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"El viento levantó tornados de fuego"
Allariz pierde bosques centenarios en un voraz incendio que deja 250 hectáreas convertidas en negra ceniza
J.FRAIZ - OURENSE El fuego espoleado por un viento impredecible transformó el jueves un paisaje singular de Reserva de la Biosfera en un erial inhóspito. Allariz tiene una mácula negra desde anteayer que ha borrado bosques centenarios, masas forestales autóctonas –robles, castaños, abedules–, extensiones en mancomún y 250 hectáreas de paisaje consumido en la pira de un incendio voraz, muy probablemente intencionado, que extendió su poder destructivo a espacios de Sandiás y Vilar de Santos. Fuentes consultadas ayer entre los agentes forestales –la policía de incendios de la Xunta– descartaban hipótesis sobre una quema sin permisos e imprudente y afianzaban todas sus sospechas sobre dos posibles pirómanos sin identificar.
Líneas kilométricas de fuego asediaron varias aldeas, rodearon la capilla de San Benito (Sandiás) y se aproximaron peligrosamente como dos fauces al lugar de Novás. La sequedad del monte, sin interregnos tras la infernal oleada de octubre, alfombró el avance del fuego. "Te encontrabas atacando un frente intentando una contra y, de repente, cambiaba al aire y lo desbarataba todo. El viento trasladó focos a 80 metros, empezó de sur a norte y dio la vuelta casi en redondo", relató un agente forestal.
Otras fuentes del operativo de extinción censuraban ayer la "descoordinación" en el debido engranaje del amplio despliegue de medios que la Xunta –se movilizó hasta a militares de la UME que no llegaron a actuar– dispuso para que el incendio no pusiera en peligro a poblaciones y personas. Se evitó en el filo de la navaja, según admite una fuente. "Hubo un momento en el que se levantó un torbellino espectacular, tiró el viento y se formó un tornado de fuego que yo pocas veces había visto". La amenaza del fuego se combinó con la expansión de una densa humareda que erigió columnas infernales visibles desde lugares alejados como Laza –a 50 kilómetros–. "Las cuadrillas que estaban allí pudieron escapar y por suerte no pasó nada". De madrugada los brigadistas doblaban el pulso incandescente a un incendio poderoso, paradigmático de la situación climática nada usual que ha vivido Galicia este invierno. Ourense agravó en estas semanas su estado de excepción por el fuego. En octubre la provincia ardió de norte a sur y más de 20.000 hectáreas fueron pasto de una espiral de incendios –hasta medio centenar en un día– sin solución de continuidad ni respuestas de las administraciones para paliar la erosión y el arrastre de suelos. Desde finales de febrero, los incendios de invierno han quemado en la provincia más de 1.500 hectáreas. Hasta el pasado lunes, la Xunta desoyó todas las peticiones de que prohibiera los permisos para realizar quemas.
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