Argentina Cuando el fuego cruje en casa: la historia del bombero Franco Muñoz

bluebird3

Moderador
Miembro del equipo
1 Dic 2010
32.050
1.125
8
Chile
Bombero_Siquiman_1.jpg

Es bombero voluntario en Tanti desde los 12 años. Sólo una vez acudió a un incendio: el que hace un año destrozó su casa y mató a su papá y su hermanito en Parque Síquiman.

Esto es tierra de contrastes.

Como ser: las monedas del cofre quemado tienen el color de la muerte, y el que las levanta para mostrarlas es un chico que recién se lanza a la vida.

Desde esta pendiente de Villa Parque Síquiman se respira un aire cristalino y el cielo tiene un tono azulado, y un año atrás era imposible acercarse por el humo negro que todo lo pudría.

Donde hay escombros amuchados antes hubo una casa con una historia de familia, y ahora lo que queda de esa familia se mudará de casa para que su vida tenga otra historia.

No hay otro modo de relatar esto que no sea con contrastes: la oposición entre la vida de Franco Muñoz (18), un muchacho que quiso ser bombero voluntario para ayudar a la gente, y la voracidad del único incendio al que acudió hasta ahora y que destruyó su casa y se llevó a su papá y su hermanito.

El contraste más primitivo, ese parecido al claroscuro, es también el más esperanzador.

14 de julio de 2015. Paola Muñoz (36) despertó sobresaltada con ese olor. Era agrio, denso. Codeó a su marido, Gastón Fernández (45), y le dijo que algo se quemaba en la casa. El hombre se levantó de un tirón y enfiló para el lado del garaje. “¡Es el auto, se quema el auto, traeme baldes de agua, dale que esto va a explotar!”, gritó.

Ella, lentificada por el miedo y el humo tóxico, alcanzó a reaccionar por Facundito (10), su hijo más chico que dormía en la habitación pegada. Salió al living, que ya no era living sino una masa de veneno caliente y negra. “¡Facundito, salí, salí de la habitación, Gastón, vení a sacar al nene, Gastóooon!”, alternó ella los gritos a dos destinatarios que no respondían.

Bombero_Siquiman_2.jpg


Días después, ya extinguido ese momento, Paola contó a la prensa que esa noche su marido había llegado tarde y todo embarrado porque se quedó ayudando a un policía que tuvo problemas con su auto. “Le pedí que se fuera a bañar. Le busqué ropa, se abrigó y prendió el aire acondicionado. Lo puso en unos 22 grados”, dijo.

El aire acondicionado lo es todo en esta historia, porque ahí empezó el cortocircuito que se alimentó de un colchón colocado en el techo del Renault Clio que Gastón le había regalado a Paola para su cumpleaños. Cortocircuito, colchón, humo y después.

En la casa, la mujer gritó por su hijo, gritó por su marido, gritó por ayuda y gritó por su propia vida, que ya casi no era vida porque no había más aire en ese living así que ella salió por la puerta trasera, derribó un alambrado, corrió al frente y trató de arrancar las rejas de la ventana de la pieza de Facundito.

Como no podía, hizo lo que sí pudo y destrozó los vidrios para que entrara el aire frío y saliera el humo.

Pero no pasó nada de eso, o a ella le pareció que no pasó nada de eso, que viene a ser lo mismo.

El acceso principal era todo fuego. Esa madrugada de neblina helada, Paola subió en su motocicleta y aceleró a buscar a la Policía. Estaba descalza.

En primera persona (I). Soy Franco Muñoz. Hijo de Paola Muñoz y Gastón Fernández (uso el apellido de mi mamá). Hermano mayor de Facundo. Ayer, viernes 8 de julio de 2016, cumplí 18 años y obtuve lo que quería desde los 12: el certificado de bomberos.

Desde chico me gustaba la acción, moverme, todo lo fuera de común. Siempre fui muy inquieto y me mandaron a practicar muchos deportes, pero no me alcanzaba. Quería hacer algo que me sirviera a mí y que también fuera para ayudar a la gente.

Bombero_Siquiman_5.jpg


Nací y me crié acá donde hablo, Parque Síquiman. Mi papá era el dueño de la verdulería “Siempre Verde”, muy conocida en Carlos Paz, y yo me pasaba los veranos ayudándolo. Hasta que cumplí 12 y de regalo me llevaron a conocer el cuartel de Bomberos Voluntarios de Tanti, y ya nunca me fui.

Los bomberos son mi segunda familia; con ellos cambié mi comportamiento, tuve otra educación, aprendí a ser mejor persona, aprendí una manera de ayudar a la gente y aprendí muchas cosas más que en general no se saben.

Como que, cuando hay un incendio, jamás se debe abrir o romper una ventana para buscar aire, porque justamente el oxígeno aviva el fuego y hace que las llamas sean más grandes y avancen más rápido. Mi mamá no lo sabía.

Detrás del mueble. “Un bombero acudió al incendio de su propia casa donde murieron su padre y su hermano”, fueron algunos titulares de prensa el 14 de julio del año pasado. No eran ciertos del todo, pero lastimosamente lo correcto estuvo en “murieron su padre y su hermano”.

Aún no amanecía cuando desde la Policía de Síquiman dieron el alerta a los cuarteles de bomberos de Villa Carlos Paz, Bialet Massé y Tanti. En éste se encontraban Franco y siete voluntarios más. Hasta ese momento era una alarma más de un incendio equis: quién podía sospechar que ese fuego tenía la forma de un demonio en la vida de los Fernández.

Fue una de esas madrugadas en las que todo debía salir mal: la neblina encegueció las cosas y ya ningún bombero iba a poder encontrar a tiempo esa casa que ardía en las calles Las Cascadas y Los Alazanes de Síquiman.

Quedaban por supuesto los abuelos y los tíos de Franco y Facundo, que viven en casas vecinas y arrancaron a mazazos la ventana para buscar al niño. Estaba desmayado, con los pulmones llenos de hollín, acurrucado detrás de un mueble contra la pared.

Eso que Franco le había explicado tantas veces. Le había dicho que en caso de incendio había que correr, buscar una salida, escapar hasta que los pies dejaran de arder. Pero Facundo le temía a la oscuridad, y quizá por eso se metió detrás del mueble y se quedó tan quieto como fuera posible hasta que el humo lo durmió y el fuego alcanzó su cuerpito.

http://www.diaadia.com.ar

CONTINUA ABAJO
 

bluebird3

Moderador
Miembro del equipo
1 Dic 2010
32.050
1.125
8
Chile
Bombero_Siquiman_4.jpg


El niño fue acostado en el césped helado, a metros del crepitar espantoso de un incendio oculto entre la niebla. Entre los vecinos estaba un médico de apellido Vázquez que le hizo respiración boca a boca hasta que se escucharon las sirenas y de golpe entró a lo bestia un camión cisterna y todo se llenó de bomberos que corrían y se mezclaban con los vecinos congelados en piyama.

El cadáver de Gastón Fernández fue hallado poco después en su habitación, la ropa impregnada con membrana caliente del techo derretido.

“El adulto estaba fallecido en el interior. Al niño sí pudimos moverlo, pero estaba inconsciente y comenzamos a reanimarlo en el lugar”, dijo Marcelo Gómez, bombero de Bialet Massé. Dijo algo más: “Lamentablemente, uno de los jóvenes, que es bombero de Tanti, es hermano del niño, y él estaba en el cuartel cuando entró la llamada”.

En primera persona (II). Empecé muy chiquito en bomberos. Mis papás me dijeron que no había problemas, pero que no debía dejar el colegio en Bialet. En eso estoy ahora, me queda un año y medio para terminarlo. Después me gustaría hacer un curso de paramédico y luego estudiar en Córdoba. Ingeniería Industrial, o Automotriz. Me gustan mucho los autos y también la tecnología.

En el cuartel siempre fui aspirante a bombero, así que no me permitían participar en otra cosa que no fuera un simulacro. Prácticas de salvatajes, cosas así. Pero nunca había estado en un incendio de verdad. El único en el que estuve fue el que mató a mi familia.

" Acababa de cumplir 17 años cuando pasó esto. Justo eran las vacaciones de invierno así que me fui una semana entera al cuartel. Me iba a quedar más días, pero mi hermanito me llamó para decirme que me extrañaba y que volviera. "


A él también le gustaba esto de ser bombero. Cuando cumplió por última vez lo llevé al cuartel y decía que iba a ser bombero o policía.

Le prometí que iba a volver a verlo justo la mañana que se quemó la casa. No llegué. O llegué tarde. No se dio el momento para encontrarme con mi hermanito.

Ahora puedo decir que él se agachó para salvarse aprovechando el plano neutro. El plano neutro es el espacio que queda entre el humo y el aire frío del suelo. El humo no baja hasta el fondo; se detiene a un metro del suelo porque choca con el aire frío, y ese pequeño espacio permite respirar porque el aire no está contaminado del todo. Pero cuando se abrieron las ventanas de la habitación, el humo se avivó con el oxígeno y se rompieron las capas térmicas. Insisto, es lógico que la gente no sepa estas cosas.
A mi papá lo vi por última vez antes de irme al cuartel. Le hice un asado sorpresa por el Día del Padre. Le regalamos una campera y perfumes. Facundo le escribió una cartita. Comimos todos juntos y después me fui a Tanti. Tenía pensado volver antes también para ayudar a mi papá en la verdulería, que no estuviera solo. Nunca pensé que podía pasar esto. Jamás imaginé recibir una llamada así.


Franco_Fernandez_3.jpg


Las muertes propias. Franco escuchó en la radio policial que la que se quemaba era “la casa del bombero Muñoz”. Se alteró, pero entendió cuando sus compañeros le dijeron que no iba a ir; no tenía la tranquilidad ni la experiencia para una cosa semejante. Acostumbrarse a ver la muerte de cerca no significa saber lidiar con las propias ausencias.

Cinco bomberos partieron desde Tanti, y otros dos quedaron con Franco en el cuartel. Él gastó todo su crédito llamando a sus padres, sin saber que los teléfonos estaban derretidos en la habitación, que su papá había muerto por el humo caliente y que su hermanito estaba dormido en el césped, con la respiración frágil y la sangre alborotada por las inyecciones de adrenalina que le clavaban los rescatistas.

Los periodistas que se agolparon en la casa se encontraron con un padre muerto, con un hijo muerto, con una madre herida. También con el revoloteo angustiante que provoca la desgracia, y el intendente de Síquiman, Néstor Cuello, asomado en ese revoloteo para prometer que a los que se salvaron no les iba a faltar ni una baldosa para reconstruir la casa. Cosa que, dicen los Fernández, no ocurrió ni por casualidad: contaron únicamente con la solidaridad de los vecinos y de una radio local que hizo una colecta.

Franco siempre tuvo la esperanza de que se iban a salvar. Sobre todo cuando escuchó en la radio que a su hermanito lo llevaban al Hospital Domingo Funes, y sus compañeros del cuartel se ofrecieron a llevarlo.

"El parte médico del Funes sepultó cualquier ilusión: “El niño llegó con daño cerebral, con la superficie corporal quemada superior al 70% y quemaduras en las vías aéreas, lo que hizo inviable su vida”.

Cuando Franco llegó al hospital, pidió permiso para entrar en el shock room y abrazó a su hermano. El cuerpito todavía estaba tibio.

Poco después se presentó en lo que había sido su casa y, con lágrimas en los ojos y respirando el aire hirviendo que emanaba de esa negritud de escombros, les dijo a los periodistas que sentía mucho dolor, porque si bien se había acostumbrado un poco a esas cosas, había perdido a la mitad de su familia.

Epílogo: seguir. Nunca pensé en renunciar a bomberos por lo que pasó. Al contrario, cuando suena la alarma pienso en lo mejor de mi familia y salgo. Recordarlos me ayuda a ser una mejor persona.

Ellos me dan fuerza para seguir, y cuando suena la alarma lo primero que pienso es en la salud de esas personas, para que a nadie le pase lo que nos pasó a nosotros.

http://www.diaadia.com.ar