Incendio cobró la vida de tripulante de buque factoría Puerto Williams
Omar Pablo Aro, de 24 años, había llegado hace pocos días desde Puerto Montt y al desatarse el siniestro dormía en su camarote. Pese a desesperado esfuerzo de un compañero, no logró ser rescatado.
Una nueva desgracia sacudió ayer las instalaciones del muelle Mardones, de la Empresa Portuaria Austral (Epa), al declararse un incendio alrededor de las 9,45 horas, a bordo del barco factoría Puerto Williams (ex Isla Camila), que se encontraba atracado en el sitio lateral de dicho terminal. El fuego cobró la vida del tripulante Omar Pablo Aro Vera, de 24 años, quien quedó atrapado a bordo del buque siniestrado.
Esta tragedia se registró a 12 días del deceso de un tripulante del remolcador Aguila III, que cayó a las aguas de aquel muelle.
El siniestro se desató al interior del sector de camarotes de la nave palangrera, de 50 metros de eslora (largo) y perteneciente a los registros de Pesca Chile. A bordo se mantenía una dotación de 12 marinos y alrededor de 60 personas trabajando para tres empresas contratistas, las cuales realizaban una reestructuración interior. Se esperaba que el buque ya saliera a navegar el día 15.
El hecho movilizó en forma inmediata al Cuerpo de Bomberos, que a contar de las 10,10 horas dispuso en el lugar a compañías de agua y de rescate, con el aporte de unos 60 voluntarios. Concurrieron al muelle la 1ª, 3ª, 4ª y 7ª compañías, las cuales trabajaron primeramente para sofocar las llamas que se desplazaron hasta el mismo puente de mando de la embarcación.
En el lugar también se hizo presente personal de la III Zona Naval, que apoyó dicha labor a través de la dotación del patrullero Isaza, el remolcador Lautaro y personal de la Gobernación Marítima de Punta Arenas y del Centro de Abastecimiento Magallanes.
A través de un comunicado, la Armada informó que al momento del siniestro se realizaban faenas de soldadura en el sector de popa, actividad que no habría contado con la debida autorización de una empresa contratista.
EJECUTIVO
A las 10,25 horas llegó al lugar el gerente de Operaciones de Pesca Chile, Enrique Gutiérrez, quien se impuso de lo sucedido y siguió de cerca las faenas de combate al siniestro como el apoyo al personal de la nave.
Confirmó que el navío había sido recién adquirido a la empresa Suribérica, por un costo de 1,2 millones de dólares. El Puerto Williams era sometido a una transformación en su factoría, ascendiendo su inversión total a 2 millones de dólares.
Este supuso que el fuego se pudo deber a algún problema con los trabajos de soldadura que se hacían a bordo, partiendo el fuego desde la parte posterior (factoría) hacia adelante.
Pese a ser prematuro evaluar la merma sufrida, señaló que los daños eran enormes y que el buque se veía perdido por fuera, faltando constatar las pérdidas al interior y en la zona de máquinas.
TRABAJADORES
Con tristeza e impotencia, los compañeros de labores de la víctima fatal se mantenían atentos al desarrollo de las labores de combate del siniestro.
Más allá de perder todo lo que tenían a bordo, entre ellos sus documentos, se mostraron conmovidos por la suerte sufrida por Aro.
Oscar Navarrete, marino mercante oriundo de Valdivia, se encontraba saliente de guardia al momento de desatarse la tragedia, tras haber cumplido su turno entre las 20 y las 8 horas de ayer. Fue él quien dio aviso del incendio, al despertar en su camarote producto del abundante humo. “Me estaba ahogando, estaba intoxicado”, indicó tras percatarse del inicio del fuego en los camarotes del frente, en el primer nivel del buque. “Avisé a todos y gracias a ello se pudo sacar en forma rápida a los ocupantes de la nave”, agregó.
En el camarote de al lado se ubicaba Julio Chechi, tripulante nacido en Castro, 28 años. Fue el último en ver con vida a Aro, ya que intentó sacarlo de la nave, sin lograr su propósito.
El atribulado trabajador señaló que su compañero, que había llegado recién hace 10 días procedente de Puerto Montt, al momento del incendio se encontraba durmiendo en su mismo camarote tras haber compartido el turno nocturno.
Al conversar con este medio, alrededor de las 10,30 horas lucía arropado con una manta y precarias prendas que le habían facilitado minutos atrás. Indicó que él atinó a despertar a Aro e intentó sacarlo, “y lo estaba sacando, pero se me soltó del pasillo y se cayó a la salida del camarote y quedó tirado ahí en el pasillo”. A la salida del camarote sólo pudo avanzar unos tres metros con él, quien estaba inconsciente con el humo.
En aquella experiencia extrema, que calificó de muy fuerte, señaló no percibir ninguna seguridad en el buque para responder a esta contingencia.
Ello no fue compartido por el gerente de Operaciones de la compañía, quien aseveró que se cumplía con todas las normas.
A su vez, el gerente de la Epa, Eduardo Manzanares, deslindó toda responsabilidad en este hecho, ya que ésta sólo llega hasta arriba del muelle, pero “desde el portalón para adentro es de la nave”. Además no tienen tuición legal para intervenir. Expresó que hay casos fortuitos que escapan a toda previsión humana, y espera que la investigación determine qué pasó realmente aquí.
ARDUA TAREA
Una ardua labor le correspondió desplegar al personal bomberil. Los esfuerzos en terreno fueron dirigidos por el primer comandante del Cuerpo de Bomberos, René Mancilla, quien situó el foco del incendio en la popa del navío, a la espera de poder determinar la causa.
Indicó que al mediodía aún les costaba controlar el fuego, al ser un buque de gran envergadura y que en ese momento aún ardía en la sala de máquinas.
La temperatura al interior era elevadísima, por lo que no podía bajar, e incluso debieron retirar el material que tenían arriba del buque. Al tratarse de espacios confinados, éstos debieron ser enfriados con la acción del agua. El remolcador Beagle de Ultramar se mantuvo por la banda de babor (izquierda), lo cual permitió apoyar con un bombeo permanente de agua al casco desde aquel frente, mientras se hacía lo propio desde el muelle, con apoyo también de la Gobernación Marítima.
A las 12,15 horas se constituyó el fiscal Eugenio Campos, quien instruyó las primeras diligencias, junto con lamentar lo sucedido. El adverso escenario de aquel momento, para una mayor intervención bomberil, se logró revertir en horas de la tarde.
El enfriamiento externo de la nave era la única acción aconsejable, ya que mucha inyección de agua directa puede llegar a escorar al buque.
A las 15,45 horas se logró enfriar el casco junto a la acción de extractores de humo. Una vez que se controló la situación, personal con equipos de respiración autónoma pudo ingresar al navío a buscar a la persona. A las 16 horas, a la altura de la popa se logró encontrar a Aro, quien habría perecido por asfixia en un camarote. El cuerpo fue extraído y alrededor de las 21,20 horas levantado para ser derivado al Instituto Médico Legal.
El comandante Mancilla calificó este hecho como un siniestro complicado, de condiciones muy adversas, en especial al constituir la nave un verdadero laberinto. Incluso debió contarse con apoyo de ingenieros navales, y extremar los cuidados en el uso del agua.
Sólo se registró un voluntario lesionado en la mañana, perteneciente a la Tercera Compañía, quien resultó con un esguince en una pierna y fue trasladado al Hospital de las Fuerzas Armadas.
Fuente: la Prensa Austral
Omar Pablo Aro, de 24 años, había llegado hace pocos días desde Puerto Montt y al desatarse el siniestro dormía en su camarote. Pese a desesperado esfuerzo de un compañero, no logró ser rescatado.
Una nueva desgracia sacudió ayer las instalaciones del muelle Mardones, de la Empresa Portuaria Austral (Epa), al declararse un incendio alrededor de las 9,45 horas, a bordo del barco factoría Puerto Williams (ex Isla Camila), que se encontraba atracado en el sitio lateral de dicho terminal. El fuego cobró la vida del tripulante Omar Pablo Aro Vera, de 24 años, quien quedó atrapado a bordo del buque siniestrado.
Esta tragedia se registró a 12 días del deceso de un tripulante del remolcador Aguila III, que cayó a las aguas de aquel muelle.
El siniestro se desató al interior del sector de camarotes de la nave palangrera, de 50 metros de eslora (largo) y perteneciente a los registros de Pesca Chile. A bordo se mantenía una dotación de 12 marinos y alrededor de 60 personas trabajando para tres empresas contratistas, las cuales realizaban una reestructuración interior. Se esperaba que el buque ya saliera a navegar el día 15.
El hecho movilizó en forma inmediata al Cuerpo de Bomberos, que a contar de las 10,10 horas dispuso en el lugar a compañías de agua y de rescate, con el aporte de unos 60 voluntarios. Concurrieron al muelle la 1ª, 3ª, 4ª y 7ª compañías, las cuales trabajaron primeramente para sofocar las llamas que se desplazaron hasta el mismo puente de mando de la embarcación.
En el lugar también se hizo presente personal de la III Zona Naval, que apoyó dicha labor a través de la dotación del patrullero Isaza, el remolcador Lautaro y personal de la Gobernación Marítima de Punta Arenas y del Centro de Abastecimiento Magallanes.
A través de un comunicado, la Armada informó que al momento del siniestro se realizaban faenas de soldadura en el sector de popa, actividad que no habría contado con la debida autorización de una empresa contratista.
EJECUTIVO
A las 10,25 horas llegó al lugar el gerente de Operaciones de Pesca Chile, Enrique Gutiérrez, quien se impuso de lo sucedido y siguió de cerca las faenas de combate al siniestro como el apoyo al personal de la nave.
Confirmó que el navío había sido recién adquirido a la empresa Suribérica, por un costo de 1,2 millones de dólares. El Puerto Williams era sometido a una transformación en su factoría, ascendiendo su inversión total a 2 millones de dólares.
Este supuso que el fuego se pudo deber a algún problema con los trabajos de soldadura que se hacían a bordo, partiendo el fuego desde la parte posterior (factoría) hacia adelante.
Pese a ser prematuro evaluar la merma sufrida, señaló que los daños eran enormes y que el buque se veía perdido por fuera, faltando constatar las pérdidas al interior y en la zona de máquinas.
TRABAJADORES
Con tristeza e impotencia, los compañeros de labores de la víctima fatal se mantenían atentos al desarrollo de las labores de combate del siniestro.
Más allá de perder todo lo que tenían a bordo, entre ellos sus documentos, se mostraron conmovidos por la suerte sufrida por Aro.
Oscar Navarrete, marino mercante oriundo de Valdivia, se encontraba saliente de guardia al momento de desatarse la tragedia, tras haber cumplido su turno entre las 20 y las 8 horas de ayer. Fue él quien dio aviso del incendio, al despertar en su camarote producto del abundante humo. “Me estaba ahogando, estaba intoxicado”, indicó tras percatarse del inicio del fuego en los camarotes del frente, en el primer nivel del buque. “Avisé a todos y gracias a ello se pudo sacar en forma rápida a los ocupantes de la nave”, agregó.
En el camarote de al lado se ubicaba Julio Chechi, tripulante nacido en Castro, 28 años. Fue el último en ver con vida a Aro, ya que intentó sacarlo de la nave, sin lograr su propósito.
El atribulado trabajador señaló que su compañero, que había llegado recién hace 10 días procedente de Puerto Montt, al momento del incendio se encontraba durmiendo en su mismo camarote tras haber compartido el turno nocturno.
Al conversar con este medio, alrededor de las 10,30 horas lucía arropado con una manta y precarias prendas que le habían facilitado minutos atrás. Indicó que él atinó a despertar a Aro e intentó sacarlo, “y lo estaba sacando, pero se me soltó del pasillo y se cayó a la salida del camarote y quedó tirado ahí en el pasillo”. A la salida del camarote sólo pudo avanzar unos tres metros con él, quien estaba inconsciente con el humo.
En aquella experiencia extrema, que calificó de muy fuerte, señaló no percibir ninguna seguridad en el buque para responder a esta contingencia.
Ello no fue compartido por el gerente de Operaciones de la compañía, quien aseveró que se cumplía con todas las normas.
A su vez, el gerente de la Epa, Eduardo Manzanares, deslindó toda responsabilidad en este hecho, ya que ésta sólo llega hasta arriba del muelle, pero “desde el portalón para adentro es de la nave”. Además no tienen tuición legal para intervenir. Expresó que hay casos fortuitos que escapan a toda previsión humana, y espera que la investigación determine qué pasó realmente aquí.
ARDUA TAREA
Una ardua labor le correspondió desplegar al personal bomberil. Los esfuerzos en terreno fueron dirigidos por el primer comandante del Cuerpo de Bomberos, René Mancilla, quien situó el foco del incendio en la popa del navío, a la espera de poder determinar la causa.
Indicó que al mediodía aún les costaba controlar el fuego, al ser un buque de gran envergadura y que en ese momento aún ardía en la sala de máquinas.
La temperatura al interior era elevadísima, por lo que no podía bajar, e incluso debieron retirar el material que tenían arriba del buque. Al tratarse de espacios confinados, éstos debieron ser enfriados con la acción del agua. El remolcador Beagle de Ultramar se mantuvo por la banda de babor (izquierda), lo cual permitió apoyar con un bombeo permanente de agua al casco desde aquel frente, mientras se hacía lo propio desde el muelle, con apoyo también de la Gobernación Marítima.
A las 12,15 horas se constituyó el fiscal Eugenio Campos, quien instruyó las primeras diligencias, junto con lamentar lo sucedido. El adverso escenario de aquel momento, para una mayor intervención bomberil, se logró revertir en horas de la tarde.
El enfriamiento externo de la nave era la única acción aconsejable, ya que mucha inyección de agua directa puede llegar a escorar al buque.
A las 15,45 horas se logró enfriar el casco junto a la acción de extractores de humo. Una vez que se controló la situación, personal con equipos de respiración autónoma pudo ingresar al navío a buscar a la persona. A las 16 horas, a la altura de la popa se logró encontrar a Aro, quien habría perecido por asfixia en un camarote. El cuerpo fue extraído y alrededor de las 21,20 horas levantado para ser derivado al Instituto Médico Legal.
El comandante Mancilla calificó este hecho como un siniestro complicado, de condiciones muy adversas, en especial al constituir la nave un verdadero laberinto. Incluso debió contarse con apoyo de ingenieros navales, y extremar los cuidados en el uso del agua.
Sólo se registró un voluntario lesionado en la mañana, perteneciente a la Tercera Compañía, quien resultó con un esguince en una pierna y fue trasladado al Hospital de las Fuerzas Armadas.
Fuente: la Prensa Austral
