofes, se estremece una vez más bajo el peso de una nueva hecatombe acaecida anoche en su seno".
Así comenzaba la extensa información, titulada a ocho columnas, de "El Mercurio de Valparaíso", que daba cuenta del horroroso incendio ocurrido pasada la medianoche del 4 de abril de 1914 en calle Cochrane, el cual dejó por lo menos veinte personas muertas, entre ellas varios menores de edad, a metros de la parte trasera de los edificios siniestrados el pasado 3 de febrero meses en calle Serrano. Los heridos fueron decenas.
Las características y coincidencias de ambas tragedias son impresionantes.
Ambas se iniciaron por una explosión, en las dos hubo pérdidas de vidas, actos heroicos de salvamento, labor infatigable de personas de buena voluntad y de diversas instituciones, especialmente de Bomberos. Además, ambas catástrofes dejaron lecciones para el futuro, especialmente en lo que a prevención se refiere, en un área que ha sido siempre vulnerable, y lo es más hoy teniendo en consideración que sus edificios forman parte del patrimonio de la ciudad, al que se ha apostado para cimentar su desarrollo.
Todos conocemos lo que ocurrió hace dos meses, pero sabemos poco de la tragedia de de aquel 4 de abril de 1914, que prácticamente voló del mapa un edificio de cuatro pisos que ocupaba una manzana completa, frente al mercado Puerto, por calles Cochrane, Clave, Blanco y el Pasaje Nº 1 o Pasaje Ross (hoy Almirante Pérez Gacitúa).
La tragedia de aquel otoño de 1914 fue impresionante. En el edificio vivían más de 150 personas y los dos últimos pisos eran de material ligero, lo mismo que sus escalas interiores, por lo que muchas quedaron atrapadas por el fuego. En forma desesperada, algunas optaron por lanzarse al vacío, huyendo de las llamas y otras sucumbieron quemadas o aplastadas por los escombros, que al igual que en el caso de hoy, repletaron el subterráneo y el primer piso, con una masa humeante por varios días.
Entre las víctimas hubo grupos familiares completos, como fue el caso de la familia Gálvez, puesto que murieron el padre y la madre y dos hijas, sobreviviendo un hijo, quien gracias a su tesón, logró días después reconocer los restos de quienes fueran su familia.
Nuestro Diario, luego de precisar que el siniestro se había iniciado a las 12.30 de la noche, anotaba que "toda la opinión comenta con consternación, que ha sido indudablemente una de las más espantosas tragedias de que haya memoria en nuestra historia de horrores."
Hay que tener en cuenta que Valparaíso estaba saliendo de los horrores del terremoto del 16 de agosto de 1906.

LA TRAGEDIA

Poco antes de la medianoche regresaba del teatro con su señora e hijo el señor Domingo Composto, a cargo de quien estaba la propiedad y que era dueño del bazar Milán, que ocupaba uno de los locales del primer piso y le llamó la atención el fuerte olor a parafina que salía del local, ocupado por la mercería de la firma Piskulic, Jura y Carlessi. Subió al cuarto piso, donde arrendaba pieza el socio Piskulic, quien le dijo a Composto que el olor a bencina se debía a que se había abierto un cajón y que seguramente se había derramado un poco en el pavimento.
Pese a ello, don Domingo le pidió que verificara, pero Piskulic alegó que no tenía llave del establecimiento, lo que en un principio despertó suspicacias, pues todos los residentes sabían que era la persona que abría el negocio en las mañanas.
Pero hubo otros antecedentes.
El inspector de policía de turno en ese sector, Luis A. Canales, expresó que el dueño de una cigarrería cercana le había informado que al pasar junto al edificio, como a las 11 de la noche, sintió mucho olor a parafina y aguarrás. El inspector dijo que como medida de precaución había dispuesto un guardián que hiciera punto fijo en el sitio en peligro y que la misma orden le dio al guardián que debía relevarlo a las 12.

EL HEROÍSMO

Como ocurre en estos casos, hubo muestras de heroísmo y entrega de particulares y de diversas instituciones, especialmente bomberos, que una vez más desplegaron enormes esfuerzos para tratar de sofocar un incendio declarado y evitar la propagación a los edificios vecinos.
El primer piso era ocupado por una decena de establecimientos comerciales, en tanto los otros tres pisos superiores eran casas habitaciones de diversas familias, aparte de una pensión o residencia, donde residían en total por lo menos unas 150 personas.
Algunos pensaban que eran unos 300 moradores. Domingo Composto afirmaba que eran 120. También se pensaba que el número de víctimas era mayor, por las visitas que había en esos momentos en las casas y "y por la cantidad extraordinaria de personas que en los primeros momentos alcanzaron a penetrar al edificio, a fin de prestar auxilios".
Una actuación destacada les cupo a algunos marineros de los destructores "Lynch" y "Condell", que pasaban por ese sitio y que se hicieron merecedores de las alabanzas del público. Por un cable que lanzó un marinero hasta el cuarto piso, se descolgaron unas treinta personas, que lograron escapar de las llamas.
Otras personas, atando sábanas y piezas de ropa, intentaban entretanto alcanzar la calle por los otros costados. Algunas lo lograron y otras se precipitaron al vacío, con graves consecuencias, incluso la muerte.
"Todo el enorme block incendiado era una hoguera inmensa cuyas llamas se elevaban a una gran altura y que iluminaban con una luz rojiza el barrio del puerto, los cerros próximos y el cielo mismo", describía nuestro Diario.
Colindante con el estrecho pasaje se encontraba el hermoso edificio de la familia Astoreca, que cierra la plaza Echaurren por el norte, cuyas cornisas y balcones del quinto piso empezaron a arder por diferentes partes. Pero los bomberos de la Tercera Compañía colocaron su carro en el mismo pasaje y armaron desde la avenida Errázuriz. "La poderosa bomba, como si comprendiera la gravedad de la situación, lanzaba un chorro magnífico…. comprendían que si fallaba, se quemaba el edificio".
Los otros edificios vecinos también sufrieron daños de consideración, pero se evitó la mayor propagación de las llamas.

LA REACCIÓN

Al día siguiente, el Diario consignaba que "el público se va dando cuenta que el siniestro de antenoche alcanza las proporciones de una de las más violentas desgracias que nos han azotado. Todo Valparaíso ha concurrido durante los días de ayer y de hoy hasta el sitio mismo de la catástrofe, donde ya no queda más que un hacinamiento de escombros humeantes bajo los cuales están los despojos carbonizados de muchos desgraciados".
El número de víctimas era incierto y se solicitaba la colaboración del público para dar con el paradero de los desaparecidos.
Entretanto, se buscaban las causas y se insinuaban medidas para el futuro. Se abrían suscripciones populares para ir en ayuda de los afectados, sin perjuicio del auxilio de las autoridades.
Desde el día 5 se inició la remoción de escombros y se ubicó algunos restos humanos, pero resultaba imposible identificarlos. El edificio contaba con subterráneo y los escombros se elevaban considerablemente sobre el nivel de la calle. "Había fierros, vigas pesadas, que obstruyen a cada momento que se trabaja".
"Hemos leído que se va a proceder a "reglamentar" la futura edificación. Nos hemos llevado por el municipio la mayor sorpresa, porque era tan elemental que hubiese un reglamento de construcciones, que no nos figurábamos siquiera que no se hubiese dictado. Ahora comprendemos bien la causa del último desastre y de los peligros inminentes que envuelven para sus moradores muchos de los edificios de Valparaíso", comentaba "El Mercurio" de Valparaíso".

HONRAS FÚNEBRES

El día 8 se realizaron las honras fúnebres de las víctimas en la Plaza Echaurren, contigua al devastado edificio. También se rindió homenaje a aquellos que colaboraron en la emergencia con riesgo de sus vidas.
El primer alcalde, Gustavo Silva, en parte de su mensaje dijo: "Contemplemos estas ruinas humeantes, vanos restos de una que fue mansión de la actividad humana, albergue abrigado y cariñoso de familias honradas y laboriosas, donde hoy se ven, sobre montones de escombros, los pilares de hierro, doblados y torcidos, como cuerpos humanos que se debatieran en contorsiones de un dolor inacabable
"Ah. Pero veamos también que compitiendo en rapidez con el voraz incendio, la llama del amor filantrópico prende en los corazones, que con riesgo inminente de su propia vida, vecinos pacíficos y policiales, bomberos y marinos, hombres de todas las condiciones sociales, de las más diversas nacionalidades, de las más diversas opiniones políticas y creencias religiosas, acudieron en auxilio pronto, y, en lo posible, eficaz de sus hermanos en peligro".
...
..
.
Extracto del libro; "Valparaíso a trasluz.

http://grupoellibro.blogspot.com/
 

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11 de Septiembre de 1973 Incendio Partido Socialista de Chile


Alarma San Martín entre Moneda y Agustinas. Hora: 15:30 horas.
Edificio ardía desde mediodía. Se despachan 2ª., 3ª., 11ª y 8ª. Compañías a trabajar en un incendio declarado de gran extensión en el cual se produjeron, como era predecible durante el combate, grandes derrumbes. La necesidad actual para combatir este incendio, quizás habríamos despachado tercera o cuarta alarma.
Nosotros sólo eramos cuatro valerosas Compañías, sólo con los guardias correspondientes que salieron de sus cuarteles, en las máquinas hacia el incendio del Partido Socialista luego de la autorización y solicitud del comando militar a cargo de la situación. Por supuesto por el conducto regular del Cuerpo de Bomberos de Santiago a través de su central de alarmas.
Traslado hacia el incendio del Partido Socialista de la Segunda “Esmeralda” Eramos trece voluntarios, nuestro cuartelero Sergio Cornejo, nuestro capitán Marcial Argandoña, ayudante de la Compañía, Rolando Araya.

Trayecto:
Avda. Santa María, Banderas hasta Agustinas. Estas calles desiertas, no así Agustinas donde nos encontramos de pronto, desde frente al Banco Central hacia el poniente con unos inmensos tanques con sus respectivos sirvientes(término militar) que se parapetaban mimetizados junto a sus tanques.
En ese instante, los voluntarios que tripulábamos veníamos en silencio, pero la impresión es indescriptible cuando los tanques giran sus torretas hacia nosotros. Fueron segundos eternos, para luego girar nuevamente hacia sus objetivos, retroceder y abrirnos paso, fue lo que siguió. Ya en las esquinas de Morandé y Agustinas, al mirar hacia la Moneda estaba la realidad de lo que sucedió el 11 de septiembre de 1973.
El palacio presidencial ardía, destruido, violentamente. Por fin llegamos a San Martín con Agustinas, armando nuestra máquina Mercedes Benz en la esquina surponiente, frente al mismo edificio que aún permanece en el lugar. Había gran balacera.

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Una vez armados al grifo desplegamos nuestro pollo de 70 mm. hasta el frente del incendio.
En el instante que los voluntarios avanzaban y trataban de conectar la trifulca y tan sólo a 5 metros y 5 segundos no fueron aplastados por parte del edificio que se derrumbaba hacia la calle San Martín.
Una vez solucionado esto ingresamos con el señor Capitán.
Había varios focos, se quemaban oficinas y otros recintos en el primer y segundo nivel y además ardía un inmenso anfiteatro en la parte posterior del primer piso, también con diferentes focos de fuego.
La impresión nuestra, en ese instante era, sin duda, que estos recintos se incendiaban intencionalmente.
Nuestra labor, en ese instante, era apagar y trabajar sin mayores conjeturas evitando la propagación pues había casas vecinas habitadas.
El trabajo de extinción fue difícil ya que el personal con que contábamos era limitado y el incendio era muy violento.
Esta labor se extendió desde aproximadamente las 16:00 horas del 11 de septiembre hasta las 00:30 horas del 12 de septiembre de 1973.
Los detalles de este incendio fueron muchos, como por ejemplo tener que interrumpir el trabajo en varias ocasiones por diversas balaceras que nos obligaban a protegernos de las mismas.
Al fin pudimos, una vez extinguido el incendio y gracias a la decisión del señor Capitán que pese a la balacera que aún continuaba ordenó desarmar y retirarnos.
Tripulamos nuestra máquina y regresamos al Cuartel en una caravana escoltados por un jeep militar que nos antecedía y un camión con personal militar atrás nuestro.
Había francotiradores, fue difícil, avanzamos muy lento, sobretodo al llegar al sector Mapocho.
Logramos llegar al Cuartel de la Segunda.
Al destripular, los voluntarios que quedaron de guardia en la Compañía, nos abrazaban y preguntaban si veníamos todos y bien.
Así fue.

ROLANDO ARAYA O.
VOL. HONORARIO

http://segundinos.cl/
 

Elkete

Comandante de Guardia
Miembro
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...................................
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Es ridículamente penoso pretender que en un incendio desatado, se vaya a hacer algo con mangueras de....¡¡¡25mm!!!.

.............cuatro minutos más, desembarcaban en la puerta del edificio Windsor,equipados con sus sistemas de respiración autónoma, cuerdas, arneses y cargando unos 50 metros de mangajes. En total, 40 kilos de peso por bombero. «Cogimos los mangajes de 25 milímetros porque nos permiten mayor movilidad en el interior, y acceso a todos los rincones. Son más manejables». La orden era alcanzar la planta 22 desde dentro del edificio. «No podíamos perder tiempo, había que llegar lo antes posible al fuego y teníamos que ahorrar energías. Por eso, subimos en el ascensor». En la 19, lo abandonaron y tomaron las escaleras para acceder a la planta 22. «En la 21 otra dotación ya está atacando el fuego».

Esa manguera con suerte permite descargar 100 (cien) lpm o 26 gpm, lo raro habría sido que ese caudal hubiera servido para algo.

La manguera debe ser escogida de acuerdo al caudal necesario para hacer algo útil contra el incendio. La maniobrabilidad y poco peso son importantes pero no deben ser los determinantes y críticos para escogerlas,

Que increíble desperdicio de recursos e innecesaria exposición al riesgo, de no ser por la inmensa tragedia que representa, sería para la risa.
 

Elkete

Comandante de Guardia
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Miembro Regular
Un ejercicio en la Plaza Colón, mas abajo, a tres cuadras de la Plaza Colón......... mejor no digo ná :)

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Esta de abajo es una bien curiosa de un incendio en 1963 en Santiago, la señora saltó desde el 3er piso, ¿que calle será, que compañía, quedará alguno de los que sostuvieron la lona?, al parecer al fondo se ve la Alameda, ese edifcio podría dar alguna clave. Lo que me parece mas curioso (aparte de la toma propiamente tal) es que la dama en cuestión, al parecer sigue preocupada de que no se le suba la falda.....hay una canción con cierta relación "Mejor muerta que sencilla" :)

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cyd

Chupe
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15 May 2012
366
0
3
Por ahí.
Tal ves hubo problemas de operación... pero al menos el incendio está controlado, eso es lo importante.-