Una planta de tratamiento de petróleo que YPF posee en Malargüe (al sur de la provincia de Mendoza) fue totalmente destruida por el fuego. El incendio comenzó por causas que aún se desconocen en un depósito de crudo el viernes, pero ayer la situación que parecía controlada se transformó en una catástrofe por la explosión del tanque, lo que generó una inmensa nube de humo negro y tóxico sobre la zona.
Las llamas se expandieron con velocidad por toda la planta Cerro Divisadero, ubicada a 20 kilómetros de la localidad de Bardas Blancas. Pese a la magnitud del siniestro, no hubo heridos de gravedad. “La compañía ratifica, además, que todo el personal y los puesteros que habitan en las inmediaciones fueron evacuados”, aseguró un comunicado de YPF, que definió la situación como “crítica”.
En total 17 personas, entre bomberos y operarios, tuvieron que ser atendidas en el hospital Regional de Malargüe. Todas están fuera de peligro, aunque hasta ayer a la tarde cinco permanecían internadas. “Dos presentan quemaduras leves y tres tienen síntomas respiratorios. Están con oxígeno, en salas comunes”, indicó Genaro Gerbaudo, director del centro asistencial que estuvo en alerta desde el comienzo del incendio.
El fuego se desató el viernes al mediodía en uno de los seis tanques de la planta, que está ubicada lejos de zonas urbanas. Las altas temperaturas provocaron que las paredes del depósito –que podía contener hasta 10.000 metros cúbicos de petróleo– cedieran ayer, afectando a toda el área.
Desde la Municipalidad de Malargüe confirmaron que 24 puesteros fueron evacuados. “El humo es lo que más está afectando, no hay antecedentes de este tipo de eventos”, manifestó Cristian Alcalá, secretario de Ambiente del departamento mendocino. También las rutas aledañas a la planta fueron cortadas por efectivos de Gendarmería Nacional “a causa de la poca visibilidad” y para permitir el trabajo de los operarios.
Otro comunicado de YPF detalló que el operativo para combatir el fuego incluye a un autobomba de la empresa, camiones cisterna, bombas de impulsión de agua, camión espumígeno, camiones de aspiración de fluidos, un helicóptero, seis aviones y tres ambulancias con personal médico.
El calor y el humo hacían imposible acercarse a menos de 500 metros de la planta así que en un primer momento, los brigadistas intentaron evitar que el crudo llegue al cauce del Río Grande, realizando obras de contención.
Por eso las llamas fueron atacadas principalmente desde el aire. “Los aviones hidrantes actúan para combatir el incendio, mitigando así el humo y la alta temperatura. Estos aviones están preparados para diseminar espuma que es un producto especial para sofocar los incendios”, indica el documento de la empresa.
Según Guillermo Elizalde, ministro de Tierras y Ambiente de Mendoza, la situación “es delicada” aunque está controlada ya que el fuego no salió de la planta. “Geográficamente, el incendio no puede extenderse”, agregó Alcalá. En este sentido, especialistas sostienen que en 36 horas se podrían extinguir las llamas, pronóstico que no fue confirmado desde la compañía ni desde el gobierno.
Ayer, finalmente, el operativo de combate contra las llamas fue suspendido con la llegada de la noche. “Los aviones hidrantes volvieron, mañana (por hoy) continuarán los operativos, ya están los camiones cisternas listos y cargados con agua”, sentenció Alcalá al canal de noticias TN.
Tras el siniestro, se puso en marcha un plan de contingencia y un comité de crisis de emergencias. Sin embargo, las consecuencias ambientales y económicas de la destrucción de la planta de tratamiento y almacenamiento de petróleo aún no están claras. “Una vez controlado el fuego podrá evaluarse el impacto ambiental del siniestro e iniciarse la inspección para evaluar trabajos y remediación de daños”, señalaron desde el gobierno mendocino.
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