Es la versión moderna de la parábola de Jesús que habla de la casa edificada sobre la roca y sobre la arena . En este caso, la edificación estaba construida junto a un acantilado, pero el suelo se había vuelto inestable y se resquebrajaba, amenazando con hacerla caer al lago.
Los restos carbonizados de esta casa de lujo situado sobre un acantilado que da a un precioso lago cayeron al agua desde 23 metros de altura. Los bomberos habían decidido que debían destruir la mansión, valorada en 700.000 dólares, en lugar de esperar a que se desmoronara a causa de que la tierra se hundía a su alrededor.
Y la mejor forma era hacerla arder. El mundo al revés, los bomberos haciendo de pirómanos, aunque por una buena causa.
El fuego tardó menos de una hora en consumir la vivienda, que tenía unas espectaculares vistas sobre el lago Whitney, en Texas. Las llamas consumieron las paredes exteriores de la casa después de que se repartieran fardos de heno y combustible por toda la casa para favorecer el fuego.
El terreno alrededor de la casa se había vuelto cada vez más inestable en los últimos meses y hace unos días parte de la tierra cedió bajo la mansión, dejando una parte de la casa colgando del acantilado.
Las autoridades condenaron la casa a desaparecer y los propietarios, Robert y Denise Webb, tuvieron que aceptar que fuera quemada con mucho dolor de su corazón, ya que habían invertido en ella todos sus ahorros. Habían cumplido con todas las normas y permisos, pero se acercaron demasiado al precipicio al construir la casa.
Además, los dueños de la mansión pagarán todos los gastos de demolición y limpieza. Los daños no estaban cubiertos por ningún seguro.
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