HISTORIAS REALES DE BOMBEROS.

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«En un minuto vimos el fuego y soltamos las mangueras porque se quemaban en las manos»

Uno de los bomberos que han colaborado voluntariamente en las labores de extinción de los «incendios bestiales» que han arrasado la Comunidad Valenciana repasa los fotogramas de una película que no olvida: «Fue como un tsunami, como la humareda tras caer las Torres Gemelas, algo imparable, la fuerza de la naturaleza era superior a todo»


A la misma hora en la que este martes se localizaba el cuerpo del pilotoJosé Agustín Nieva, devorado por las llamas que han enterrado también más de 50.000 hectáreas en las provincias de Castellón y Valencia, el bombero Jesús Pérez atiende la llamada de ABC.es. Él, que trabaja desde hace una década combatiendo el fuego en la ciudad de Valencia, como miembro del «destacamento» del Ayuntamiento de la capital del Turia, ha sido uno de los cientos de voluntarios que han trabajado codo con codo con los brigadistas, bomberos del Consorcio de la Generalitat y militares de la UME en las labores de reducción de dos focos -el de Cortes de Pallàs y el de Andilla- que califican de «bestiales».
Es difícil ponerse en la piel de alguien acostumbrado a luchar contra las lenguas voraces y que esta vez confiesa que se vio «desbordado» por la intensidad y virulencia de un fuego agitado por el tremendo viento de poniente, que fue realmente «la clave» nefasta de la magnitud que han alcanzado ambos incendios, que no se han dado por dominados hasta hace unas horas. Las altas temperaturas que han asediado el Levante español y el bajo porcentaje de humedad de los últimos días hicieron el resto y ganaron la partida a todo el arsenal de medios de extinción. Jesús relata cómo él y otros diez compañeros del Ayuntamiento se prestaron a echarse al monte tras recibir una llamada de petición de auxilio el pasado sábado a las 11.00 horas de la mañana. Sin pensarlo, y aunque suponía un servicio «extra» a su jornada laboral, a las 12.00 ya estaban camino a ese combate que les ha marcado sobremanera a todos, «sobre todo por la pérdida de una vida, la del piloto Nieva», comenta con pesar este bombero de Valencia.
El fuego era «de copa, saltaba de pino a pino, con un viento muy veloz»
Pérez y el resto de efectivos solicitados no daban crédito a lo que encontraron ante sí. Les dijeron que en el puesto de mando avanzado (PMA) se les darían las directrices necesarias para colaborar en la extinción de uno de los municipios más afectados, Alcublas, pero no pudieron ni acceder en el primer tramo de su viaje. «La carretera estaba cortada, las escenas del fuego saltando al otro lado eran tremendas, nos dimos la vuelta, veíamos actuar a los helicópteros en la zona y no se podía ni cruzar», comenta Jesús. Casi recuerda como una escena de película memorizada hasta el más nimio detalle los compases de lo que vivió a continuación: les redireccionaron primero hacia una zona para controlar el fuego durante horas, después hacia unas granjas de Alcublas cercanas que peligraban por el fuego atroz, en el argot de los bomberos el que llaman «de copa», «con gran facilidad para saltar de pino a pino, por el viento que soplaba en contra» y que propagaba las llamas de forma letal.
Proteger el monasterio, misión imposible
El interés posterior que tenían los municipios afectados y los efectivos desplegados en esta zona ya pasto de las llamas era que éstas no se adentrasen hasta Cueva Santa, un monasterio con un rico valor patrimonial que se encuentra en dirección hacia Segorbe. La misión era proteger ese escenario sagrado, mas fue del todo imposible. «Nos dirigimos hacia allí toda la dotación, y nos vimos repentinamente en el centro de las llamas. En medio de la linde con la provincia de Castellón, aquello era brutal. Venían hacia nosotros las llamas con una fuerza bestial. Era imposible dominar el fuego, tuvimos que retroceder y volvimos al pueblo para que nos redestinaran a las granjas, a intentar protegerlas porque en muchas había animales, depósitos de gasoil que podían arder... En ese momento nos dividimos y esperamos a que todo viniese de frente. La fuerza del viento y el fuego fue de tal magnitud que era imposible combatirlos, incluso ni con todos los medios humanos y aéreos desplegados que eran muchos», posterga Jesús.
Estremece escuchar el arrojo de un bombero que también se reconoce admirador de sus colegas habituados en penetrar en el bosque y mirar, frente a frente, cómo puede pasar la vida o la muerte en apenas un instante: «Aquel fuego enorme no afectó a la granja, sobre todo porque tuvimos la fortuna de que ¡disponían de un depósito de agua de 100.000 litros de agua y nosotros trabajamos usualmente con bombas de no más de 8.000 litros!», exclama Jesús. Continúa: «Hubo un minuto que vimos pasar el fuego y llevárselo todo a tal velocidad que hubo compañeros que hasta soltaron las mangueras porque se les quemaron en las manos.Tú sabes que tienes que guardarte las espaldas, pero te enfrentas a un foco y de repente, por detrás te viene otro. Era increíble. Te desbordaba, era imposible, te sentías como impotente porque era como que con todo tu esfuerzo, parecía que no hacías nada, que no avanzabas».
«La fuerza de la naturaleza siempre hubiese sido mayor a la de los medios desplegados»
El pundonor y la rabia se compartía también mano a mano con los dueños de las granjas que con tal de proteger sus posesiones trataban de sofocar con denuedo aquel infierno anaranjado. Jesús habla de la «satisfacción» que siente ahora, pasados varios días de sus 24 horas de trabajo ininterrumpido, cuando piensa en aquellas gentes damnificadas y agradecidas al mismo tiempo. «Volvería sin dudarlosi me pidiesen ayuda de nuevo», admite sin miedos, aunque también se duele por la pérdida que ha ocasionado este fuego sobre uno de los mayores parques de la región. A los amantes de la bicicleta y el monte como él, negligencias como éstas les parecen una desgracia irreparable. En el caso de la maraña de diminutos pueblos que circundan este pulmón verde de la Comunidad Valenciana, la queja que estos bomberos han escuchado más repetidamente en las últimas horas es también la económica. «Incluso los jóvenes de estos pueblos decían que el monte era su medio de vida, que tenían sus casas de turismo rural allí y los daños son enormes». Ahora la alfombra que se extiende ante sus ojos está absolutamente ennegrecida. Carente de vida.
«Escuchabas cómo el fuego silbaba alrededor»
Interpelado Jesús por los comentarios que ha escuchado a sus colegas, los bomberos de incendios forestales, estos coinciden en que no habían visto semejante fuego en 30 años de profesión. Añade este bombero de Valencia: «Es que ibas en el camión y de repente te veías cercado por el fuego, solo te daba tiempo a hacer dos maniobras justas y virar, pero poco más. Escuchabas ya cómo el fuego silbaba a tu alrededor, mirabas hacia atrás y ahí estaba. Hubo un amigo mío piloto de Air Nostrum que sobrevoló la zona y dijo que desde el cielo jamás había visto nada igual. El frente de llamas que yo vi era una barbaridad, pero por muchos más medios que hubiesen desplegado, creo que la fuerza de la naturaleza siempre hubiese sido superior».
Son realmente sorprendentes aquellos pensamientos que osan cruzar la mente humana en un momento de, incluso, peligro para la propia vida. Ante la fiereza supina de la naturaleza, que «no controlas y no puedes hacer nada», Jesús Pérez recuerda los siguientes fotogramas: «Por la humareda que me cubría, yo recordaba mucho el humo que provenía tras derrumbarse las Torres Gemelas. ¿Lo recuerdas? (interpela y agrega)Pensaba mucho en un tsunami, me rondaban esas escenas de algo imparable, porque allí, en medio, había mucho combustible, era todo bosque, y el fuego te invadía en un momento». Por suerte, al pesadilla parece controlada.

http://www.abc.es/20120704/local-co...i-incendio-bombero-valencia-201207032043.html
 

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Por las filas del Cuerpo de Bomberos de Santiago, aparte de sus fundadores, han pasado grandes personalidades que han ocupado altos cargos dentro de la República y de la Institución. A continuación, mencionaremos a algunos de ellos, que dado su brillante desarrollo Bomberil y personal, consideramos justo recordarlos en un sitial especial.


Manuel Antonio Matta Goyenechea

Nació en Copiapó el 27 de Enero de 1826; hijo de Don Eugenio Matta y Vargas y Doña Petronila Mercedes Goyenechea, heredera de uno de las más opulentas familias atacameñas de la época. Estudió en el Seminario de Santiago y luego en el Instituto Nacional, siendo posteriormente enviado a Alemania y Francia donde cursó Filosofía y Ciencias Políticas. Regresó a Chile en 1849, publicando poemas, artículos jurídicos, políticos y filosóficos, configurándose como uno de los más destacados pensadores de la época. Diputado por Copiapó entre los años 1855 y 1863. Electo en 1879 Senador por Atacama, y funda el Diario "El Atacameño".

Por sus servicios prestados al Cuerpo de Bomberos de Santiago, fue designado Director Honorario de éste, el 28 de Noviembre de 1868, siendo el primer Voluntario del Cuerpo que ocupó tan alta distinción. Prestó servicios en la Sexta Compañía desde el 8 de Diciembre de 1863 hasta el 22 de junio de 1892, fecha en la cual falleció.


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Pedro Montt Montt

Nació en Petorca el 29 de Junio de 1849, estudiando en el Instituto Nacional y en la Universidad de Chile, donde obtuvo el grado de Abogado en 1870. Fue un gran político de la época revolucionaria de 1891, siendo elegido Presidente de la República en 1906, falleciendo en el cargo el 16 de Agosto de 1910, en Bremen, Alemania. Ingresó a la Sexta Compañía en 1868, sirviendo los cargos de Secretario, Capitán y Secretario General de la Institución. Pedro Montt sirvió en la Sexta Compañía, desde el 29 de agosto de 1868 hasta el 16 de agosto de 1910.


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Domingo Arteaga Alemparte

Nació en Concepción en el año 1835, formándose como un brillante político y periodista de la época de 1860. Fue electo Diputado en 1867 por Chillán, siendo considerado como uno de los grandes representantes de la poesía clásica del movimiento literario de 1842, junto a Martín José Lira y Adolfo Valderrama. Prestó servicios en la Sexta desde el 10 de enero de 1864 al 16 de julio de 1866, fecha en la cual renunció por motivos personales que lo hacen incapaz de cumplir fehacientemente sus responsabilidades como Voluntario de la Compañía.


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Hernán Figueroa Anguita

Senador de la República varias veces reelegido y desde ahí impulsó y la llamada "Ley Figueroa" que otorgaba a los Cuerpos de Bomberos el 2% del Impuesto Territorial, con cuyos ingresos se aseguraba los recursos económicos y consolidaba su existencia y la posibilidad de fundarlos donde no había. Con el paso del tiempo fue creada la Junta Nacional de Cuerpos de Bomberos que pasó a recibir el fruto de esta Ley.
Como Director de la Primera Compañía en 1932, inició una importantísima trayectoria en la Institución, sirviendo, primero al cargo de Vicesuperintendente y después, el de Superintendente desde 1946 a 1949; 1957 a 1968 y debió renunciar para ser Embajador de Chile en España. En 1938 el Directorio lo acogió como Director Honorario, cargo vitalicio que cumplió exactamente hasta el día 8 de Febrero de 1985, fecha de su fallecimiento.


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José Besa de las Infantas

Don José Besa de las Infantas nació el 20 de Julio de 1812, en medio de la lucha por la independencia. Durante su niñez fue enviado por sus padres a educarse en la Republica Argentina, a su regreso a Chile se dedicó al comercio.Su actividad lo llevo a participar de la política, desempeñándose como Diputado, Senador y Vice Presidente del Consejo de Estado.
Entre sus principales obras se cuentan la organización del Cuerpo de Bomberos de Santiago, fundación de la Primera Compañía de Bomberos de Santiago, Fundador y Director del Banco de Chile y su presidente por más de 30 años.
Como Fundador del Cuerpo de Bomberos de Santiago se desempeñó como Vicesuperintendente, Superintendente por muchos años y más tarde como Miembro Honorario. Formó parte de sus filas por más de 40 años hasta su fallecimiento el 17 de noviembre de 1904.


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Samuel Izquierdo Urmeneta

Don Samuel Izquierdo Urmeneta en su vida privada se destacó ocupando una elevada situación social y política, fue Fundador de la feria de Animales, la que hasta hoy en día lleva su nombre y es aquí donde encontró el talismán de su fortuna.

Fue elegido Diputado de la República desempeñando dicho cargo durante el Gobierno de Errázuriz Zañartu, gozando de considerables influencias políticas y sociales.

Ingresó al Cuerpo de Bomberos de Santiago el 28 de diciembre de 1863 acudiendo al llamado de Don José Luis Claro y Cruz, ocupando los más altos cargos. Fue Comandante, Vice superintendente y Superintendente en varias oportunidades, para culminar como Director Honorario. Falleció el 29 de diciembre de 1902


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Enrique Meiggs Williams

Nació en Nueva York en 1811. En 1855 llegó a Chile para realizar una serie de obras de Ingeniería, siendo la primera de ellas el puente sobre el Río Maipo en 1858 para el Ferrocarril del Sur. Más tarde construyó el Ferrocarril entre Quillota y Santiago.

Su relación con los Bomberos nació el día de la tragedia del 8 de diciembre. El 14 de diciembre asistió a la sesión convocada por Don José Luis Claro. El día 20 de diciembre, fecha de la fundación del Cuerpo, es designado Director de la Bomba Poniente y miembro del Directorio. Junto con los extraordinarios servicios prestados a la Tercera Compañía y al Cuerpo de Bomberos de Santiago, Meiggs invirtió su fortuna y tiempo en la urbanización de amplios sectores de la ciudad, entre los años 1863 y 1865, hasta entonces despoblados. Posteriormente, partió al Perú, donde construyó la parte más importante de la extensa red ferroviaria Peruana. Falleció en Lima, Perú, en septiembre del año de 1877.


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José Luis Claro y Cruz

Iniciador y Fundador del Cuerpo de Bomberos deSantiago. Nació en Santiago el año 1826, siendo su hogar centro de reunión permanente de las grandes figuras políticas de la gesta emancipadora. Nieto del General José María de la Cruz, a los 25 años participó activamente en la revolución de 1851, junto a Vicuña Mackenna, Pedro Urriola, Francisco Bilbao y otros.
El 8 de Diciembre de 1863 participó en el rescate de las víctimas del Incendio de La Iglesia de la Compañía de Jesús.Una sola decisión cupo en su mente y fue la de fundar una Compañía de Bomberos. A su llamado respondió toda una ciudad y el 20 de diciembre se creó el Cuerpo de Bomberos de Santiago, al que continuó prestando sus distinguidos servicios hasta su muerte, el 21 de junio de 1901.


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Francisco Bascuñán Guerrero

Nació en La Serena en 1824. En 1863, al producirse el trágico Incendio del Templo de la Compañía de Jesús, Bascuñan Guerrero desempeñaba las altas funciones de Intendente de Santiago. De inmediato Bascuñan solicitó su incorporación a las filas de la Tercera donde desarrolló brillantes labores, hasta alcanzar el cargo de Vicesuperintendente del Cuerpo en 1867. Falleció en Santiago el 27 de enero de 1873.


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Fermín Vivaceta Rupio

Nació en Santiago en 1829, de familia de escasos recursos, Vivaceta se integró a los 13 años como aprendiz en un taller de ebanistería, estudiando en la noche. Más tarde ingresó al Instituto Nacional, donde se especializó en arquitectura, alcanzando las más altas calificaciones y distinciones. En 1858 es designado miembro de la Sociedad de Instrucción Primaria, junto a Miguel Luis Amunátegui, Benjamín Vicuña Mackenna, Domingo Santa María y otras personalidades nacionales. En 1863, luego del incendio de La Compañía, se incorporó como Voluntario de la Tercera Compañía del Cuerpo de Bomberos de Santiago. Falleció el 21 de Febrero de 1890.


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Benjamín Vicuña Mackenna

Nació en Santiago el 25 de agosto de 1831. Escritor, urbanista, Intendente, Diputado, Senador, candidato a la Presidencia de la República; miembro de la Academia Española de la Historia, de la Academia Imperial del Japón; revolucionario, diplomático y Bombero. El 8 de Diciembre de 1879 juró como Voluntario de la Tercera, esa misma sesión fue electo como Director, permaneciendo tres años en el cargo. Alejado de el, escribió el 23 de Diciembre de 1883 un folletín titulado "La cuna del Cuerpo de Bomberos", donde rindió un emocionado homenaje a sus Fundadores. Dos años más tarde, a los 55 años, dejó de existir en su hacienda de Santa Rosa de Colmo (Concón).


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Aníbal Pinto Garmendia

Nació en Santiago el 15 de marzo de 1825. Hijo del presidente Francisco Antonio Pinto Díaz y de doña Luisa Garmendia Alurralde (oriunda de Tucumán, Argentina), fue cuñado del presidente Manuel Bulnes Prieto, casado con su hermana Enriqueta Pinto Garmendia. Abogado y político. Secretario de la Legación de Chile en Roma (1845-1851). Su prolongada residencia en el exterior y sus vínculos familiares influyeron en su formación política. Diputado en cuatro ocasiones e Intendente de Concepción, cargo que ocupó hasta 1871. Ese año fue nombrado Ministro de Guerra y Marina del primer gabinete de Federico Errázuriz Zañartu. Cinco años más tarde fue el candidato de nacionales y liberales en las elecciones presidenciales. Su oponente, postulado por liberales democráticos y conservadores, fue Benjamín Vicuña Mackenna, también parte del Cuerpo de Bomberos de Santiago. Fue elegido Presidente y gobernó entre 1876 y 1881. Perteneció al Cuerpo a través del Directorio y fue Superintendente en 1884.




http://www.cbs.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=125&Itemid=147
 

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Domingo 08 de julio del 2012
Bomberos, una labor entre el riesgo de morir y salvar vidas

Mientras se recupera de la intoxicación por inhalación de humo y una neumonía, en la habitación 319 del Omnihospital, el mayor Ricardo Jairala Hanze, de 44 años, cuenta que quedó atrapado en el piso cuatro de Las Cámaras, tras desorientarse y perder la ruta de evacuación mientras buscaba víctimas; el denso humo lo acorraló, el oxígeno del tanque se había terminado y Jairala reconoce que se vio ‘muerto’.

Pero el instinto de supervivencia lo llevó a romper una de las ventanas del edificio y sacar medio cuerpo; puso la cabeza en el borde inferior para tratar de respirar y esperar a que sus compañeros lo identificaran.

Recuerda que a los pocos minutos de llegar al sitio escuchó gritos entre las personas que observaban el hecho cuando sucedió una tragedia. “Cuando abría la puerta del vehículo para comenzar a equiparme, una de las señoras (Jacqueline Alvarado) caía al piso; escuché gritar a la gente”, cuenta el oficial.

María Soledad Farfán, de 34 años y esposa de Ricardo Jairala, también es miembro del CBG. Con el rango de subteniente comanda uno de los cuarteles que están bajo la dirección de su esposo. Dice que cuando supo de la emergencia comenzó a pedirle vía celular que la recogiera en la casa para avanzar juntos al lugar del incendio. Al final no se dio y Farfán tomó un taxi.

En el sitio, la teniente buscó el carro de su esposo para sacar el uniforme del portamaletas y equiparse. Cuando se reportó a un superior, este le asignó conseguir la logística necesaria para asistir al bombero atrapado.

“Cuando mencionó que se trataba del mayor Jairala, él se sorprendió y dijo que no debió habérmelo dicho, pero yo le dije que no había problema y comencé a buscar lo que se iba a necesitar”, cuenta Farfán.

No obstante, al acercarse a la zona de donde se veía a su esposo guindado en una ventana le comenzaron a temblar las piernas y estuvo a punto de perder el control. Ella irrumpió en llanto al ver al padre de sus tres hijos al borde de la muerte.

“Él no se movía, pero después me recuperé y comencé a darle ánimo. Cuando lograron bajarlo me dijo que se había despedido de nosotros allá arriba”, relata la socorrista.

Jairala recuerda que mientras rompía el vidrio comenzó a despedirse de cada uno de los miembros de su familia. Comenta, además, que no es la primera vez que su vida está en peligro. En 1997, durante el incendio en el hotel Casino Boulevard, ubicado en la céntrica avenida 9 de Octubre, el jefe de Brigada tuvo un desperfecto en el equipo de oxígeno y tras descender varios pisos en medio del humo, se desplomó y sufrió un paro cardiorrespiratorio.

Jairala al igual que los capitanes Pablo Segales Anormaliza y Xavier Córdova Campos, de 40 y 33, respectivamente; y el subteniente Johnny Cóndor Maldonado, de 51, todos voluntarios del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil (CBG), estaban en sus horas de almuerzo cuando a través de sus radios escucharon de una emergencia en la torre A del edificio Las Cámaras, ubicado en el norte de la urbe.

Unos terminaban de comer y otros tuvieron que cancelar el almuerzo para acudir al sitio de la novedad. Ninguno dudó en avanzar.

“Estaba en mi lugar de trabajo cuando escuché que reportaban por radio una novedad en Las Cámaras y en ese momento llegó el vehículo de la institución a recogerme, estuve en tres minutos en el sitio”, recuerda el mayor, quien es jefe de la Brigada Sexta que agrupa a cinco cuarteles ubicados en el norte y noroeste de la urbe.

En el trayecto, sostiene, observó el humo que salía por las ventanas y anunció que se trataba de una alarma tres, un incendio declarado.

La magnitud de la emergencia fue confirmada por el capitán Segales, quien fue el primer oficial en llegar al sitio y asumir inicialmente el mando de la operación, aunque reconoce la desesperación que sintió por no poder subir y ayudar en la evacuación de las víctimas.

Segales, quien es jefe de la División de Materiales Peligrosos, recuerda que estaba en su oficina –atrás del edificio Las Cámaras– cuando le pidió a un amigo que lo acompañara a verificar lo que creía se trataba de un conato de incendio. Pero su criterio cambió al rodear la torre A y observar la humareda y a la gente pidiendo auxilio desde las ventanas.

La primera disposición de Segales a los socorristas que llegaron fue evitar que la gente siguiera saltando desde las ventanas.

Con la calma y la agilidad que deben caracterizar a los socorristas, Jairala siguió equipándose para incursionar en el edificio, sin imaginar que minutos después se convertiría en víctima y su vida también estaría en peligro.

Pero el riesgo es parte de la vida de Jairala y Farfán, quienes pese a las adversidades no han pensado en abandonar la institución. Sostienen que es una pasión que comparten desde hace 16 años, cuando se conocieron en un cuartel, y que ahora sus hijos también disfrutan. De estos bomberos la ‘música’ que los arrulla en su dormitorio sale de un parlante conectado a la frecuencia del CBG.

La misma pasión de ser bombero y arriesgar su vida por los demás la comparte el subteniente Johnny Cóndor, quien también resultó con problemas de asfixia durante el incendio en Las Cámaras, pero en menor proporción comparado con la intoxicación de Jairala.

Por una tragedia
Pero a diferencia del jefe de Brigada, quien se enroló en la institución a la edad de 17 años por el simple hecho de ayudar, Cóndor decidió servir a la comunidad como un homenaje a los seis familiares que perdió calcinados en un accidente de tránsito, después de que el vehículo en que viajaban cayó a un abismo de aproximadamente 40 metros y luego se incendió.

La tragedia en la que murieron sus padres, su esposa, su abuela, un primo y un sobrino ocurrió en septiembre de 1996, pero fue siete años después que finalmente tomó la decisión de ser bombero.

Asegura que en cada emergencia a la que acude y hay víctimas ve en ella a sus familiares fallecidos. Y en el edificio Las Cámaras no fue la excepción. Luego de tomar su equipo ingresó a cumplir su tarea.

Recuerda que cuando trataba de habilitar una línea de agua en los primeros pisos, Cóndor escuchó unos gritos que venían del cuarto piso, donde encontró a dos jóvenes que se estaban ahogando. “Me saqué la válvula de la mascarilla y comencé a brindarles aire a ellos; les grité que llenaran de aire los pulmones y que corrieran hacia las escaleras, que abajo había compañeros que los iban a ayudar; pero yo ya me estaba quedando sin aire, por lo que tuve que romper una ventana por las escaleras de emergencia y me encontré con una escalera que los compañeros ya habían colocado para evacuar a los afectados, y salí...”, recuerda.

Cóndor fue asistido por personal médico y llevado a una casa de salud, pero sostiene que al enterarse por los medios de comunicación que los dos jóvenes que ayudó habían logrado salir, se sintió satisfecho.

La labor de los socorristas no solo implica arriesgar sus vidas por los demás, en muchas ocasiones también significa sacrificar momentos especiales con sus familias.

El capitán Xavier Córdova, quien es jefe de la División de Rescate, se preparaba para compartir un almuerzo con su esposa y su hijo de tres meses de nacido cuando surgió la emergencia. Cuenta que tuvo que cancelar la cita, ponerse su uniforme y disponer su contingente para socorrer a las víctimas.

“Tuve que decirle a mi esposa que me iba a la emergencia; para nosotros, los bomberos, es vital dejar de lado muchas cosas personales para acudir a las emergencias. Yo he recibido mucho apoyo de mi familia en los 16 años que tengo en la institución”, dice Córdova.

El lunes pasado, el capitán fue uno de los cientos de protagonistas en el rescate de las víctimas. Lamentó, como todos sus compañeros, el deceso de tres personas.

Y aunque la paga de su voluntariado sea solo el agradecimiento, Córdova, Cóndor, Segales, Jairala y Farfán dicen estar listos para arriesgar sus vidas otra vez por la ciudadanía.


“Perdí a mi familia en un accidente y lo que hice fue conocer cómo ayudar a la gente; tengo dos hijos bomberos”.
Johnny Cóndor,
Subteniente

“Cuando comencé a romper la ventana y preparar mi rescate, me despedí de ellos (la familia) por si llegaba (la muerte)”.
Ricardo Jairala,
Mayor, jefe de brigada

“Yo llegué, pero no estaba equipado, y al primero que veo equipado le digo que suba y evite que la gente se lance”.
Pablo Segales,
Capitán, jefe de División

“Dentro de nuestro concepto no debe haber fracasos; si no lo puedo hacer yo (rescatar), que lo haga otro”.
Xavier Córdova,
Capitán, jefe de División


http://www.eluniverso.com/2012/07/08/1/1422/bomberos-labor-riesgo-morir-salvar-vidas.html
 

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COMUNITAT
Los héroes del incendio
Cinco de los personajes que lucharon contra el fuego relatan su actuación


El alcalde de Andilla tiene mil preocupaciones en la cabeza. El fuego ha arrasado el término y es duro mirar al frente y ver, no ya el futuro, sino el presente, totalemente oscuro. Pero le queda un punto de orgullo, esas aldeas intactas, reductos con los que no pudieron las llamas. «La defensa de Artaj fue heróica. No puedo contar los detalles, pero allí abajo (al fondo de un barranco) se llegó al límite y, en algunos casos, se traspasó para salvar la aldea. Cuando ya no pueden más, se tira la manguera y escapan como pueden. Allí se quedaron muchas mangueras...».
No ha habido poblaciones seriamente dañadas, ni vecinos en apuros. Y eso ha sido gracias a los héroes del fuego. Andilla es sólo una muestra. Lo mismo ha pasado en otros términos por los que ha pasado toda suerte de cuerpos especializados en la extinción de incendios. Este periódico cuenta algunas de las historias, particulares, de cinco de esas personas que se pusieron al servicio de las gentes afectadas por los dos incendios: el de Corte de Pallás y el de Andilla.
Tan importante como el trabajo de los profesionales, los únicos autorizados a echarle un pulso al fuego, es la experiencia y el conocimiento del terreno de los vecinos. Siguiendo con la referencia de Andilla, su técnico forestal, recuerda la importancia de aportar lo que desconocen las brigadas recién aterrizadas. «Ellos no saben cuál es la orografía de Andilla, su vegetación característica, el viento dominante, que aquí le llamamos el regañón. Eso sólo lo saben los que se han criado en este medio rural». Un frente común contra el monstruo


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Jorge Gargallo: «El camión se nos quedó atrapado»
Jorge Gargallo y su equipo, de la Brigada de Emergencias de la Generalitat, descansan en el paellero de Andilla. Hasta allí llegó el fuego. No avanzó más y devoró la aldea porque alguna brigada se opuso. Como en Osset. O Artaj. O Dos Aguas, donde Jorge y los suyos (Carlos Escamilla, Cristian Ballester, David Sánchez y César Bou) se adelantaron para atacar el frente y provocar que pasara rodeando el pueblo. Y si las llamas llegan por delante, pasan por los lados y siguen por detrás, ¿dónde quedan ellos? «Siempre hay un punto de seguridad, y en Dos Aguas era la plaza del pueblo».
Siempre hay algún momento de riesgo y más en un incendio que cumple «la regla del 30 (vientos de más de 30 km/h, más de 30 grados de temperatura y menos del 30% de humedad)» y coincide con otro enorme no muy lejos de allí. «Lo prioritario es que no afecte a las poblaciones», advierte este joven de 26 años que con 18 ya se introdujo en este oficio. Pero un fuego de estas dimensiones complica mucho el trabajo. «Para que te hagas una idea, un día tardamos una hora y media en llegar a Cortes de Pallás, que, por el camino, está a 10 o 15 minutos».
Este problema en el transporte, el fuego que de repente te rodea y te deja incomunicado, es de los más arriesgado. «Mientras tengas una vía de escape sigues; si no, es el momento de decir ‘vámonos’». Y hubo un día de decir «vámonos», cuando el fuego se enroscó y atrapó el camión muy cerca de Bodega de Pardanchinos. «Encendimos la autoprotección y salimos. Mira cómo quedó el pobre», explica mientras señala el chasis fundido.
Hay momentos peores. La llegada el primer día al incendio. «Suele ser de noche y no sabes muy bien dónde estás. O el tránsito de lo verde a lo quemado, donde ya no te puede pasar nada». Aunque no menos temibles son los regresos. «A veces, después de una día durísimo, hecho polvo, te quedan dos horas de vuelta en coche a Chelva. Es un suplicio».

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Juan Carlos Villanueva: «Estás defendiendo un patrimonio vivo»
Juan Carlos Villanueva agarra la mochila y la ofrece. «Coge, coge». El brazo se tensa. Más de 20 kilos de material que cada miembro de la Brigada Helitransportada de Siete Aguas (Gabriel Zahonero, Daniel Villalba, Tomás Ferrer, Eduardo Ferrer, Antonio Fuentes y Rafael Asensio) ha acarreado a la espalda durante varios días. Del orto al ocaso.
No se lamenta. Juan Carlos está encantado con su trabajo a pesar del riesgo y una dureza extrema. «Esto te tiene que llamar. Estás defendiendo un patrimonio vivo y eso te toca la fibra. Por eso hacemos todo lo que está en nuestras manos. Por eso y porque te gusta estar en contacto con el fuego, la adrenalina».
A sus 40 años acaba de enfrentarse a otro incendio descomunal. Su misión es aparentemente simple. «Llegar lo antes posible al fuego y poner un pie en lo quemado y otro en lo verde». El helicóptero, un Bell 412, les deja lo más cerca posible del perímetro y trabajan desde la cola hacia la cabeza. Su equipo ha estado en los dos grandes incendios. Artaj, Dos Aguas, las crestas de la sierra de Martés... A buscarse la vida. «En medio de la nada, sin caminos».
La magnitud del fuego le retrotajo al incendio del 93. Condiciones terribles, miles de hectáreas ardiendo, temperaturas de 50 o 60 grados en los barrancos. Y momentos en los que el apoyo aéreo se tiene que marchar y les deja a su suerte, a trabajar «a pelo», contra la ley de Murphy también. «No falla: si bajas a un barranco, te cambia el viento seguro y todo se complica. Hay mucho peligro. Tienes que estar muy atento, despierto». Y concentrado. Ahí no puede pensar en sus tres hijas (de 8, 5 y 2 años). Ni en su mujer, a quien luego le ahorrará los detalles. Mejor así. Dos vidas: la familia y el fuego.


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Belén Molina: «La gente desalojada estaba muy nerviosa»
Belén Molina no peleó contra las llamas, pero sofocó los miedos de los 1.300 vecinos que fueron alojados en los albergues. Esta joven de 26 años, que ingresó en Cruz Roja a la sorprendente edad de 13 años, estuvo todo el fin de semana en Turís. Dos sesiones de 12 horas en las que prestó «apoyo psicológico a la gente».
Es su tercera ‘misión’ de envergadura. Hace unos años ya estuvo de apoyo en un incendio declarado en Ontinyent, y también colaboró en el terremoto de Lorca. Ahora, el incendio de Cortes de Pallás. «Allí me encontré de todo. Lo que más les preocupaba era la incertidumbre: no saber cuándo iban a volver al pueblo, qué había pasado con sus casas, con sus animales. La gente estaba muy nerviosa». Belén, vecina de Oliva, aplaude la solidaridad de los vecinos, la eficacia del Ayuntamiento de Turís. «Necesitabas toallas y en media hora tenías una habitación llena de toallas. Increíble. Se han volcado».
Su recompensa, el afecto. «Yo soy bastante fuerte y no me suelo emocionar, o me lo reservo para casa. Pero una matrimonio de ingleses vino a darme las gracias; les dije que la Cruz Roja está para ayudar, pero la mujer cogió y me abrazó. Fue emocionante».


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José Luis García Verdés: «Mi hijo y yo salvamos la masía de Abanillas»
A José Luis García Verdés le cuesta moverse. Una faja amortigua el dolor que no evita que trabaje de sol a sol. Pero cuando comenzó a arder Alcublas, mandó la faena a freír espárragos y se fue a extinguir el fuego. Está prohibido, pero le da igual. «Es lo nuestro, tenía que salvarlo». Él, de 47 años, criado en Alcublas, no cree que haya cometido una temeridad, como cuando se subió a la retroexcavadora y le dijo a su hijo, de 17 años, que cogiera el coche y le acompañara a la masía de Abanillas, una joya antiquísima, donde trabaja esporádicamente.
«Le dije a las brigadas que tenía dos cubas de 6.000 litros que lanzan un abanico de 10 metros, pero no me hicieron ni caso. La descoordinación era total. Los Molinos se quemaban por donde estaba la UME, que estaba limpio. Alcublas es campo abierto. No es Andilla, que es un monte de pinares. No hay peligro y veía que las llamas iban a cruzar Los Molinos, que es lo bonito de allí.
Si se quemaba, ¿quién iba a volver?». Su siguiente objetivo, la masía de Abanillas, donde cultiva sus tierras. «Mi hijo y yo salvamos la masía». No fue fácil. «El fuego iba a escape. Las llamas subían por encima de la retroexcavadora. Allí me jugué el tipo, pero no soy ningún héroe. Mi hijo me dijo que no sabía ni cómo había atravesado con el coche. Hay que tener cojones para estar allí, en el fuego, pero la masía no se quemó». Ahora sólo le angustia una tromba de agua.


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Robert Rubio: «En tres días no dormí más de hora y media»
Robert Rubio está tocado. Los montes de Andilla, sus montes, están tiznados, carbonizados. Pero también está satisfecho. «Sé que he dado todo lo que tengo». Su pesadilla, de vacaciones, comenzó con una llamada del alcalde que le informaba del incendio. Sin estar obligado, se fue a por el EPI (Equipo de Protección Individual) y se puso a disposición del Puesto de Mando Avanzado. «Creo que, como técnico forestal municipal de Andilla, tenía mucho que aportar.
No soy el que mejor conoce el término, pero sí sé quién es el que mejor lo conoce. Informé de los caminos, el tipo de vegetación, las infraestructuras, la red cortafuegos, dónde estaban los depósitos y las tomas de agua». Así un día y otro y otro. «En tres días no dormí más de hora y media».
Sus conocimientos brindaron algunos triunfos, como ese contrafuego en la rotonda de Osset, donde informó de que había mucho combustible y en pendiente. Era viernes y pensaban que aquello terminaba con 700 hectáreas quemadas. Una broma cruel. Robert siente que acudió de forma espontánea por compromiso. «Como muchos otros. Lo hemos dado todo durante días por amor a la naturaleza».





http://www.lasprovincias.es/2012070...oes-incendio-cortes-andilla-201207091124.html
 

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A primera hora de ayer muchos barceloneses dudábamos si el olor del aire era del incendio del Empordà. No podía ser: el Empordà está lejos. Pero pronto supimos que sí, que aquel aroma que notaba yo en el barrio de Sant Antoni era del incendio ampurdanés y que lo notaban también en Sant Andreu, Sarrià, el Vallès... Eran las nueve de la mañana, y las radios habían pasado la noche desgranando los detalles de la lucha contra el incendio, los cambios del viento, el avance del fuego.

La noche del domingo al lunes muchos dormimos cuatro horas. El domingo por la tarde me las prometía felices -cerrar dos textos y preparar otro-, pero me quedé enganchado a las pantallas (la de la tele y la del ordenador), y a la radio. De golpe, las urgencias dejaron de serlo y, a medida que pasaban las horas, más incapaz era de alejarme de esas tres fuentes de información. Recordaba la única vez que los bomberos vinieron a casa. Tendría siete años y vivía con mis padres en la calle Masini de Sants. Se incendió la chimenea interior del edificio, que pasaba por todas las cocinas de los pisos primeros de cada rellano. Recuerdo sobre todo a un bombero, corpulento y con casco. Se paseaba por el piso: de la cocina al pasillo y de ahí al comedor y al balcón, decidido. Me sorprendía su determinación porque cuando venían visitas siempre se comportaban de forma contenida. Los bomberos no: iban de un lado a otro como Pedro por su casa. También me dejaba boquiabierto que, entre todo aquel desbarajuste de prisa y humareda que yo veía como una tragedia, el bombero me sonriese cada vez que pasaba por mi lado, me rascase los rizos de la cabeza y me hiciese bromas.

Hace treinta años, cuando vivía cerca del Ninot, pasaba a menudo por delante del monumento que había en el chaflán de Villarroel y Provença. Era la escultura de un bombero con una niña en brazos y una placa que explicaba que era un "homenaje a los compañeros muertos al servicio de los ciudadanos". Decir que la población aprecia mucho más a los bomberos que a ningún otro cuerpo funcionarial es evidente, igual que es evidente el motivo. Pasa lo mismo en todo el mundo. En Nueva York, los días inmediatamente posteriores al 11-S, de noche, en los halls de los hoteles, me impresionaba verlos llegar tras haber trabajado todo el día en los escombros del World Trade Center. Llegados de todo Estados Unidos, los hoteles les daban habitaciones, hasta los de más estrellas, y evidentemente gratis. Llegaban cansados, sucios, con esas ropas descomunales que gastan, el cinturón cargado de herramientas y arrastrando arneses. Iban dejando un rastro de huellas y de barro en las moquetas de los halls. Recepcionistas y clientes se retiraban a un lado para dejarles paso hacia las habitaciones, con un respeto silencioso igual al de muchos barceloneses ayer, cuando olían desde todos los barrios el aire quemado que había viajado ciento cincuenta kilómetros para enternecernos la pituitaria.

http://www.lavanguardia.com/vida/20120724/54328661321/bomberos-quim-monzo.html

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ENCONTRARÁN en las páginas de Vivir un amplio seguimiento del fuego que asuela el Empordà y que con un perímetro de unos 70 kilómetros ha calcinado ya unas 14.000 hectáreas. Está siendo terrible por las cuatro vidas que ya se ha cobrado, la dimensión de la masa forestal quemada y la tragedia de mucha gente, que ha visto como perdía el trabajo de una vida. Otros han tenido que abandonar sus viviendas y han pasado la noche con familiares o alojados en una dependencia municipal. Decenas de miles de personas han quedado confinadas en su domilicio por orden de la Generalitat y varios miles han pasado la noche en la carretera. En Figueres, en Llançà y en muchas poblaciones de Girona se han habilitado polideportivos, institutos, centros sociales. Todo ha servido en una noche que muchos no olvidarán. Pero al lado del drama, la solidaridad: Cruz Roja, vecinos, asociaciones, municipios enteros en la calle para ayudar. He visto imágenes de gente ofreciendo su casa a conductores desorientados, con niños en el coche y sin saber adónde ir. Con crisis económica, con un paro cuyas cifras ya casi son imposibles de escribir sin que nos dé vergüenza, con entidades financieras con agujeros millonarios que hacen muy difícil cualquier solución que no sea un rescate y con miedo de la gente al futuro. Pero en estas horas la gente del país, los funcionarios con sus recortes -bomberos, guardas forestales, militares, mossos d'Esquadra y policía local- han dado un ejemplo de profesionalidad. Y ello debe resaltarse porque quiere decir que nuestro país tiene fondo, sabe crear complicidades. Responder en los momentos difíciles. Ir de la mano las administraciones, dejar de lado la pelea partidista. La gente, el fuego, la solidaridad.

http://www.lavanguardia.com/opinion/20120724/54328806414/fuego-y-solidaridad-jose-antich.html
 

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Los hombres detrás de los héroes

El ciudadano común está acostumbrado a que las cosas están por y para ser usadas, sabe que si tiene alguna dolencia física, va al hospital o a clínica a buscar la cura, sale de su casa, toma el colectivo o su auto, llega al nosocomio y le dan alivio a su malestar. Sabe que si lo asaltan, llama al 911 y un patrullero se acercará a su domicilio, sabe también que en caso de incendio o accidente grave llama al 100 y llegarán los bomberos, rápidos como ellos mismos, que salvarán las vidas de sus seres queridos o apagarán el incendio más voraz ¿pero sabe el ciudadano quiénes son estos héroes anónimos que arriesgan su propia vida y lo brindan todo sin pedir nada a cambio? Osvaldo Knauer entrevistó al oficial Claudio Martínez, jefe del Cuartel de Grand Bourg para conocer la vida cotidiana de un bombero voluntario y conocer cómo funciona el destacamento.

Por Osvaldo Knauer
- ¿Oficial Claudio Martínez que lo llevó a ser Bombero Voluntario? Cuéntenos su trayectoria en el Cuerpo.
- Yo vengo de bombero… digamos desde que nací, tenía un tío que era bombero, pero era bombero de Policía Federal, estaba destinado en San Luis, él vivía allá. Y bueno… siempre me gustó el uniforme, cada vez que iba a San Luis, a la casa de mi tío, iba al cuartel, me subía a las autobombas, de chiquitito nomás, me daban birretes de bomberos. Después fui creciendo y me metí. Desde los 18 años, ya llevo 24 años de servicio, casi toda una vida, yo me inicié en el cuartel central de Los Polvorines, estuve casi 5 años y después me trasladaron acá cuando se abre el destacamento Grand Boug, éramos 5 personas para cubrir la jurisdicción de Grand Bourg, Tortuguitas y Del Viso, antes la jurisdicción de Malvinas era grandísima.

- ¿Cuál es el área actual de cobertura del cuartel?
- La jurisdicción es toda Ruta 8 hasta la calle Canadá, por Canadá hasta Descartes, incluye la fabrica Nevares. La vereda de enfrente es jurisdicción del cuartel central de Los Polvorines, pero depende de la cantidad de gente que hay, por ahí nos mandan para el lado del Triángulo, cerca de la Ford, que también es jurisdicción de Malvinas y a veces nos pueden mandar a la curva de Lemos cuando hay algún accidente, nosotros vamos más directo por la calle José León Suarez, y de este lado cubrimos hasta cerca del Polo Sanitario y el matadero.

- ¿Cuál es la dotación del cuartel Grand Bourg?
-Tenemos 3 unidades, una está en reparación a nuevo, acá cuando algo está por romperse hay que cambiarlo por nuevo, no podés repararlo. La reparación te dura un momento y no podés quedarte tirado en la calle. Nos pasó con las bombas, tienen mucho uso y tienen desgaste como todo fierro. Todo lo que se rompe o se gasta hay que cambiarlo. Hay que ponerse en el lugar de la gente, vas a hacer un servicio y no te anda la bomba, te quieren matar. Actualmente tenemos 33 personas, que no vienen todos los días. Sin ambulancia, nosotros no tenemos. Uno viene cuando deja de trabajar, está un rato y después se va. La situación nuestra obliga a trabajar, no hay otra manera … entonces… está la familia, el trabajo y en tercer lugar los Bomberos… de acá no te llevás nada. La carrera es linda pero muy sacrificada, para un soltero es espectacular (risas)…. Claaaaro, para un soltero es espectacular. Entre el cuartel central y nosotros estamos llegando a cubrir 1500 servicios por año.

- ¿Cómo se mantiene el Cuerpo de Bomberos Voluntarios? ¿Tienen algún tipo de subsidio oficial?
- Nosotros tenemos una comisión directiva, una parte de la comisión maneja una empresa de rifas, pero aparte tenemos un subsidio del Estado, los bomberos voluntarios no cobramos sueldo, lo que pasa es que hoy día vestir a un bombero cuesta entre 7.000 y 9.000 pesos. Para que tengan idea, un casco importado cuesta cerca de 2.000 pesos, no todos lo pueden comprar, no se justifica gastar tanta plata en un casco, si yo gasto eso… mi señora me mata (risas). Claro, es la realidad cuando tenés pibes… El cuartel te da un casco, no es la misma calidad, pero es bueno, es nacional.

- ¿Qué son las Federaciones?
- Cada cuartel tiene que pertenecer a una federación, ese es el respaldo tuyo, el subsidio del Estado llega a la Federación y ella lo distribuye entre los cuarteles. Es como si fuera la madre de todos los cuarteles, el padre (el Estado) le da la plata a la madre (Federación) y ella la reparte, si vos te separás de la Federación no recibís ningún subsidio, no recibís nada.
- ¿Cómo es la relación con la comunidad de Grand Bourg? ¿Se sienten valorados?
- La jurisdicción de Grand Bourg es rarísimo, capaz que es más grande que la del cuartel central y hay lugares que son carenciados y son los que más colaboran, te compran una rifa de 5 ó 10 pesos por mes y un comerciante que gana más te compra una de 20 pesos. Es como todo, hay quien quiere a los bomberos, hay gente que no. Bueno, tendrán sus razones de por qué no los quieren, hay que ponerse en el lugar de uno, la gente no sabe que nosotros hacemos un servicio y no cobramos nada, lo hacemos de vocación. No saben el orgullo que sentimos al ser bomberos, o no les interesa para nada o les falta información, no sé cuál será el motivo, pero hay muchísima gente que valora muchísimo al bombero. Hay mucha gente que lo respeta, dentro de las instituciones que hay es una de las que más quieren. Hemos ido a lugares dentro de las villas ¿entendés? Un incendio dentro de la villa y a nosotros jamás nos pegaron, y la policía no puede entrar. Hemos ido a casas que nos han robado los materiales y vos decís ¿cómo puede ser? Vamos a una casa y por otro lado nos están robando los materiales y la gente no dice nada, no dicen “eh… dejá eso”, nos roban los materiales y nos perjudicamos todos, no solamente los bomberos. Con que nos roben un tramo de manguera te sale 900 pesos, nosotros tenemos que tenerlo sí o sí, ¿qué le decimos a la gente? ¿No te podemos tirar agua porque nos robaron la manguera? Una manguera ¿para qué les sirve a ellos? De maldad nomás, y ya nos pasó. También hay cosas que hemos perdido en los servicios y la gente se acerca al cuartel y las devuelve.

- ¿Qué pasó el 2 de junio? Se escuchaban sirenas por todos lados…
- (Risas) Es el Día del Bombero Voluntario, los compañeros se “descontrolan” tocando las sirenas. Es el día que se hace la fiesta y se dan los premios y ascensos al personal, es como que es “El DÍA” para ellos, y lo disfrutan a morir, ahí se olvidan que tienen novia, que tienen mujer o marido, también tenemos bomberas, se olvidan de todo, es un solo día al año.

- ¿Tienen alguna brigada especial?
- Sí, hay brigadas especiales, acá tenemos gente. Cuando yo me inicié, al año hice el curso de Rescate en Altura, 2 años. Jamás me tocó un rescate en altura, no tenemos edificios como para eso. Hubo uno solamente, habíamos estado estudiando 2 años, practicando en edificos, en aquel tiempo se estaba construyendo el FONAVI, agarrábamos el más alto y no tirábamos de ahí. Bueno, un domingo para el lado de San Miguel, en una antena de radio se quería tirar una persona, nos convocan a nosotros… y vienen los de San Miguel con la escalera que tienen… ponen la escalera y lo bajan. Nosotros nos quedamos mirando… también tenemos la de rescate vehícular, esos que viene con las tijeras cuando alguien queda atrapado, tenemos la de los perros CAN 9 , es la de perros de rescate, que buscan gente, entrenan en Ezeiza. Con esa brigada participamos de la búsqueda de Candela, hemos ido también a colaborar a Puerto Madryn cuando murieron los bomberos, era toda una brigada, estuvimos 6 meses como reemplazo, turnándonos con bomberos de otras jurisdicciones. También participamos en el rescate por la explosión de la Embajada de Israel, nos citaron a las 23 y a las 6 de la mañana tuvimos que estar en bomberos de La Matanza, éramos como 300 bomberos y a las 7 de la mañana en la embajada.

- ¿Cual es el código de las sirenas?
- Un toque quiere decir que la dotación salió, dos toques en un accidente, tres toques cuando es un incendio, más de tres toques es un incendio grande, cuando se necesita que sí o sí que venga todo el personal al cuartel, es un servicio de magnitud-

- Para finalizar oficial Martínez, relate algún rescate o anécdota que usted diga: “por esto sigo siendo Bombero”.
- La primer anécdota es cuando ingresé al cuartel, el primer día de servicio de bombero. Cuando vos entrás al cuartel entrás como aspirante, vos hacés el curso y recién ahí te acoplas a la dotación, sos un novato. Los bomberos antiguos te empiezan a “aplicar”… y vos tenés que pagar derecho de piso ¿viste películas como “Llamarada”? Bueno, en todos los cuarteles pasa lo mismo y en el primer servicio que yo salí, nunca me voy a olvidar, tuve un incendio de casa y murió una criatura carbonizada, un bebito de 6 meses. Mis compañeros me dicen “te toca a vos , andá y levántalo”. ¡Ah! Yo cuando vi la criatura ahí, nunca había visto algo así, ni pensaba que lo iba a tener que hacer, yo miraba a mis compañeros y me decían levántalo, lo tuve que levantar. Después ya en mi casa, cuando pensé en frio dije: ¿será para mí esto? Porque uno no sabe, el bombero ve cosas que pensás que no vas a ver nunca en tu vida, lo ve solo el bombero, la gente ve el panorama desde afuera, pero uno lo ve en el momento, ves el hecho, la adrenalina que vos sufrís, te pones en el lugar de la persona, de la víctima, porque hay víctimas que quedan vivas y te miran a vos como si para ellos fueras Dios, vos los tenés que salvar y uno lo hace con orgullo para salvar al prójimo. Menos de una semana después de lo del bebito, voy a tomar el tren en Tortuguitas y veo a una señora embarazada con el marido, que de repente empieza a los gritos, estaba en trabajo de parto, el hombre corriendo desesperado buscando ayuda dejó a la mujer sola, me crucé, me identifiqué como bombero, le digo “quédese tranquila soy bombero”, justo pasó un policía de civil a ver qué pasaba, me identifico y me dice: “Atendela atendela” tampoco nunca había visto lo que era un parto ¿me entendés? Me gustó, ahí me dieron más ganas de ser bombero, a la criatura le pusieron mi nombre.

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LA HISTORIA DE LOS BOMBEROS VOLUNTARIOS DE GRAND BOURG
Los hombres detrás de los héroes


Hacia mediados del año 1956 comenzó a gestarse la formación del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Los Polvorines, que en sus comienzo constituyo el destacamento nº 1 de los Bomberos Voluntarios de Gral. Sarmiento.
El día 24 de julio, la comisión directiva del cuerpo de bomberos de Gral. Sarmiento aprobó la creación del destacamento de Los Polvorines.
El 3 de octubre quedo integrada la primera comisión, con los siguientes miembros: Presidente Juan Carlos Aguilar, Secretario: Juan Aspiroz, Tesorero: Héctor Ponti, Vocal: Juan Spina.
El 3 de marzo de 1983 e produce la división de los Bomberos de Gral. Sarmiento, creándose el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Los Polvorines. Fuente: Libro MALVINAS ARGENTINAS, un partido que está haciendo historia.
El 23 de febrero de 1993 se inaugura el cuartel de la ciudad de Grand Bourg, en aquella época prestaba servicio con una dotación de tan solo 5 hombres y un solo camión para cubrir una jurisdicción enorme, se encontraba a cargo de un cabo 1º y 4 bomberos, entre ellos los 3 históricos del cuartel, los actuales Of. De Escuadra Martínez, Of. Auxiliar De María y Sub. Of. De Primera Álvarez.


http://malviticias.com.ar/?p=3221
 

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Lalito, bombero de cinco años
Cumplió su anhelo

Primero recibió de regalo una silla de ruedas y ayer un andador
El Heraldo de Chihuahua
23 de agosto de 2012


Chihuahua.-. Eduardo Reyes Chávez, llamado afectuosamente Lalito, el bombero honorario de 5 años, es el miembro más joven de la corporación.

Lalito también recibió obsequios dentro del agasajo ofrecido para celebrar el Día Nacional del Bombero, recibiendo un andador para dejar la silla de ruedas en la que actualmente se transporta, un casco, camiseta y el cariño de los elementos del Cuerpo de Bomberos.

Su acercamiento con el Heroico Cuerpo de Bomberos fue después que el pequeño, quien padece de parálisis infantil en sus extremidades, expresara su deseo de ser bombero cuando fuera mayor, al encontrarse al lado de su mamá, quien vende dulces en la calle, en un punto cercano a Catedral.

Al enterarse, un elemento lo refirió al subdirector Guillermo Ávila Olivas, quien se interesó en el caso, logrando obsequiarle una silla de ruedas para permitir el desplazamiento del menor.

Con su dulce voz infantil y los ojos irradiando una inocente alegría, ajena a su inmovilidad física que padece desde que tenía una semana de haber nacido, Lalito luce su casco de protección y la camiseta que lo acredita como integrante del Heroico Cuerpo de Bomberos, declaró que los bomberos son sus amigos y que de grande él quiere ser como ellos.

Su papá, el señor José Luis, comenta que provienen de Ciudad Juárez y que trabajaba en el tiradero municipal, pero al meter maquinaria le ofrecieron trabajar con un sueldo fijo, situación que no le convenía, pues era mejor trabajar a destajo, por lo que lo despidieron.

"Ya no tuvimos para pagarle su terapia al niño y nos venimos de "rait" a Chihuahua para inscribirlo en el CRIT del Teletón, donde gracias a Dios lo aceptaron".

Sin embargo, el trámite para ingresarlo tardaría un año o año y medio, por lo que fue canalizado al DIF Estatal a fin de darle terapia en lo que se cumplía el plazo, lo que ha resultado muy benéfico para el menor, pues han observado importantes avances.

"Cuando lo trajimos le temblaban mucho sus manitas, no tenía nada de movimiento y lo traíamos en una carreola porque no teníamos ni silla. Pero gracias a Dios los bomberos ya nos habían ayudado con la silla de ruedas y ahora con el andador".

Reafirmó su agradecimiento indicando que "estamos muy agradecidos, porque de dónde venimos, allá la gente no nos prestó ayuda ni se condolió de nuestro dolor, y aquí, gracias a Dios, desde que llegamos, no nos ha faltado apoyo", expresó.

Lalito disfruta cada actividad que realiza con sus ángeles, los bomberos, como la experiencia de viajar a bordo de una bombera, donde expresó que se siente muy "suave" porque puede viajar a gran altura y velocidad.

En palabras del inspector Ramón Verduzco, el caso de Lalito hace evidente la nobleza del bombero ante la nobleza de un niño, que van a la par.

http://www.oem.com.mx/elheraldodechihuahua/notas/n2667482.htm
 

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Bombero de Amuay: No medí el peligro, sólo pensaba en sacar al niño

El bombero, con 12 años de servicio y padre de dos hijos, relató que pudo ver al pequeño a través de la rendija de una pared y que de inmediato procedió a sacarlo

Punto Fijo.- Derwis Manaure, sargento de los bomberos del municipio Caruribana del estado Falcón, uno de los funcionarios que participó en el rescate de víctimas el pasado sábado en el Centro de Refinación Paraguaná (CRP) de Amuay, logró salvar la vida a un niño, hijo de una guardia nacional afectada por la explosión.

El niño, de año y medio aproximadamente, estaba atrapado entre los escombros de las viviendas pertenecientes al Destacamento 44 de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), ubicado en esta refinería.

Manaure, vestido con su uniforme azul que identifica a los bomberos, habló de este episodio: "El niño no se veía, pero sentimos que lloraba y comenzamos la búsqueda. Todo estaba tapiado. Revisamos toda la casa y nada. El niño seguía llorando hasta que finalmente logramos encontrarlo en lo que quedó de un cuarto, en la parte de atrás de una vivienda".

El bombero, con 12 años de servicio y padre de dos hijos, relató que pudo ver al pequeño a través de la rendija de una pared y que de inmediato procedió a sacarlo de entre los escombros. "Las llamas ardían. No medí el peligro, sólo pensaba en sacar al niño", indicó.

Recordó que el sábado 25 de agosto era su día libre, pero apenas supo del evento se trasladó a su comando de bomberos de Caruribana, de donde salieron varios grupos hacia la refinería. Llegaron al lugar del siniestro a las 2:30 de la mañana.

Contó que se activaron dos grupos: uno para ayudar a los bomberos del Centro de Refinación Paraguaná a aplacar el incendio y el otro para socorrer a las víctimas del siniestro.

"Me tocó el grupo de rescate", aseveró. "Tratamos de sacar a la mayor cantidad de personas vivas. Lo más importante para mí fue salvar al niño. No hay palabras para describir esta emoción. Estoy orgulloso de ser bombero".

http://eltiempo.com.ve/venezuela/ac...l-peligro-solo-pensaba-en-sacar-al-nino/63769
 

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Los bomberos, héroes del 11-S

Mientras todo mundo huía de la zona donde fueron atacadas las Torres Gemelas, decenas de bomberos subían las escaleras para atender la emergencia; 343 de ellos perdieron la vida
CIUDAD DE MÉXICO, México, sep. 11, 2012.- Aquella mañana del 11 de septiembre de 2001, 343 bomberos dieron su vida por salvar la de miles de personas que estaban atrapadas en las Torres Gemelas.
Mientras todo el mundo huía, ellos, cargando sus pesados equipos, subieron las escaleras para atender la emergencia.
Orio Palmer, el jefe del batallón, llegó hasta el piso 78 de la Torre Sur. Desde ahí organizó la evacuación de los heridos.
Palmer no estaba solo, lo acompañaba el bombero Ronald Bucca.
Ellos y otros 341 bomberos murieron, pero algunos como Micky Kross sobrevivieron.
Una década después este hombre regresó a la Zona Cero y recordó cómo él y otros 13 bomberos de su compañía sobrevivieron mientras el World Trade Center se derrumbaba a su alrededor.
Kross estaba atrapado en el tercer piso de la Torre Norte cuando se dio la orden de evacuación.
"Las escaleras empezaron, literalmente, a vibrar y hubo un ruido, un rugido, literalmente un rugido sobre mi cabeza y supe que algo estaba pasando. Yo todavía no sabía que el edificio se estaba viniendo abajo pero sabía que algo estaba pasando cerca y luego hubo un viento, un viento tremendo... y de pronto algo me levantó y fue entonces cuando tomé mi casco y me metí en un rincón, me encogí todo lo que pude. Luego recibí golpes y de pronto hubo silencio", recuerda Kross.
En un momento, pensó que estaba muerto:
"Yo no sentía nada, no tenía ninguna sensación. No podía ver porque estaba totalmente cubierto, y durante unos pocos segundos, no estuve seguro de estar vivo".
Pisos más arriba, sus compañeros no tuvieron la misma suerte.
"La gente de dos pisos arriba de mi hasta lo más alto, todos se murieron, y dos pisos más abajo de mí se murieron todos, y nada más en esa pequeña área donde estábamos, sobrevivimos nosotros 14. Pues ¿cómo se explica uno eso? No se puede", agrega.
James Doddy, capitán del departamento de bomberos de Nueva York, recuerda el momento en que recibieron la primera llamada de auxilio.
"Nadie se lo esperaba. Sucedió, ¿si? Salió la llamada. Respondimos a la llamada. Los muchachos fueron allá abajo a hacer lo mejor que pudieran. Se expusieron, porque prestaron juramento de hacer, y con toda la buena fe y honor se pusieron a trabajar y por desgracia pues las torres se derrumbaron y se perdimos a gente de veras de calidad. Qué lástima", dice Doddy.
El capitán de bomberos dice que nadie olvida a los 343 hombres que dieron su vida por salvar a otros.
"Por trágico que fue perder a estos hombres, lo que tratamos de recordar es que hay vidas por vivir, por continuar, por cuidar... Recordar a estos hombres y adoptar lo que fueron, pero darse cuenta de que ellos hubieran querido que uno... viviera, saliera a vivir, siguiera adelante, que fuera feliz, que disfrutara la vida".

http://noticierostelevisa.esmas.com/especiales/498004/los-bomberos-heroes-durante-11-s/
 

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Ella no es bombero, pero por su ejemplo de vida que sonroja a muchos, tiene meritos mucho mas que suficientes que por lo menos su historia sea conocida.



Increíble, anciana rescató y crió a más de 30 guaguas abandonadas

Se ganó la vida recolectando basura para reciclaje y así fue como encontró y salvó de la muerte a decenas de lactantes dejados a su suerte entre los desperdicios. Hoy es un héroe local.


“Estos niños necesitan amor y cuidado. Son vidas humanas preciosas. No puedo entender cómo la gente puede dejar guaguas tan vulnerables en las calles”, dice desde el hospital una anciana china de 88 años.

Su nombre es Lou Xiaoying y está postrada en una cama de hospital, en sus últimos días de vida, dice con esfuerzo. Es precisamente por su grave estado de salud, con falla renal y cardíaca, que varias personas de su comunidad, en Jinhua, en la provincia de Zhejiang, decidieron hacer pública su historia, y hoy, Lou es conocida mundialmente como la mujer que recogió y salvó de la muerte a más de treinta guaguas abandonadas en las calles de China.

Durante toda su vida, ella y su marido, Li Zin, trabajaron como recicladores de basura. Ahí, en medio de los desechos, encontró decenas de veces, guaguas que habían sido dejadas a su suerte, en un país conocido por su política del hijo único.

“Todo empezó cuando encontré a la primera guagua, una pequeña niña en 1972 (...) Ella estaba tirada entre la basura en la calle, abandonada. Habría muerto si no la rescatábamos y la cuidábamos (...) Al verla crecer y convertirse en alguien fuerte nos dio tanta felicidad que me di cuenta que tenía un verdadero amor para cuidar niños. Me di cuenta de que si teníamos la fuerza suficiente como para recolectar basura cómo no podríamos reciclar algo tan importante como la vida humana”, comentó la anciana a la prensa de su país.

De todos los menores hallados, Lou se quedó con cuatro para criarlos junto a su única hija biológica, Zhang Caiying (49). El resto de los lactantes se los entregó a familiares y amigos de ella para que los cuidaran.

El más joven de todos, y el último que decidió convertir en su hijo, es Zhang Qiling, quien hoy tiene 7 años de edad.

A pesar de que la mujer ya tenía 82 años, y su Li Zin había fallecido diez años atrás, fue incapaz de dejarlo en el tacho de basura en el que lo encontró. “A pesar de que ya estaba vieja, no podía ignorar a la guagua y dejarla morir en la basura. Se veía tan dulce y necesitado. Tuve que llevármelo”, comentó, según la prensa británica.

“Lo llevé a mi casa, que es un hogar muy pequeño y modesto en el campo, y cuidé de su salud. Ahora es un próspero niño, feliz y saludable (...) Todos mis hijos mayores cuidan a Zhang Qiling. Él es muy especial para todos nosotros”, agregó.

A pesar de su pobreza, Lou siempre ha hecho todo lo que esté a su alcance para darle a sus hijos lo que necesitan, como lo indica una de ellos, Zhang Juju (33). La mujer explicó al sitio chino 19lou.com que vio cómo muchas veces, la anciana fue capaz de salir tres y hasta cuatro veces a la calle a buscar basura para reciclar, aunque su salud le hiciera difícil la tarea. Para esta madre, lo importante era tener sanos a los suyos.

“Ella avergüenza a los gobiernos, escuelas y gente que están ahí y no hace nada. No tiene dinero ni poder, pero salva a los niños de la muerte o de algo peor”, comentó una de sus seguidoras, según Daily Mail. “En la comunidad local ella es conocida y muy respetada por su trabajo con los niños abandonados. Ella hace lo que puede. Es un héroe local. Pero, lamentablemente, todavía hay demasiadas guaguas abandonadas en China que no tienen la esperanza de sobrevivir”, concluyó.

Por su parte, con una débil voz, Lou dejó claro que aunque la fuerza la abandone, su mente sigue con sus hijos. “No me quedan muchos días (pero) lo que más quiero ver es a Qiling ir al colegio”, comentó, según la agencia china de noticias Xinhua.

Para su tranquilidad, ya hay un colegio local que ofreció aceptar al pequeño en sus salas de clases.

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Sensible fallecimiento de nuestro querido Premio de 50 Don Mario Candia Henríquez

Don Luis Mario Candia Henríquez, ingresó a la Compañía de "Salvadores y Guardia de Propiedad" el año 1952, alejándose de ella el año 1974 por renuncia. Se reincorporó el año 1981. Sirvió en los cargos de Director, Capitán, Teniente 1°, Teniente 2°, Teniente3°, Consejero de Disciplina en 12 ocasiones y además fue Inspector de Administración, el año 1983. Obtuvo su premio por 50 años de servicio con 2.667 asistencias sobrantes.

El año 1962, siendo Capitán de la Compañía, sufrió graves heridas en trágico incendio de calles Amunátegui y Huérfanos, lugar donde fallecieron seis Voluntarios de la Institución, dos de ellos de nuestra Compañía: Teniente 3° Carlos Cáceres Araya y Alberto Cumming Godoy. Esas lesiones que lo mantuvieron al borde de la muerte, significaron que Don Mario estuviese hospitalizado por casi 2 años. El 1 de enero de 1963, la Sexta le entrega el reconocimiento máximo que se le otorga a un sextino: La Medalla de Hierro, a consecuencia de su grave estado de salud, cuyas secuelas hasta nuestros días dieron testimonio de ese fatídico día que enlutó al Cuerpo entero.

El mismo deseo de ayudar, lo lleva el año 1964, junto a otros ciudadanos, a fundar la extinta Tercera Compañía de Bomberos de Renca, compañía de Escalas. Además tuvo una vida política activa, la cual lo llevo a ser candidato a Diputado por el partido Acción Popular Independiente, en las elecciones que se llevaron a cabo a comienzos del año 1973.

Don Mario Candia Henriquez, hombre octogenario, de bajo tamaño, con un carácter fuerte, pero ameno al conversar, un fiel representante de los Bomberos antiguos, de esos que no le importa más que servir, incluso al borde de dar la vida. Siempre supo dar sabios consejos para todas las situaciones, desde asumir problemas hasta afrontar la vida con la picardía típica de un viejo sextino. Se caracterizó por su acercamiento a las generaciones de jóvenes de la Compañía, siendo de esos Voluntarios que integran a antiguos y nuevos, como debe ser siempre.

Don Mario Candia fue, sin lugar a dudas, uno de los sextinos más emblemáticos de nuestra época y esta Sexta lo recordará por siempre. Seguros estamos que su partida no dejará indiferente a nadie y seguiremos cultivando una de sus frases más connotadas: "Esta es una pasión como el amor, no tiene una explicación lógica".


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Anecdotario: El Casco Blanco de don Luis Mario Candia


Terminada la Sesión en nuestro Cuartel, muy tarde, decidí llevar de regreso a casa al insigne y ya peñero voluntario de la Sexta, don Luis Mario Candia. Al poco de conducir mi vehículo, muchos recuerdos e interminables anécdotas se me vienen a la mente. Tantas historias que tiene don Mario como también vivencias bomberiles que lo marcaron para siempre. Hacía mucho no hablaba con él y me sentía verdaderamente muy afortunado por disfrutar de su siempre grata y alegre compañía.
Don Mario, ha ocupado muchos cargos en la Compañía siendo, a mi muy modesto entender, uno de los más representativos de su personalidad, el cargo de Capitán de la Sexta; mismo que desempeñaba al momento de la tragedia de calle Amunátegui en 1962, y en donde fue dado por muerto junto a los mártires. Ello, debido al deplorable estado en que quedó su mutilado cuerpo entre los escombros de aquel terrible incendio.
Luego de conducir por algunos minutos, recordé que alguien me había mencionado que don Mario se había cambiado de domicilio hace ya algún tiempo desde esos lindos barrios de Independencia, por lo que pregunté por su nueva dirección: -"…Y dígame Don Mario, ¿a dónde vive usted ahora…?". Una mirada pícara se encendió en el rostro de don Mario, seguida de una contagiosa risotada que antecedía a su jocosa respuesta: -"…Sabe mijo lindo…no tengo idea a donde estoy viviendo….no me acuerdo…". Respondía don Mario mientras yo, inapelablemente me contagiaba con su risa.
Debió ser hacia finales de la década de los cincuenta, cuando la siempre aguerrida, valiente, pero también muy revoltosa guardia nocturna de la Sexta, ubicada en el viejo Cuartel de Santo Domingo, junto a los tranquilos muchachos de la heroica y los de le cuatriéme, era dirigida en aquel entonces, por el joven Teniente Luis Mario Candia. Según dicen los de la época, la bohemia, junto a la disciplina y el rigor, eran las constantes por esos años. No había noche sin incendio, como tampoco noche sin alguna "novedad".
Un día, ingresaba para integrar la guardia nocturna, un sencillo y discreto joven que con mucho sacrificio había adquirido el costoso uniforme de parada. El casco sexta, como ya es sabido, con sus aplicaciones en níquel, encarecían en demasía su valor. Es importante señalar además, que por esos años, la adquisición de uno de estos cascos era para toda la vida y de ahí el cariño a tan significativa prenda bomberil.
La noche previa a una importante formación del Cuerpo, el joven voluntario recientemente ingresado, la había pasado en pié hasta altas horas de la noche, puliendo los metales y sacando el mayor de los brillos, similar al acharolado, a su nuevo casco que con tanto sacrificio había adquirido.
A la mañana siguiente, cuando los guardianes se despertaban para uniformarse y luego partir a la formación del Cuerpo, un grito de horror se hacía sentir en el Cuartel de Santo Domingo. Era, que el casco del joven voluntario, en horas de la noche, había sido pintado completamente de blanco. Al mejor y más puro estilo de uso exclusivo del Comandante Luis Olivares, el casco en cuestión, aún con la pintura fresca, reposaba en el closet del voluntario sembrando su histeria y desazón por la pesada broma…todo, a sólo una hora de la formación.
No había ningún indicio del autor de tan pesada broma. No había testigos, ni siquiera alguna sospecha de su autor. Sin embargo, la agudeza y viveza del Teniente Mario Candia, lo llevó a observar una microscópica gota de pintura blanca, impregnada en las zapatillas de levantar de uno de los guardianes. De ese modo, el autor bromista, sorprendido por la agudeza del Teniente, no tuvo más remedio que reconocer su autoría y obsequiar su cascos de parada al pobre voluntario, no sin antes recibir una fuerte reprimenda del "fregado" Teniente Mario Candia.
Muchas historias y anécdotas se escribieron en esos lindos muros de la guardia sextina. Muchas otras, como la de mezclar agua oxigenada en el bote de gomina para fijar el cabello…en fin, don Mario sabe completa esa otra historia.
Casualmente, pasamos por una avenida que don Mario Candia reconoce y me pide siga adelante y doble en la siguiente esquina. Luego de titubear un poco, don Mario parece reconocer el sector y al fin de una rato, damos con su nuevo domicilio. Don Mario se baja de mi automóvil y no me permite, por ningún motivo ayudarlo. Su cuerpo parece cansado con los años. Quizás un poco más lento en su andar, más pensativo y de una mirada como si buscara algo. Sin embargo, ese entusiasmo que siempre lo ha caracterizado, se enciende inmediatamente cuando hablamos de la Sexta, sus incendios y su paso por la Guardia nocturna; como también cuando le pido me hable de esa vez cuando le pintaron de blanco un casco a un voluntario.

Alejandro Peñaloza Solar
Voluntario Sexta.



http://www.sexta.cl/index.php?optio...andia-henriquez&catid=39:noticias-6&Itemid=94
 

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Sin lugar a dudas Don Mario fue y será un ejemplo de admiración para todos nosotros. Nos acongoja que esa gran generación de sextinos que estuvieron en Santo Domingo se esta extinguiendo, y con ellos la historia viva de nuestro Cuerpo de Bomberos. Afortunadamente estos grandes hombres que llevaron el sol de oro y la guerrera azul supieron traspasar a las generaciones venideras sus experiencias y por sobre todo la pasión por el número 6, el cual hoy en día, casi 130 valientes hombres llevan grabados en su corazón...

Don Mario, gran Capitán, hombre de pequeña estatura, pero de gran corazón y coraje....descanse en paz y tenga la seguridad que su legado continuará por muchos años más...
 

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Nicanor Castro, 1º Cuartelero General del Cuerpo de Bomberos de Santiago 1863-1914.

El 24 de junio último, se cumplieron 95 años del fallecimiento de quien fuera el "Primer Cuartelero General” del Cuerpo de Bomberos de Santiago, que cumplió eficientes servicios entre los años 1863 y 1914.
Desde los primeros días de la organización del Cuerpo, Nicanor Castro, modesto hijo de pueblo, había sido el Cuartelero General, el Campanero, el Mayordomo, el Cocinero, el Cochero, el Servidor de todos los menesteres que requería el orden interno del Cuartel General y, por sobre todo, el hombre celoso en el cumplimiento de sus obligaciones y respetuoso con todos los jefes que tuvo a través de sus 50 años de brillantes servicios a su querido Cuerpo de Bomberos de Santiago…..

Nicanor Castro, tenía sus habitaciones en la torre mayor (*), del antiguo Cuartel de Húsares, entregado al Cuerpo de Bomberos de Santiago a su fundación y cuya ubicación era la misma de hoy en calle Santo Domingo y puente. Este distinguido servidor de la Institución vivía justo bajo la gran campana y sujeto fuertemente al extremo de una cuerda, se colgaba de un trapecio que movía el badajo con isócrono movimiento produciendo el ronco tañer de “la Paila” ante la ocurrencia de algún Incendio o emergencia, como el terremoto del 16 de agosto de 1906 a las 7,55 de la tarde. El violento sismo derribó algunas casas en Santiago dañando casi todos los edificios. El antiguo cuartelero subió a la torre a tocar “la Paila” en pleno terremoto. Esa noche se declararon 3 incendios. La ciudad quedó aislada y sin noticias del resto del país.

Pero los achaques de la edad habrían de vencerlo algún día, y llegó para Castro el triste momento en que debió abandonar su querida campana, sus Bombas y todo ese medio en que se había deslizado casi toda su existencia. Tan doloroso como fue para Nicanor Castrosu alejamiento, la fue para sus compañeros y testigos de la lealtad, del cariño con que había cumplido su deber a lo largo de medio siglo.

Pero, no era posible que el hombre que por tantos años había servido al Cuerpo fuera a terminar sus días abandonado. Más que la gratitud misma que se le debía, el compañerismo exigía socorrer al viejo servidor en la vejez. Y así se hizo. Se acordó jubilarlo con un sueldo íntegro y gratificarle en forma especial sus buenos y dilatados servicios.

Pero "el árbol transplantado en la vejez no puede sobrevivir". Deja en la tierra que le vio crecer sus raíces finísimas que le daban la vida necesaria para sus hojas, sus flores y sus frutos. Así ocurrió al viejo Cuartelero Castro. En el Cuartel General había dejado parte de su existencia y no podía vivir sin estar cerca de las cosas que había cuidado, sin respirar el aire de la alta torre, sin escuchar el ruido de las Bombas en actividad y las voces amigas a que estaba acostumbrado su oído. Castro no podía vivir sino en el pequeño mundo en que había encanecido, y el 24 de junio de 1914, escasamente dos meses después de haber dejado el Servicio, fallecía de pena, de nostalgia, más que las enfermedades que le habían impuesto el retiro.

Sus restos recibieron el homenaje merecido a sus abnegados servicios y el honor reservado a los grandes servidores, de ser acompañados con el tañido de la vieja campana hasta el Mausoleo Institucional, lugar donde descansan sus restos. Era el adiós al amigo de tantos años.

(*) En 1863 el C.B.S. recibe su actual Cuartel General, tres años más tarde (1866) se le construye una torre de madera, la que comenzó a prestar servicios el 1º de junio de 1867. En ella se instala la gran “Campana de Alarmas”. Esta campana fue mandada a fabricar por el ingeniero y bombero Enrique Meiggs para uso en su faena de construcción del ferrocarril de Valparaíso a Santiago, pero frente a la necesidad de resolver el problema de las alarmas, el entonces 2º Comandante Meiggs, estimó que su campana sería más útil al Cuerpo que a sus obras del ferrocarril y la cedió a la Institución por una módica suma de dinero. La torre fue diseñada por el arquitecto Fermín Vivaceta Rupio, la financió el Vice-SuperintendenteFrancisco Bascuñán Guerrero y la utilizó el ComandanteRamón Abasolo, para dar la alarma a los siete primeros cuarteles en que Santiago fue dividido. Todos ellos eran bomberos de la Tercera Compañía. En 1897 la torre construida por Fermín Vivaceta Rupio fue demolida y reemplazada por la que actualmente existe y el sistema que era accionado a mano, en 1910 por acuerdo de Directorio de fecha 5 de febrero de 1908, se procedió a su electrificación.


http://valparaiso-1851.blogspot.com/2009/06/blog-post_28.html
 

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JORGE DZAZOPULOS ELGUETA

Ingresó a la Segunda Compañía el 4 de diciembre de 1972 después de haber rendido satisfactoriamente el curso de aspirantes, destacándose por su alto espíritu de cooperación, lo que lo llevó a ser elegido Prosecretario a los pocos meses.
Su carácter era siempre alegre y no le tenía miedo a la muerte ya que desde pequeño participaba en carrera de autos Gokart. Sin embargo, en varias ocasiones, al mirar la piedra de homenaje a los mártires exclamaba con un dejo de excitación: "Yo voy a estar ahí".

Era un muchacho tranquilo, sin vicios y muy enamorado de su polola con la cual hacía una muy buena pareja. Pocos días antes de su muerte, se había incorporado a la Guardia Nocturna y una noche llegó muy contento con unas medias de lana que Marisol le había tejido para que no se le enfriaran los pies al concurrir a los Llamados. Una de estas medias quedó tirada en la Sala de Máquinas esa fatídica noche en que Jorge fue aprisionado por su destino, mudo testigo del dolor de los voluntarios, de sus padres y de su polola.

"En las dependencias de la Guardia Nocturna estábamos conversando dos Voluntarios. Eran como las 10 de la noche y nada hacía presagiar lo que ocurriría horas más tarde. Jorge ya se había acostado y yo había estado trabajando en la Ayudantía.

Después de un rato de amena charla, me dispuse a ir a mi casa a comer y le dije: "Voy y vuelvo, quedas a cargo de la Compañía". Mi casa estaba a sólo 5 cuadras del Cuartel por lo que no demoraba mucho en hacer este recorrido todas las noches. Cuando iba de regreso al Cuartel sentí el sonido de la sirena y apuré el paso. Al llegar observé las puestas abiertas de la Sala de Máquinas y en el medio de ella una media negra de lana que enseguida reconocí como la de Jorge y pensé: a uno que van a retar cuando llegue con los pies helados.

Las horas siguientes fueron de un hondo pesar, las informaciones no eran alentadoras y la lenta espera de noticias afectaba mi mente y daba lugar a la recriminación. ¿Por qué lo habré dejado solo? Si yo no hubiera ido a comer esto no habría pasado. ¿Por qué se bajó del carro si esto lo habíamos conversado tantas veces?.

El reloj marcaba la 1:03 minutos cuando recibí la llamada que tanto esperábamos. Jorge estaba muerto. Su pulmón destrozado interrumpió su hálito de vida y su espíritu, libre ya de su prisión corporal, recorrió en un segundo la distancia desde la Posta hacia el Cuartel y se posó por última vez en la Guardia Nocturna, donde seis muchachos llorábamos en silencio, sin comprender aún, lo absurdo de su partida.


http://www.cbn.cl/sitio3/martires/jorge-dzazopulos-elgueta.html
 

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Los equipos de rescate buscaron en las calles inundadas y casas los sobrevivientes, durante la mayor tormenta que jamás haya golpeado los Estados Unidos Estados.


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Los equipos de rescate buscaron en las calles inundadas y casas los sobrevivientes, durante la mayor tormenta que jamás haya golpeado los Estados Unidos Estados.

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Los equipos de rescate buscaron en las calles inundadas y casas los sobrevivientes, durante la mayor tormenta que jamás haya golpeado los Estados Unidos Estados.


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Una estación de carga creada por New York, teléfonos celulares y cargadores llenan la mesa en Confucius Plaza en el barrio de Chinatown de Nueva York. (AP)




Dramáticos relatos de los bomberos de Nueva York tras el paso de Sandy
POR MARÍA ARCE, ENVIADA ESPECIAL A NUEVA YORK.
Clarín.com entrevistó a varios de ellos. Dicen que Sandy ha sido uno de sus mayores desafíos y que lo peor está por venir. Apagaron 12.000 incendios. Además, sus tragedias personales

El huracán Sandy trajo el infierno y el agua a la vez. Y los bomberos de Nueva York tuvieron que luchar contra los dos. Hace cinco días que estos verdaderos “ángeles de la guarda” no se bajan de las autombombas y dan todo de sí para salvar y ayudar a miles de personas.



Sólo el lunes y en los cinco distritos de toda Nueva York –Manhattan, Bronx, Queens, Brooklyn y Staten Island- los bomberos apagaron 12.000 incendios y su servicio de emergencias atendió 5.600 llamados y salió en su auxilio. Son cifras oficiales que le dio el Departamento de Bomberos de Nueva York (FDNY, sus siglas en inglés) a Clarín.com.



El FDNY desplegó a todo su staff disponible. 197 autobombas, 142 unidades escalantes, 49 batallones y 93 unidades especiales. Además, sacó a las calles otros 20 camiones hidrantes de reserva.



Desde el FDNY, informaron que sus 15.000 miembros están a disposición y pueden entrar en servicio en cualquier momento y que el lunes a la noche trabajaron más de 6.000 bomberos en los cinco distritos. Ese día, Clarín.com estaba al lado del destacamento de la autobomba 55 (Engine 55) en Little Italy y pudo ver el trabajo infernal que tuvieron.



Los camiones de bomberos estuvieron cada segundo en las calles respondiendo a emergencias y reportando los problemas que encontraban por los barrios. Adentro, en los destacamentos como el de la unidad 74 de Manhattan unas velas prendidas en el piso esperaban su regreso. En algunos municipios, tuvieron un 300% más de llamados, informaron medios locales.



William caminaba exhausto por los alrededores del Wall Trade Center el martes muy temprano cuando Clarín.com lo encontró regresando a su casa. El bombero se detuvo a contar su historia, la cara roja, hinchada, como sus manos y sus piernas. Llevaba la chaqueta y casco de bombero puestos, el pantalón arremangado “para refrescar la piel”. Todo su equipo, colgando. El alma parecía habérsele ido del cuerpo. “Estuve en Long Island. Atacamos incendios, tuvimos explosiones, agua por todos lados. Es lo peor que he visto en 6 años como bombero”, piensa. El huracán Irene que pasó en 2011 “no fue nada comparado con esto. Nada”.



William vio a sus compañeros con el agua hasta el pecho jugarse la vida en los ríos que creó Sandy sólo para salvar a un labrador. Otros se resbalaron y cayeron al piso por el barro. Golpes, raspones y hasta cortes profundos se llevaron los bomberos a casa. Por ahora, no hay reportes de víctimas graves entre ellos.



David es bombero hace seis años. Está sentado frente al televisor en la entrada del Batallón Nª10 de Manhattan. Escucha atento la conferencia del alcalde Michael Bloomberg. Tras el repaso de datos, refunfuña. “Ni una palabra sobre lo que hicimos”, se queja y pide que su nombre verdadero no sea publicado.

Lo único que dijo Bloomberg sobre los bomberos es que seguirán yendo casa por casa en busca de víctimas hasta ayudarlos a todos. Y eso, a David, que hace cindo días que deja todo en cada guardia, lo pone mal. Sólo lo consuelan sus compañeros que acaban de salir a trabajar en la grúa que colapsó sobre un carísimo edificio en construcción sobre la calle 57. David muestra en su smartphone una foto impresionante de uno de sus compañeros al tope de la grúa. “These are my guys” (esos son mis chicos), dice con orgullo.


Ir puerta por puerta no es la única tarea de los bomberos el día después. En la entrada del destacamento del Engine 55, una decena de asiáticos hace cola. “Por favor, sea cortés. Use un solo cargador por persona (al menos que no haya nadie en la cola). 30 minutos máximo”, dice un cartel encima de una mesa que tiene sólo una zapatilla conectada a un generador que tienen adentro los bomberos. La gente enchufa sus celulares a esta estación de carga y espera media hora a que se carguen. “Es cool que los bomberos hagan esto por nosotros”, le dice a Clarín.com Max, 24 años, estudiante, papás chinos que vinieron hace 27 años.


Gregory Laroche es el único bombero de esta nota que habla con nombre y apellido reales. Tiene 33 años y hace 4 que es bombero además de técnico en emergencias médicas. ¿Por qué tiene permiso? (Los demás precisan pedirlo expresamente). Es uno de los más famosos del Departamento. Es “Mr. Septiembre” en el calendario 2012 del FDNY. El calendario es un asunto muy serio entre los bomberos. A través de él recaudan miles de dólares cada año.


El lunes que pasó Sandy, Greg, como lo llaman todos, estuvo de servicio pero en el EMS (el equivalente al SAME), conduciendo ambulancias del Jamaica Hospital. “La ambulancia temblaba. Se movía toda”, recuerda.


Tras una guardia agotadora, regresó a su casa en Queens para verificar los daños. “Las ventanas sobrevivieron, pero el techo se dañó”, cuenta. Al día siguiente, cuando Sandy aún generaba destrozos por todos lados, Greg fue a trabajar. Sus compañeros de la autobomba 319, “Los lobos solitarios”, lo estaban esperando. “Nadie quiere irse en una situación como esta. Una vez que te aseguraste de que tu familia está bien, querés volver a trabajar. Te hiciste bombero para esto. Para ayudar a personas que no conocés, para dar tu vida por ellos”, dice Greg, casado hace 4 años y con una nena de tres, Eliana.


Ese martes, le tocó salir a emergencias por inundaciones, árboles caídos, cortes de electricidad y cables de gran tensión tirados en medio de la calle. Por culpa de uno de ellos, un chico de 23 años murió electrocutado. “El olor de la carne humana quemada no se te va. Te podés poner limón, alcohol, lo que sea. No se va”, dice y agrega: “Odio perder gente”.


¿Cuántas veces salió? “En un turno de 10 horas podés salir 5 o 6 veces. En uno de 24 horas, de 10 a 15 veces. En un caso como el de Sandy no las contamos. No podés contarlas. Pero es tres, cuatro o cinco veces más”, asegura.


Un amigo de Greg, también bombero, perdió dos casas en Breezy Point, un barrio completo que ardió en llamas por culpa de Sandy en Queens. “Es lo más difícil. Uno está preparado para hacer lo mejor que puede, para hacer lo que le han enseñado, pero cuando se trata de tu propia casa eso es muy duro. No podés estar en dos lugares a la vez”, reflexiona.


De hecho, el FDNY le dijo a Clarín.com que su prioridad, tras la asistencia a la gente, es ocuparse de los bomberos que perdieron sus viviendas. “Los bomberos peleamos contra la naturaleza y la naturaleza siempre gana”, añade Greg.


“Lo peor aún está por venir. Cuando la gente vuelva a sus casas, tenga luz y regrese a la vida cotidiana, recién ahí vamos a saber la magnitud de la tragedia. Va a ser muy difícil dejar a Sandy atrás. Cada cosa que te lo recuerde te va a partir el corazón”, dice.


Frank Smith es bombero y uno de los que sufrió en carne propia el paso de Sandy. Recién el miércoles pudo poner un pie en su casa para verificar los daños. Tenía casi 2,5 metros de agua adentro. Su ropa y sus muebles, arruinados. “Fue una locura, nos la pasamos yendo y viniendo al destacamento”, cuenta. “Esto no es algo para lo que uno pueda prepararse. Agua, viento. No hay cómo luchar contra eso. Las llamas van a venir y tenemos que estar ahí para apagarlas”, dice y el sentimiento de culpa lo invade por no haber podido esalvar su casa.



En la entrada del Batallón 10, nueve fotos recuerdan a sus caídos del 11 de Septiembre. Abajo, un frase los homenajea: “Hubo un tiempo en que hombres ordinarios fueron llamados a hacer cosas extraordinarias”. Con Sandy, hicieron lo mismo.


http://www.clarin.com/mundo/EE-UU-huracan_Sandy_0_803319838.html
 

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A 50 Años de la Tragedia de Amunátegui y Huérfanos: Mártir Patricio Cantó Feliú, Tercera Compañía



“Estoy bien mi Capitán, déjeme aquí no mas”, respondió el joven voluntario cuando su superior le preguntó si quería ser relevado. Era la madrugada del 15 de noviembre de 1962 y se desarrollaba el trabajo final de un violento incendio en un edificio en construcción de calle Amunátegui al llegar a Huérfanos. Segundos más tarde, el derrumbe de un elevado muro causaba la muerte de seis bomberos y las heridas de otra treintena. Entre ellos, se tronchaba la vida de apenas veintiún años del Guardián y Voluntario Tercerino,
PATRICIO CANTO FELIU

Nació el 1 de septiembre de 1941. Hijo de Don José Cantó y de Doña Hilda Feliú, creció junto a su hermana Cristina, un año menor que él, compañera de juegos y luego confidente de sus sueños de adolescente. Era un joven ejemplar: buen hijo, dedicado alumno (había estudiado Contabilidad) ,trabajador responsable, amante de los niños e hincha del Colo Colo. Admirador de la belleza femenina, se encontraba pololeando con la Reina de la Primavera de San Fernando.

Temeroso de la electricidad y de encender el gas de la cocina, sorprendió a su familia cuando manifestó querer convertirse en bombero. Fue un vecino suyo llamado Sergio Espina, Voluntario tercerino, quién lo entusiasmó a participar. Aprobado su deseo por la familia y, poniéndole su padre como única condición que no dejara de asistir a la cena diaria con su familia, ingresó a la Guardia Nocturna el 26 de enero de 1961. El 14 de noviembre, un día antes de la tragedia le dijo muy contento a su madre: “Hoy no puedo venir a comer, estoy en el equipo de la competencia y tenemos ejercicio”. Poco tiempo después que Patricio nos dejara, su padre, Don José Cantó Socias, se incorporaba como Voluntario a nuestra Compañía.


Del Acta de Sesión: “ Nuestros guardianes, ese grupo de servidores que hace guardia nocturna, concurrió como de costumbre al llamado de Huérfanos y Amunátegui; entre ellos iba Patricio Cantó Feliú, con esa cara sonriente de entusiasmo de los veinte años, impregnado de espíritu Tercerino que asimilara en un año y poco más que nos acompañó en las filas efectivas de la Compañía. Llegó a cumplir con su deber como todos vosotros lo hacéis en los actos de servicio, y allí, en aquella casa maldita, en aquel edificio ruinoso, donde nadie lo previó ni pudo imaginarse, se produjo la tragedia después de una hora poco más o menos de esforzado trabajo de los servidores de la institución… … Patricio Cantó fue aplastado por aquella muralla; fue triturado y allí encontró la muerte en un cuadro que ustedes nunca podrán olvidar. En medio de la tragedia, de esta tremenda tragedia, pudimos ver como los componentes de todas las Compañías se esforzaban por sacar los ladrillos, removiendo los escombros, donde estaban sepultados media docena de servidores de la institución… … Otro gesto magnífico que no puedo silenciar en estos momentos de duelo y aflicción es el del Sr. Cantó padre, que me dijo: “Siento no tener otro hijo para reemplazar en las filas tercerinas al que el destino quiso tronchar su vida en esta oportunidad. Y más aún, siento ser tan viejo yo, para poder reemplazar a mi hijo en las filas de la Tercera”



FUENTE: "BOMBA DEL PONIENTE" (Carlos Iturra B.)
Colaboración: Guillermo del Canto L.




http://www.bombadecima.cl/
 

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3 de agosto de 2009
Bomberos valientes - Héroes contra el fuego

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En menos de una semana (20 al 26 de julio) los incendios forestales de Horta de Sant Joan (Tarragona) y Corbalán (Teruel) se cobraron la vida de seis bomberos en el ejercicio de su profesión. Durante toda la semana se escribieron páginas completas sobre estos incendios, pero hay dos artículos que me llamaron la atención y que resumen con emoción contenida la tragedia humana vivida.

Uno es un reportaje del diario el País, redactado por F. SIMÓN / D. TORRADO, (Héroes contra el fuego). El segundo una columna en la tribuna de más de un diario, escrito por Felix Madero (Diarí de Tarragona / Heraldo de Aragón), Bomberos valientes, en la cual me he permitido la licencia de acompañar los nombres de los dos compañeros que fallecieron con posterioridad. Igualmente el dibujo de Faro, publicado en el Diarí de Tarragona el 22 de julio esta modificado en homenaje a los compañeros. Los originales se pueden ver en los enlaces a píe de artículo.

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El cielo siempre guarda un lugar especial para aquellos que se dedican a cuidar de los demás.


Mientras escribo escucho una bellísima canción de Bruce Springsteen, 'Into the fire'. Es un hondo homenaje a los bomberos que murieron el 11-S, a la generosidad de unos hombres desbordados ante la magnitud de la desgracia, ante la presencia descarnada del horror. En cuanto supe de la muerte de los cuatro bomberos en Horta de Sant Joan vino a mi cabeza la letra de esta canción y pensé: qué suerte que alguien así pueda cantar la entrega de tantos bomberos fallecidos, heridos, discapacitados de por vida. Entonces me dije: sí, es como en mi país, pero al revés. Aquí enterramos a los nuestros y luego hablamos de la indolencia de un cuerpo que tardó en actuar ante las llamas. Aquí dos bomberos heridos luchan por vivir mientras sus familiares leen en el periódico que el alcalde de Horta de Sant Joan habla de «relajación inicial» en el despliegue. Quizá haya que recordar que los cuatro bomberos no perdieron la vida en un accidente de tráfico. Quizá.
No sé si es que estamos instalados en la superficialidad de la espuma de la noticia. Puede que, acostumbrados a contar lo que a casi nadie interesa, no seamos capaces de reparar en el gesto heroico de estos bomberos. Ahora que la palabra héroe descansa en el diccionario y escasean los gestos de generosidad, nosotros seguimos en el detalle del incendio sin reparar en las biografías de quienes han perdido sus vidas. A cambio nos recreamos en la crítica de cómo se hicieron las cosas. Es todo muy nuestro, muy imperfecto, muy insensato.
La prensa detalla la declaración del tesorero del PP. Ante cien periodistas, cien. Y con esto llenamos páginas y páginas. Busco los nombres de los bomberos, algo de sus vidas. No lo encuentro. A cambio, un alcalde habla de una supuesta «relajación inicial» de los bomberos. Dejemos para mañana el relato de la relajación de los que nos mandan y dan por controlado el fuego antes de tiempo. Y también para mañana el debate sobre los medios para combatir el fuego. Cuesta entender que las llamas no saben de territorios, banderas, competencias administrativas.
Vuelvo a escuchar la voz rocosa de Springsteen que llora por sus valientes bomberos: 'May your hope give us hope. May your love give us love'. Si tiene usted la canción a mano escúchela y piense en los nuestros mientras lee el final de este artículo: David Duaigües, de 29 años, vivía en Lérida con su pareja. Jordi Mollé, de La Pobla de Segur, tenía 40 años y era padre de gemelos. Ramon Espinet, nacido en el Palau de Anglesola, tenía 47 años y un niño pequeño. Jaume Arpa, de 40 años, era de Tremp e iba a tener un hijo en breve. Pau Costa, de 31 años, natural de Sant Julia de Vilatorta (Osona). Ramón Conejero Belmonte, 47 años, natural de Teruel, deja esposa y dos hijos. Lástima que Bruce no sea español.




http://voluntariadoproteccioncivilinfozgz.blogspot.com/2009/08/bomberos-valientes-heroes.html

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Bomberos valientes


Mientras escribo escucho una bellísima canción de Bruce Springsteen, 'Into the fire'. Es un hondo homenaje a los bomberos que murieron el 11-S, a la generosidad de unos hombres desbordados ante la magnitud de la desgracia, ante la presencia descarnada del horror. En cuanto supe de la muerte de los cuatro bomberos en Horta de Sant Joan vino a mi cabeza la letra de esta canción y pensé: qué suerte que alguien así pueda cantar la entrega de tantos bomberos fallecidos, heridos, discapacitados de por vida. Entonces me dije: sí, es como en mi país, pero al revés. Aquí enterramos a los nuestros y luego hablamos de la indolencia de un cuerpo que tardó en actuar ante las llamas. Aquí dos bomberos heridos luchan por vivir mientras sus familiares leen en el periódico que el alcalde de Horta de Sant Joan habla de «relajación inicial» en el despliegue. Quizá haya que recordar que los cuatro bomberos no perdieron la vida en un accidente de tráfico. Quizá.
No sé si es que estamos instalados en la superficialidad de la espuma de la noticia. Puede que, acostumbrados a contar lo que a casi nadie interesa, no seamos capaces de reparar en el gesto heroico de estos bomberos. Ahora que la palabra héroe descansa en el diccionario y escasean los gestos de generosidad, nosotros seguimos en el detalle del incendio sin reparar en las biografías de quienes han perdido sus vidas. A cambio nos recreamos en la crítica de cómo se hicieron las cosas. Es todo muy nuestro, muy imperfecto, muy insensato.
La prensa detalla la declaración del tesorero del PP. Ante cien periodistas, cien. Y con esto llenamos páginas y páginas. Busco los nombres de los bomberos, algo de sus vidas. No lo encuentro. A cambio, un alcalde habla de una supuesta «relajación inicial» de los bomberos. Dejemos para mañana el relato de la relajación de los que nos mandan y dan por controlado el fuego antes de tiempo. Y también para mañana el debate sobre los medios para combatir el fuego. Cuesta entender que las llamas no saben de territorios, banderas, competencias administrativas.
Vuelvo a escuchar la voz rocosa de Springsteen que llora por sus valientes bomberos: 'May your hope give us hope. May your love give us love'. Si tiene usted la canción a mano escúchela y piense en los nuestros mientras lee el final de este artículo: David Duaigües, de 29 años, vivía en Lérida con su pareja. Jordi Mollé, de La Pobla de Segur, tenía 40 años y era padre de gemelos. Ramon Espinet, nacido en el Palau de Anglesola, tenía 47 años y un niño pequeño. Jaume Arpa, de 40 años, era de Tremp e iba a tener un hijo en breve. Lástima que Bruce no sea español.

http://www.lasprovincias.es/valencia/20090724/espana/bomberos-valientes-20090724.html


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Héroes contra el fuego
Seis bomberos han muerto esta semana en dos incendios en Teruel y Tarragona


La noche del miércoles pasado, Ramón Conejero, de 47 años, bombero de la Diputación de Teruel, recordaba entre sus más íntimos el incendio que en 1994 arrasó 30.000 hectáreas en los bosques del Maestrazgo, entre Teruel y Castellón. "Era el incendio más importante de los últimos 30 años", explica Antonio Arrufat, presidente de la Diputación y amigo de Ramón y de su esposa, María José. "Explicaba que los incendios de esta semana tenían mucho peligro y le recordaban al de aquel año. Reconoció que le imponían mucho respeto".
Aquella fue la última noche de Ramón con sus seres queridos. Falleció el jueves, en las labores de extinción de un fuego colosal. Había iniciado su turno de servicio en uno de los puntos más calientes: el que arrasaba 993 hectáreas entre los municipios de Cedrillas y Corbalán. Conducía un camión autobomba por una pista forestal cuando cedió el terreno en una curva. Cayó a un barranco. Sólo se pudo rescatar su cuerpo entre un amasijo de hierros.

Padre de Inma, de 20 años, y de Ramón, de 15, el bombero fallecido tenía 20 años de experiencia en el cuerpo. Su familia regenta la céntrica carnicería Atilano, junto a la plaza del Torico, en la que Ramón atendía al público los fines de semana. María José y Ramón eran aficionados al arte en forma de esculturas forjadas. Varias de sus obras embellecen lugares públicos de la provincia. Una de ellas, en la rotonda de la N-211 en Montalbán, fue bautizada Bailando sobre carbón. Y se ha convertido en metáfora de la media docena de incendios que han hecho un infierno de la provincia y de otros puntos del mapa, como Horta de Sant Joan (Tarragona). Este último fuego ha afectado 2.000 hectáreas de vegetación y se ha cobrado cinco vidas.
Todos los testimonios de los que conocían a sus víctimas, coinciden en que eran perfecto ejemplo del espíritu de sacrificio. Sus vecinos les han honrado con entierros multitudinarios.
Jordi Moré, de 41 años, era, por pocos días, el bombero más veterano de los fallecidos. Empezó como auxiliar forestal voluntario en su pueblo natal, la Pobla de Segur, en el Pallars Jussà, comarca leridana en la que muchas familias tienen algún miembro en el cuerpo. Entró a trabajar como profesional en 1992 y sólo en 2008 ingresó en el Grupo de Apoyo de Actuaciones Forestales (GRAF). El alcalde de su pueblo, Lluís Bellera, explica que "era una excelente persona, volcada en su profesión". Moré deja mujer y a dos hijos gemelos.
También llevaba 17 años de servicio como bombero Jaume Arpa, de 44 años, ascendido el año pasado a cabo y vecino de Tremp. Empezó como bombero profesional en el parque de la Seu d'Urgell y formaba parte del GRAF desde 2007. El alcalde de su pueblo natal, Víctor Orrit, remarca el dolor que deja. Dentro de tres meses iba a ser padre.
La tercera víctima es Ramon Espinet, de 47 años. Empezó su carrera en 1996 en el parque de Igualada, aunque antes también había sido voluntario forestal. Vivía en Mollerussa, con su pareja y su hijo de 15 meses. Hacía dos años que formaba parte del GRAF, aunque había mostrado su deseo de dejar pronto este grupo de élite. Con un niño pequeño, era arriesgar demasiado. No se equivocaba. Carme Tàpies, alcaldesa de su pueblo, Palau de Anglesola (Lleida), destaca "sus ganas de ayudar".
David Duaigües era el bombero más joven de los cinco fallecidos. Tenía sólo 29 años y hacía cuatro que era bombero en el parque de Ascó, aunque era natural de Almatret y vivía en Lleida con su pareja. Según el alcalde de su pueblo, Evarist Giralt, hacía poco que era miembro de los GRAF, pero amaba su profesión. "Su ilusión era ser bombero, era un profesional de pies a cabeza".
Pese a su juventud, 31 años, también era experto en luchar contra el fuego y en diseñar operaciones antiincendios Pau Costa, que, tras varios días de agonía, no logró superar las quemaduras de segundo y tercer grado sobre el 50% de su cuerpo. Era un enamorado del monte.
Con quemaduras en el 75% de su cuerpo sigue con vida Josep Pallàs, de 36 años y vecino de la Pobla de Segur. Como Moré, estaba destinado en el parque de Sort. Su pronóstico es grave.


http://elpais.com/diario/2009/07/26/espana/1248559209_850215.html
 
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Los perro bomberos tambien tienen historias.



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historia de turco,de como un perro abandonado puede ser un heroe



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perro abandonadoGracias a `Turco´, los bomberos de Valladolid rescataron a Redjeson Hausteen Claude, de dos años.

El pequeño haitiano llevaba dos días bajo los escombros.Abandonado por su dueño en Tarifa, este labrador estaba al borde de la muerte cuando fue recogido por unos militares. En unos meses pasó de ser un vagabundo a convertirse en el orgullo de un cuerpo de bomberos. Acaba de regresar de Haití, graduado tras salvar 18 vidas. `Turco´ es un perro andaluz y su historia comienza, como la película de Dalí y Buñuel, con una navaja bien afilada.En su caso, el tajo fue en el cuello. Sus dueños le extrajeron así el microchip, una práctica muy habitual entre los propietarios de los 150.000 perros que se abandonan en España cada año, tantos como víctimas humanas en el terremoto de Haití. Sin chip, no hay denuncia. El animal pierde su identidad y, casi siempre, perderá la vida. `Turco´, un labrador jovencito, quizá un regalo de Reyes, vagabundeó no se sabe cuánto tiempo por las afueras de Tarifa, en pleno verano de 2008, y acabó en un campo de maniobras. Lo recogieron unos militares que hacían ejercicios de tiro, muerto de sed, hecho un saco de huesos, lleno de pulgas y parásitos. Y con un pedruscazo en el hocico que todavía supuraba, cortesía de otro `amante´ de los animales.Turco estaba tan traumatizado que olvidó cómo se ladraba, como un niño que enmudece por los malos tratos. Un año después de su odisea, el perro seguía sin poder articular un guau.Así fue como Turco se cruzó en la vida de Cristina Plaza Jorge, una soldado profesional de 22 años, vallisoletana, destinada en Ceuta. «Me llamaron los compañeros que lo habían rescatado. Sabían que me estaba costando adaptarme, que me sentía sola y le había dicho a todo el mundo que quería un perro. Me mandaron una foto por el móvil. Parecía pequeñito, aunque resultó ser un grandullón. Y estaba flaquísimo. Me enamoré. Crucé el Estrecho en el ferry, me fui a ver al veterinario de Algeciras donde lo habían dejado y me lo llevé a casa.»`Turco´ se recuperó de sus heridas gracias a los mimos de Cristina. Y recobró la alegría, pues la nobleza nunca la perdió. «Es el perro más juguetón del mundo. Incansable. Lo que más le gusta es correr por la playa. Le puedes tirar un palito cien veces, que cien veces irá a por él y te lo traerá.» Vivieron juntos ocho meses felices. Ganó peso, aunque seguía sin ladrar. Una mañana cayó una tromba de agua: 160 litros por metro cuadrado. Y la casa de alquiler de Cristina, una planta baja, se inundó de tal modo que era inhabitable. «Rezumaba tanta humedad que tuve que volver al cuartel. Como allí no podía tenerlo, lo llevé a casa de mi madre en Castronuevo de Esgueva, un pueblo de Valladolid.» Allí, Turco conoció la nieve. Pero el destino le tenía reservada una nueva sorpresa. El perro rescatado de la muerte por unos soldados de buen corazón iba a tener ocasión de demostrar su generosidad y devolver el favor. Con creces.El sobrino de una vecina, bombero del grupo de especialistas en rescates de la Junta de Castilla y León, lo vio corretear por el pueblo e intuyó enseguida que aquel chucho alegre, vivísimo, que lo olfateaba todo con la curiosidad de un detective, sin despistarse jamás, tenía madera de héroe. Pidió permiso a Cristina para hacerle una prueba. «Ya tenían a `Dopy´, un Golden Retriever pero siempre andan buscando nuevos perros. No es nada fácil encontrar candidatos que superen las pruebas. Yo les dije que de acuerdo. Me costó lo mío, porque lo quiero muchísimo, pero me convenció mi madre.» Su argumento era incontestable y resultaría profético: «Imagínate, Cristina, que algún día `Turco´ salva una vida».Cristina les puso a los bomberos tres condiciones antes de donarles a `Turco´: que no le cambiasen el nombre, que le dejasen verlo cada vez que fuera a Valladolid y que, si el perro no superaba las pruebas, se lo devolviesen. Y los avisó, además, del gran inconveniente: no ladraba. ¿Cómo se las arreglaría para alertarlos si encontraba un superviviente entre los escombros? A los quince días la llamaron por teléfono. «Tu perro ya ladra y está hecho una máquina. Cuando salimos a correr, se viene con nosotros. Y luego se va a correr con el siguiente turno. Nunca tiene bastante.» Comenzó entonces el durísimo entrenamiento de un rescatador canino en edificios y estructuras colapsadas.Eugenio, su adiestrador del parque de bomberos de Tordesillas, enseñó a `Turco´ el oficio. Moverse en las mil trampas de un derrumbamiento, adentrarse en la oscuridad por huecos inverosímiles, pues no basta con detectar un olor y ponerse a ladrar, un buen perro de rescate intentará seguir profundizando y encontrar un camino hasta llegar lo más cerca posible de la víctima sepultada. No son perros a los que se entregue la prenda de una persona y les sigan la pista. Distinguen el olor genérico de los humanos y son capaces de diferenciar si se trata de una persona viva o muerta. Y de discriminar entre los olores de las personas enterradas y los de las que están en superficie. Es una gran responsabilidad, porque cuando los perros terminan su trabajo y la zona se declara limpia, empieza el de las máquinas de desescombro. Deben compenetrarse con su binomio humano hasta formar un equipo eficaz. Su premio: una caricia, una golosina, un palito que mordisquear.Completado su entrenamiento, llegó la prueba de fuego. `Turco´ y `Dopy´ volaron a Haití con un equipo de siete bomberos de los parques de Valladolid, Tordesillas y Palencia, con Francisco Rivas como jefe de expedición. Y demostraron lo que valen. Fueron nueve días de trabajo tan intensos como atroces, trabajando 16 horas diarias en condiciones inimaginables, entre réplicas del terremoto y actos de pillaje o de mera supervivencia. Participaron en 18 rescates. Cuando hay 150.000 muertos sobre el terreno, hablar de 18 finales felices es como aferrarse a un clavo ardiendo. Hasta los perros se deprimen ante la enormidad de la tragedia. Pero cada vida humana cuenta. Por eso mismo, Francisco Rivas no podrá olvidar nunca a la adolescente que tuvieron que dejar en un edificio cuando apenas faltaba media hora para desenterrarla porque los escoltas de la ONU , temerosos de verse envueltos en un tiroteo cercano, les ordenaron abandonar el salvamento y salir de allí por piernas.Pero tampoco nadie podrá olvidar el rescate del niño Redjeson Hausteen Claude, de dos años. Un milagro que dio la vuelta al mundo. El pequeño estaba entre los escombros de la vivienda familiar, abrazado a su abuelo muerto. Cuando el bombero Óscar Vega lo sacó en brazos, la familia lo rodeó y empezó a bailar alrededor, entre gritos de alegría. «Cuando lo vi por televisión, me puse a llorar y no podía parar. ¡Ése es mi `Turco´! Es lo más grande que me ha pasado en la vida», recuerda Cristina. Turco ya está de vuelta en España, mordisqueando palitos, su gran afición, jugando con `Dopy´, su compañero de fatigas. Y entrenándose diariamente para seguir salvando vidas como si tal cosa.

http://www.perros.com/foros/general...o-un-perro-abandonado-puede-ser-un-heroe.html
 

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La noche de los bomberos inocentes

Las dos plantas del cuartel se desplomaron y una de las víctimas era un joven bombero que horas antes se había graduado de ingeniero

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Esa noche ninguna alarma anunció el peligro. La tierra envió advertencias antes de desatar la furia que al comenzar el 23 de diciembre de 1972 puso fin al son Guantanamera, que interpretaban Los Ramblers, en el Hotel Intercontinental, donde los invitados lucían sus mejores pasos al ritmo antillano.

La música se apagó y el pánico se impuso en la pista. La vista de la ciudad de Managua se quebró y en medio del horror, los asistentes a la fiesta se percataron de que lo primordial para los empleados era resguardar la vida del millonario Howard Hughes, hospedado en el “hotel pirámide” desde hacía un par de meses.

Hughes tenía alquilados el sexto y séptimo pisos, para él y sus servidores, porque supuestamente haría negocios con el general Anastasio Somoza Debayle, entre ellos la construcción de un oleoducto.

La fiesta con Los Ramblers, uno de los mejores conjuntos de la época, había sido publicitada en los periódicos en las últimas semanas como uno de los mejores eventos prenavideños. Atilio Ibarra estaba tocando la batería y al ocurrir el sismo pesó más su instinto de bombero que de músico. Otro miembro del Benemérito Cuerpo de Bomberos, el mayor Ramón Lobo, también era músico y estaba tocando en un sitio cercano, el San Luis Blue, una de las esquinas de la Avenida del Ejército.

Cuarenta años después, Ibarra y Lobo recuerdan que dejaron de lado los instrumentos musicales y buscaron cómo salir para ir a reportarse a la Estación de Bomberos. Caminaron por la Calle Colón y al paso observaron cómo salía la gente atontada de las casas o lo que quedaba de las casas, pero ellos nada podían hacer sin sus equipos.

Managua estaba en la oscuridad y los dos bomberos, cada uno por su lado, llegaron a los restos de su cuartel: todo estaba aplastado. El letrero luminoso que habían colocado sobre la Estación, donde se leía: “Felices Pascuas y Año Nuevo”, fue pulverizado por la sacudida terráquea.

Con la luz de la Luna, Ibarra logró ver la bota del oficial que estaba de turno, quien había muerto aplastado por una pared del edificio de los Bomberos.

Cae con la segunda planta

Félix Téllez, con 22 años de edad, era otro bombero de turno en el cuartel la noche del 22 de diciembre de 1972. Recuerda que ese día les habían pagado el aguinaldo y a las 10 de la noche salió de la cabina de mando para entregar el turno al capitán Macario Estrada López y retirarse a dormir al segundo piso. A esa hora sintieron temblores leves.

“Había calor y bochorno”, relata Téllez, quien se durmió y solo despertó cuando escuchó los gritos del jefe, Roberto Solís: “¡Terremoto, muchachos! ¡Terremoto…!”

Téllez recuerda haber escuchado un estruendo en la profundidad de la tierra y un aire caliente recorrió sus pies.

El Cuartel de Bomberos estaba frente al Estadio Nacional, en el mismo sitio en que se halla cuatro décadas después. El edificio tenía dos plantas y las dos cayeron.

Aturdido, Téllez pensó en lanzarse al vacío creyendo que aún estaba en la segunda planta. Intentó ponerse de pie y cayó. Tenía heridas en los pies, causadas por los cristales rotos, el ambiente estaba cargado del polvo fino de la destrucción y, por la oscurana, era difícil ver a una distancia mayor de un metro.

Cambio de turno fatal

El terremoto terminó con la dicha del bombero Ronald Madriz, quien ese 22 de diciembre se había graduado de ingeniero civil y al comenzar el día 23 murió aplastado por una pared del cuartel.

En la desesperación, otro bombero intentó salir por el patio, pero la estructura de mampostería estaba rota y las varillas descubiertas le desgarraron el brazo izquierdo, quedando en estado grave por el desangramiento.

Téllez cuenta que en el cuartel había entre 50 y 60 bomberos esa noche, que se habían quedado a dormir porque en la madrugada del 23 de diciembre irían a tocar una serenata, una tradición que mantenían desde el año 1936.

Ibarra dice que vio a bomberos atrapados entre los camiones destruidos al caer la segunda planta del edificio.

El bombero Miguel Salgado tenía libre la noche del 22 de diciembre, pero pidió hacer ese turno para poder estar con su familia la noche del 31. Ese cambio de turno le costó la vida. Encontraron su cuerpo debajo de la marquesina del cuartel.

Un segundo sismo

Solo un camión de bomberos quedó bueno, porque andaba fuera del cuartel en el momento del terremoto. Era una ronda habitual, dado que en las calles de Managua había mucho movimiento, por las fiestas y las ofertas en las tiendas.

El mayor Ángel Rodríguez comenta que era costumbre de los bomberos, a partir del primero de diciembre, hacer rondas nocturnas por los mercados Central y San Miguel, ubicados cerca de donde hoy está el Colegio Loyola.

Esa noche, Rodríguez era el jefe de brigada y andaba con Orlando Ponce al volante. Bajaron por la Avenida Bolívar y cuando se acercaban al Teatro González sintieron un temblor “como de cinco grados”. Decidieron ir por la Avenida del Centenario, que era la calle de la Catedral, de sur a norte, y tomaron después la 15 de Septiembre, para salir al Ministerio de Hacienda.

Estaban parqueándose junto al almacén Ludeca, distribuidor de maquinarias agrícolas, cuando sintieron “el temblor grande”. Miraron cómo algunos postes se venían sobre el camión y caían a la par. Rodríguez y Ponce salieron del vehículo y corrieron hacia un predio vacío, donde iban a construir el consultorio de un doctor de apellidos Pérez Mora.

Escuchaban gritos pidiendo auxilio y cuando quisieron hacer algo, hubo otro sismo que derribó lo que aún quedaba en pie alrededor.

Los dos bomberos ayudaban a gente que estaba prensaba por objetos algo pequeños, cuando escucharon una explosión por la zona de la iglesia Santo Domingo, donde quedaba el almacén de armas de la Guardia Nacional.

Las calles quedaron cerradas por escombros. Llamaron por radio al cuartel y nadie les contestó, hasta las dos de la mañana que un bombero les avisó por un radio portátil que el cuartel estaba destruido, había muertos y era mejor que se quedaran allí hasta el amanecer.

Al salir el sol el 23 de diciembre de 1972, Ángel Rodríguez entregó el camión de bomberos y fue a su casa, en la colonia Nicarao. Sus familiares estaban en la calle. Les ayudó a hacer una champa, para refugiarse, y regresó a trabajar en lo que quedaba del cuartel.

Arrasado

El periodista Nicolás López Maltez, en su libro Managua 1972, tomo I, precisa que el terremoto destruyó el área más poblada y urbanizada, entre la laguna de Tiscapa y el lago Xolotlán, porque la Avenida Roosevelt tenía debajo una falla de 13 cuadras. Quedaron destruidas 640 manzanas urbanas, donde había 60,000 edificaciones.

Sugerencias de veteranos


A las nueve de la mañana del 23 de diciembre, entraron a Managua los bomberos de las ciudades del interior del país y de Costa Rica, el país vecino del sur. Empezaron así las labores de rescate.

El fuego se expandía, arrasaba con lo que quedaba del centro de Managua. Algunos incendios fueron consecuencia de actos vandálicos o provocados por comerciantes que buscaban cobrar un seguro, según testimonios de bomberos testigos del saqueo que se desató en la ciudad.

El mayor Atilio Ibarra, del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Managua, afirma que su organización tiene ahora más conocimientos para atender este tipo de emergencias.

Ibarra casi muere intoxicado en la madrugada del 23 de diciembre de 1972, por falta de equipos de protección. Los bomberos trabajaron esos días casi sin descanso y con hambre. Ante la falta de alimentos sólidos bebían leche que les obsequiaban los dueños de la industria Eskimo.

El mayor Félix Téllez considera hoy que, de ocurrir otro terremoto en Managua, podrían morir 1 de cada 3 habitantes, si no se adoptan las medidas preventivas.

Los bomberos recomiendan recoger agua, tener lámparas y radios con baterías, almacenar granos básicos y no poner televisores en lugares altos “porque, a veces, la sacudida no nos mata, pero sí los objetos mal colocados”.


elnuevidiario.com

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1 de Enero de 1953. Declaraciones de algunos sobrevivientes

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1 DE ENERO DE 1953

“La noche del Año Nuevo se tiñó con rojos resplandores de tragedia”.

La madrugada del 1 de enero de 1953 alrededor de las 02:00 horas, el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso acudió a la primera Alarma de Incendio del nuevo año, el fuego hizo su aparición en la barraca Schulze ubicada en avenida Brasil esquina de calle Freire.

El incendio, como tantos otros, fue rápidamente dominado y nada hizo suponer la dantesca tragedia que arrebataría la vida a 36 voluntarios del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso. Cuando el reloj marcó las 03:04 horas sobrevino la explosión transformando una noche de buenaventurazas en absoluta tragedia.

RELATO DE UN CAPITAN DE 38 AÑOS

...Soy René Gallardo Kötz, Bombero.

El 1 de enero de 1953 tenía 38 años de edad y asumía la capitanía de la 10ª Compañía. Hasta aquel entonces me había desempeñado como ayudante del 2º Comandante don José Serey Sagredo. ¿Qué habrá sido de él?. La emoción lo embarga y calla.

Me encontraba en casa celebrando el año nuevo y mi sexto año de matrimonio junto a mis hijos de 2 y 4 años. Vivía en la calle Héctor Calvo del cerro Bellavista. (calle que coincidentemente lleva el nombre del joven mártir de la 10ª fallecido en el incendio de calle Rodríguez entre Chacabuco y Pedro Montt la noche del 13 de diciembre de 1948).

Cuando sonó la sirena me asomé inmediatamente para ver lo que ocurría, tomé mi chaqueta y casco y partí al incendio, era uno más. El incendio fue como tantos otros, a las 03:04 horas me acerqué al 2º Comandante Serey para informarle que el incendio ya estaba controlado, allí sobrevino la explosión!. Desde calle Blanco volé hasta la bodega Cánepa donde me azoté contra las cortinas. Sufrí un par de magullones, pero inmediatamente me incorporé y comencé a buscar a mis Tenientes, no había ninguno, no encontré a nadie, todos habían fallecido. Nadie quiere perderse la primera lista del año, y a aquel incendio habían llegado casi todos.

Esa noche no pudimos pasar lista ¿A quién se la pasaríamos?. El que no estaba en el Hospital, estaba muerto. Diez de mi Compañía eran los fallecidos en acto de servicio. Aquella noche supe lo que era sentir la garganta apretada.

¿Qué vi esa noche?... ¡Horrores!. Perdone, ha pasado tanto tiempo, pero aún me brotan las lágrimas. No podré olvidar jamás a esos muchachos que ardían envueltos en llamas sin que pudiésemos hacer nada. Aquella noche vi a los curiosos como sonámbulos sin rumbo con sus espaldas ardiendo.

Cuando llegamos al Hospital a todos nos pusieron una inyección, al interior de una de las salas de urgencia oí a uno de mis compañeros quien atormentado por el dolor suplicaba “¡Mátenme, mátenme!”

El Hospital me encontré con el Dr. de Compañía Jorge Soto Moreno, había sido alcanzado por la explosión y aún andaba de smoking. Al no encontrar a todos mis voluntarios en aquel lugar, regresé al lugar de la explosión, no pude reconocer a nadie, todos estaban negros y brillantes, algunos irreconocibles. Los funerales fueron muy tristes, muchas de las urnas no llevaban nada dentro.

Soy un sobreviviente, sufro de una distonía de torsión, no sé muy bien lo que significa aquello, pero no puedo mantenerme mucho rato de frente, después de un par de segundos giro automáticamente. Nunca me recuperé. (1)

UN VOLUNTARIO DE 24 AÑOS

Soy Eduardo Ramos Castro, una vez tuve 24 años y un terno de novio. Me había casado en la navidad de 1952, y me iría de luna del miel el 1 de enero del 53’.

Al oír la sirena partí de inmediato al incendio. Entonces sobrevino la explosión, volé por los aires, cuando recuperé el conocimiento me vi medio muerto tendido sobre una ruma de escombros en llamas... ¡Gritaba!. Mi padre murió mártir. No me va a creer, mi padre me salvo y me saco de entre las llamas y el humo, ahogándome logre llegar desde calle Blanco hasta la avenida Errázuriz. (Bernardo Ramos de la misma Compañía fallece junto a Héctor Calvo en el incendio calle Rodríguez entre Chacabuco y Pedro Montt la noche del 13 de diciembre de 1948).

Al mirarme las manos vi que solo llevaba colgajos de piel, no sentía dolor. Precisamente en aquel momento pasó un automóvil conducido por jóvenes... paró y al ver sus rostros de espanto, supe que lo mío era grave.

Al llegar al hospital pedí a un amigo que avisara a mi casa que estaba vivo, anotó el teléfono en una caja de fósforos que después perdió, nunca llego aquella noticia a mi hogar, en ella me dieron por muerto.

El cuidador de la bodega nos advirtió que en ella se guardaban explosivos mientras rescatábamos sus cosas.

Aún tengo una cicatriz en mi mentón, manchas en mi nariz y en las manos. Una vez tuve 28 años y sobreviví a la tragedia más grande de mi vida.

ALFREDO BLANCHAR DE LA QUINTA COMPAÑÍA BOMBA“POMPE FRANCE”.

Fuimos de los primeros en llegar al incendio. Al momento de la explosión me encontraba en el techo de la barraca Schulze junto a mis compañeros Carlos Venegas, Roberto Murgues y Ramón Casacuberta. Todos lograron sobrevivir.

Recuerdo que toda la estructura en que estábamos se desarmó y caímos. Yo sólo vi unos espejismos, sombras y a tientas salí del lugar y me dirigí a mi casa del cerro Mariposa. Me salieron a encontrar mi esposa y mis familiares. Afortunadamente, me lograron salvar el ojo izquierdo, gracias a un medicamento que me trajeron desde Argentina. Lamentablemente, perdí totalmente el oído de ese lado...

Los Muertos en Acto de Servicio son:

De la Sexta.
Guido Malfatti Paolinelli.
Paolo Scorza Roi
Humberto Gaggero Capellaro

De la Séptima.
Rufino Rodrigo R.

De la Octava.
José Serey Sagredo (2º Comandante)
Guillermo Balbontín S.
Lautaro Barrientos B.
Leandro Escudero C.
Joaquín Fuenzalida G.
Albino Gómez O.
José Pereira S.
Jorge Robles S.
Carlos Silva C. (Padre)
Carlos Silva V. (Hijo)
Jorge Thibaut S.
Galvarino Vera M.
Hernán Viejo L.
Rubén Zamorano B.
Luis Fuster G.
Luis García P.

De la Décima.
René Carmona Corvalán
Juan Contreras Fernández
Jaime Rojas Rojas
Carlos Figueroa Pinilla
Carlos López González
Julio Gallagher Maureira
Jorge Rubio Ramírez
Luis Pinto Gómez
Jorge Candia Pérez
Gustavo Covarrubias Díaz

De la Undécima
Alfonso Agüero Pérez
Fernando Aguiló Muñoz
Edwin Glaves Espejo
Robert Glaves Espejo
Hugh Honeymann Hills
Roberto Layera P.
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(1) Don René Gallardo Kötz se convirtió en un destacado Capitán de la Décima llegando a servir en el cargo de Comandante del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, fallecido hace algunos años. Hoy la Brigada Juvenil de la 10ª Compañía lo recuerda llevando su nombre y cosechando en los más jóvenes el espíritu bomberil que más tarde germinará en extraordinario servicio.

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