El joven CHILENO que está reviviendo el idioma selk'nam.

Nacho

Comandante de Guardia
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El joven que está reviviendo un idioma agonizante
RedacciónBBC Mundo
  • 2 agosto 2015
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Keyuk Selk'nam (abajo a la izquierda), junto con Heminia Vera (la última hablante nativa de selk'nam) y el lingüista Luis Miguel Rojas-Berscia.
Joubert Yanten Gomez, que usa su nombre indígena Keyuk Selk'nam, de 24 años, no sabía que por sus venas corría sangre indígena.

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/08/150717_finde_selknam_idioma_unico_hablante_ac


Sólo cuando cumplió ocho años se enteró de que la familia de su madre descendía de los selk'nam (conocidos también como ona), una tribu nómada que se estableció en Tierra del Fuego. Keyuk ha dedicado su tiempo a recuperar el idioma selk'nam, viajando a la tierra de sus ancestros.

Mi madre no me dijo que tenía antecedentes selk'nam porque pertenece a una generación de nietos de indígenas que cortaron la transmisión de su herencia.

En aquel entonces lo socialmente aceptable era ser blanco, y ser indígena era motivo de vergüenza, no era algo bien visto por la sociedad.

Mi papá desciende de colonos blancos, pero se crió en una comunidad mapuche. Yo crecí con gente indígena a mi alrededor.

Cuando me enteré de que tenía sangre selk'nam, fue un motivo de orgullo, pero también sentí una responsabilidad. Sentí que tenía que investigar más sobre ello.

Me fui dando cuenta de que en mi casa, aunque vivíamos como chilenos de cultura occidental, se mantenían algunas prácticas no compartidas con el resto.

Un ejemplo eran las prácticas religiosas. Cuando mi mamá pedía algo, oraba a sus antepasados, no a Dios, como los católicos.

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Una vez rota esa barrera, mi mamá me presentó al resto de su familia, que yo no conocía, sobre todo a un tío suyo.

Vergüenza
Al principio, él se mostró reticente a transmitir su cultura y responder a las preguntas que yo le hacía.

Pero, poco a poco, se dio cuenta de que no quería burlarme, sino que mi interés era genuino, y empezó a enseñarme cosas del idioma selk'nam.

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Creo que mi tío no era hablante, porque no podía traducir muchas cosas que yo le preguntaba, pero sabía frases que había memorizado. Esto fue fundamental para empezar a acercarme al idioma. Fue muy útil.

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Los selk´nam vivían en el norte de la isla Grande de Tierra del Fuego.
Aunque muchas de las frases que me enseñó eran insultos, había otras frases cortas, como "estoy cocinando carne" o "tú eres un niño".

Había cosas que él me decía, como por ejemplo "esta es mi tierra", que yo escribía, pero al llegar a casa no me acordaba de cómo se pronunciaban.

Algunas cosas me las corregía mi mamá, pero pocas, porque no se acordaba de casi nada.

Cuando mi tío murió, intenté conversar algunas frases con mis primos, pero me di cuenta de que no las entendían, porque nunca se habían preocupado por aprender.

Entonces me dije: algún día, cuando vaya a Tierra del Fuego, me van a entender y voy a poder aprender.

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Keyuk creció con mapuches, otro grupo indígena de Chile.
Pero resulta que no quedaba nadie que hablara el selk'nam, como aprendí un día viendo un documental en la televisión sobre los yagan (o yámanas, otro grupo indígena).

Decían que sólo quedaban dos hablantes de su lengua, que se iba a extinguir, y que lo mismo pasaba con el idioma de los selk'nam.

Pensé entonces que no iba a seguir con ello, que era algo bonito pero que ya no podía hacer nada más.

Sin embargo, algo en mí me decía que debía continuar: sentí que mis ancestros me encomendaban esa labor, a través de la inquietud que yo tenía.

Búsqueda
Empecé buscando conexiones familiares en Punta Arenas y descubrí que había grabaciones del selk'nam que habían hecho unos curas en el 1800.

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Puerto Williams es la capital de la provincia de la Antártica chilena.
Las escuché y empecé a hacer comparaciones entre lo que conocía por escrito y lo que decían esas grabaciones.

Por eso, yo digo que en rigor estricto soy un reconstructor del idioma.

Hay palabras que nunca he escuchado, pero creo que es mejor usarlas aunque no sepa cómo se pronuncian, que no utilizarlas nunca.

Las palabras modernas, las creo como se crean los neologismos en otras lenguas.

Los antropólogos y los medios de comunicación no tienen la última palabra sobre esta cuestión. Alimentan el estereotipo de un pueblo muerto.

Al decir que alguien es el último de su comunidad, le estás quitando validez a sus descendientes, como si los nietos o los biznietos dejásemos de ser selk'nam.

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Keyuk viajó para conocer a la única hablante nativa que quedaba en Chile.
Cuando viajé a Puerto Williams (capital de la provincia de la Antártica chilena), conocí la postura política y social que allí tenían sobre su propia historia, sobre su propia identidad.

La gente tiene incorporado ese estigma. A mí me dicen que soy el último hablante, y entonces cuando me van a conocer esperan conocer a un anciano.

Pero yo no soy el último hablante, porque puedo transmitir la lengua a las generaciones más jóvenes, a mis hijos, y entonces no voy a ser el último. Ahora soy el único, pero no el último.

La última hablante
La abuela Cristina, de la comunidad yagán, fue considerada la última hablante. Ella quería que la trataran también como la única, porque tenía esperanza de poder transmitir su idioma.

Sus intentos fueron en vano, por lo que lamentablemente sí se la considera la última.

Pero ella se puso a intentarlo a los 70 años y yo tengo 24, aún tengo esperanza.

En este proceso de búsqueda fue aprendiendo cosas, como la arquería o la caza, cosas que hacían mis ancestros, para poder enseñarlas el día de mañana.

El año pasado trabajé con un lingüista, Luis Miguel Rojas-Berscia, a Tierra del Fuego, donde vivía una abuela que se llama Herminia Vera.

Ella decía que había hablado selk’nam de niña, pero luego la obligaron a hablar sólo en español.

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Chile reconoce la existencia de nueve pueblos aborígenes.
Sin embargo, cuando aprendes un idioma de niño, los lingüistas creen que nunca se extingue del todo en ti.

Cuando la fui a visitar, al principio la comunicación fue difícil, pero poco a poco se fue soltando y hablando de forma más fluida.

Llegó un momento en que nos pusimos a grabar, y pudimos grabar más de una hora de nosotros conversando en idioma selk'nam.

Entonces tuve la oportunidad de conversar con una anciana en selk'nam. El idioma estuvo vivo por una hora en ese momento y se volvió a escuchar en la tierra un siglo después de haber sido considerado muerto.

Ella murió en septiembre del año pasado y, entonces, yo volví a ser el único hablante.
 

Nacho

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Un dato que leei alguna vez antes del internet en un libro que decía el " El Arco Perfecto" en Ingles.

Ocupaban casi toda la superficie de Tierra del Fuego, a excepción de la Península Mitre en el sudeste, territorio de los haush; y el extremo sur hábitat de los yámana.

Excavaciones hechas por los arqueólogos demuestran que la Isla Grande fue habitada por pueblos cazadores hace unos nueve mil años. Pero no se sabe cuándo llegaron los selknam. Según sus tradiciones llegaron a pie a la Isla Grande tras la caza de guanacos, cuando aún estaba unida al continente; lo hicieron posteriormente a los haush, a quienes acorralaron en el sudesde.

En un ambiente ecológico similar al de la Patagonia, compartían con esas culturas una misma forma de vida, sustentada por la caza del guanaco y secundariamente patos, cisnes, y recolección de raíces y frutas silvestres. Nómadas por excelencia, marcaban sus huellas de trashumancia de acuerdo a la disponibilidad de recursos alimenticios en los distintos lugares, determinando una ocupación reiterada en todos aquellos que les ofrecían mayor abundancia y variedad de alimentos.

A pesar de su geografía, no eran navegantes ni tenían forma alguna de embarcación. Asentados en un territorio aislado, mantenían escasas relaciones con otras culturas, entre ellas con los yámanas y alakaluf, visibles a través de los ritos de iniciación y ciertas manifestaciones de organización comunitaria.

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Vestimenta
La realizaban con pieles y cueros de animales, especialmente guanacos. Consistía en un manto o capa con el pelo hacia afuera, las mujeres la ataban con tiras sobre el pecho y los hombres se la ajustaban al cuerpo ciñéndola bajo el brazo derecho, asegurándola con la mano. Mujeres y niños usaban un taparrabo, se calzaban con mocasines de cuero.

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Gustaban de adornarse con collares, brazaletes y pulseras, confeccionados con huesos de aves, conchillas y trenzas de tendón de guanaco, los hombres llevaban uno triangular de cuero sobre la frente, atado alrededor de la cabeza (Kóchil).

Ambos sexos se pintaban con los colores rojo, negro, blanco y amarillo en dibujos sencillos. A la derecha, boceto de Gusinde de las pinturas faciales de un novio selknam.
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Perro Fueguino
El misionero salesiano Antonio Coiazzi en su trabajo "Los Indios del Archipiélago Fueguino", relata respecto a los animales domésticos:"Hay uno solo, que por decirlo así, forma parte de la familia; el perro, llamado por ellos tisne. Los onas tienen muchos perros y les guardan un afecto grandísimo. Nuestros misioneros vieron a menudo a mujeres indígenas dando de mamar a perritos cuya madre había muerto; más aún, vieron a indios hacerse tajos en las piernas por la muerte de un perro, como por la muerte de uno de sus deudos. Por lo demás, razones tienen para quererlos, pues les sirven de guardianes del toldo, y para varias clases de caza y además, durante la no che. hacen el oficio de abrigo, poniéndoselos sobre el cuerpo mientras duermen."

En la imagen un ejemplar taxidermizado del tipo de perro que convivió y se extinguió junto con la raza selknam.
Su primer contacto directo con europeos fue en 1580, cuando el español Pedro Sarmiento de Gamboa llega a la costa occidental de la isla, a un lugar que luego denominaría bahía Gente Grande, haciendo alusión a la talla de los lugareños.

Entre fines del siglo XVIII y las tres primeras décadas del XIX, una serie de expediciones científicas visitaron la zona, como la de Charles Darwin, quien llegó en 1832, a bordo del Beagle, buque comandado por el capitán Robert Fitz Roy.

La familia era el núcleo social, conformada bajo el principio patrilineal y patrilocal. Con un fuerte concepto de territorialidad, cada uno de estos grupos familiares vivía dentro de un territorio o haruwen, cuyos límites geográficos estaban claramente preestablecidos, y debían ser respetados por los vecinos para asegurar una buena convivencia.

Se identificaban por linajes y divisiones (puntos cardinales). Cada individuo pertenecía al "cielo" que le correspondía a su haruwen. Si por alguna razón cambiaba de residencia, inmediatamente pasaba a pertenecer a nuevo cielo.

Los "cielos" constituían unidades exogámicas, vale decir que el matrimonio quedaba prohibido entre dos personas que pertenecieran al mismo "cielo"; eran generalmete monogámicos aunque se practicaba el levirato, el sororato y en situaciones de supervivencia grupal la poligamia.

De carácter igualitario, esta sociedad no reconocía estructuras jerárquicas y se regía por la reciprocidad, trueque y acceso común de cada grupo familiar a las fuentes de alimentación, materias primas, vestido y habitación. Sin embargo había tres grupos de mayor prestigio:

  • Chamanes ("Xo'on"): Eran respetados por los contactos que podían establecer con los "cielos", fuente de poder; y temidos, pues se los creía capaces de provocar una enfermedad mortal a cualquier persona por quien se sintiesen agraviados.
  • Sabios ("Lailuka"): Depositarios de las tradiciones mitológicas, sin poder sobrenatural, profetas.
  • Guerreros ("K'mal"): Respetados por su experiencia cuando llegaban a edad madura, eran los que más se aproximaban a un líder, y había uno en cada familia extendida.
Su nomadismo imponía el uso de viviendas de estructuras sencillas, definidas por las características naturales de los territorios ocupados, y eran de dos tipos, uno de forma cónica ("kauwi") de unos cuatro metros de ancho, construida sobre una estructura de ramas cubierta de pieles cosidas, característica de la zona boscosa del sur y la “tienda” o paravientos, hecha de palos trabajados y un cobertor de pieles de guanaco, o lobo marino, que una vez instalados, formaban tres cuartos de un círculo, propio de la zona esteparia al norte de la isla. Esta última tenía un carácter más provisorio, y podía ser fácilmente llevada de un campamento a otro en sus desplazamientos.

Utilizaban el arco y la flecha. El corte de la carne y faenamiento de los animales se efectuaba con cuchillo y raederas de piedra.

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