Atacameños:
“No soportaremos más este centralismo ciego y delirante.
Al autoritarismo de Santiago opondremos nuestra valentía;
a la ceguera de sus jefes, nuestra sana voluntad de progreso regional;
al afán de imponer sus desaciertos, nuestra conciencia batalladora”
"A esos Santiaguinos abusivos y autoritarios, los venceremos.
PRIMERA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
Los constituyentes, conformados por la clase media de las provincias, por intelectuales y profesionales que reaccionaron contra la oligarquía autoritaria, promovieron las libertades individuales arraigadas en el racionalismo laico; su influencia masónica les dio un perfil anticlerical, decisivo en la separación de la Iglesia del Estado. Este movimiento liberal rebelde, abierto a la sensibilidad social y a la modernidad, tuvo su primer hito cuando decidió marchar a la guerra civil en 1859.

Cansados del abusivo y enojoso centralismo, los atacameños formaron un ejército "El Constituyente". Llenos de ingenio compusieron con rapidez viejas escopetas, fusiles y carabinas; fundieron cañones, forjaron lanzas, fabricaron balas y municiones, por su parte las mujeres bordaron las banderas y las escarapelas además de confeccionar los uniformes y el calzado, con las huestes asi conformadas se levantaron en armas.
En el ejército destacaron los nombres de Manuel Antonio Matta, Pedro León Gallo, Pedro Pablo Zapata, Ramón Arancibia, Pedro Pablo Muñoz, Olegario Carvallo, Anselmo Caravantes y tantos otros valientes, que inmersos en la lucha armada por las libertades y la igualdad, escribieron memorables páginas de la historia patria.
Y sucedió por fin, el 5 de enero de 1859, en el seno de la vieja cuna de las libertades públicas, Copiapó, el estallido la revolución constituyente, cuando una división de atacameños comandados por Pedro Pablo Zapata, asalta el cuartel de policía, provocando la huida del intendente José María Silva Chávez.
Ergo el 6 de enero en acto público realizado en la plaza de la capital regional, don Pedro León Gallo Goyenechea tomó la palabra y la multitud se quedó mirándole.
Sereno y en su definitiva decisión, miró a sus hermanos atacameños con amor profundo y así les dijo:

"La revolución pacífica que ha tenido lugar en la noche que precede, representa para la patria un germen profundo de prosperidad, que encuentra especial apoyo en la voluntad de nuestro pueblo que no piensa vivir indignamente de rodillas soportando este centralismo denigrante y virulento, que se apoya en leyes inicuas o justas tergiversadas u otras derechamente conculcadas, hasta ahora, por la tiranía centralista"
"La fuerza del pueblo es la fuerza del destino y los brazos de la juventud son la palanca del futuro, con el pueblo y con nuestra juventud destruiremos esta clase social ciega y egoísta que ha pretendido apoderarse del país. Nuestro ejército de bravos atacameños aplastará la injusticia de ese Santiago centralista."
Atacameños:
“No soportaremos más este centralismo ciego y delirante.
Al autoritarismo de Santiago opondremos nuestra valentía;
a la ceguera de sus jefes, nuestra sana voluntad de progreso regional;
al afán de imponer sus desaciertos, nuestra conciencia batalladora”
"A esos Santiaguinos abusivos y autoritarios, los venceremos.
Si ellos se comportan con crueldad, tendrán que aguantar también nuestra crueldad y si quieren guerra, tendrán que comenzar a buscar donde enterrar a sus muertos".
Don Juan Nicolás Mujica con voz destemplada proclamó a Pedro León Gallo intendente de Atacama. Así las cosas, la revolución de plata comenzó con un grito delirante: "¡abajo el gobierno central! ¡Que viva don Pedro León Gallo!, ¡que viva!".
Ahí estaba el prócer, rico, joven, atacameño, radiante de oportunidad, leal a su tierra, lanzando hacia la masa su mirada simpática y atractiva, confundiendo y esperanzando a los hombres por su doble condición de minero y de poeta.

Don Olegario Carvallo desde un lado del tabladillo extendió la bandera azul con la estrella dorada al centro y otra vez los aplausos arreciaron en la multitud. Luego el estandarte fue subiendo por el mástil mientras todos los ojos lo seguían en su muda admiración hasta que llego a flamear en la punta del asta.

Venían a pie de Chañaral, paposo, el Cobre o del mismo desierto minero. Cuando les señalaban que no habían ya fusiles, pedían que los dejaran formar parte de las tropas, que tomarían las armas del que cayera en combate y lucharían si era preciso con las manos, no importaba nada con tal de estar en las filas revolucionarias.
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Descansados, bien abastecidos y con más contingente, emprendieron camino hacia el sur con dirección a la ciudad de La Serena, donde ya habían llegado apresuradamente las tropas del gobierno para sofocar la insurrección.
El 14 de marzo, luego de una dura travesía, se encontraron frente a frente el ejército constituyente y el gobiernista que había sido enviado para frenar el avance inexorable de las tropas atacameñas.

Fue en esta acción donde se produjo el primer choque de los ejércitos y donde las tropas atacameñas vencieron inapelablemente.
"El ejército Constituyente" enarboló el emblema de la estrella amarilla, bordado con pasión por la madre de Pedro León Gallo; este estandarte regional símbolo de las esperanzas de justicia, acompañó el alzamiento hasta la derrota definitiva en Cerro Grande el 29 de abril de 1859.
Este hecho de armas truncó los anhelos de los revolucionarios y los dejó con el alma acongojada, apesadumbrados por la muerte de sus familiares y amigos en el campo de batalla, pero seguros de haber cumplido dignamente los rudos deberes de su misión.
Así con la frente en alto partieron obligados al destierro.
Con ellos se marchaba lejos de la patria el caudillo de Atacama, quién dejaba circulando en el país el ideario de Atacama en alas del prestigio y del aplauso.
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