UN REPASO POR LAS CAMPANAS QUE PERTENECIERON AL TEMPLO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

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Imagen fotográfica tomada de la iglesia ya en ruinas. Esta campana quedó tan maltratada con el fuego y el golpe en el suelo, que los sacerdotes decidieron fundirla otra vez para hacer nuevas piezas.


El próximo jueves 8 de diciembre se cumplirán 153 años del trágico incendio de la Compañía de Jesús en Santiago, que se llevó entre las llamas la vida de más de 2.000 personas, especialmente mujeres, aquel Día de la Inmaculada Concepción, en uno de los eventos más trágicos de la historia de la capital chilena y del registro mundial de incendios catastróficos.
Ya he hablado en varias entradas de este aciago episodio de la historia de Chile tan descuidado por el discurso oficial de la memoria, entre cuyas consecuencias estuvo la inmediata fundación del Cuerpo de Bomberos de Santiago y una campaña para la instalación del monumento en el lugar de la tragedia, en los jardines del edificio del Congreso Nacional, luego trasladado a la plaza enfrente del Cementerio General y reemplazado por el actual que allí se observa. También vimos la historia de tres de las campanas que habían pertenecido a la siniestrada iglesia, y que fueron regresadas desde Gales a Chile a fines de las celebraciones del Bicentenario Nacional.
Debe recordarse que aún se sentía el olor del humo y de los tizones mojados del destruido templo, cuando se propuso la creación de un jardín y del monumento sustituyendo las ruinas. Así, el día 14 de diciembre siguiente, el gobierno ordenó por decreto la definitiva demolición de las murallas que todavía quedaban en pie, concediéndose “un término de diez días para la extracción de los cadáveres que están en dicho templo”.
Entre los más significativos y simbólicos objetos rescatados del templo jesuita, destacaron las mencionadas campanas, de distintos tamaños y períodos, hechas de bronce y de cobre y colgadas especialmente después de la reconstrucción casi total tras el terremoto de 1730.
Quisiera darme un tiempo, entonces, para repasar la historia, características y ubicación de estas históricas piezas, que testimonian uno de nuestros peores y más dolorosos recuerdos históricos del siglo XIX.

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Las tres primeras campanas regresadas desde Gales, siendo exhibidas en la Plaza de la Constitución frente al Palacio de la Moneda, en 2010. Las mismas que sonaban de forma aterradora en medio del fatídico incendio, según las crónicas, golpeando sus badajos mientras el templo de contraía y derrumbaba.

LA CAMPANA DE LA ERMITA DEL CERRO SANTA LUCÍA

De entre las cenizas del templo, la campana principal fue recuperada y trasladada años después a la Ermita del Cerro Santa Lucía, obra levantada por arquitecto y cantero Andrés Staimbuck, durante los trabajos realizados entre 1872 y 1874 para convertir el rocoso lugar en paseo.
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Siendo quizás la mayor de las que quedaron, era una de las campanas más nuevas, sin embargo: había sido incorporada al templo en 1853, sólo diez años antes de la tragedia, como se lee en sus inscripciones señalando su origen en los talleres de la Escuela Nacional de Artes y Oficios y durante los días del arzobispado de Monseñor Rafael Valentín Valdivieso.
En un principio, se mostró esta pieza en la exposición histórica del Castillo Hidalgo, para la primera inauguración de los trabajos, antes de ser trasladarla a la ermita inaugurada a fines de 1874, cuya construcción fue posible gracias a los generosos aportes de don Domingo Fernández Concha, el mismo cuyos apellidos quedaron inmortalizados en el edificio portal de la Plaza de Armas.
El Intendente Benjamín Vicuña Mackenna aseguraba que, por entonces, esta campana “conserva vibrantes y claros sus sonidos”, con los que convocaba a las reuniones religiosas que desde inaugurada la obra, comenzó a ofrecer un capellán contratado especialmente para las misas de días festivos y los casamientos realizados sin cobros en la ermita del cerro.
Sin embargo, como está rota y parcialmente deformada a consecuencia del ablandamiento provocado por el fuego y la caída, su tañido suena de manera extraña y casi lúgubre a juicio de los pocos que han podido escucharla alguna vez, ya que ha permanecido muda desde hace mucho.

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LAS CAMPANAS EN EL CONGRESO NACIONAL DE SANTIAGO
Coordenadas: 33°26'17.37"S 70°39'10.15"W
Como vimos en una entrada especialmente dedicada a ellas, el principal grupo de campanas que habían pertenecido al edificio jesuita, fueron compradas como chatarra y llevadas al Reino Unido por el comerciante británico Graham Vivian, quien las embarcó hacia la ciudad de Swansea, en Gales del Sur, donde llegaron en 1865.
Eran campanas de buen tamaño, con inscripciones en su propio diseño y una bella decoración de iconografía religiosa, además de las fechas de 1753, 1812 y 1818 con rótulo de origen en Huesca en dos de ellas. En la mayor iba inscrito el nombre de don Manuel de Murillo, probablemente el fabricante.
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La intención del comerciante británico era fundirlas y reutilizar el metal pero, una vez allá, su hermano mayor y anticuario Henry Hussey Vivian, advirtió el valor histórico que tenían y lo convenció de mejor donarlas a la cercana comunidad anglicana de Oystermouth, donde ambos tenían parientes. Así fue cómo tres de las piezas se instalaron en el campanario local de la Iglesia de Todos los Santos, sustituyendo las anteriores más pequeñas y modestas.
Tras pasar casi un siglo en la torre de esta iglesia galesa, fueron bajadas en 1964 por los peligros de derrumbe del campanario debido al peso de las piezas, siendo colocadas en pedestales propios y bajos, junto a un murallón adyacente al pórtico del templo, con un cartel que contaba algo de su origen e historia.
Aunque había rumores de que algunas campanas de la Iglesia de la Compañía habían sido vendidas y sacadas del país, sería gracias a un reportaje de la BBC de Londres que se conoció su presencia en la pequeña parroquia del pueblo galés, hacia el año 2009. El Reverendo Keith Evans reconoció, en febrero del año siguiente, que el Gobierno de Chile había solicitado su devolución por la vía de la representación diplomática, y admitió que había feligreses de su Parroquia de Todos los Santos dispuestos a regresarlas a pesar del cariño que le tenían a las mismas.
A los pocos días de conocida la noticia, sucedió en Chile el terrible terremoto del 27 de febrero de 2010, evento que, según palabras del propio Reverendo Evans, apresuró la decisión de la parroquia y de sus devotos por regresarlas, rumoreándose de algunos supuestos hechos paranormales al respecto, inclusive. Así, las reliquias zarparon de regreso hacia nuestro país con un mensaje de la dadivosa Comunidad Anglicana manifestando su deseo de "visitarlos en 2013 para participar en la conmemoración de los 150 años del incendio"... Demás está recordar que este comprometido encuentro que debía tener lugar en 2013, por razones incomprensibles, no se realizó.




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PRIMERA PARTE
 

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SEGUNDA PARTE


Las piezas llegaron hacia mediados de septiembre a bordo del buque de la Real Armada Británica HMS "Portland". Una gran expectación se produjo en esos días, a causa del ánimo reinante por las fiestas del Bicentenario. Se realizó una recepción con un concierto de campanarios del centro de la ciudad y un acto del Coro de Cámara de la Universidad Alberto Hurtado, además del tronar de las sirenas del cuerpo de bomberos. El primer campanazo de retorno de una las piezas, tuvo lugar el 29 de septiembre de 2010, con el acto oficial de entrega de las piezas a la República de Chile y con el Presidente Sebastián Piñera encabezando la ceremonia solemne que sirvió para cerrar formalmente los festejos de ese mes, relativos al Bicentenario. La histórica campanada del regreso la dio la niña Martina Maturana, la misma pequeña heroína que hizo sonar el gong de alerta de la Isla Robinson Crusoe, salvando a varias personas del inminente maremoto que atacó al archipiélago en la noche del terremoto de febrero.
Se suponía que el traslado de las campanas hasta los jardines del Congreso Nacional iba a ser la noticia más importante del día 8 de diciembre de ese año, pero el destino otra vez se encargó de interferir en los planes humanos, con el incendio de la Cárcel de San Miguel, que provocó la muerte de 81 prisioneros.
Desde que volvieron a su sitio original en aquella ceremonia breve y sobria a causa de las cincunstancias, las campanas han sonado algunas veces más, no sólo en los aniversarios de la tragedia: también han tañido durante el 2011, al mediodía, como sustitución temporal al famoso cañonazo de las 12 del cerro Santa Lucía.
CAMPANAS DEL CONGRESO NACIONAL DE SANTIAGO:
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LA CAMPANA DERIVADA AL CUARTEL GENERAL DE BOMBEROS
Coordenadas: 33°26'11.12"S 70°39'3.29"W

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Una de las tres campanas que volvieron a Chile desde Gales, fue llevada al Cuartel General del Cuerpo de Bomberos de Santiago, en la cuadra de calle Santo Domingo con Puente, adyacente a la Plaza de Armas. Allí permanece en un altar propio y con fuente de aguas de su patio, junto al museo y el edificio administrativo.
Esta campana también tiene sello de origen en Huesca, correspondiendo a la fechada en 1818. Al igual que las otras, cuenta en su cuerpo con diseños de molde para el metal colado, alusivos a iconografía religiosa y decoración de estilo barroco tardío.
Desde concretado aquel traslado muy poco después de la instalación de las campanas en los jardines del Congreso Nacional, sólo dos de las tres cuelgan aún en la misma estructura que se tenía por sólo provisional cuando llegaron de vuelta, allá en los jardines junto al monumento a las víctimas del mismo incendio.
La campana de bomberos es, por lo tanto, la más "dignificada" de las piezas recuperadas en aquella ocasión, luciendo espléndida en su bello memorial con escalinatas, del patio adoquinado del cuartel.






CAMPANA DEL CUARTEL GENERAL DE BOMBEROS:

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LA "CUARTA CAMPANA" EN LA 14ª COMPAÑÍA

Ya en 2013, año en que debía tener lugar la celebración del siglo y medio de la tragedia de la Iglesia de la Compañía (cosa que no ocurrió), otra campana identificada como original del templo y también llevada por el comerciante Vivian a Gales, fue recuperada gracias a una gestión iniciada durante el año anterior, en la que participó el Príncipe Edward, Duque de Wessex.
Tras haber estado desde 1870 en la Parroquia de Saint Thomas de la localidad de Neath, cerca de Swansea, esta reliquia fue entregada en custodia al príncipe por el arzobispado anglicano de Gales y devuelta a nuestro país en septiembre, recibiéndola en la ocasión una delegación de la 14ª Compañía de Bomberos de Santiago, acompañados por el embajador de Chile en Londres.
Una vez en Santiago, la campana fue colocada en el Cuartel de la 14ª Compañía, en la avenida Tobalaba cerca de calle Lota, Providencia. Se la instaló allí con un memorial, en una emotiva ceremonia a principios del mes de octubre, con asistencia de autoridades bomberiles, municipales y diplomáticas.
Apodada como la “Cuarta Campana” (por ser la última de las cuatro llegadas desde Gales), quedó colgada en el campanario de la fachada del cuartel, contando con un sistema más moderno que la hace sonar: un dispositivo electrónico fabricado en Italia, que permitió eliminarle la cuerda del badajo y darle el necesario lucimiento como valiosa reliquia histórica y testimonial.

CAMPANA DE LA 14ª COMPAÑÍA EN PROVIDENCIA:


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TERCERA PARTE

¿UNA CAMPANA EN EL MHN?

Vicuña Mackenna se refirió a otra pieza de este tipo que habría sido trasladada al Museo Histórico Nacional, pero no tenemos noticia de ella en las actuales dependencias de esta institución, allí en Plaza de Armas. Esto apareció en su "Álbum del Santa Lucía" de 1874, cuando comenta que la revisada campana de la Ermita "el único vestigio de este género (con excepción de la que existe en el Museo histórico) de la antigua Compañía de Jesús de Santiago".
Enrique Conrado Eberhardt, por su parte, repite lo mismo en su "Álbum-guía del cerro Santa Lucía" de 1910, lo que hace suponer que, todavía en esos años, se estimaba que otra campana habría estado en dicho museo que funcionaba todavía en el cerro, aunque otras fuentes aseguran que, a la sazón, las única conocida era la que estaba en la Ermita del Cerro Santa Lucía.
Aunque no hay a la vista información del Museo Histórico Nacional al respecto, sí confirmamos que existe en el salón colonial de sus dependencias actuales, en el Palacio de la Real Audiencia, un par de campanas antiguas, siendo una de ellas sospechosamente parecida a las piezas que se trajeron de regreso desde Gales, tanto en diseño como inscripciones.
A mayor abundamiento, esta campana de bronce en la exhibición fue fabricada en 1762 y lleva una inscripción en mayúsculas con el apellido Padylla, suponemos que perteneciente al fabricante. Consta de decoración barroca religiosa parecida a las de los otros casos revisados, y está junto a una más ancha y voluptuosa, del siglo XVII ó XVIII.
No tengo confirmado que pueda tratarse a la campana a la que aluden Vicuña Mackenna y Eberhardt en sus respectivas obras, como original de la Compañía de Jesús. Empero, por su decoración y aspecto, puede aseverarse -como mínimo- que pertenece a la misma época de las identificadas como tales.


CAMPANA DEL MHN:


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OTRAS CAMPANAS CONOCIDAS


Fuentes como la revista "Pacífico Magazine" eran claras en decir, en 1914, que la revisada campana de la Ermita del Santa Lucía era, por entonces, la "única reliquia de la Iglesia de la Compañía, que anunció a Santiago el espantable incendio". Sin embargo, aun tomando en cuenta que por entonces no se sabía todavía de las cuatro campanas que estaban en Gales (y pasando de alto la supuesta del Museo Histórico Nacional), hay algunos ejemplos más de posibles campanas de la misma iglesia dentro del país.
Una de las campanas mayores del templo, la más conocida de las retratadas en las fotografías posteriores al desastre, quedó en un estado de inutilidad tal que los jesuitas volvieron a fundirla, para hacer un par de campanas nuevas que están actualmente en la Iglesia del Colegio de San Ignacio, en Santiago. Al menos su material, permanece aún en Santiago.
Otra campana que también salió de entre los restos de la iglesia, habría pasado a manos particulares, fue regalada por don Pedro Subercaseaux al Presidente Federico Errázuriz, correspondiendo a la que hoy se encuentra en el patio principal del Museo San José del Carmen de El Huique, o al menos así se la identifica localmente.
Cabe comentar, además, que la valiosa pieza del reloj del templo, de fabricación chilena y también rescatada de entre escombros durante los trabajos de demoliciones, y llevada hasta la Iglesia de Santa Ana. Allí encontró la paz y el relajo que su casa original nunca pudo garantizarle, pues era la segunda vez que debía ser retirada de entre las ruinas, la primera de ellas a consecuencia del terremoto de 1730.

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