Este año los helicópteros de la Conaf lanzaron más de un millón de litros de agua a las montañas, con el fin de apagar incendios forestales.
Para apagar el incendio que entre el domingo y el jueves pasado consumió 220 hectáreas del cerro Las Vizcachas, en la comuna de Las Condes, acudieron cuatro helicópteros. Un Sokol de la Conaf, dos arrendados por la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi) y uno contratado por la Municipalidad de Las Condes). Trasladaron a los 60 brigadistas de Conaf y el Ejército hasta la zona de fuego a 1.700 metros de altura y, armados de hachas, motosierras y palas, cavaron durante cinco días las zanjas (cortafuegos) que detuvieron el avance del incendio.
En paralelo, los helicópteros surcaban el cielo a 140 kms/h cada cinco minutos, todos cargados con un “helibalde” lleno de agua para descargar sobre las llamas y permitir el avance de los brigadistas.
El lugar elegido por Conaf para cargar agua durante el incendio del cerro Las Vizcachas fue la laguna del Parque Padre Hurtado, ubicada a dos kilómetros de distancia. Esta laguna artificial, de 60 por 20 metros de diámetro, cerró hasta el jueves su servicio de botes recreativos para dedicarse exclusivamente a alimentar los “helibaldes” que los helicópteros hundían en el agua para llenarlos y transportarlos hasta arriba del cerro. “Solamente el miércoles sacamos 100.000 litros de agua de la laguna. Cada helicóptero hizo 94 recorridos (entre idas y vueltas) cargando 600 litros de agua. El Sokol de la Conaf, que es el más grande, llevaba 1.700 litros en cada viaje”, resume Eric Dreckmann, jefe de operaciones del Departamento de Manejo de Fuego de la Conaf. El estanque no perdió agua, porque es alimentado por el canal El Boyo. “Para que no bajara el nivel de agua, durante esta semana abrimos las compuertas”, dice Juan Ignacio Jaramillo, jefe de operaciones de la Municipalidad de Las Condes.
Lagunas y tranques
Entre noviembre y marzo pasados los helicópteros contratados por Conaf lanzaron más de 1.300.000 litros de agua para extinguir incendios forestales en la precordillera de la Región Metropolitana. “Ocurren en los cerros de La Reina, Las Condes o Macul por descuidos de excursionistas. Y también hay siempre incendios en zonas agrícolas como Melipilla y Paine, por gente que traslada sus animales a las ‘veranadas’ y deja fogatas mal apagadas. A estos lugares altos, con pendientes abruptas, el mejor modo de acceso es con helicóptero”, afirma Dreckmann.
Para que el ataque aéreo al fuego sea efectivo, estos vehículos no pueden demorarse más de cinco minutos en ir a cargar agua y lanzarla. Por eso, la fuente de agua debe estar, como máximo, a tres kilómetros de distancia del incendio. En el caso de Las Condes, donde el territorio que ocupa la montaña es mayor que el que abarcan las casas y calles (la comuna tiene 4.700 hectáreas de zonas urbanas y 5.000 de zonas no urbanas), los aparatos aéreos pueden utilizar la laguna del Parque Padre Hurtado. Otra alternativa, para el sector de San Carlos de Apoquindo, es un tranque de acumulación de aguas lluvia que pertenece al Centro Deportivo UC. Un punto estratégico para cargar agua, ubicado en la unión entre La Florida y Peñalolén, son las siete piscinas de decantación que fueron construidas en la Quebrada de Macul para prevenir aluviones.
En Pudahuel, junto a la Ruta 68 los helicópteros pueden utilizar la laguna Carén. Una de las más utilizadas es la laguna Aculeo, donde hay bosques que son zona protegida y propensos a incendios. “Como siempre hay mucho público y veleros, sacamos agua al medio del lago, donde no hay nadie”, dice Dreckmann.
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