LA DOMESTICACIÓN DEL FUEGO EN LA EDAD DE PIEDRA

Nacho

Comandante de Guardia
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LA DOMESTICACIÓN DEL FUEGO EN LA EDAD DE PIEDRA (I)
Por Raquel Carrillo González . 4 enero, 2012 en Prehistoria
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“El ser humano es el único animal capaz de hacer fuego. Esto le ha procurado su dominio sobre la Tierra” (Conde de Rivarol, 1753-1801).
El fuego, uno de los cuatro elementos, ha sido y es tan temido como adorado. Cuando los humanos aprendimos a controlarlo, hace cientos de miles de años, dimos un paso importantísimo en la evolución.

El fuego y el mito
En la mitología y en las leyendas de todos los pueblos aparece el fuego y se trata el tema de su origen. Estos mitos nos muestran la importancia que todas las sociedades le concedían. Lo acercaban al mundo de los dioses, y aún hoy, en los ritos de todas las religiones tiene una participación. Esa fascinación que provoca viene dada por su doble vertiente. Por una parte tiene un gran poder beneficioso para la vida al producir calor, luz… Pero el fuego puede ser también destrucción. El bien y el mal se unen en el mismo elemento.

De todos los mitos relacionados con el fuego, el que nos resulta más conocido es seguramente aquel que proviene del mundo grecolatino: el mito de Prometeo, narrado por el poeta griego Hesíodo.

Prometeo lleva el fuego a la humanidad, de Heinrich Friedrich Füger, c. 1817.
El titán Prometeo buscaba el bien para la humanidad. Tal y como nos cuenta Hesíodo en su obra Teogonía (siglos VIII o VII a.C., perdonad la imprecisión), Prometeo fue llamado a actuar de árbitro sobre qué partes del sacrificio de un buey debían dedicarse a los dioses y cuáles a los hombres. Este titán dividió al buey sacrificado en dos, poniendo en una mitad la carne, oculta bajo el estómago, mientras que la otra la formaban los huesos, aunque escondidos bajo una capa de grasa presentada de forma apetitosa. De esta forma, Zeus cayó en la trampa y eligió la segunda de las partes. Cuando se dio cuenta del engaño, su enfado fue tal que quitó el fuego a los hombres. Prometeo subió al Olimpo y lo robó, devolviéndoselo de esta forma a los humanos, que pudieron por fin calentarse y cocinar la carne. La venganza de Zeus contra la humanidad fue enviar a la mujer de arcilla Pandora, quien terminaría abriendo la caja que contenía todas las desgracias. Por otra parte, encadenó a Prometeo y envió un águila para que comiera su hígado. Como era inmortal, cada día volvía a crecerle y cada noche el águila se lo comía de nuevo. Fue el héroe Heracles, Hércules en el mundo romano, quien le liberó.
Pero hay muchos otros pueblos, muy distantes entre sí, que tienen sus propios mitos sobre el fuego. Un ejemplo es el de los indios lengua del Chaco paraguayo, cuya mitología recogió el antropólogo escocés sir James George Frazer (1854-1941) en su libro Mitos sobre el origen del fuego.
Para este grupo, el origen del fuego entre los hombres se ocasionó de la siguiente manera:
Al principio, los hombres, al no saber producir fuego, comían la carne cruda. Un día, uno de ellos pasó el día entero cazando, pero sin suerte. De esta forma, quiso burlar el hambre con caracoles. Mientras los comía, se fijó en un pájaro que colocaba algunos caracoles al pie de un árbol. El cazador vio que del lugar de donde colocaba el pájaro su comida, salía una columnita de humo. Al acercarse, se dio cuenta de que en ese lugar había un montón de palitos con las puntas enrojecidas que despedía calor. Algunos caracoles estaban colocados cerca del montón de palitos. Para saciar el hambre, probó estos caracoles asados y como el sabor le gustó, decidió no comerlos nunca más crudos. Llevó algunos de los palitos encendidos a su aldea, donde compartió lo que había descubierto. De esta forma, fueron a buscar madera para mantener la llama viva, a la que nombraron tathla (‘fuego’), y aquella noche cocinaron por primera vez sus alimentos, a la par que le buscaban diferentes usos. Sin embargo, cuando el pájaro volvió al lugar donde había dejado sus viandas y descubrió el robo del fuego, quiso vengarse. Así, formó una tormenta eléctrica, con muchos rayos y truenos. Esta tormenta causó grandes destrozos e infundió miedo entre los habitantes de la aldea. Desde entonces, cada trueno es una señal de que el pájaro-trueno está enojado y pretende castigar a los ladrones de su fuego, puesto que, desde entonces, debe comer su comida cruda.

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Nacho

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LA DOMESTICACIÓN DEL FUEGO EN LA EDAD DE PIEDRA (Y II)
Por Raquel Carrillo González . 11 enero, 2012 en Prehistoria

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El descubrimiento y control del fuego en el Paleolítico
En los mitos que hemos expuesto como ejemplo en la primera parte, vemos ciertas verdades sobre los primeros momentos de la humanidad y el uso del fuego. Nuestros primeros antepasados no tenían la capacidad de producir y controlarlo, por lo que debían comer su comida cruda.
Encontramos cierta parquedad de datos en lo que se refiere al origen del uso del fuego, puesto que puede ser problemático de documentar arqueológicamente en fechas tan tempranas. Los restos de cremación son fácilmente visibles, sí; no obstante, si fue intencionada, y cuáles fueron los motivos y usos de ese fuego, son cuestiones más difíciles de establecer.
La producción y el mantenimiento del fuego en el Paleolítico
El fuego puede ser producido de diferentes formas utilizando materiales que se encuentran de modo abundante en la naturaleza. Bien mediante fricción rápida de dos ramas de madera ayudándose de hierba seca, o por percusión de dos piedras, el ser humano pudo por fin crear fuego a voluntad.
Desgraciadamente, la madera es un vestigio arqueológico que no suele conservarse. Por otro lado, sí es un buen indicador la pirita, principal tipo de roca aprovechada para producir fuego, de cuyo uso tenemos constancia desde el Paleolítico Superior en diversos yacimientos.
Algunos autores establecen tres fases en el descubrimiento del fuego:
1) Inicio del uso del fuego. Ya antes de la aparición de los primeros homínidos, los australopitecinos emplearon el fuego, aunque no nos han llegado demasiados restos. Su origen sería seguramente la recolección de brasas procedentes de fuegos naturales.
2) Uso esporádico del fuego. En el Este africano, hace 1,5 millones de años, nuestro antepasado el Homo ergaster lo utilizaba, aunque de modo ocasional, puesto que no se han hallado verdaderos hogares, sino tan sólo algunos indicios como tierra, piedras o huesos quemados.
3) Domesticación del fuego. Los hogares con estructura propia empiezan a aparecer hace unos 500.000 años en Eurasia, al final de la evolución del Homo ergaster. Y desde entonces, todas las especies de homínidos tuvieron pleno control sobre este elemento de la naturaleza.
Usos del fuego
La decisiva importancia del fuego para el ser humano radica en sus diferentes usos. Un gran paso para la mejora de las condiciones de vida de los homínidos se produjo no sólo cuando empezaron a utilizar el fuego, sino cuando lo domesticaron y controlaron, cuando eran capaces de producirlo de manera intencionada y emplearlo con una finalidad concreta.
Esa domesticación supuso un gran cambio tanto en el plano económico (comienza a ser un elemento de algunas de las estrategias de caza, se preparan los alimentos de manera diferente, etc.) como en el social, cuando el hogar se convierte en el centro de la vida doméstica.
Las principales aplicaciones del fuego en el Paleolítico (hasta hace unos 10.000 años aproximadamente) son las siguientes:
– Fuente de iluminación. El día podía tener más horas, puesto que gracias al fuego las sociedades dejaban de ser dependientes de la luz solar. Esas horas podían ser aprovechadas para realizar algunas actividades o para estrechar los lazos sociales. Por otra parte, el hombre prehistórico pudo entrar en las profundidades de las cuevas, donde la oscuridad es absoluta y dejarnos las magníficas obras de arte que han llegado hasta nosotros (¿quién no conoce Altamira?). En algunos yacimientos los arqueólogos han encontrado lámparas de arenisca que servían para este fin.
– Fuente de calor. Especialmente relevante en épocas de clima gélido, como durante las glaciaciones, favorecerá la extensión del ser humano por el globo terráqueo, posibilitando el hábitat en lugares muy fríos en los que sería imposible habitar sin este tipo de calefacción.
– Cocción de los alimentos. Como resaltan los mitos, antes del descubrimiento del fuego, el ser humano debía comer su comida cruda. Sin duda, cocinar los alimentos fue uno de los primeros usos que se le dio al fuego, y restos de huesos quemados en abundantes yacimientos así nos lo dan a entender.
La cocción de los alimentos tiene repercusiones más importantes de las que a simple vista parece, ya que lo que se ingiere es más digerible y el organismo se beneficia físicamente de ello.
[flv:http://anatomiadelahistoria.com/wp-content/uploads/2012/01/Fuego.flv http://anatomiadelahistoria.com/wp-content/uploads/2012/01/Arbol_fuego.jpg 400 340 #]
Utilizando un arco y una cuerda, que se entrelazaban con el palo principal, se conseguía que éste rozara a mayor velocidad y un mayor número de veces contra la madera seca colocada en el suelo, en la que se pretendía prender la llama. Con esta técnica se conseguía producir fuego con mayor rapidez y menor esfuerzo, tal y como vemos en esta representación multimedia. (Vídeo de Sergio Ortiz Moreno: www.3dvirtualidad.es)

Quizá nos preguntemos la manera en que se podían calentar los líquidos con anterioridad a la invención de la cerámica, que no se produce hasta el Neolítico. La respuesta es utilizando otros recipientes de materiales como bambú o pieles bien tratados o introduciendo piedras que se hubieran calentado previamente.
– Aplicaciones técnicas. El fuego servía asimismo para endurecer las puntas de las lanzas de madera, que de este modo aumentaban en eficacia.
Por otra parte, también se utilizó desde el Paleolítico Inferior para romper grandes núcleos de piedra que eran difíciles de tallar. No obstante, es desde el Paleolítico Superior, en una cronología más reciente, cuando se empleó de manera más generalizada para mejorar la fabricación de útiles, puesto que el endurecimiento del sílex facilita su talla por presión y el hueso y el marfil poseen más elasticidad tras ser calentados.
Finalmente, remarcaremos el manejo del fuego para preparar los colorantes que después se dedicaban, por ejemplo, al arte parietal.
– Otras utilidades. El fuego podía ser fundamental en otras cuestiones, como la defensa contra los animales, o las estrategias de caza. Referente a esto último, muchas sociedades de cazadores-recolectores producen un fuego controlado con la intención de dirigir a los animales hacia el lugar de una emboscada.
Los hogares
Cuando hablamos de fuego, inmediatamente debemos pensar en el hogar (entendido como hoguera), puesto que en el momento en que se controló este elemento de la naturaleza, el hogar pasó a ser el elemento central de la vida doméstica, incluso hoy en día lo es, o lo era hasta hace muy poco, en los fríos días de invierno.
Normalmente se instalaban en las entradas de las cuevas, aunque bien protegidos del viento, pues era allí donde se desarrollaba la vida. El interior de las mismas era poco frecuentado, lo cual es lógico si pensamos en la poca o ninguna luz que podría llegar hasta allí.
Las funciones del hogar son básicamente tres, la de calefacción, cocina y fuente de iluminación.
En cuanto a la tipología de estas estructuras, es bastante variada, desde la morfología más sencilla creada simplemente mediante la acumulación de madera, hierbas secas, etc., hasta la circunvalación de la lumbre con piedras, pasando por la excavación de una oquedad en el suelo o cubeta.
El fuego es protagonista de metáforas, elemento de ritos, de magia, benefactor y destructor. En el Paleolítico se hizo indispensable para la vida, y su manejo y control podía marcar la diferencia entre la vida y la muerte, sobre todo cuando el clima más frío asolaba gran parte de la Tierra. Qué duda cabe que sin el fuego, la humanidad no habría dado muchos de los pasos evolutivos que nos han llevado hasta la actualidad.