Aokigahara, el bosque de los suicidas

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1 Dic 2010
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Chile
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El bosque Aokigahara es la segunda capital del suicidio, luego del Puente Golden Gate en San Francisco.

El Monte Fuji -el pico más alto de Japón- es uno de los atractivos más visitados del país. El misticismo y el valor ancestral que se le da a este volcán lo convirtieron en un ícono cultural de la isla. Sin embargo, no es el único lugar de la zona que atrae a cientos de personas todos los años. A sus pies, se levanta uno de los bosques más desolados del planeta: el Aokigahara. Inevitablemente, un paraíso para los suicidas y las historias de terror.

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Debido a su densidad, el Aokigahara es también conocido como Jyukai o Mar de árboles. A él acuden miles de personas todos los años, pero muchos no regresan. A lo largo de los caminos del bosque, pueden encontrarse letreros con mensajes como "Tu vida es un precioso regalo que te hicieron tus padres." o "No guardes tus preocupaciones sólo para ti, busca ayuda".

Las leyendas de la zona cuentan que está poblado de almas en pena y actividad paranormal debido a las decenas de personas que se suicidan ahí. Incluso hay un día en el que cientos de voluntarios del cuerpo de bomberos y policías se internan en el bosque para buscar los cadáveres que aún no han sido encontrados por los turistas. Cerca de 70 cuerpos son rescatados anualmente.

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Las desapariciones y muertes en el bosque de Aokigahara han inspirado libros y películas, algunas de las cuales han sido prohibidas en Japón para no romantizar el suicidio a faldas del Monte Fuji. Entre ellos están el cuento de Seicho Matsumoto Kuroi Jukai (1960) en el que una pareja de enamorados huye a este bosque para quitarse la vida, el libro de Tsurumi Wataru El manual completo del suicidio (1993) en donde el Aokigahara se describe como "el lugar perfecto para morir" y la película The Forest (2016) inspirada en las historias de muerte del mar de árboles.

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Sin embargo, hay que tener en cuenta que es muy fácil perderse en el Aokigahara. No sólo por lo denso de su vegetación, sino también porque sus suelos tienen un alto contenido de hierro, lo que crea un campo magnético que interfiere con los sistemas de GPS y las brújulas. De cualquier forma, los locales están alertos ante cualquier turista que parezca estar al borde del suicidio. Según cuentan, hay tres tipos de visitantes: trekkers interesados en obtener vistas panorámicas del Monte Fuji, los curiosos buscando un poco de diversión macabra y aquellas almas que planean no regresar nunca más.

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Si algo no tienen en cuenta los suicidas, definitivamente no es el impacto que tienen sobre los policías y guardabosques que deben percnoctar junto a sus cuerpos. "He visto suficientes cuerpos en estados realmente terribles de descomposición, algunos incluso siendo recogidos por animales... no hay nada de bonito en morir aquí", asegura uno de los oficiales de la localidad.

Por si fuera poco, los guardabosques deben arrastrar los cadáveres que encuentran hasta la estación local, en donde tienen un cuarto especial equipado para recibir los cuerpos. Luego se hechan a la suerte el puesto para (no) dormir junto a los cuerpos, pues se cree que es de muy mala suerte para el yurei (fantasma) de la víctima suicida si su cuerpo se queda solo. Las leyendas dicen que, de ser así, sus espíritus gritaran toda la noche y sus cuerpos comenzarán a moverse solos.

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