A 70 años de la horrorosa catástrofe del “Humo”

bluebird3

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Setenta años se cumplen hoy desde la horrenda catástrofe ocurrida el 19 de Junio de 1945, en el Mineral de Cobre “El Teniente”, de la empresa norteamericana Braden Copper Company.
El país entero se conmovió con la noticia que se difundió por todo el mundo.
Un comienzo de incendio en la boca de entrada al túnel minero provocó extensas nubes de humo que, empujadas por el viento de la superficie, fueron penetrando hacia muy adentro, en donde centenares de trabajadores estaban laborando en la extracción de rocas y piedras que contenían cobre.
Al respirar el aire contaminado, poco a poco fueron cayendo los mineros que no alcanzaron a huir del mortal peligro.
Fueron en total 355 lo que murieron en el interior de la mina. Como en todo Chile no había disponibles tantos ataúdes tuvieron que construirse rápidamente cajas mortuorias para ser enviadas en trenes y autocarriles especiales a Rancagua y ser sepultadas.
El primero de los sucesivos funerales desde la Estación del Ferrocarril de la Braden en la calle Millán hasta el Cementerio N° 2 ubicado en la actual Avenida Baquedano, fue encabezado por el Presidente de la República don Juan Antonio Ríos, Ministros de Estado, autoridades civiles, religiosas y militares, dirigentes sindicales, en un largo cortejo que incluyó a la casi totalidad de los trabajadores de la Braden. Las aceras se hicieron estrechas para contener a miles de personas que contemplaron el paso del largo cortejo en las calles Millán, Lastarria, Brasil y Baquedano.
Las tumbas de los caídos fueron agrupadas ordenadamente en un amplio espacio en el costado oriente del Cementerio.
La “Catástrofe del Humo” fue considerada como el más grande accidente mortal minero en la historia.

elrancaguino.cl
 

kamakura

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Eran las 6:30 de la mañana del martes 19 de junio de 1945, una onda polar castigaba a gran parte del país y el frío calaba hondo en los cerca de mil mineros que hace algunas horas habían comenzado sus turnos en los piques subterráneos de El Teniente.

Media hora después, una explosión se oyó a lo lejos. Un incendio se había desatado al interior de una bodega de materiales, junto al pique "Teniente C". Las llamas se propagaron a unos tambores de petróleo que estallaron con facilidad.

A continuación, gruesas columnas de humo empezaron a avanzar por los túneles. Los mineros que se encontraban más cerca del siniestro, lograron escapar entre el humo y el fuego. El resto buscó refugio en los pasillos de seguridad construidos en las galerías o al fondo de los piques.

En ese momento se dio la alarma por vía telefónica interna de la mina, pero ya era demasiado tarde, el denso humo se había propagado y los sistemas de ventilación no funcionaron. Una nube densa impedía la visión y el escape de la gente. Además las salidas de emergencia no estaban correctamente señalizadas, lo que resultó decisivo en las proporciones de la tragedia.

Alrededor de las 20:00 horas el fuego pudo ser controlado, pero el humo inundaba todo y los rescatistas tuvieron que esperar hasta el mediodía del 20 de junio para entrar a los túneles.

Afuera, la voz se corrió rápidamente y casi todos los habitantes de Sewell, el campamento modelo enclavado en la montaña, se habían reunido angustiados, solicitando detalles del siniestro y esperando ver con vida a sus familiares.

Durante tres días los hombres trabajaron sin descanso, pero lamentablemente los esfuerzos fueron infructuosos: 355 mineros yacían sin vida y otros 747 estaban heridos.

Las causas

Los trabajadores no fallecieron producto del fuego, sino asfixiados y envenenados por el monóxido de carbono, que deja inconsciente a las víctimas. A eso se sumó la desesperación que se apoderó de la mayoría.

Un informe elaborado por el Superintendente de la mina en esa época, estableció que la causa más probable del accidente fue el calentamiento de petróleo de un tambor que se habría puesto al fuego para ser procesado. El fondo del tarro habría explotado e incendió el techo, generando una corriente de aire que inundó el lugar de un humo tóxico.

La "tragedia del humo" se convirtió en el accidente más grave de la minería chilena y el más costoso en pérdidas humanas de un yacimiento metálico a nivel mundial.

El funeral fue realmente imponente, convocó en Rancagua desde el Presidente Juan Antonio Ríos al poeta Pablo Neruda. El Gobierno decretó duelo nacional por tres días, el comercio cerró sus puertas, los edificios públicos y las casas particulares izaron banderas a media asta, los teatros suspendieron espectáculos y las escuelas suspendieron sus clases.

Después de una misa celebrada durante la mañana del 20 de junio en Sewell, los primeros ataúdes fueron llevados a la estación de ferrocarril rumbo a Rancagua, pues el campamento carecía de cementerio.

Muchos culparon a la empresa por las causas del siniestro. De hecho, el Congreso promulgó leyes para quitarle atribuciones, provocando la politización de la tragedia.

La compañía, por su parte, le bajó el perfil al accidente, indemnizó económicamente a los familiares de las víctimas y les construyó un poblado en Rancagua, conocido como la Población Las Viudas.

Las lecciones

El impacto que causaron las muertes en la comunidad obligó a innovar e introducir sistemas de seguridad en el trabajo que en ese entonces se practicaban en Estados Unidos y Europa.

A partir de ese momento, la mentalidad y los hábitos de los mineros sufrieron un verdadero cambio. Se instauró el concepto de prevención de riesgos en la gestión y se creó el Departamento de Seguridad Minera que estableció procesos de comunicación directos con todos los trabajadores. Las mejoras fueron tan significativas que El Teniente ganó el premio internacional a la seguridad durante 14 años consecutivos.

Asimismo, la tragedia obligó a reformar varias normas como la Ley de Accidentes del Trabajo, que el Congreso tramitaba hacía varios años.
 
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bluebird3

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El 19 de junio de 1945: catástrofe del humo en Sewell

Un incendio casual ocurrido junto a la boca de entrada a la mina de El Teniente, en Sewell, desató el enorme drama en aquel sombrío 19 de junio el año 1945.
Pasarán los años, los decenios y el tiempo sin límites, y en medio de la historia del Siglo XX, el 19 de junio seguirá entre nosotros, marcado con 355 cruces, bajo las cuales reposarán los restos mortales de aquellos que cayeron en esa fecha, en el interior de la Mina.
Era un día como hoy, pero desde entonces sería diferente a todos los días vividos por la humanidad. Porque esa catástrofe fue distinta, única, en un escenario que ya no existe, con protagonistas que están solo en el recuerdo.
El mundo mismo era absolutamente diferente. Estaba recién saliendo de otro drama, inmensamente sangriento, en el que millones de seres humanos se mataron entre sí. Era la humanidad la que estaba siendo destruida…
¡Pero todo lo veíamos tan lejano y no se trata de hacer comparaciones, que no tendrían sentido!… Sería como preguntar si el agua del océano es más importante que la que tenemos dentro de un vaso, en la mano, para beberla.
No pretendemos relatar la Historia ni siquiera algunos de sus detalles. Todo se quedó en el pasado. Fue además, una historia cuyo capítulo cumbre se desarrolló en pocos minutos: los breves instantes que demoró el humo, empujado por el viento exterior, para adentrarse en los túneles, galerías, socavones, piques, etc. Hasta penetrar por bocas y narices humanas, paralizar pulmones, mentes y corazones.
Ese 19 de junio que hoy estamos recordando es el que está entre nosotros, en Rancagua o en Sewell. Para evocarlo como homenaje a los que cayeron.

http://elrancaguino.cl