Resistiendo el dolor más grande del mundo

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Resistiendo el dolor más grande del mundo
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Entrevista a Fernando Sáez y Cynthia Saavedra, padres de los cuatro "angelitos" muertos en Chamiza

PUERTO MONTT.- La vida de los Sáez Saavedra era soñada. Vivían en una confortable casa del sector de Chamiza, con cuatro hijos preciosos que estudiaban en los mejores colegios de Puerto Montt, y sin necesidades económicas. El 27 de agosto de 2006 todo eso se volvió cenizas. El fuego arrasó con su vivienda y se llevó lo más querido, sus cuatro hijos. Daniel (9) Valentina (7) Catalina (4) y Macarena (2) fallecieron y sus padres, quemados en el cuerpo y en el alma, hasta el día de hoy se preguntan si hubiera sido mejor quedarse dentro y, así, desaparecer todos juntos.

"El Llanquihue" viajó hasta Santiago para entrevistar a Cynthia (32) y Fernando (41) quienes, separados por las circunstancias, se reunieron para contar parte de una historia que aún no termina.

La tragedia

Fernando: Llegamos de una fiesta de la Valentina. Fue una fiesta de los años '60, que se llamó "blanco y negro", en el Colegio Inmaculada Concepción. Habíamos dejado a los niños con la mamá de nuestra nana. Arribamos como a las dos de la madrugada a la casa. La señora dijo que se iba a ir en la mañana, así que se quedó a dormir. Nos fuimos a acostar y estaban los cuatro niños en nuestra cama, así que fui a dejar a los dos mayores a sus piezas y nos acostamos con las niñas más chicas. A mitad de la noche me cambié de pieza, pues estaba incómodo, y entré en un sueño profundo. En la mañana despierto porque huelo un olor horrible y escucho que Cynthia me grita "Feña, Feña". También escuché a mi hijo (Daniel) que preguntaba qué pasaba. No se veía nada, estaba todo blanco, y por la escalera subieron las llamas hacia el segundo piso y me agarraron. Me quemé la espalda, la mano, el pelo, la cara… Eso fue como a las 8.35 horas, según Bomberos. Aparentemente la señora se fue como a las 8.15 horas de la casa, y al salir dejó cargada la combustión lenta y puesto todo el tiraje. Probablemente la casa no estaba bien hecha y se recalentó una viga.

Cynthia: Yo no pienso lo mismo.

Fernando: ¿Qué piensas tú?

Cynthia: Que fue un descuido. La señora siempre dejaba el tiraje dado y la puerta abierta. Debe de haber hecho lo mismo en esa ocasión y saltó una brasa a la alfombra.

Fernando: Yo personalmente me desligué de ese asunto (buscar responsabilidades). Después ya no te interesa. No te dan ganas de buscar culpables.

Cynthia: Es que si buscas culpables, aunque los encuentres, ya no te van a devolver a tus hijos. No van a volver a estar contigo. Es sólo seguir alimentando la rabia que tienes dentro y eso no sirve para continuar sobreviviendo.

Fernando: Mira ese perrito que va ahí (pasa un perro "salchicha" por el lado de la mesa donde se desarrolla la entrevista). Nosotros teníamos uno así. Igual se quemó.

Cynthia: Se llamaba Sacha, un salchicha enano. Yo voy a volver a tener uno igual, algún día.

Fernando: Bueno (retomando el relato de la tragedia), en medio del incendio lo único que veo es a Cynthia, y ante la eventualidad de que me estaba quemando, y no había nada que hacer, la agarré (a Cynthia), le grité que saltara y le di un empujón. Después me tiré yo y debí apagarme en el pasto húmedo.

Cynthia: Cuando comenzó el incendio, me desperté y la Maquita me pidió "la papa". Yo le dije "cinco minutos más" y la pongo encima mío. De pronto sentí humo y pensé que era el viento que lo devolvía, algo que pasa frecuentemente con las estufas. Pero cuando desperté bien, me di cuenta que el humo ya no dejaba ver el techo. Pongo los pies en el suelo y éste ardía. Tomé a las niñas en mis brazos y empiezo a gritarle a Feña, pero la voz apenas me salía por el humo. Tomé a las niñas e intento bajar por la escalera, cuando una llama sube por ésta y nos agarra. Ahí el fuego tomó a una de las niñitas. Recuerdo haber sentido que se le quemaba el pelo y escucho su grito. Creo que fue la Catalina. Me devolví, y me quemé la pierna y la mano en ese momento. Dejé las niñas en el suelo y empecé a gritarle a Feña para que buscara a Daniel (el hijo mayor)… A las niñas las encontraron en nuestra cama, un amigo que es bombero me explicó que probablemente ellas vieron luz en nuestra pieza y se fueron hacia allá.

Fernando: Ellos murieron asfixiados. Un adulto no puede hablar con humo. Los pulmones chiquititos de ellos no resistieron.

Cynthia: Ellos no lloraron, yo sólo escuché un grito y nada más. La Valentina nunca la escuchamos. Se fue en el sueño… Después de dejarlas en el suelo, las perdí. Yo tengo las rodillas quemadas pues me puse a gatear para encontrarlas, pero no pude. Ahí, Feña me dice que no nos queda otra opción que saltar por la ventana. Él estaba quemado entero. No sé si tú te acuerdas (hablándole a Fernando) pero me dijiste que no podías más porque el fuego te chupaba. "El fuego me lo quitó", me dijiste. Tú le alcanzaste a tomar la manito a Daniel…

Fernando: Sí, el fuego venía como por un caño, subía con una fuerza impresionante.

Cynthia: Me acuerdo del ruido, era como el de una caldera. Ahí fue cuando Feña me agarró y me lanzó por la ventana.


¿Alguno de ustedes pensó en quedarse al interior de la casa?

Cynthia: Yo sí, pero Feña me lanzó.

Fernando: Lo dudo, pero bueno.

Cynthia: ¿Por qué?

Fernando: Es que en ese momento uno no alcanza a decidir si se queda o no. El instinto de supervivencia te empuja a salir. Cuando ya estaba afuera, ahí sí lo pensé (la posibilidad de haberse quedado adentro), y hasta el día de hoy pienso si hubiera sido mejor que nos hubiéramos quedado todos.

-Uno de ustedes no pudo asistir al funeral...

Fernando: Yo no pude, porque se me podía producir una infección a la espalda por las quemaduras y el médico no me dejó. Ese es un tema delicado y muy triste. El ciclo se hubiera cerrado de mejor forma despidiendo a mis hijos, y yo no pude.

Cynthia: Para mí eso (que Fernando no pudo asistir al funeral de sus hijos) también fue muy triste.


-¿Después de cuánto tiempo pudieron volver a hablar?


Cynthia: Después de mucho tiempo.

Fernando: Por varios temas no nos acercamos. Es que en esos momentos nadie sabe cómo se va a reaccionar. Nadie está preparado para esto. Había mucha ira y los siquiatras incluso nos cortaron la comunicación, no sólo entre nosotros, también con el mundo externo. Teníamos prohibido llamar y tampoco recibíamos llamados. Cynthia cayó a la clínica siquiátrica y seguimos caminos separados de recuperación, que es lo que todavía estamos haciendo. Personalmente, creo que esto es un renacimiento, pues se pierde todo, te sacan un chip y te ponen otro. Pierdes incluso parte de tu propia personalidad. De pronto apareces en una pieza solo, sin tus hijos, sin nada. Creo que he recorrido los primeros metros de un camino muy largo. Me estoy reconstruyendo como ser humano, después estoy reconstruyendo lo laboral. Obviamente la plata pasó a segundo grado. Lo más importante es la parte espiritual. Ver la vida de otra forma. Luego vendrá recuperar la parte afectiva. Eso está en tercer lugar. Yo ahora no puedo estar con nadie, no puedo ser pareja de alguien mientras no esté sano. Si estuviera con alguien, de alguna manera la voy a afectar.

-¿Qué hacen actualmente para superar el dolor?

Fernando: Yo hago yoga, e incluso voy a realizar un curso para ser instructor.

Cynthia: Por mi parte, estudio. Eso me ha ayudado harto. Cuando estábamos casados, con Fernando, siempre le decía que a mí me había faltado ir a la Universidad. Vivir esa vida, quedarme hasta tarde estudiando. Antes habíamos estudiado locución (así se conocieron), pero no era lo mismo. Además, las amigas son un buen sicólogo. Me encontré con dos amigas en Viña del Mar (donde estudia actualmente), que también pasaron por cosas fuertes y las tres nos potenciamos. Cuando me baja la pena a las tres de la mañana, o a la hora que sea, ellas llegan y están conmigo. Son mejor que cualquier sicólogo. De alguna forma Dios me quitó lo más maravilloso de mi vida, que era mi familia, mi matrimonio y mis hijos, pero me rodeó de gente buena también.

Fernando: El siquiatra me dice que si me viera contento, eso no estaría bien y me internaría. Van diez meses que es sólo son el comienzo de un camino muy largo. Después de la muerte de mis hijos, murió mi abuela por una infección intrahospitalaria, y justo en esa etapa a mi hermana le descubrieron un cáncer gástrico. Ella resistió dos meses y medio y acaba de fallecer hace dos semanas. Mi única hermana. Ella era mi amiga y también casi una hermana de Cynthia. Era un ángel.

Cynthia: María Pía (la hermana de Fernando) era mi mejor amiga. Ella, junto a mis papás y mi hermana, se encargó de todo después de ocurrido el incendio. Actuó como una madre.

Fernando: Era una verdadera santa. Su muerte fue súper fuerte para nosotros. Lo que le digo a la Cynthia es que tenemos que esperar, ya que tiene que venir algo bueno. Debemos sobrevivir, pues no todo puede ser tan malo.


Puerto Montt


Fernando: Quiero aprovechar de decir que el apoyo más grande lo recibí de los amigos que tengo en Puerto Montt. Han estado siempre al lado mío, han venido a verme. Especialmente, Marco Anguita.

Cynthia: Hubo gente que nos regaló los pasajes. También agradecemos a la familia Boetner, que se portó muy bien con nosotros, y los directores de los colegios de los niños, entre tanta gente.

Fernando: Hay dos becas que se hicieron en Puerto Montt. Una se llama Catalina Sáez y la otra Daniel Sáez. La de Daniel se entrega en el Colegio Puerto Montt y la de Catita se da en el jardín infantil. Fueron muestras de cariño muy grandes. La gente de allá nos ayudó mucho. Hasta el día de hoy me llaman secretarias de la clínica, y médicos como Francisco Guerrero. Tenemos muy buenos recuerdos de la gente.

-¿Están preparados para ir a Puerto Montt?

Fernando: Probablemente saque mis pasajes luego. Tengo ganas de ver a harta gente. De ahí a ir a la parcela, no sé. Creo que no. La parcela no la he vendido, y no la quiero vender. Tal vez el día de mañana me quiera ir a morir allá, pero por ahora no. Ese camino, esos árboles, traen demasiados recuerdos.

Cynthia: Yo también quiero ir a Puerto Montt. Pero a la parcela no. Es que los viajes hasta Chamiza eran muy especiales. Nosotros vivimos día a día el "te quiero" y el "te amo" con nuestros hijos. Jamás ellos nos podrían decir "tú no jugaste con nosotros o nunca nos dijiste que nos querías". En ese trayecto, entre Puerto Montt y la casa, íbamos cantando, mirando los caballitos. Sí vuelvo a Puerto Montt, no quiero hacer ese camino sola.

Fernando: Hay que evitar eso. Yo quiero ir a saludar gente. El último Fernando que vieron fue uno todo quemado, destruido.

-¿Son creyentes?

Cynthia: Absolutamente. Creo en Dios, pero no en la religión. Estuve en una clínica católica donde me ayudaron mucho y los 27 de cada mes iba a misa, pero mi cuento va mucho más allá de eso. Yo creo que mis hijos se murieron porque fueron elegidos por Dios. Estuve leyendo un libro que Fernando me prestó, que habla de la muerte de los niños. Según ese libro, mis niños cumplieron su ciclo de vida. Ellos lo cumplieron a los 9 años, a los 7 años, a los 4 años y a los 2 años. Su misión fue venir a llenarnos de amor, de regocijo, de alegría.

Fernando: Cuesta comprenderlo, pero ellos nos hicieron un regalo. El poder darnos cuenta, entender. Antes era más irreverente con la vida, me reía un poco de todo. Ahora he crecido espiritualmente. También creo en Dios y en las personas. Eso sí, no creo en la Iglesia y en el Vaticano y su oro. Pero no me cabe duda que vamos a estar juntos con nuestros hijos otra vez.


-Me imagino que los primeros días le pedían explicaciones a Dios.


Fernando: Absolutamente.

Cynthia: La pregunta más recurrente mía, hasta cuando me reencontré con Feña, era ¿Por qué? Por qué nosotros, por qué nuestra familia. Ahora la pregunta es ¿Para qué? Para qué seguir viviendo.

Fernando: Dentro de la clínica, donde me internaron después del incendio, había una monjita y un cura, y yo tiraba todos los garabatos existentes contra Dios. Hay cinco etapas en el duelo. La negación, es decir que no lo puedes creer; la ira, donde la emprendes con cualquier persona; después viene la negociación, donde pides por lo menos un poco de paz para seguir en esta vida; posteriormente, viene la depresión, donde no quieres hacer nada y dices "pa' qué chucha me levanto". Y después viene la aceptación. Pero uno se puede quedar pegado en etapas o incluso volver a éstas. Depende mucho de lo que hagas. Yo soy enemigo de las pastillas, tomo una sola.

Cynthia: Después que Feña me empujó por la ventana (el día del incendio), creo que ellos (los hijos) me dieron fuerzas. Lo que le dije a Dios fue "te los llevaste, lo único que te pido es que ellos sean mis ángeles custodios". Ahora me pasa algo bien curioso. La vida universitaria en Valparaíso y Viña del Mar es bohemia, entonces salgo harto con mis amigas. A veces estamos bailando y tocan una canción que le cantábamos a la Catalina cuando estaba chica, la "Carita de luna", y brindamos con nuestras Coca Cola Zero por los ángeles que están en el cielo, y yo lloro y boto toda la energía bailando y sé que ellos están conmigo, así como también están cuando subo a la micro en la mañana para irme a la universidad, o cuando me acuesto. Yo creo que hay una vida eterna, porque si no lo creyera, simplemente cruzaría la calle sin mirar, para así matarme.


-¿Las festividades son los días más difíciles para ustedes?
Cynthia: Todos los cumpleaños de nuestra familia Sáez Saavedra, son entre agosto y noviembre. Además, tenemos que pasar el 27 de agosto (la fecha del incendio). El día de la Mamá fue lo más triste del mundo para mí. Es que esos días eran muy divertidos. Despertaba con una canción, con desayuno en la cama, el regalo, las tarjetas de los niños…

Fernando: Personalmente, lo que más me hace sufrir es "ver". El día del Padre ves a todos con sus hijos. Me da pena el hecho de "ver" que yo también disfrutaba con mis hijos. La fechas no me afectan tanto, pues si se trata de darte pena, seis meses, o seis meses y doce días, es igual.

Cynthia: Hay días que no me levanto, por ejemplo ayer. Lloré todo el día.

Fernando: A mí también me pasa. Creo que he superado bastante la muerte de los niños, ya que creo que están bien, pero me cuesta superar que los echo mucho de menos. Con mi hijo mayor, jugábamos a Spiderman, mirábamos mujeres, escuchábamos rock. Siento esa carencia. A veces veo algo y me da ganas de compartirlo con mi hijo, lo hecho de menos. Me habría encantado verlo a los 13 ó 14 años. Conversar con él.

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Los ángeles están en el cielo

La emotiva despedida



Más de seiscientas personas, entre los cuales se encontraban unos doscientos puertomontinos, participaron en los funerales de los hermanitos Sáez Saavedra, realizados en la capilla del cementerio Parque del Recuerdo de Recoleta, en Santiago.

En la eucaristía participaron amigos de la familia, los abuelos de los niños y la madre de los pequeños, Cynthia Saavedra, quien se encontraba con un permiso médico especial.

El padre de los niños, Fernando Sáez, no pudo asistir y debió quedarse internado en el recinto hospitalario mientras se efectuaron los funerales de sus hijos, ya que los especialistas se lo recomendaron para evitar que sus quemaduras -que cubrían el 14 por ciento de su cuerpo- se infectaran.

El momento más emotivo de esa ceremonia se produjo cuando la madre, Cynthia Saavedra, logró pararse de la silla de ruedas en la que estaba y con mucha dificultad le dijo a los asistentes estas palabras: "Quiero dar las gracias a mis amigos. A los que son de Santiago, pero principalmente a los que viajaron desde Puerto Montt. Jamás pensé que llegarían tantos. Me gustaría que Fernando estuviera aquí para ver el cariño que ustedes nos han dado. Los que nos conocen saben como queríamos a nuestros hijos. Eran nuestros amiguitos. Con ellos jugábamos, cantábamos y bailábamos. Todos los días veíamos nuestra teleserie favorita "Floricienta" y cantábamos una canción que ahí tocaban. Paradójicamente, ahora me llega mucho. La letra decía así: "Sabes que los niños son ángeles sin alas que los mandan al cielo para hacerlos más buenos. Ellos nos muestran el camino, dónde está lo bueno de nuestro destino. Gracias a todos por venir".

A lo que agregó: "Algún día el cielo enviará a uno de mis hijos nuevamente a la tierra y quizás uno de ustedes lo va a cuidar. Espero que así sea, porque quiero que tengan todo el amor que ya les han demostrado".

Era un miércoles 30 de agosto de 2006 y todo Chile pedía por el bienestar de la familia Sáez Saavedra.

-¿Cómo creen que informó la prensa la noticia sobre el incendio?
Fernando: En general bien, pero algunos medios tuvieron bastantes desaciertos. Algunos medios de prensa dijeron que los niños estaban solos o que habíamos llegado borrachos. Otros dijeron que las ventanas no se abrían, eso era ridículo porque nosotros nos tiramos por la ventana y las habíamos cambiado un mes antes. Nos dio pena eso. Nuestros hijos eran nuestros chiches.

Cynthia: Todos dormíamos arriba, para estar los seis juntos, y algunos medios dijeron que nosotros salimos por abajo y los niños se quedaron encerrados arriba.
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Fuente: Diario El Llanquihue
 

borrego

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20 Ene 2007
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exelente nota, me gusto y me conmovio mucho.
 

minimin

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Guau que fuerte el testimonio de los padres, y ni siquiera quisiera estar en los pantalones de ellos, hay que ser muy fuerte de mente para salir adelante.

de solo imaginar que pierdes a todos tu hijos se me hace un nudo en el corazon.

que fuerte.
 

carito firewoman

Chupe
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22 Mar 2007
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ufffff... que fuerte.... que fuerte que son ellos... yo no se si podria seguir viviendo si todo lo que contruí en la vida se acaba de un momento a otro....

gran testimonio de vida nos dan ellos.... a todos quienes muchas veces nos aproblemamos por pequeñeses....
 
J

janus

Visitante
Que pena mas increíble, cuando alguno de mis hijos se hace alguna magulladura quedo todo bajoneado o enrabiado por lo que le pasó, pero que a alguien se le mueran cuatro de una vez....

Este lamentable suceso es una demostración más de la poca mentalidad prevencionista contra incendios que tenemos en chilito (así, con minúsculas), hay gente que gasta 300 millones en una casa, pero no saben que existen detectores de humo de 10 lucas.

En USA a las casas de barrios humildes la propia muni les entrega detectores gratuitos, las muertes en casas incendiadas bajaron bruscamente desde los años 80 cuando se empezó a popularizar el uso de estos equipos.

Un caso que recuerdo fue el de una familia a la que le regalaron un detector, con batería incluída (dura un año la batería, el detector 10 años), lo dejaron dentro de la caja, arriba del refrigerador para instalarlo "otro día", como a las 3 de la mañana empezó a sonar (es un ruido increíble) el dueño de casa pensó que era una falla del detector, pero no, era un incendio en el living, alcanzaron a escapar todos.

Los detectores de humo deberían ser uno de los artículos que los bomberos recomendamos.

Saludos
 

PJ

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21 Abr 2007
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Tienes mucha razon janus en lo que dices con respecto a los detectores de humo, son muy utiles y deberian ser un elemento casi obligatorio en cada vivienda de este pais. Lamentablemente no tenemos conciencia de que elementos tan sencillos como estos pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.
A lo mejor sería la oportunidad de hacer una campaña a nivel nacional del uso de los detectores de humo y por que no, podriamos empezar en este foro.
No se que les parece.
saludos.
 

Implacable

Comandante de Guardia
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sep

janus dijo:
Que pena mas increíble, cuando alguno de mis hijos se hace alguna magulladura quedo todo bajoneado o enrabiado por lo que le pasó, pero que a alguien se le mueran cuatro de una vez....

Este lamentable suceso es una demostración más de la poca mentalidad prevencionista contra incendios que tenemos en chilito (así, con minúsculas), hay gente que gasta 300 millones en una casa, pero no saben que existen detectores de humo de 10 lucas.

En USA a las casas de barrios humildes la propia muni les entrega detectores gratuitos, las muertes en casas incendiadas bajaron bruscamente desde los años 80 cuando se empezó a popularizar el uso de estos equipos.

Un caso que recuerdo fue el de una familia a la que le regalaron un detector, con batería incluída (dura un año la batería, el detector 10 años), lo dejaron dentro de la caja, arriba del refrigerador para instalarlo "otro día", como a las 3 de la mañana empezó a sonar (es un ruido increíble) el dueño de casa pensó que era una falla del detector, pero no, era un incendio en el living, alcanzaron a escapar todos.

Los detectores de humo deberían ser uno de los artículos que los bomberos recomendamos.

Saludos

deberían ser OBLIGATORIOS POR LEY en todas las viviendas que construye el Minviu, las que hacen las constructoras y toda urbanizaciòn nueva de la índole que sea... asi como hay que pedir permiso en la muni para ampliar la casa, que sea obligatorio la instalción de detectores en toda casa que se amplía, compre o venda en Chile.
 

dragonfire

Aspirante
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Miembro Regular
13 May 2007
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Tremendamente Impactante los relatos, a todo Hombre nos llega al corazón lo que han vividos estos padres, no se si podría resistirlo.
Esta noticia me ha afectado ya que conozco a Fernando, fuimos compañero de Carrera en Santiago a fines de los 80 y no sabia lo que le sucedió, a la distancia le envio un fuerte abrazo y resignacion.
Siempre le pido al gran hacedor, que cuando combatimos las llamas o vamos a un rescate vehicular no estén involucrados Niños, creo que como Bomberos es la experiencia más fuerte que podríamos vivir.

Dragonfire
 
J

janus

Visitante
Por favor, se que el tema es emocional, pero no metamos cosas como "el gran hacedor" o cosas parecidas, si existiese algún ente por el estilo no entiendo por que tendría que ser tan sádico.

Espero que no lo tomen como ataque a alguien o a algunos, pero la idea es mantener en lo posible un nivel técnico.

Saludos
 

FEDERAL

Chupe
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15 Feb 2007
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El titulo no puede ser mejor, creo que no existe una dolor mas grande que perder un hijo, pero mas aun cuando los pierdes todos, Nada que decir quede super conmovido con la nota. :smt089

saludos