
Cuando se busca información sobre los bomberos de Chile en la web, la primera página, la principal, la oficial de la institución, nos golpea con una frase llamativa: “Voluntarios profesionales de la Emergencia”. Pensándolo bien, es un acierto esa denominación para nuestros admirados ciudadanos, que hoy celebran el Día Nacional del Bombero Voluntario.
Parte su historia en internet señalando que “puede afirmarse que casi todos los Cuerpos de Bomberos se institucionalizan a raíz de un incendio descomunal que hiere la conciencia pública y que obliga a la comunidad a reaccionar, recurriendo para ello a algún modelo organizativo de aquellos disponibles en la cultura comunitaria de que se trate. Fue así que en Chile el primer Cuerpo de Bomberos basado en voluntarios nació en 1851 en el puerto de Valparaíso, según algunos autores con fuerte raigambre en los valores republicanos y orgánicamente basado en brigadas bomberiles existentes en los Estados Unidos desde el siglo XVIII. El modelo de Valparaíso, en cuanto al diseño organizativo y miembros voluntarios, sería más tarde replicado por entidades semejantes en todo el país: Cuerpos de Bomberos voluntarios”.
Así, la iniciativa de aquellos pioneros porteños se comenzó a replicar en todo el país. Con orgullo, la institución puede señalar que su presencia está diseminada a lo ancho y largo de la mayoría de las comunas del país y son miles quienes han abrazado esta causa, tan noble, en la cual exponen hasta su integridad física y su propia vida –centenares de mártires nos recuerdan esto- para salvar bienes y vidas de sus conciudadanos.
Como reseña la historia de esta institución, “antes de la existencia de estos Cuerpos, en el país los siniestros eran enfrentados por serenos, policías y por el público en general, desde luego sin equipamientos ni preparación especiales. Y aunque existen indicios documentados de que hubo iniciativas estatales destinadas a formalizar este servicio, aquellas no pasaron de la intención o de la enunciación”. Hoy, con propiedad y orgullo, podemos decirles “voluntarios profesionales de la Emergencia”.
Se trata de voluntarios, que le dan con esta decisión, de no ser rentados, una impronta que sobresale en todo el mundo, haciéndolos diferentes, ya que estos servicios en otros países son efectuados por profesionales y trabajadores que reciben remuneración por su trabajo. Acá no, es un servicio voluntario.
No por ello es algo improvisado, falto de prolijidad ni irresponsable. No por ser voluntario el bombero es un hombre que actúa con lo que le dicta su instinto ante el peligro. Eso nos lleva a reflexionar sobre la segunda característica de esa frase que los identifica en su portal de internet. Le preparación acuciosa, la jerarquía, la disciplina, la conformación de equipos y la acción coordinada deriva en su efectividad, para evitar la expansión de la tragedia. A veces se les critica porque igual se quemó una vivienda, pero no se imaginan aquellos negativos lo que habría sucedido si no hubiesen llegado para evitar la expansión del siniestro. A esa preparación por parte del propio cuerpo bomberil, partiendo por los cadetes aspirantes, se suma la labor silenciosa, eficiente y eficaz de la Academia Nacional de Bomberos, con toda su tecnificación, para que la institución asuma en plenitud un sus tareas en la modernidad.
Por último, la frase se cierra con la palabra “emergencia”. Ya no están ellos sólo en los incendios. Así fue su origen, sin embargo, el devenir de los tiempos los ha llevado a estar presentes en un sinfín de servicios, entre los cuales se ha sumado su preparación para afrontar emergencias químicas y para actuar ante accidentes viales con personas atrapadas.
Por ello, hoy es tiempo de celebrar y agradecer a quienes dictaron la ley, promulgada en 1962 por el Presidente de la República Jorge Alessandri Rodríguez. Sin embargo, nos asalta una inquietud, porque la ley apunta que las escuelas debieran efectuar actos alusivos para realzar a los bomberos. Ello no ocurre, lamentablemente. Sin embargo, los “Caballeros del Fuego”, con o sin reconocimientos y homenajes, sienten el llamado interno, porque los bienes y las vidas de sus congéneres están en peligro. Eso no pasa de moda, felizmente.