Jose Fernando Molina Briones.
17 de febrero a las 9:27
Fuerte relato de lo que seria una de las tragedias que impulsaría la creación de los equipos de rescate en Chile.
Jose Fernando Molina Briones
16 de febrero a las 18:33
Han pasado ya 30 años desde aquel fatídico día de verano de 1986, y en mi mente está incólume el recuerdo de lo vivido en aquella jornada.
Para ese lunes 17 de febrero, yo me desempeñaba como colaborador de Radio Minería de Viña del Mar, a donde había llegado en 1980 para realizar pequeños programas de corte juvenil. Era una participación esporádica, pero que me llenaba de satisfacciones, al efectuar una de las cosas que yo más deseaba: transformarme en un comunicador social de verdad. Cómo iba a imaginar que ese día, y de manera tan horrible y dolorosa mi sueño comenzaría a hacerse realidad.
Cerca de las 19.30 horas, junto a un grupo de amigos conversábamos animadamente en la esquina de Avda. Urmeneta y Riquelme… cosas sin importancia, bromas, planes de término de verano.
Minutos más tarde, la sirena de bomberos rompió la tranquilidad. Nuestra conversación siguió alegremente; sin embargo dos hechos llamaron poderosamente mi atención. El primero fue la premura con que bomberos respondió al llamado, ya que casi no terminaba de sonar la alarma general cuando una unidad ya se dirigía velozmente a la emergencia… Lo segundo fue que en cosas de minutos, mi querido y recordado amigo, el periodista de La Estrella y El Mercurio en Limache, Luis Medina Valdés, abandonaba casi corriendo su oficina en la céntrica calle Serrano para doblar en Avda. Urmeneta rumbo a la estación local.
Minutos después, el ulular de sirenas por la avenida principal una vez más llamó mi atención. Eran una unidad de bomberos y una ambulancia de Villa Alemana que venían a toda velocidad, doblando por Serrano hasta desaparecer de mí vista…. “seguramente es un accidente de tránsito de gran envergadura” dije a mis amigos.
Apuré el término de la conversación y me dirigí a la corresponsalía de ambos periódicos.
Allí pregunté si alguien sabía algo y el ayudante de Don Luis me respondió con un – casi distendido comentario- “parece que chocaron unos trenes o algo así “. De inmediato, efectué una llamada telefónica a la segunda compañía de bomberos en donde una voz nerviosa me confirmó lo que recién me habían comentado “Se trata de un rescate, producto del choque de dos trenes “. Debo reconocer que mi primer pensamiento estuvo dirigido a quienes hacían tanto alarde de una situación que seguramente no pasaba de ser una mala maniobra de acoplamiento de un par de vagones. Sin embargo y de inmediato un extraño “olfato periodístico” me alertó que podría tratarse de algo más. No acababa de asumir dichas contradicciones, cuando ya estaba en mi casa recogiendo mi vieja y fiel grabadora a cassette, para luego dirigirme a la estación de la comuna.
Tan sólo entrar al recinto, uno podía apreciar nerviosismo, confusión y mucha preocupación. Carreras para allá y para acá daban cuenta que en realidad “ algo serio ocurría”.
En medio de tanto ajetreo, mi mirada se detuvo en dos funcionarios de Carabineros que comenzaban el proceso de evacuación de la terminal ferroviaria…. “Sí, ellos debían de tener más información “ – pensé y en un instante ya estaba a su lado para solicitar detalles.
Por aquel entonces, mi padre estaba recién acogido a retiro de Carabineros de Chile, tras haber cumplido cerca de 30 años de servicio y haber alcanzado el grado de Suboficial Mayor, de tal forma que nos conocíamos perfectamente con el personal policial.. Pregunté al de mayor rango qué sucedía y su respuesta aún está fresca en mis oídos… “Chocaron dos trenes en Queronque…. No tenemos mayor información de heridos o muertos” y luego hizo alusión a que el turno policial de aquella tarde aún no daba señales de vida “ … y lo peor es que el jefe del turno no aparece….la guardia lo ha llamado vía radial sin parar y él no responde… a lo mejor se metió por ahí a tomar once… mi mayor ordenó que en cuanto aparezcan se reporten con él….. el medio retito que les va a llegar. ”
Lógicamente que – conociendo al personal – mi curiosidad me hizo preguntar quiénes componían dicho turno. La respuesta fue precisa: “ El cabo Luis Cortés Bravo y el Carabinero Dante Martinez Ogaz “.
Pero, ¿ qué había sucedido ? Es justo dejar de lado por un instante mi relato y hacer algo de historia.: Cuando el reloj marcaba las 19.45 horas de ese fatídico día , el tren AES 16 , proveniente de Puerto y con destino la estación Mapocho, en Santiago, y el automotor AES 9, que venía de Los Andes con destino a Valparaíso, sumando entre ellos más de mil pasajeros a bordo, se encontraron de frente -a considerable velocidad- en el centro de una cerrada curva, sector Queronque, a tan sólo 4 kilómetros de Limache.
El impacto fue violento… atroz,… mortal.
Ahí quedaron mortalmente abrazados ambos automotores.
Una mala coordinación entre los operadores de las cabinas de Limache y Peñablanca había provocado que ambos trenes fueran despachados simultáneamente. Días antes de la tragedia, terroristas del FPMR habían dinamitado el acceso al puente Queronque dejando una de las dos vías inhabilitadas. Lo anterior, sumado al robo de cable de cobre que había hecho estragos en las comunicaciones complicaba el normal proceso de movilización, el que se había visto seriamente afectado.
Pero volvamos a lo vivido ese día…
Con la información que ya poseía, bien podía efectuar un despacho para Radio Minería y así fue como en un instante marqué el número de la emisora. El radio controlador de turno, Reinado Aroca, respondió mi llamada. En dos o tres palabras le conté lo que sucedía y le pedí me grabara un despacho. Le solicité que se lo hiciera escuchar al director y que él autorizara su salida al aire. Con el receptor radial sintonizado en el CB-80 del dial AM , en cosa de segundos pude escuchar el característico sonido de EXTRA EN MINERIA y al locutor de turno dándome el pase, para luego escuchar mi grabación informando del trágico hecho.
Instantes después, el mismo despacho volvió a salir al aire, esta vez desde Radio Minería en la capital para todo Chile. Así tuve el triste honor de ser el primero en informar al país de la tragedia.
Los instantes que siguieron fueron de mucho ajetreo. Desde Viña del Mar se me informó que a contar de ese mismo minuto tenía micrófono abierto y que efectuara todos los despachos que pudiese. Debía entonces volver a la estación de Limache y buscar más información.
A esa hora, la noticia ya se había divulgado como un reguero de pólvora.
En la iglesia de Las 40 Horas se desarrollaba la Novena de la Virgen y el sacerdote había interrumpido su prédica para informar a los fieles del accidente y pedir por los fallecidos y heridos.
También Carabineros había reforzado su personal en torno a la estación de Limache y el control de quienes podían ingresar se efectuaba en las esquinas de Prat y Urmeneta. Sin mayor obstáculo superé la barrera policial y cuando ya ingresaba al recinto sentí una voz que me llamaba… “ Molina….Molina… “ Me detuve y me percaté que era el mismo suboficial de instantes atrás. Tan sólo acercármele me lanzó una noticia en la cara…” Apareció el turno…” Recuerdo haberle preguntado….” Y fue muy fuerte el reto?…”. Su expresión cambio de un instante a otro y me respondió… “ Están muertos… iban en la cabina de uno de los trenes que chocó.”