Las tragedias provocadas por el fuego en la ciudad de Valparaíso siempre han estado presentes; es tal vez su trágica herencia proveniente del profético nombre dado al lugar por los nativos antes de la llegada de los españoles, Alimapu, que en mapudungun significa “tierra caliente” (por el color rojo del terreno arcilloso de los cerros).
Grandes incendios han marcado a Valparaíso en el tiempo. Marzo de 1843, diciembre de 1849, diciembre de 1850. Mayo de 1851 en que el fuego consumió más de un millar de casas y que dio origen a la fundación del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso (30/06/1851), y se podría continuar; 1866, bombardeo al puerto por parte de la Escuadra Española, el terremoto de 1906. En estas dos últimas ocasiones destaca la solidaria ayuda que prestó a sus congéneres un Cuerpo de Bomberos (a la fecha el más cercano), con material y personal.
Sin embargo, la historia se repetiría una vez más.
Sábado 12 de abril de 2014, 15.30 hrs.
Un incipiente incendio forestal se transforma al correr de las horas en una conflagración que finalmente arrasa más de dos mil casas en el sector alto del Puerto. Ilusiones, proyectos se desvanecen entre las brasas, cenizas y pavesas que transmiten el fuego de un lugar a otro en medio de la impotencia de cientos de familias.
Bomberos responde en el acto ante la emergencia; superados por ésta, atentos, responden los Cuerpos vecinos, traspasando incluso regiones. A diferencia de un siglo atrás, que empleaban jornadas de más de doce horas de traslado, hoy en menos de dos llegan al puerto con material y personal, ¡solidaridad bomberil!
La jornada es cubierta por todos los medios de comunicación; bomberos porteños, acostumbrados al rigor, y otros de distintas comunas, diferentes colores y números trabajan sin cesar combatiendo al enemigo. Un verdadero y compacto ejército de hombres entrega, profesional y voluntariamente, lo mejor de cada uno, ¡solo los bomberos de Valparaíso podrían explicar lo que es trabajar en un incendio forestal de gran magnitud!
Pasado el clímax del gran incendio y en medio del cansancio y la frustración de no poder hacer más, sucede algo mágico, que solo un verdadero bombero podrá interpretar y sentir.
Domingo 13 de abril de 2014, 10,00 hrs.
Un bombero, junto a una treintena de camaradas, algunos en el carro y otros en sus vehículos parten rumbo a Valparaíso, van en ayuda de sus hermanos porteños.
Después de doce horas de agotador trabajo retornan a su cuartel en la ciudad de origen.
Miércoles 16 de abril de 2014
El mismo bombero viaja al puerto con su uniforme de trabajo para ponerse a disposición de la Compañía que es hermana de número.
Miércoles, jueves, viernes, sábado es un constante trabajo junto a sus camaradas. Las pocas horas que podría destinar al descanso las ocupa en clasificar y ordenar la ayuda que llega al cuartel de bomberos y que posteriormente será distribuida entre los damnificados, todo sin dejar de responder a los tonos y timbres que llamaban a atender una emergencia.
Domingo 20 de abril de 2014, Fiesta de Pascua de Resurrección.
Luchando contra el cansancio, pero contento, nuestro bombero tripula uno de los carros, que previamente ha sido cargado de juguetes y huevitos de Pascua recibidos como donación de muchos chilenos solidarios. El destino, uno de los cerros más afectados por el incendio, Las Cañas.
El paisaje al que se enfrenta es dantesco, similar a un bombardeo. Los niños del lugar se alegran al ver a los bomberos; el nuestro se acerca a uno de seis o siete años que, parado al frente de un sitio baldío con dos o tres palos parados y carbonizados, ¡lo que fue su casa! lo mira con sus ojos muy abiertos.
-¡Hola hijo, toma!, y le entrega una “vaquita” de peluche y un par de bolsas de huevitos de Pascua. El niño lo mira, su cara se ilumina, abraza las piernas del bombero y le dice:
- ¡espere…!... va hasta una caja donde están parte de las pertenencias rescatadas del que fue su hogar y le entrega un osito de peluche, tal vez su “tuto”…,
-”esto es para usted bombero, se lo regalo”.
Nuestro bombero, partícipe por muchos años de grandes incendios, de cruentos rescates vehiculares en los que mantuvo actitud fría y profesional, se quebró por completo. El férreo bombero abrazó y besó al niño, guardó el osito en uno de los bolsillos de su cotona y haciendo esfuerzos por disimular su emoción, continuó con su trabajo.
Terminada la jornada de alegría y solidaria para los niños, el bombero retornó al cuartel y preparó su retorno a su ciudad de origen. En un pequeño bolso guardó sus prendas de recambio, hizo el “mono” y ubicó en él al osito de peluche, afirmado por el barbiquejo de su casco.
Esperando en el terminal de buses al que lo traería de vuelta, una señora que ve sus prendas de bombero se acerca a él y le pregunta:
- ¿usted es bombero?
- Sí señora.
- ¿y usted no es de Valparaíso?,
-no señora, responde.
La mujer lo mira emocionada y le dice,
- ¡gracias, gracias!, agregando tímidamente,
-¿le puedo hacer una pregunta?
-Por supuesto.
- ¿Por qué lleva ese osito en su uniforme?...
-¡me lo regaló un niño!
La mujer abraza al bombero reiterando los agradecimientos y se retira emocionada cubriendo disimuladamente su rostro mojado por las lágrimas.
Recién ahí nuestro bombero reacciona y se da cuenta que todo el esfuerzo hecho, el duro trabajo, las largas jornadas, ha tenido la mejor de las recompensas: la tierna sonrisa del niño y el osito de peluche recibido como regalo, LA MAYOR CONDECORACIÓN QUE HA RECIBIDO Y RECIBIRÁ EN TODA SU VIDA DE BOMBERO VOLUNTARIO
No la podrá prender en su uniforme de parada, pero sí en su corazón.
****
Nota: Historia real contada por un bombero que ha solicitado expresamente omitir su nombre, Compañía y Cuerpo de Bomberos al que pertenece.
Guillermo del Canto Lazo
Abril 2014
Fuente.
http://www.cbgranja.cl/index.php/no...acion-que-puede-recibir-un-bombero-voluntario
Grandes incendios han marcado a Valparaíso en el tiempo. Marzo de 1843, diciembre de 1849, diciembre de 1850. Mayo de 1851 en que el fuego consumió más de un millar de casas y que dio origen a la fundación del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso (30/06/1851), y se podría continuar; 1866, bombardeo al puerto por parte de la Escuadra Española, el terremoto de 1906. En estas dos últimas ocasiones destaca la solidaria ayuda que prestó a sus congéneres un Cuerpo de Bomberos (a la fecha el más cercano), con material y personal.
Sin embargo, la historia se repetiría una vez más.
Sábado 12 de abril de 2014, 15.30 hrs.
Un incipiente incendio forestal se transforma al correr de las horas en una conflagración que finalmente arrasa más de dos mil casas en el sector alto del Puerto. Ilusiones, proyectos se desvanecen entre las brasas, cenizas y pavesas que transmiten el fuego de un lugar a otro en medio de la impotencia de cientos de familias.
Bomberos responde en el acto ante la emergencia; superados por ésta, atentos, responden los Cuerpos vecinos, traspasando incluso regiones. A diferencia de un siglo atrás, que empleaban jornadas de más de doce horas de traslado, hoy en menos de dos llegan al puerto con material y personal, ¡solidaridad bomberil!
La jornada es cubierta por todos los medios de comunicación; bomberos porteños, acostumbrados al rigor, y otros de distintas comunas, diferentes colores y números trabajan sin cesar combatiendo al enemigo. Un verdadero y compacto ejército de hombres entrega, profesional y voluntariamente, lo mejor de cada uno, ¡solo los bomberos de Valparaíso podrían explicar lo que es trabajar en un incendio forestal de gran magnitud!
Pasado el clímax del gran incendio y en medio del cansancio y la frustración de no poder hacer más, sucede algo mágico, que solo un verdadero bombero podrá interpretar y sentir.
Domingo 13 de abril de 2014, 10,00 hrs.
Un bombero, junto a una treintena de camaradas, algunos en el carro y otros en sus vehículos parten rumbo a Valparaíso, van en ayuda de sus hermanos porteños.
Después de doce horas de agotador trabajo retornan a su cuartel en la ciudad de origen.
Miércoles 16 de abril de 2014
El mismo bombero viaja al puerto con su uniforme de trabajo para ponerse a disposición de la Compañía que es hermana de número.
Miércoles, jueves, viernes, sábado es un constante trabajo junto a sus camaradas. Las pocas horas que podría destinar al descanso las ocupa en clasificar y ordenar la ayuda que llega al cuartel de bomberos y que posteriormente será distribuida entre los damnificados, todo sin dejar de responder a los tonos y timbres que llamaban a atender una emergencia.
Domingo 20 de abril de 2014, Fiesta de Pascua de Resurrección.
Luchando contra el cansancio, pero contento, nuestro bombero tripula uno de los carros, que previamente ha sido cargado de juguetes y huevitos de Pascua recibidos como donación de muchos chilenos solidarios. El destino, uno de los cerros más afectados por el incendio, Las Cañas.
El paisaje al que se enfrenta es dantesco, similar a un bombardeo. Los niños del lugar se alegran al ver a los bomberos; el nuestro se acerca a uno de seis o siete años que, parado al frente de un sitio baldío con dos o tres palos parados y carbonizados, ¡lo que fue su casa! lo mira con sus ojos muy abiertos.
-¡Hola hijo, toma!, y le entrega una “vaquita” de peluche y un par de bolsas de huevitos de Pascua. El niño lo mira, su cara se ilumina, abraza las piernas del bombero y le dice:
- ¡espere…!... va hasta una caja donde están parte de las pertenencias rescatadas del que fue su hogar y le entrega un osito de peluche, tal vez su “tuto”…,
-”esto es para usted bombero, se lo regalo”.
Nuestro bombero, partícipe por muchos años de grandes incendios, de cruentos rescates vehiculares en los que mantuvo actitud fría y profesional, se quebró por completo. El férreo bombero abrazó y besó al niño, guardó el osito en uno de los bolsillos de su cotona y haciendo esfuerzos por disimular su emoción, continuó con su trabajo.
Terminada la jornada de alegría y solidaria para los niños, el bombero retornó al cuartel y preparó su retorno a su ciudad de origen. En un pequeño bolso guardó sus prendas de recambio, hizo el “mono” y ubicó en él al osito de peluche, afirmado por el barbiquejo de su casco.
Esperando en el terminal de buses al que lo traería de vuelta, una señora que ve sus prendas de bombero se acerca a él y le pregunta:
- ¿usted es bombero?
- Sí señora.
- ¿y usted no es de Valparaíso?,
-no señora, responde.
La mujer lo mira emocionada y le dice,
- ¡gracias, gracias!, agregando tímidamente,
-¿le puedo hacer una pregunta?
-Por supuesto.
- ¿Por qué lleva ese osito en su uniforme?...
-¡me lo regaló un niño!
La mujer abraza al bombero reiterando los agradecimientos y se retira emocionada cubriendo disimuladamente su rostro mojado por las lágrimas.
Recién ahí nuestro bombero reacciona y se da cuenta que todo el esfuerzo hecho, el duro trabajo, las largas jornadas, ha tenido la mejor de las recompensas: la tierna sonrisa del niño y el osito de peluche recibido como regalo, LA MAYOR CONDECORACIÓN QUE HA RECIBIDO Y RECIBIRÁ EN TODA SU VIDA DE BOMBERO VOLUNTARIO
No la podrá prender en su uniforme de parada, pero sí en su corazón.
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Nota: Historia real contada por un bombero que ha solicitado expresamente omitir su nombre, Compañía y Cuerpo de Bomberos al que pertenece.
Guillermo del Canto Lazo
Abril 2014
Fuente.
http://www.cbgranja.cl/index.php/no...acion-que-puede-recibir-un-bombero-voluntario
