SE LLAMABA "CUATRO REMOS"

ANGEL MALO

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Obra del Pintor Caro en el Congreso Nacional
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Novela de las andanzas de "Cuatro Remos"


Foto de la antigua Cañadilla, Actual Comuna de Independencia.
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Lugar de donde era originario "Cuatro Remos"

Archivo Santiago Ferreiro
 

kamakura

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De la página web de la Tercera Compañía de Valparaíso:

A lo largo de su historia, el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso ha contado con un sinfín de abnegados y constantes servidores quienes, mientras duro su permanencia en las filas han entregado a la institución lo mejor de si. Resulta sorprendente enterarnos que entre aquella pléyade de hombres de servicio, existió uno que nunca fue hombre, pero que al igual que sus pares supo más que muchos servir a la ciudad de Valparaíso.

Lo llamaban Cuatro Remos y se cree que su nombre, tan de puerto por lo demás, proviene de un legendario rescate que realizara dicho animal.

Cuenta la historia que mientras Cuatro Remos contemplaba desde la orilla el cansino movimiento de las embarcaciones, vio como por efecto de las olas un pequeño niño caía desde una de ellas. El fabuloso can, sin trepidar ni un solo instante, se arrojo a las olas en fuerte movimiento y logro agarrar con su hocico al angustiado niño que llevó a salvo hasta la playa. De entre los admiradores que tuvieron la suerte de presenciar tan arrojado Acto de Servicio, uno de ellos comentó que el valiente perro, por su rapidez y pericia en el agua, al parecer contaba con Cuatro Remos en vez de cuatro patas.

Con el pasar, Cuatro Remos comenzó a ser reconocido por los habitantes de Valparaíso, quienes se entretenían al ver como después de depositar en su hocico centavo y medio, corría hacia el vendedor de Tortillas, personaje tan característico del viejo Valparaíso, y después de soltar dichas monedas y recibir a cambio una de sus apetitosas tortillas, zaceaba su apetito. Claro está que el truco duraba poco tiempo, después de unas cuantas tortillas Cuatro Remos no aceptaba más monedas.

Como todo Caballero que se precie de tal Cuatro Remos también poseyó título el que sonaba más menos como sigue: Insigne cazador de ratas, persigue a todo aquel que se burle de él, rey de levas, como él no ha habido otro, distinguido miembro del Cuerpo de Bombaros de Valparaíso.

Según El Mercurio Cuatro Remos era de regular estatura, con piel parecida a la que viste el león, orejas cortadas y andar airoso, cabeza alongada y rabo pequeño.

El 30 de mayo de 1863 la autoridad de Valparaíso ordenó una barrida de perros vagos. Al enterarse de aquello los habitantes de Valparaíso quedaron con el alma en un hilo, fue necesaria la aparición de un artículo en El Mercurio para calmar y regresar el alma al cuerpo de la asustada población, Cuatro Remos no había caído en la redada.

Ya en aquella época el Cuerpo de Bomberos era una institución que todos admiraban. Antes más que ahora, incendios, ejercicios y funerales eran el centro de atracción de la ciudadanía y era de esperarse que un perro tan servicial se viera motivado a servir en él.

En el año 1863 Cuatro Remos hace su primera aparición en el Cuartel de la “Tercera”, en aquel entonces conocida como la Bomba del Almendral. Sus voluntarios sin problemas acogieron al nuevo integrante, claro está, sin imaginar si quiera el poderoso afán de servicio que guardaba en si Cuatro Remos. Fue tal éste, que de él se dice, que en medio de la noche y después de haber oído la campana de incendio, se dirigía hasta las puertas en donde resaltase el distintivo bomberil de la época; las Estrellas, rasguñando y ladrando hasta obtener respuesta de sus moradores. Esto a veces ocurría mucho antes de que el sereno o nochero diese aviso.

Cuatro Remos llevaba prendado al cuello dos correas, la primera decía: OBSEQUIO POPULAR A CUATRO REMOS y la otra, obsequiada por los Bomberos, contenía la siguiente inscripción: A CUATRO REMOS, CELEBRE POR SUS PROPIOS MERITOS.

Los sabrosos platos que le eran ofrecidos en el casino de la antigua Bolsa comercial, hicieron que Cuatro Remos pasara la mayor parte del tiempo en el barrio del puerto, por lo que después de un tiempo se presentó al cuartel de la Primera donde sirvió mayoritariamente hasta el día de su muerte. En este barrio una noche de 1865, y como era costumbre, el habiloso can quedo encerrado en su fugaz dormitorio debido a que los dueños de dicho local no quisieron despertar a tan celebre visita al retirarse de sus labores dejándolo tranquilo y bien guarnecido de alimentos, pues incendio caramba!... El fuego había aparecido en el Hotel Aubry donde hoy se ubica el Banco de Chile en calle Prat. Cuatro Remos al despertar ya sea por la campana que pedía auxilio ó el ruido de las viejas bombas a vapor que desfilaban ante su umbral ó talvez, por aquellas despertadas inconcebibles que de improviso sorprenden al bombero en medio de la noche y anteceden a un gran incendio. El asunto es que el perro bombero sobresaltado había despertado, debía concurrir al llamado del fuego, pero se encontraba atrapado. Fue tal el alboroto que causó al interior de dicho estudio, que debió ser rescatado por los vecinos quienes por una ventana, ya rota por las patadas de “Cuatro Remos” extrajeron al exaltado perro célebre. Una vez liberado partió raudo hacia al incendio donde lo aguardaban sus compañeros que ya extrañados por el retraso, aguardaban su aparición.

Cuatro Remos ya viejo y cansado de tanta proeza y acto de arrojo, parte a merecido descanso en febrero de 1872. Con él se iría una vida repleta de buenos servicios y recuerdos para el viejo perro porteño.

No hay monumento alguno que recuerde la existencia de este noble perro, pero nuestro coterráneo pintor Manuel Antonio Caro, el mismo que retratara a los tercerinos fallecidos en la Batalla de Concón y Huara, Eusebio Guerra y Enrique García Ledesma (1891), retrató a Cuatro Remos entre zapateos, guirnaldas y banderas chilenas en la famosa pintura costumbrista La Zamacueca. Más tarde el novelista Daniel Barros Grez escribiría una novela inspirado en él.
 

ANGEL MALO

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Muchas gracias Kamakura por ese artículo, cuyo título original fue "Brutos y Quiltros".

La escritora del primer artículo, Sara Vial, fue muy amiga de Neruda y la Mistral, quienes fueron grandes defensores de los animales y el medio ambiente. Hasta hace pocos años atrás cooperaba con diversos medios de comunicación, y en sus artículos trataba de rescatar nuestras costumbres y tradiciones.

Hasta hace unos 20 años atrás había una pequeña calle en la Comuna de Estación Central que llevaba el nombre de "Cuatro Remos" , su nombre fue cambiado por el de un ciudadano extranjero que nadie conoce, y que ni siquiera figura en el libro de Petete.

Esperamos pronto que una calle perpetue su nombre, así como en otros paises estos nobles animales han sido distinguidos, como es el caso del fiel CANELO en España.
 

kamakura

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Cuando la 3. Cía. de Valparaíso, junto a la 6a. y la Cía. de Hachas, Ganchos y Escaleras viajaron a Santiago invitados por el Presidente de la Republica para las celebraciones del 18 de septiembre de 1863, viajó con la delegación Cuatro Remos. La prensa destacó.


“Cuatro Remos.- Perfectamente se portó en Santiago este inteligente animal. El día del Ejercicio de los bomberos trabajó admirablemente, captándose desde luego el aprecio y simpatía de los santiaguinos. Visitó muchas casas, en que fue muy bien recibido y obsequiado. En los Hoteles fue atendido perfectamente. En el cuartel de las bombas pilló a un ladrón que se había apropiado del sombrero de un jornalero (Auxiliar): nadie sino él lo vio y en el acto lo atrapó de una pierna, que no largó hasta que no vio asegurado al pillo. Sin embargo, no pudo evitar que le robasen uno de sus collares, y casi se lo roban a él mismo para llevárselo a Talca; pero los bomberos lo salvaron después de un día de pesquisas y grandes afanes. De Santiago regresó muy triste, pues en todo el camino no quiso comer, sin duda que por venir mareado; pero ya se encuentra alegre, sano y salvo en Valparaíso".
 
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En Un pueblo al norte de la capital
Cuando la 3. Cía de Valparaíso, junto a la 6a. y la Cía. de Hachas Ganchos y Escaleras viajaron a Santiago invitados por el Presidente de la Republica para las celebraciones del 18 de septiembre de 1863, viajó con la delegación Cuatro Remos. La prensa destacó:


“Cuatro Remos.- Perfectamente se portó en Santiago este inteligente animal. El día del Ejercicio de los bomberos trabajó admirablemente, captándose desde luego el aprecio y simpatía de los santiaguinos. Visitó muchas casas, en que fue muy bien recibido y obsequiado. En los Hoteles fue atendido perfectamente. En el cuartel de las bombas pilló a un ladrón que se había apropiado del sombrero de un jornalero (Auxiliar): nadie sino él lo vio y en el acto lo atrapó de una pierna, que no largó hasta que no vio asegurado al pillo. Sin embargo, no pudo evitar que le robasen uno de sus collares, y casi se lo roban a él mismo para llevárselo a Talca; pero los bomberos lo salvaron después de un día de pesquisas y grandes afanes. De Santiago regresó muy triste, pues en todo el camino no quiso comer, sin duda que por venir mareado; pero ya se encuentra alegre, sano y salvo en Valparaíso".

Muchas gracias, Kamakura, por empaparnos de nuestra hermosa historia, gracias tambien por hacernos recordar que sin pasado no hay futuro.
 

kamakura

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En la web de la "[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]CUARTA COMPAÑIA DE BOMBEROS BOMBA MANUEL BLANCO ENCALADA" de Valparaíso, en parte de su historia se relata lo siguiente:[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]En el ejercicio efectuado al día siguiente, 11 de noviembre de 1864, se lució como el perro mascota "Cuatro Remos", ostentando orgulloso en su lomo una cinta estampada con la leyenda "Veterano" lo que fue aplaudido por todos los presentes dado los dilatados servicios de cuatro remos.[/FONT]

[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Fue Cuatro Remos un hermoso e inteligente perro de raza indefinida que acompaña la compañía Española desde su fundación (1856), donde era muy querido. Después siguió con los veteranos y con la actual Cuarta Compañía "Bomba Valparaíso" hasta su desaparecimiento, lo que ocurrió a fines del año 1866, este excelente y maravilloso perro trabajaba en los incendios a la par con los bomberos, ya en aquellos años al igual que ahora concurría mucho público a mirar los siniestros y dedicarse al pillaje de las cosas salvadas e impedían algunos la labor de los bomberos, rompiendo con navajas las tiras de mangueras, "Cuatro Remos" se encargaba de cuidarlas, para lo cual recorría las líneas tendidas de las armadas ladrando y mostrando sus afilados colmillos.[/FONT]
 
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Son muy interesantes y bellas las historias de perros y caballos que han servido en muchas de las cias a lo largo de chile, seria muy interesante crear un tema en donde contar las historias de estos bomberos no humanos que han servido en los cuarteles de Chile
 

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Gracias por compartir detalles de la historia de Cuatro Remos.

Can inspirador y noble mascota adoptada por la comunidad de Valparaíso y por los Bomberos de la ciudad, en los otrora primeros años de la república.

Ángel Malo:

Soy de Santiago específicamente de la Comuna de Estación Central y para ser más específico resido en el pasaje "Cuatro Remos" Nº 580, junto a mi familia por más de 35 años. Así es, una calle lleva el nombre de tan Ilustre Personaje. Anónimo reconocimiento cuyo poético nombre me ha llevado a averiguar el origen del nombre de nuestra calle y con ello a la Historia de Cuatro Remos. ¡Todo un orgullo!.

Saludos cordiales a todos.
 

albino

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Ayax, el perro héroe y mártir, posando junto a su adiestrador el carabinero Luis Carrasco, en el preciso momento de haber terminado y aprobado el curso de adiestramiento, a fines de 1959 (fotografía del diario "La Tercera" de 1962).


Desde los tiempos de la Conquista hasta nuestros días, la vida en Chile está llena de registros de canes que fueron capaces de hacer historia propia y generar sus respectivas leyendas, parte de lo cual hemos estudiado en otro artículo de este blog, dedicado a la relación estrecha y culturalmente exitosa entre rotos chilenos y perros. Famosos son, por ejemplo, los casos del quiltro llamado Lautaro, que fuera una estrella entre los soldados de la Guerra del Pacífico; y después las aventuras de Cuatro Remos, un mítico can de Valparaíso inmortalizado en la literatura infantil.
Un destacado de esta tradición de perros profundamente enraizados con el cariño popular y la propia identificación -no admitida oficialmente- del chileno con el ser perruno, fue un magnífico can policial llamado Áyax, cuya vida y tragedia conmovieron a la sociedad chilena a principios de los años sesentas, superando incluso las historias melosas de Lassiecon un muy real y dramático capítulo del que, por supuesto, hoy nadie recuerda nada.
Aunque ya participaban parcialmente desde antes en la institución, los perros policiales comenzaron a ser empleados formal y organizadamente por Carabineros de Chile hacia 1947, convirtiéndose en un enorme aporte a sus funciones. El servicio de los canes alcanzó tal relevancia que, durante el año 1954, se fundó en la Escuela de Carabineros de Chile la Sección de Perros Policiales. Tres años más tarde, este departamento se convirtió en el Curso de Adiestramiento de Perros Policiales, permaneciendo por dos años más al mando del Capitán Mario Fuentes García. La formación educativa de los perros contó con la asesoría del experto alemán Carlos Fisher Voight, quien era, además, juez internacional de razas. Coincide su presencia con una época de progresos en instrucción y veterinaria, por cierto.
El buen entrenamiento de estos astutos perros al mando de Carabineros de Chile, permitía que los niños se acercaran a acariciarlos en las calles o en los desfiles. Los animales respondían mansamente, ofreciéndole alguna de sus anchas patas como saludo, aunque sólo bastaba una instrucción de sus amos para que reaccionaran con ferocidad y determinación contra los malhechores. Muchos de ellos, por lo tanto, tenían popularidad, especialmente en localidades que entonces se hallaban algo retiradas del radio central de la ciudad de Santiago, allá donde la vida aún seguía siendo más vecinal y comunitaria.
De estas primeras generaciones de perros adiestrados por y para el servicio policial, destacó un extraordinario can pastor alemán llamado Áyax, que era toda una celebridad entre los carabineros de Santiago y un orgullo en la dotación de la 6ª Comisaría de San Bernardo, donde se encontraba destinado, además de ser un regalón de los muchachos y de los demás residentes de aquellos barrios.
Nacido en Reñaca el día de Navidad de 1956, Áyax fue un hermoso perro ovejero de color negro con manchas amarillentas. De los seis cachorros nacidos en esa camada, él era el más juguetón e inteligente al criterio de su amo, don Daniel Troncoso Ovalle, quien se lo quedó y comenzó a enseñarle trucos tras bautizarlo con el nombre del legendario héroe griego. El can creció manteniendo una recia estampa y mostrando gran ferocidad ante los extraños. Llegó a Carabineros de Chile el 18 de marzo de 1959, cuando Troncoso decidió donarlo a la institución en Santiago, pasando a la Sección de Adiestramiento el 20 de ese mismo mes y quedando bajo la guía del carabinero Humberto Díaz Sepúlveda. El 24 de diciembre fue evaluado y logró las pruebas de rastreo y ataque de manera brillante. El can fue avaluado en dos millones de pesos y se lo tenía por uno de los más eficaces y bien amaestrados del servicio.
Sólo seis días después de aprobar el curso, Áyax fue separado de su querido amo, al ser destinado Díaz Sepúlveda a la dotación de Arica. El perro pasó, entonces, a la Comisaría de San Bernardo, donde quedó encargado al carabinero Luis Carrasco Pinto, de 25 años, quien estaba destinado a ser su último instructor. La estima surgió de inmediato entre ambos y Áyax lo seguía por todo San Bernardo, ganándose el cariño y la admiración de los ciudadanos por su imponente estampa. Su hoja de vida del perro era impecable, habiendo participado en varias operaciones policiales donde siempre destacó por su valor y lealtad, tanto así que, por sus talentos, muchos lo apodaban Cuatro Remos y Rin Tin Tin.
Varias fueron las hazañas del perro pastor. El 4 de diciembre de 1960, por ejemplo, había sido asesinado en la Población José María Caro el joven Julio César Santibáñez, de 24 años, y se requirió de un buen rastreador para buscar a los asesinos, encargándose esta tarea en Áyax, quien partió acompañado por los cabos Sergio Farías, Luis Carrasco y otros dos carabineros. En sólo 90 minutos, el olfato infalible del can dio con un responsable: Horacio Nelson Ortiz González, de 19 años, alias El Chito. Poco después, acorraló al segundo criminal: Guillermo Briceño Espinosa, de 16 años, alias El Nariz de Camello. Otro hecho destacado en la vida del perro ocurrió en 1961, cuando en altas horas de la madrugada pasó por la calle un hombre llevando un voluminoso paquete, por el paradero 37 de Gran Avenida José Miguel Carrera. Áyax comenzó a gruñirle y se le acercó olfateándolo y aprisionándole una de sus piernas. Nervioso y sintiéndose capturado, el tipo comenzó a confesar de inmediato a los carabineros que acababa de robar una gran cantidad de ropa en una casa de Gran Avenida y la traía en el bulto. Incluso unos días antes de su triste muerte, el perro había hecho otro acto notable, al capturar un cogoteroque acababa de asaltar a un suboficial de la FACH.
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Los funerales de Ayax, siendo despedido por un niño y por otro de los perros de la unidad (fotografía del diario "La Tercera" de 1962).Pero la tragedia de Áyax sobrevino el jueves 11 de enero de 1962, en horas de la madrugada. El perro había entrado en servicio aquella jornada a las 22 horas del día anterior. Según informó entonces el diario "La Tercera", un delincuente de nutrido prontuario llamado Manuel Jesús Chávez Guerrero, alias El Conejo Grande, había sido detenido y llevado a la citada Comisaría. Lo interceptó el radiopatrulla 129 a cargo del Vicesargento 1° Pedro Vargas Santis, al sorprenderlo viajando en un taxi cerca de las 1:30 de la mañana, con nueve sacos que contenían más de 100 gallinas robadas. Fue subido al furgón policial y llevado al cuartel, pero mientras descendía, escapó raudamente en un descuido, aprovechando la oscuridad de la noche y el que los uniformados estaban distraídos contando las aves robadas.
Lo carabineros salieron tras el delincuente a darle captura otra vez, en una persecución callejera que era liderada por el Vicesargento Vargas, el cabo Juan Francisco Toledo y porÁyax que también intentaba atrapar al fugado, luego de verlo escapar mientras simulaba dormir frente al acceso del recinto. Haciendo gala de sus capacidades físicas, el perro se adelantó y le dio alcance frente al número 332 de la calle Urmeneta pero, al verse acorralado por el perro que logró darle una mordida en la mano izquierda a la altura de la muñeca, el infame sujeto sacó un arma de su bolsillo, un revólver, y disparó tres veces sobre el animal a sólo 20 centímetros de él, dando uno de los tiros sobre su cabeza, volviendo a escapar y escondiéndose en algún lugar de los barrios del entorno.
Áyax, el perro querido por los niños y los inocentes pero odiado por los hampones, murió al instante. Los carabineros que encontraron su cuerpo, con el corazón destrozado lo llevaron hasta el cuartel poniéndolo sobre una mesa y tapándolo con un escudo de la Sección de Adiestramiento. Su guía Luis Carrasco llegó seis horas después al servicio, enterándose sólo entonces de la terrible noticia. Habían pasado 18 días desde que el pastor alemán había cumplido 5 años de vida, y 19 desde su segundo año en esa Comisaría.
La comunidad de San Bernardo quedó consternada con la noticia, dada la gran popularidad y cariño que existía por el perro, en una época donde aún eran escasos estos animales adiestrados y cuando constituían toda una atracción estos pastores alemanes reclutados para el orden y la seguridad pública. La pena se mezclaba con la indignación de saber que Chávez Guerrero seguía prófugo e impune por este crimen, y la noticia llegó a los diarios y hasta ocupó portadas, expandiendo las sensaciones encontradas por toda la ciudad.
Al día siguiente, los funcionarios de carabineros le organizaron un funeral en el patio de la Comisaría, desde temprano en la mañana. Hacia las 11:15 horas, la cantidad de público que había asistido repletaba el recinto, incluyendo a vecinos de San Bernardo y a autoridades policiales. Hubo un sentido discurso del Capitán Renán Rodríguez R. y de la niña Silvia Corrales C., alumna de uno de los colegios locales que habló en representación de todos los escolares de San Bernardo, entre los que Áyax gozaba de enorme afecto. Varios otros niños se acercaron llorando de emoción cuando iban ante el cuerpo del can y lo reconocían, además de otros perros compañeros de Áyax que pasaron por la fila de despedida. El animal estaba en una angarilla, cubierto por una lona y con su cabeza asomada afuera con la mueca de muerte aún grabada. Una trompeta tocando "Silencio" sonó mientras el cuerpo fue tapado.
Poco después, el cuerpo de Áyax fue entregado al taxidermista profesional Adrián Vergara Castro, quien terminó de embalsamarlo el 24 de enero siguiente. Vergara era el mismo que habría embalsamado al perro Ulk, del Presidente Arturo Alessandri Palma, que se encuentra en el Museo Histórico Nacional.
Hubo otros famosos canes héroes o mártires de esta generación, además de Áyax. Uno de ellos fue Fákar, un astuto perro que la Dirección General de Carabineros destinó a la Primera Comisaría de Puente Alto y que poco antes de la tragedia de Áyax, también había muerto en acto de servicio, aunque en su caso envenenado. Ese perro fue reemplazado en la misma unidad por Dix, otro prodigioso can, muy inquieto, elegante y de hocico aguzado, cuya guía quedó a cargo del carabinero Juan Cortés Salazar, y que, con 1 año y 10 meses de edad, se puso un simbólico uniforme de carabineros en los mismos días en que Áyax era despedido. Otros perros famosos del servicio fueron los que pasaron frente al cadáver de este último, para darle su respectivo adiós. Poco tiempo después de la muerte de Áyax, además, la revista "En Viaje" de mayo de 1962 informaba que 82 perros adiestrados secundaban ya la labor de Carabineros de Chile, continuando una tradición de canes policiales que hoy es una parte importante de la institución. En 1991, la Sección de Adiestramiento pasó a depender de la Escuela de Suboficiales y se constituyó para tales efectos en el 7º Escuadrón de Adiestramiento de Perros Policiales, pasando a ser la actual Escuela de Adiestramiento Canino con la Orden General Nº 1.741 del 30 de enero de 2007.
Fue una lástima que un vulgar hampón callejero y ladrón de gallinas como Chávez Guerrero le quitara la vida al heroico y querido perro de la institución, en tan desafortunadas circunstancias. Por eso hemos querido recordar a Áyax en este artículo, para rendir homenaje a la memoria de este valeroso animal, habiéndose cumplido, hace poco, 50 años exactos de su partida.
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Embalsamamiento del cuerpo por el maestro taxidermista Vergara Castro. No me fue posible averiguar si continúa en la institución de Carabineros de Chile o en algún cuartel de la misma(fotografía del diario "La Tercera" de 1962).

http://www.urbatorium.blogspot.com/2012/02/ayax-un-heroico-perro-martir-que.html
 

Becosenna

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11 Oct 2012
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Ahora se puede descargar dicho relato de memoria chilena, la explicación que le falta a Sara Vial de por qué tan insigne can está en el cuadro de Caro puede ser porque dicho pintor es el autor de varios cuadros de la Tercera de Valparaíso, los cuales hoy adornan su salón de Honor. Probablemente en la época en que los confeccionó pudo tomar conocimiento de la historia de este perrito.
 

Nacho

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http://urbatorium.blogspot.cl/2015/03/la-virtud-de-la-historicidad-entre-los.html

LA VIRTUD DE LA HISTORICIDAD ENTRE LOS CANES DE CHILE (PARTE I): EL CASO DEL EXTRAORDINARIO CUATRO REMOS


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Cuatro Remos, en fotografía publicada por "El Peneca".
Luego de dos capítulos dedicados a la "cuestión social" de los perros en la historia de Chile (uno entiempos coloniales y otro en tiempos republicanos), seguidos de otra serie doble iniciada con lahistoria de los perros en las sociedades indígenas y de aquella relativa a los perros en la sociedad y el folklore criollo chileno, procedo a comenzar a publicar estos artículos dedicados a casos donde queda de manifiesto el don de la historicidad entre algunos canes reales, en la crónica más reciente de nuestra república.
Ya hemos comentado de lo vieja que es la popularidad de ciertos perros que han marcado sus patas en nuestra semblanza nacional. El cronista Diego de Rosales, por ejemplo, informaba en "Historia General de el Reyno de Chile Flandes Indiano" sobre el recuerdo de uno de los primeros perros "históricos" de Chile, correspondiente a un famoso can del fuerte de Lebu, probablemente un mastín, que los españoles habían puesto a vigilancia contra los indígenas, a los que reconocía y anticipaba velozmente ladrando y colocando en aviso a todos de la dirección desde la cual se aproximaban.
A pesar de que, al avanzar la historia, los perros también fueron cayendo en rangos de problema social y sanitario severo, tal cual sucede hoy, además de la muy temprana aparición de las jaurías de vida en urbanidad semi-indómita, nada ha mermado la cotización popular por el can que ya estaba fuertemente posicionada en la cultura local y así, al avanzar la República y acercarnos a nuestra época, la sociedad chilena comenzaría a conocer y asimilar gran cantidad de noticias relativas a perros famosos y con nombre propio: de los perros chilenos, capaces de tocar el don de la historicidad y dejar registros interesantes sobre su paso por el mundo. Hay innumerables ejemplos de estos perros históricos que hoy lindan en un campo nebuloso, entre lo real y lo imaginario. De hecho, cada ciudad, cada puerto, cada aldea y cada plaza mayor tuvo los suyos propios, queridos y valorados perros por sus habitantes, cuales símbolos de las respectivas comunidades, frecuentemente, ¡y ay del forastero imprudente que ose propinarle un puntapié o un piedrazo al regalón del pueblo!
El esfuerzo que haré a continuación, entonces, será el de iniciar una suerte de rescate de algunas de esas crónicas perrunas, para cerrar tan largo trabajo memorial sobre la parte más canina de la historia de Chile. Advierto, sin embargo, que evitaré abordar casos de perros que fueron conocidos por la calidad de sus dueños, por supuesto, como sería por el ejemplo el famoso gigante Ulk del Presidente Arturo Alessandri, ya que prefiero poner atención en aquellos que han sido capaces de construir una leyenda propia y no sólo brillar como reflejo del prestigio de sus amos. A pesar de esto, recomiendo a los investigadores de las huellas perrunas un trabajo muy interesante de la investigadora argentina María Rita Figueira, titulado "Los ladridos de la historia. Retratos de personajes célebres a través de sus perros", para quien deseara esbozar un perfil de cómo se dan estas relaciones históricas y trascendentes entre hombres ilustres y sus mascotas.
Más o menos hacia los mismos días en que Claudio Gay publicaba sus estudios sobre Chile verificando en ellos la cercanía de los criollos con sus perros, había habitado en Valparaíso un famosísimo quiltro motejado como Cuatro Remos, que los porteños adoraron por su inteligencia y su obediencia fuera de serie, al punto de que lo podían mandar a comprar con una bolsa, según la leyenda. De cabeza larga, orejas cortadas, pelaje con manchas y cola corta, el curioso nombre se lo dieron unos pescadores, tras un supuesto rescate estilo salvavidas que habría realizado a un niño en el puerto, por la particular forma que tenía de nadar en aguas marinas, batiendo sus cuatro patas. Además de esta exhibición de heroísmo, el perro se aparecía a diario en el cuartel local de los bomberos porteños, el de la Tercera Compañía "Bomba Cousiño y Agustín Edwards" fundada en 1853.
El caso, probablemente con mucho de fábula, fue llevado a novela hacia 1883 por Daniel Barros Grez. Primero apareció en formato de folletines del diario "El Mercurio" y la revista infantil "El Cabrito", con lo que la historia del astuto quiltro alcanzó gran popularidad en todo el país y consagró su mito propio. Sería, así, uno de los personajes literarios más conocidos de Chile durante la segunda mitad de aquella centuria y parte de la siguiente. Este trabajo fue republicado como "Las aventuras de Cuatro Remos", libro lamentablemente casi olvidado en nuestros días. Allí partía diciendo el autor, al reproducir las memorias sobre el legendario perro:
"…esto no es un cuento sino la historia de un ser viviente real y verdadero, que, aun cuando perteneció a la raza canina, supo hacerse merecedor de las simpatías con las que lo honraron mil individuos de la raza humana, lo cual no es dable decir de muchos hombres. Ahí está el noble pueblo de Valparaíso, que no me dejará mentir, pues en el corazón de una gran parte de sus habitantes vive todavía el grato recuerdo de las loables acciones con que 'Cuatro Remos' supo ilustrar los últimos años de su vida".
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Cuadro "La Zamacueca" de Manuel Antonio Caro, hecho hacia 1872. Se cree -con buenos argumentos- que el perro que aparece sentado al lado derecho de los bailarines y que mira hacia la posición del bastidor del pintor, sería el mismísimo Cuatro Remos.
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La Plaza Pinto de Valparaíso en fotografía de Le Blanc, lugar de intensa actividad en la historia de los bomberos porteños y donde era frecuente que apareciera el querido Cuatro Remos, entre 1860 y 1872.
Se asegura que Cuatro Remos llegó al puerto desde Santiago, aunque no es seguro qué sucedió con aquella etapa de su vida en la capital, si acaso ésta es cierta. Según la versión cargada de ficciones de Barros Grez, vagaba por el sector de La Cañadilla de la Chimba en lo que hoy es la actual avenida Independencia, además del Puente de Cal y Canto. Se trataba de un escenario urbano de descomunales peleas entre quiltros, destacando en ellas el perro de la novela por su valentía y arrojo, pero también por una inteligencia que a veces asustaba a los más supersticiosos y alarmistas santiaguinos, que lo creían cosa maligna. Apodado por entonces con nombres como Choco y Chocolate por su color de pelo, se describe que llevaba puesta una especie de gorra bonete de paño, una correa de cuero al cuello y una tira de tela enredada en ella, que le daba extraño aspecto. Varias veces fue víctima de agresiones con piedras, pero encontró acogida en la Iglesia de la Viñita de avenida Recoleta al lado del Cerro Blanco, según el mismo escritor, donde también habrían llamado la atención sus enormes dotes, pero viéndose involucrado en controversias muy humanas del barrio según la fantasía de Barros Grez.
De alguna manera que tampoco está bien definida, y según el escritor después de una tragedia de su adoptivo amo, lo cierto es que el perro aparece en algún momento libre y feliz por Valparaíso, por el sector del Cerro Barón según se cuenta, hacia el año 1860. Allí continuaría cumpliendo con su destino de convertirse en uno de los perros más inteligentes y astutos de los que se ha tenido noticia en nuestro territorio, méritos por los que recibió varias condecoraciones del Cuerpo de Bomberos una vez que comenzó a participar de las actividades de los voluntarios. Si no estaba presente al empezar las emergencias, llegaba solo hasta ellos y alertado ni bien comenzaba a tronar el sonido de las campanas del cuartel, y ayudaba así a arrastrar las mangueras y carros bombas. Cuando descubría alguna filtración en las mangueras durante operaciones contra incendios, ponía una pata encima para taparla, ladrando a los voluntarios para que se percataran del problema; también espantaba con sus gruñidos y exhibiciones de dientes a los necios que, en esos años, tenían la costumbre de hacer cortes a las mangueras entre la muchedumbre, en plena emergencia. Algunas versiones dicen que también participó desde sus orígenes en compañías como la Bomba Española y la Bomba Valparaíso hasta su desaparecimiento. Cazador de ratones y caminante infatigable, cuando bajaba a los muelles ayudaba a los jornaleros a pelar cocos con sus mandíbulas.
En 1863, con el can ya conocido por todos, se había producido una gran matanza de perros vagos ordenada por las autoridades del puerto, y la comunidad porteña se aterró con la idea de que el célebre animal hubiese caído en aquella masacre, pero poco después la propia prensa aclaraba queCuatro Remos había sobrevivido y estaba bien. Posteriormente, en las Fiestas Patrias de septiembre de ese año, una delegación de la Tercera Compañía de Bomberos de Valparaíso se presentó en Santiago para los actos del Día de las Glorias del Ejército, acompañada de Cuatro Remos. La presencia del perro fue comentada en la prensa de la capital, donde se informaba que causó gran admiración de la ciudadanía y hasta se vio envuelto en algunas controversias con pillos que trataron de pasarse de listos con él y que hasta robaron uno de sus collares con condecoraciones.
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Para 1864, Cuatro Remos ya era parte del cuerpo de la Compañía de Veteranos de Bomberos, y así participó en los ejercicios del 11 de noviembre ejecutados por esta unidad, llevando en la espalda una cinta o listón con la palabra"Veterano". La poetisa Sara Vial comenta en su trabajo "Valparaíso, el violín de la memoria", que en 1869, cuandoCuatro Remos paseaba ya por sus últimos años, estuvo presente como invitado especial con los voluntarios tercerinos en una función del Gran Circo Italiano de Giuseppe Chiarim en el Teatro Victoria, a beneficio de los bomberos.
Fueron incontables las historias del perro de Valparaíso en esos años. Como era amado por todos, donde quiera que estuvo había anécdotas y fragmentos de sus aventuras: hoteles donde husmeaba, restaurantes donde le tiraban comida, vecinos que los acogían en las noches, escuelas donde los niños se organizaban para ir a conocerlo. Como ya estaba acostumbrado a la vida libre y nunca se ahuachó en un lugar específico y único, era recibido en casas particulares de gente que se complacía en atenderlo. Un día de esos, sin embargo, los dueños de una modesta vivienda lo vieron durmiendo en la mañana y se fueron sin despertarlo, justo cuando después sonaron las campanas de las emergencias de bomberos. El perro, acostumbrado a reconocer esta señal, se despertó sobresaltado y desesperó al verse encerrado, causando gran alboroto hasta que unos vecinos lograron sacarlo y así corrió enérgico hasta donde sus amigos voluntarios.
De esta manera, tras una maravillosa y ejemplar vida de quiltro callejero y mascota de todo un puerto, el viejo y cansado Cuatro Remos abandonó este mundo en el verano de 1872, siendo despedido como un héroe por la sociedad y saltando después a los libros gracias a la obra de Barros Grez.
No tardó en folklorizarse Cuatro Remos, por supuesto. Hasta un pasaje con su nombre existe en la Comuna de Estación Central de Santiago. Además del brinco a la literatura chilena, dice una leyenda con muchas posibilidades de realidad que el perro que aparece en la chingana del famoso cuadro "La Zamacueca" de Manuel Antonio Caro (o al menos en una de sus versiones), sería el mismo perro de marras, idea que se ve respaldada por el parecido innegable de Cuatro Remos en las fotografías que existen de él (como una publicada en la revista infantil "El Peneca" a inicios del año 1911, al parecer de la muy anterior casa fotográfica Helsby y Cía.) con el que aparece en el célebre óleo contemporáneo a los tiempos de fama del animal.
Un artículo de la propia Sara Vial publicado en "La Segunda" del 21 de octubre de 1997, comenta de esta leyenda sobre el perro del cuadro de "La Zamacueca". La misma autora recuerda allí la existencia de una canción popular musicalizada por Fernando González, que rinde homenaje a la memoria de este extraordinario perro:
Llegó junto al mar un día
para vivir en un puerto
y correr junto a las olas
y ser libre como el viento.
Su nombre se lo aprendían
gaviotas y marineros
el ciego con su violín
el carro con su bombero

La novela de Barros Grez sobre Cuatro Remos, si bien tiene elementos de un contenido más adulto (especialmente en aquella época), por alguna razón asume un lenguaje y tono que resulta más bien infantil, casi cándido por momentos, como si la zona de conciencia más de niño sobreviviendo en el autor fuera la que se sintió estimulada a crear la novela. No es difícil comprender el porqué de esta actitud narrativa: niños y perros quizás lograron el mayor nexo popular de mutua admiración y camaradería; de participación juntos en las jugarretas, diversiones y las travesuras al estilo de las que dieron cuerpo a la historia del admirado perro Cuatro Remos, cuyas aventuras inspiran y tocan la parte más prístina o cristalina que aún queda en los seres humanos.

Culpable de este texto: Criss Salazar

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Vivi_G21 de agosto de 2015, 9:25 a. m.
Entretenido! Y refleja la relacion q desde siempre se ha tenido con los animales abandonados: amor (cuidar y admirar al perro comunitario) y odio (tenencia irresponsable, abandono, masacre como medio de control). Lo bueno q hoy, esta aprendiendo la aociedad chilena y el Estado (al fin!), y se esta avanzando en respeto hacia los animales en general y en tenencia,resoonsable. Linda historia de Cuatro Remos.

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