¿Quien apagaba los Incendios en Chile antes de 1851?

Nacho

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En Chile, el primer antecedente de rudimentaria organización está en las instrucciones que el Gobernador de Chiloé dispusiera a comienzos del siglo XLX y que obligaba a sus habitantes a mantener en sus casas un odre lleno de agua para atacar el fuego en casó de incendio. (Prevención de Incendios o sea un extintor obligatoria)

La Independencia trae nuevas ideas y José Miguel Carrera, presidente de la Junta, plantearía la necesidad de contar con "una o dos bombas de incendio que puedan concurrir con prontitud, que es el recurso más seguro y ya adoptado en los países cultos". aparentemente se trajo esas bombas pero no habia quien las operara imagino que cayo bajo la responsabilidad de los serenos , pregoneros u guardias o simplemente dadas las circunstancias nadie se hizo cargo

Duante la Organización de la República (mal llamada anarquia) la ocurrencia de un gran incendio en 1827 llevaría a un grupo de ciudadanos, encabezados por los seńores Benjamín Mackenna. Diego Barros y Francisco Javier Urmeneta, a ofrecer organizar una compańía de bomberos. Simultáneamente, el gobierno disponía que el Cabildo debería proveer de elementos contra incendio a los serenos. Por diversas razones ambas iniciativas no se concretaron.

Al crearse por don Diego Portales los Batallones Cívicos, la unidad integrada por carpinteros, albańiles y aguateros tomó a su cargo el servicio contra incendios, siendo conocido como "el Batallón de la Bomba". Desdichadamente, con ocasión de los hechos acaecidos en Santiago el 20 de abril de 1851 y los enfrentamientos a que dieran lugar, el batallón de la Bomba fue diezmado frente al antiguo cuartel de artillería en Miraflores y Alameda, cuando intervenía para restaurar él orden junto a otras unidades leales al gobierno.

http://antoniomarquezallison.blogspot.com/2011/07/el-fin-del-batallon-de-la-bomba.html

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Las unidades de tipo municipal que se organizarán posteriormente, tanto en Santiago como en Valparaíso, serán sobrepasadas por los siniestros que en ambas ciudades ocurrirán y ya a raíz del gran incendio del 15 de diciembre de 1850, un grupo de distinguidos ciudadanos encabezados por don Tomás Ramos organizan una entidad voluntaria que bajo el nombre de Cuerpo de Bomberos de Valparaíso nace oficialmente el 30 de junio de 1851, siendo la primera de su tipo en Chile.
 
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Elkete

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A los bomberos de Ancud llevo unos 30 años escuchándoles sus quejas al respecto pero, al menos yo, nunca he sabido que traten de corregir oficialmente la versión de los bomberos más antiguos de Chile.

La Personería Jurídica no tiene valor a la hora de fijar antiguedades, es referencia legal útil para muchas cosas, pero no para todas.
 
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Nacho

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Algún día , ojala me gustaría poder hacer un estudio aficionado al respecto ayudar para poner las cosas en su lugar, (y de paso aprovechar para saber si el Regimiento Perdido en Chiloe es mito o realidad)
 

Elkete

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Algún día , ojala me gustaría poder hacer un estudio aficionado al respecto ayudar para poner las cosas en su lugar, (y de paso aprovechar para saber si el Regimiento Perdido en Chiloe es mito o realidad)

Xuatas me dejaste con la bala pasada, ¿que es eso del reg perdido en Chiloé?, imagino que del tiempo de la Reconquista.
 

Nacho

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La verdad en , tuve la suerte y el orgullo de tener un Abuelo Papa que era muy conocedor de la historia de Chile , de partida me mando abajo el mito del "Vencedores y Jamas Vencidos" y luego en conversación con profesores personas aficionadas a la historia y de hecho uno que otro muy conocido a nivel nacional aparece este por el momento mito no confirmado donde indican que una vez anexado Chiloe a la República se envio desde Ancud una expedición militar al interior para someter algunos rebeldes pero mas que nada para ejercer soberana difieren el numero, yo supongo que seria un batallón de unos 300 hombres a lo mucho y nunca se supo de ellos , "se lo voltearon los Brujos", en fin un amigo militante comunista tiene parte de un libro donde se trata el caso, faltan varias hoja, segun el fue desaparecido el libro convenientemente post 73 ¿mito o hecho histórico???????????????????'
 

Nacho

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¿Quien apagaba incendios antes de 1851 en Chile? completdo

Si hay Catástrofes que son propias de Chile son los Terremotos, Incendios y epidemias desde sus albores.

Los antecedentes históricos que se tienen respecto al inicio de la actividad bomberil en Chile, se remontan a principios del siglo XVIII cuando gobernaba el Reino de Chile el Presidente don Juan Andrés de Uztariz de Vertiz Verea. En 1718 compró los primeros implementos para atacar el fuego y estos consistían en 100 baldes de cuero, 4 escalas de 18 yardas, 20 hachas y 33 azadones. Estos bomberos se conocían, según sus especialidades, como “Aguateros”, “Escalerinos”, “Hacheros” y “Azadoneros”. ¿pero eran soldados, serenos, vecinos, sirvientes ? no hay detalle sobre ello, yo creo que se refiere a algunos gremios.

En los albores del siglo XIX el Gobernador de Chiloé, crea una rudimentaria organización que ordena, entre sus disposiciones, la obligación de sus habitantes a mantener en sus casas un “Odre” lleno de agua, que era un cuero cosido y empegado, es decir, untado en “pez” (pegamento resinoso, producto de la trementina con agua) y usado para atacar el fuego en caso de incendio.
Es importante señalar la preocupación por la seguridad de las personas y sus hogares, realizando una actitud preventiva, adecuada a la realidad de la época, con los elementos de extinción disponibles en los inicios del siglo; cueros o vejigas de animales cosidas las que rebosaban de agua; también debieron utilizarse las “Chungas” que eran vasijas de madera.. (Prevención de Incendios o sea un extintor obligatorio)

La Independencia trae nuevas ideas y José Miguel Carrera, presidente de la Junta, plantearía la necesidad de contar con "una o dos bombas de incendio que puedan concurrir con prontitud, que es el recurso más seguro y ya adoptado en los países cultos". aparentemente se trajo esas bombas pero no habia quien las operara imagino que cayo bajo la responsabilidad de los serenos , pregoneros u guardias o simplemente dadas las circunstancias nadie se hizo cargo

Duante la Organización de la República (mal llamada anarquia) la ocurrencia de un gran incendio en 1827 llevaría a un grupo de ciudadanos, encabezados por los seńores Benjamín Mackenna. Diego Barros y Francisco Javier Urmeneta, a ofrecer organizar una compańía de bomberos. Simultáneamente, el gobierno disponía que el Cabildo debería proveer de elementos contra incendio a los serenos. Por diversas razones ambas iniciativas no se concretaron.

Al crearse por don Diego Portales los Batallones Cívicos, la unidad integrada por carpinteros, albańiles y aguateros tomó a su cargo el servicio contra incendios, siendo conocido como "el Batallón de la Bomba". Desdichadamente, con ocasión de los hechos acaecidos en Santiago el 20 de abril de 1851 y los enfrentamientos a que dieran lugar, el batallón de la Bomba fue diezmado frente al antiguo cuartel de artillería en Miraflores y Alameda, cuando intervenía para restaurar él orden junto a otras unidades leales al gobierno, Las unidades de tipo municipal llamadas zapadores municipales que se organizarán posteriormente, tanto en Santiago como en Valparaíso, serán sobrepasadas por los siniestros que en ambas ciudades ocurrirán lo que demuestra que el estado es incapaz de proteger los bienes de los Chilenos.

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Nacho

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Estandarte Batallón Cívico de Zapadores Bomberos 1857.
Estandarte del Batallón Cívico de Zapadores Bomberos de Santiago, pertenecían a la Guardia Nacional. Una de las tareas que tenían era la de apagar incendios, aparte de ser parte de la guardia cívica.
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Guardia Nacional: En 1825 se creó oficialmente la Guardia Nacional a la que debían servir como voluntarios, durante diez años, todos aquellos hombres que no cumplieran funciones religiosas, públicas o de utilidad pública (panaderos, bomberos, etc.). Sin embargo, ésta no tuvo un desarrollo significativo sino hasta la gestión ministerial de Diego Portales, cuando cobró especial importancia y desarrollo, convirtiéndose en un contrapeso militar al Ejército de Línea, en caso que surgiera un caudillaje militar en su interior que atentara en contra del sistema político. El accionar de la Guardia Nacional era considerado vital ante un ejército de línea pequeño y de bajo costo, por el auxilio que prestaba en patrullaje rural, resguardo de cárceles y otras labores, como asimismo por contemplar una reserva militar de 30 mil hombres que podía ser movilizada en caso de emergencia nacional. Así, la Constitución de 1833 contempló la obligación de servir en las milicias y se estableció en el presupuesto nacional su financiamiento permanente. Del mismo modo, los milicianos, entre los 14 y los 50 años, fueron obligados a recibir instrucción militar una vez a la semana y a costearse su propio uniforme. Posteriormente, durante el gobierno de Manuel Bulnes, se dictó un decreto (10 de octubre de 1845) que vinculó y subordinó la gestión de la Guardia Nacional al Ejército de Línea, estableciendo una Inspección General de ella conformada por oficiales que debían velar por su correcto funcionamiento y progreso

la Guardia Nacional también sirvió como contingente electoral forzado de los sucesivos gobiernos. Esta estrecha ligazón con La Moneda explicó que los "cívicos", como fueron llamados sus miembros, optaran siempre por defender a los gobiernos constituidos, incluso contra las organizaciones en las que muchos participaron, como en el levantamiento de la Sociedad de la Igualdad de abril de 1851. De cara al exterior, su aporte fue trascendental en la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, en la ocupación de la Araucanía y en la guerra del Pacífico. La modernización del Ejército de fines del siglo XIX y la instauración del Servicio Militar Obligatorio en 1900 marcó su declive. De esta manera terminó un ciclo en que, junto al Ejército, la Guardia Cívica fue un pilar de la defensa terrestre del Estado chileno en el siglo XIX

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Nacho

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CUERPO DE BOMBEROS DE SANTIAGO
AGUSTÍN GUTIÉRREZ VALDIVIESO Voluntario Honorario de la 5ª Compañía Cuerpo de Bomberos de Santiago

CAPITULO V Reglamentos y organizaciones bomberiles en Chile independiente, anteriores a la fundación de los Bomberos Voluntarios.

Reglamentos y organizaciones bomberiles en Chile independiente, anteriores a la fundación de los Bomberos Voluntarios.- Consolidada la independencia de Chile se dictaron reglamentos bomberiles en los años 1838, 1846 y 1848. La siguiente comunicación de la Junta de Gobierno al Cabildo de Santiago, de fecha 7 de Agosto de 1812, muestra la preocupación y visión del futuro de esos gobernantes: “Sala de Gobierno. Se ha aprobado el gasto de Cien pesos que U.S. propone para costear herramientas preventivas para cortar incendios. El Gobierno está persuadido que tomando una razón general en cada uno de los cuatro cuarteles de ciudad, de los carpinteros, herreros y albañiles, podría ordenarse que cada maestro de carpintería ocurriera, bajo una multa, en su respectivo cuartel, con sierra, azuela y hacha; el de herrería con barreta, y el de albañilería con su plana y escalera, por cuyo medio estaría abundantemente socorrido el incendio. Pero sobre todo la Municipalidad debería empeñar su celo en que se construyeran, mejor que herramientas , una o dos bombas de incendio, manuales y bastantes a ocurrir con prontitud, que es el recurso mas seguro adoptado en los países cultos. Dios guarde a U.S. muchos años. Pedro José Prado Jaraquemada, José Miguel de la Carrera, José Santiago Portales.” El desastre de Rancagua m

El desastre de Rancagua marcó el fin del período llamado de la Patria Vieja y las progresistas ideas de esos próceres debieron esperar algunos años para convertirse en realidad. Poco a poco fueron adquiriendo bombas manuales el Cuartel de Artillería, el Teatro, la Brigada de Zapadores Bomberos dependiente de la Municipalidad, etc. En Valparaíso las adquirió el comercio establecido y las entregó a los Zapadores para su manejo. Esos Zapadores Bomberos también dependían de la Municipalidad y tuvieron un mal estreno en 1843, en el gran incendio que consumió trece edificios y millares de bulto de mercadería hacinados en los almacenes de la Aduana. Como era primera vez que ocurría una desgracia de tal naturaleza todo siguió igual. Siete años mas tarde se produce en Valparaíso otro gran incendio que las brigadas de Zapadores no pudieron extinguir. La bahía estaba repleta de naves como era habitual antes de que se abriera el canal de Panamá y barcos franceses e ingleses bajaron a tierra sus bombas con las que se pudo dominar las llamas. El Intendente de Valparaíso Almirante Blanco Encalada reunió al vecindario y como dice el historiador don Ismael Valdés Vergara, en aquella reunión se lanzó la idea feliz de organizar un Cuerpo de Bomberos Voluntario para defender la ciudad contra el fuego, ese enemigo de las sociedades, cuya ferocidad excede con mucho a la del más avezado criminal, y cuyo poder es incomparablemente superior al de una legión de bandidos. Don Nataniel Cox Bustillos, quien precedió a don Ismael Valdés en la dirección de la Quinta Compañía de Bomberos de Santiago escribió que la idea de formar un Cuerpo de Voluntarios la expresó el señor Hemenway, en reunión celebrada en el almacén de los señores Young, los asistentes fueron los señores Heatley, Thomas, Garland, Brown, Naylor y otros cuyos nombres no recuerda. Agrega el señor Cox, “yo fui invitado, aunque de menor cuantía, tal vez por unirse en mí el extranjero y el nacional”. Esta última frase del Senador Cox revela la importante participación extranjera en la fundación del más antiguo Cuerpo de Bomberos del país. La Primera Compañía fue formada mayoritariamente por ingleses y norteamericanos. Se llamó Bomba Americana. La Segunda Compañía llamada Bomba Germania formada por alemanes, y en las dos restantes, una de Guardia de Propiedad y la otra de escalas, había también extranjeros pero predominaba el elemento nacional. Esta institución de carácter voluntario nació cuando Chile se debatía en violentas luchas políticas, odiosas y fraticidas, y desde entonces los voluntarios han predicado con su ejemplo fraternal la pacificación de los ánimos, la tolerancia de las ideas ajenas y la desinteresada ayuda al prójimo. Fue una obra de iniciativa privada. Por suscripción popular se adquirió el material necesario que en total costó seis mil pesos. La Municipalidad sólo aportó tres onzas, pequeña suma que entonces equivalía a cincuenta y un pesos y setenta y cinco centavos. La fecha oficial de fundación es el 30 de Junio de 1851 y el Primer Superintendente fue don José Tomás Ramos Font. 23 En Valparaíso se disolvió la Brigada de Zapadores Bomberos comandada por el señor Juan Vives y su material se entregó a los voluntarios. La Bolsa de Comercio les habilitó cuarteles en el primer piso de su antiguo edificio. Allí se guardaron las primeras bombas a palanca, las más modernas de su época, procedentes de Boston y que aún se conservan como piezas de museo. Según los apuntes históricos de don Manuel Riofrío fueron desembarcadas de la “Independencia” y llevadas solemnemente y con loco entusiasmo a sus cuarteles.

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Nacho

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Creíase, hasta cierto punto con razón, que Santiago era una ciudad incombustible, y que los incendios eran acontecimientos extraordinarios, cuyo número y proporciones jamás podrían constituir un motivo de alarma permanente, y mucho menos ocasionar una hecatombe. El Reglamento Municipal de 1848 aumentó a seis las Compañías del Cuerpo Cívico de Zapadores Bomberos conocidos popularmente en Santiago como “El Batallón de la Bomba”. El Reglamento establecía que no tendrían más armas que las precisas para la custodia de su cuartel. Al cuartel debían acudir los zapadoresbomberos a retirar su material cuando se daba la señal de incendio. Cada Compañía debía tener una bomba, 20 hachas, 12 picos o zapas, 12 palas, 12 barretas, 8 serruchos, 4 escaleras, 4 ganchos, 12 baldes y 4 tiras de cable de 20 varas cada uno.

Se mantenían algunas disposiciones anteriores como la de sancionar al aguador inasistente con 15 días de suspensión de su tráfico y la de usar como distintivo una gorra en forma piramidal, de media vara de alto. Esta gorra era todo el uniforme de esos bomberos y los protegía de las caídas de tejas. El 20 de Abril de 1851 estalló en Santiago una violenta revolución para derrocar al General Bulnes e impedir que en las elecciones resultara elegido su candidato oficial. El clima revolucionario fue atizado por la Sociedad de la Igualdad. Su órgano de prensa “La Barra” decía: “Proclamar a Montt candidato a la Presidencia de la República es autorizar la revolución, Montt es un tirano conocido. Los Ministros son facinerosos, el Consejo de Estado unos alcahuetes, el Comandante de Serenos es un corchete, el Intendente de Talca un leso y el Intendente de Valparaíso un grumete”. Estos eran los insultos menores. El diputado Vicente Sanfuentes fue apodado “El Guanaco” por escupir al Intendente de Santiago. Francisco Bilbao encabezaba desfiles burlando las restricciones del estado de sitio imperante en todo el país. Los conjurados acordaron reunirse en la Plaza de Armas con las tropas que habían logrado sublevar del Valdivia y del Chacabuco. Calcularon reunir cinco mil igualitarios. Los igualitarios brillaron por su ausencia, sólo unos pocos siguieron a su Jefe Francisco Bilbao Barquín quien en otras ocasiones los había reunido por miles en el Parral de Gómez, espacioso local de la alegre calle Duarte. Al día siguiente huyó vestido de mujer. Tan bien le quedaba el disfraz que Vicuña Mackenna dice que parecía una perfecta miss inglesa. En el combate del 20 de Abril murió el Coronel don Pedro Urriola, jefe del motín, cuando se dirigía a tomarse la Moneda a la cabeza de sus tropas. Lo reemplazó el Coronel Arteaga quien cambió los planes prefiriendo atacar primero el Cuartel de la Artillería, al pie del cerro Santa Lucía. Los artilleros no se plegaron al motín y se defendieron bravamente. Los atacantes trataron de incendiar el cuartel. Ante tan grave emergencia se enviaron a los bomberos en socorro de los artilleros pero en el callejón de las Recogidas (actual Miraflores) fueron cogidos entre dos fuegos por la tropa del Chacabuco y del Valdivia pereciendo en gran número. El escritor Daniel Riquelme en su libro sobre la Revolución dice que esa masacre y sus horrores son comparables al incendio de la Iglesia de la Compañía. El exterminio del pintoresco El exterminio del pintoresco “Batallón de la Bomba” dio tiempo al Presidente Bulnes para organizar su caballería y montado en su famoso “Tordillo” cargó con el ímpetu que le era característico obteniendo una vez más la victoria.
El Directorio.- El Directorio celebró su primera sesión el 28 de Diciembre de 1863. Reunidos en casa del Vice Superintendente señor Besa hicieron un recuento de las actividades desarrolladas y de su financiamiento. El Congreso votó la cantidad de dieciocho mil pesos para la instalación del nuevo Cuerpo de Bomberos. Dicha subvención se pagó en cuotas debido la pobreza de las arcas fiscales. De inmediato se traspasó al Cuerpo la subvención mensual asignada a la Brigada Municipal de Bomberos ascendiente a $250 y todo el material que poseía para apagar incendios el Cuerpo Cívico de Zapadores. La Municipalidad acordó entregar mensualmente la suma de ochenta y tres pesos y treinta y tres centavos. La Compañía de Seguros “La Unión Chilena” ofreció donar mil pesos anuales de los que anticipó quinientos.
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CUERPO DE BOMBEROS DE SANTIAGO AGUSTÍN GUTIÉRREZ VALDIVIESO Voluntario Honorario de la 5ª Compañía Cuerpo de Bomberos de Santiago

http://www.cbs.cl/documentos/Historia_CBS_Gutierrez.pdf
 
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¿Hubo Bomberos antes de 1851 en Chile y en particular en Valparaiso?

Si y eran Privatizados.

La lucha organizada contra el fuego es el período hispánico, tanto en Chile, era desarrollada por los serenos, quienes, además de cumplir labores policiales, debían combatir los incendios. Por ese entonces, Valparaíso presentaba un escaso desarrollo urbano y la precariedad de sus construcciones no la hacían merecedora de semejantes servicios. La situación no debió haber cambiado demasiado con el decreto de ciudad, emitido por don Ambrosio O'Higgins en 1802, y podemos suponer que los incendios producidos eran combatidos y sofocados por los mismos vecinos, sin la intervención de funcionarios asignados para ello. Pero hacia 1830 y durante el decenio de Prieto, el sencillo caserío, con aspiraciones de ciudad, comenzó a transformarse gracias al auge mercantil y a la instauración de almacenes francos. Las grandes sumas de dinero invertidas por los comerciantes, en su mayoría extranjeros, hicieron que éstos se interesaran en la prevención y combate de incendios, cuya frecuencia aumentaba con el incremento desordenado de construcciones, el crecimiento de la población, el manejo descuidado de combustibles y las condiciones climáticas, especialmente los vientos que podían convertir rápidamente un pequeño foco en catástrofe. Surgen, por lo antes dicho, las primeras organizaciones bomberiles a partir de los llamados Batallones Cívicos, agrupaciones de personas que, junto con entrenarse como reserva militar, tenían a su cargo la batalla contra los incendios. A medida que la actividad comercial del puerto se intensificaba, el aumento del interés de los particulares por intervenir en la creación de entidades que combatieran el fuego se hacía más notorio. Es así como el 15 de junio de 1836, un grupo de particulares envía una carta a la Municipalidad de Valparaíso, en la que se solicita “la parte del cauce de San Agustín a espaldas de Resguardo para construir un edificio”. Dicha solicitud estaba firmada por Enrique N. Ward y otros comisionados de la Asociación de Bombas de Incendio, hecho que indica la estrecha colaboración que para realizar estas tareas existía entre los particulares y las autoridades del momento. En diciembre de 1938, se publicó en “El Mercurio de Valparaíso”, por iniciativa del gremio comercial, el “Reglamento de Bombas de incendio” aprobado por la autoridad: “el Sr. Gobernador y Comandante General de la Marina, se ha servido pasar a los Directores de la Sala Comercial de este Puerto, la siguiente comunicación. Gobierno Departamental de Valparaíso, Diciembre 4 de 1838... El Señor Intendente de la Provincia con fecha 28 de Noviembre próximo pasado me dice lo que copio. Con fecha de anteayer, se me ha comunicado por el Ministerio del Interior el siguiente decreto aprobatorio del reglamento de bombas de incendio, que debe regir en este puerto... Por cuanto el Intendente de Santiago me ha presentado el siguiente reglamento para el uso de bombas de incendio en Valparaíso formado por los directores de la sala comercial de este puerto” Pero, a pesar de que el Estado se encargó del funcionamiento de las bombas de incendio a través del municipio, la autoridad solicitaba a la población, especialmente a aquellos que tuvieran propiedades que resguardar, ayuda para su financiamiento: “En consecuencia pues de lo que previenen los art. 1 y 2 del Reglamento Orgánico, se invita en especial a los dueños de fincas en este puerto y en el Almendral, y en general a todas las personas que quieran concurrir al tan loable como benéfico fin de evitar, o por lo menos minorar los desastres que ocasionan los incendios, se sirvan concurrir a la Bolsa Comercial a suscribirse con las cantidades que tengan por conveniente” De la lectura del Reglamento, compuesto por 25 artículos, se concluye que la actividad sería financiada por los aportes voluntarios de los propietarios de la ciudad, y por el pago de sumas estipuladas al gobierno ($200 anuales por la Aduana) y al Cabildo ($200 por todos los que pertenecen a los propios de la ciudad). La dirección de la misma estaría a cargo de ocho personas, cinco de las cuales serían escogidas entre los miembros de la sala comercial, una provendría del Gremio de Jornaleros y las restantes del Batallón número dos de cívicos. La dirección de la entidad quedaba así, prácticamente, en manos de particulares. Los encargados de apagar los incendios serían los integrantes del gremio de jornaleros, quienes debían considerarse como enrolados para el servicio de las bombas de incendios. Los jefes debían velar por el buen funcionamiento de los equipos y dirigir a los hombres durante los siniestros. Pero esta institución que podríamos llamar mixta, no solucionaba los problemas ocasionados por el fuego y dio muestras claras de inoperancia en el gran incendio que afectó a la población de Valparaíso el 8 de marzo de 1843. En esa ocasión, ardieron durante ocho horas las bodegas del puerto, que habían sido arrendadas por la Aduana y que estaban repletas de valiosísimas mercaderías. Junto con ellas, ardieron 15 casas ubicadas en la calle Aduana (hoy Prat). Las pérdidas, estimadas en dos millones de pesos de la época, obligaron a que el 12 de junio de ese año, la Municipalidad autorizara a la Comisión de Beneficencia para designar a un grupo de vecinos, cuya misión era promover la formación de una Asociación contra Incendio. Este nuevo organismo debería reforzar al existente, el cual había dado reiteradas muestras de ineficacia tanto en su buen funcionamiento como en su administración. Dos años más tarde, el 16 de abril de 1845, la Municipalidad de Valparaíso debió asumir que el Ministerio de Guerra, del cual dependía el financiamiento de la institución bomberil por ese entonces, se desligaba de ello y traspasaba dicha obligación a la población del puerto. En la nota remitida por el Ministerio, se afirma que un número reducido de hombres bien entrenados es suficiente para sofocar incendios y que “... siendo la brigada de bomberos un cuerpo casi del todo municipal y destinado al pueblo a que pertenece, parece muy propio que el gobierno no sea solo el que haya de proporcionarle los recursos que necesita, y más bien son del resorte del pueblo que recibe el beneficio”. La institución bomberil quedó, de esta manera, entregada a su propia suerte y debió buscar en la ciudadanía los medios de subsistencia. Rifas, colectas, fiestas y galas benéficas fueron, a partir de entonces, la forma tradicional de recaudar fondos, siempre insuficientes para solventar los gastos operativos de la Institución. La falta de medios y la desorganización con que operaban sus miembros, hacían de la Brigada un organismo ineficiente, incapaz de satisfacer las necesidades de una ciudad que crecía a un ritmo cada vez más acelerado y que estaba del Pacífico Sur. Cuenta de ello, daba el artículo “Brigada de Bomberos” publicado en El Mercurio de Valparaíso”, el 12 de mayo de 1945. En él se recogía una carta del Jefe del Cuerpo de Bomberos, J. A. Vives, en la que éste afirmaba : “Las necesidades de este cuerpo son grandes y de carácter muy urgente. Actualmente se puede decir que carece de todo. Sólo cuenta con un puñado de hombres animados de buenos sentimientos, pero sin los elementos necesarios para poder obrar. Este establecimiento carece de máquinas, carece de mangueras, carece de herramientas, carece en fin, de todo, careciendo de una caja de fondos tan necesaria para estas empresas. Sin llenar estas necesidades, el cuerpo de bomberos será enteramente inútil, y yo, libre de toda responsabilidad, tendré el sentimiento de no haber podido prestar mis servicios en bien público con el buen suceso que desearía... Ni siendo suficiente la decidida protección del Supremo Gobierno a favor de este establecimiento creado por él, ni debiendo esperarlo todo de esta I.M., empeñada también en el momento de este cuerpo , por la escasez de sus rentas, creo que alcanzaremos a llenar estas necesidades contando con la generosidad de este vecindario, principalmente con la de los propietarios y comerciantes de esta plaza. Lleno de esta confianza me he decidido a abrir una suscripción mensual y a suplicar a todas las personas interesadas en este establecimiento se sirva poner a continuación la cantidad que quiera erogar en proporción a sus fondos o a su giro Pero, a pesar de las “súplicas” del entonces Jefe de Bomberos, la situación habría de mantenerse aún por más de cinco años: fue necesaria una nueva tragedia para terminar definitivamente con las vacilaciones y afrontar decididamente los problemas ocasionados por el fuego.

EL CUERPO DE BOMBEROS DE VALPARAISO,
DE LO PRAGMATICO A LO VALORICO
M. Teresa Figari Galvez*
 

Nacho

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La Guardia Nacional en 1831 y los Zapadores Bomberos de 1840.

CARLOS CARVAJAL ARAYA
VALPARAÍSO, CHILE
Historia Bomberil

Generalmente la lucha organizada contra el fuego está ligada íntimamente a la vida de las ciudades. Durante el período hispánico, tanto en Chile, como en el resto de la América española, la actividad bomberil era desarrollada por los Serenos, quienes, además de cumplir labores policiales, debían combatir los incendios.
Por esa época, Valparaíso presentaba un escaso desarrollo urbano y la precariedad de sus construcciones no lo hacían merecedor de poseer un servicio bomberil.
En 1829 el comerciante don Diego José Pedro Víctor Portales y Palazuelos (Santiago, 16.06.1793-Valparaíso, 06.06.1837), destacado hombre público, acepta formar parte como ministro del gobierno del Presidente don José Joaquín Prieto Vial (1831-1841) y plantea la necesidad de consolidar la nacionalidad, a través del servicio público, asegurando el orden y la tranquilidad ciudadana. Para ello, concibió la idea de establecer el año 1831 la “Guardia Nacional”, de la cual es nombrado Teniente Coronel...Esta institución obligaba a los ciudadanos, sin distinción de clases o condición alguna, a reunirse por las tardes y domingos en los Cuarteles para adiestrarse en el manejo de las armas y en la preparación militar, recibiendo también instrucción cívica. Así los chilenos se preparaban para la eventualidad de la guerra, logrando terminar con el caudillismo interno del país, adquiriendo al mismo tiempo un mejor concepto de sus obligaciones de ciudadano, y contribuyendo al afianzamiento de la República.
La Guardia Nacional existió casi siete décadas y solo terminó con el establecimiento del Servicio Militar Obligatorio por medio de la Ley de fecha 5 de Septiembre de 1900.
Al igual que la Guardia Nacional fue una copia de la establecida por Lafayette en los albores de la Revolución Francesa en 1789, el Servicio Militar Obligatorio fue un reflejo del que estableció el Rey Federico Guillermo de Prusia, preparando a los ciudadanos para la guerra y la paz.
Valparaíso había crecido sin tomar en cuenta el peligro del fuego especialmente en el plan de la ciudad, el lugar más poblado y con mayor riesgo de incendios. Para enfrentar estos siniestros, no existía ningún Cuerpo de Bomberos propiamente tal, salvo un grupo de auxilio denominado ”Cuerpo de Milicianos” formado en el año 1835 con la autorización del entonces Presidente-Gobernador de Valparaíso don José Matías López, e integrado por miembros de la Guardia Nacional y algunos vecinos que prestaban su colaboración voluntaria a la ciudad, a los que se les unían los soldados de la guarnición y los marineros de los buques surtos en la bahía. No poseían mayores herramientas para combatir incendios, sólo algunos viejos baldes, hachas y una bomba en pésimas condiciones rescatada de un antiguo naufragio en el puerto.
Fuera de esta bomba, existían en la ciudad algunas otras máquinas pertenecientes a particulares, destinadas a fines industriales o a faenas de otra especie. Sin embargo no debe causar extrañeza la falta de organización de esta clase de servicios en una ciudad recién nacida a la actividad como era Valparaíso en aquellos años. Más debido a la permanente necesidad de hombres para hacer funcionar las bombas a palanca y tratando de interesar a los jóvenes en colaborar con los servicios de extinción de incendios, el Presidente Gobernador don José Matías López modifica la forma de enfrentar la emergencia dando a conocer el Decreto de fecha 29 de Diciembre de 1835 que señala en una de sus partes: “Quedando los que se alistasen exentos del Servicio Cívico, i con el goce de fuero militar que dichos cuerpos disfrutan”.
Es importante observar que, desde 1827 a 1854, no hubo nombramientos de Alcaldes, y la Ilustre Municipalidad de Valparaíso era presidida con el cargo de Presidente Gobernador (entre 1827-1840) o Presidente e Intendente (entre 1840-1855), quienes ejercían como Alcaldes y se renovaban cada tres años.
Entre 1800 y 1850, la gran magnitud de los incendios eran terribles y el peligro era inminente. Con frecuencia casas y locales comerciales eran arrasados por el fuego. Por ello en marzo de 1834, el Directorio de la “Sala Comercial La Bolsa de Valparaíso” cita a una asamblea en la residencia de los hermanos don José y Manuel Cifuentes (2º Alcalde de la ciudad en 1826), situada en la calle San Juan de Dios Nº8 (hoy Condell) para formar una “Compañía de Bomberos”. Los asistentes designan un Directorio, formado por los señores Enrique Chaunai, Federico Boardman, Jorge Wormald, Scipion Hutson y Enrique V. Ward, este último aparecerá más tarde el 30 de junio de 1851 con el Nº8 en los registros de ingreso de la 2ª Compañía de Bombas.
Acuerdan en esa reunión (marzo de 1834); 1º.- Encargar dos Bombas a Palancas con una capacidad para lanzar un chorro a 150 metros de altura y un volumen de 160 galones de agua por minuto. Junto a las bombas se incluían 350 varas de mangueras, 50 baldes, cordeles, hachas, bicheros y elementos menores; 2º.- Organizar una “Compañía de Bombas de Incendios”; y 3º.- Solicitar a las Autoridades la entrega de un terreno para la construcción de sus dependencias y un Cuartel de Bomberos. Como respuesta al último punto, y luego de ser favorablemente informado por el ministro administrador de Aduana, como asimismo por el jefe militar de la plaza, el Gobierno puso los antecedentes en conocimiento del Congreso Nacional, solicitando su autorización para entregar un terreno en comodato, otorgado por ley para los fines señalados. Este estaba ubicado detrás del Resguardo y Capitanía de Puerto. La respuesta fue positiva por lo que el terreno fue entregado el 2 de agosto de 1836, y luego de dos largos años de trabajo y sacrificio; la construcción fue terminada y puesta en uso según lo solicitado.

Uno de los pocos antecedentes que se tienen, respecto a la primera época de lucha contra el fuego y las necesidades que esta demandaba, es una carta respuesta de octubre de 1837 del Gremio de Jornaleros Portuarios de Valparaíso (actual Sindicato de Trabajadores Portuarios) a la autoridad, ante una solicitud de apoyo de los Bomberos durante los incendios. Ello debido que el manejo de las bombas a palanca, requería un trabajo manual muy esforzado y por consiguiente, muchos brazos para levantar presión en las mangueras y no siempre se contaba con un número de Bomberos suficiente para servir en un incendio con la eficacia necesaria; los Jefes del Batallón Cívico elevaron al Gobierno de la Plaza, del que era Presidente Gobernador don Juan Vidaurre Morla (Leal), una nota donde le pedían, ordenara integrarse a dicho Batallón como agregados al Gremio de Jornaleros, para colaborar en los incendios bajo pena de multa, tanto para el manejo de las bombas, como en el de salvamento de efectos. En recompensa podrían ser eximidos del “Servicio Cívico” (Servicio Militar obligatorio de la época) en las Milicias de la Guardia Nacional.
Ante esa petición hecha a su vez por la autoridad, la Comisión que regía entonces el Gremio de Jornaleros respondió lo siguiente:

“Señor Gobernador Militar de la Plaza:

La comisión Directora del Gremio de Jornaleros cumpliendo con el decreto de V.S. de 30 de Septiembre último, dice; que no gozando ningún individuo del Gremio los privilegios que le suponen los señores Directores de las bombas de incendio, sino que están al nivel de todos los ciudadanos de la República, sujetos a los cargos consejiles impuestos por las leyes generales, según las fortunas i capacidad, como lo hacen todos aquellos con el servicio activo de la Guardia Cívica, parece un despropósito exigir de este Gremio servicios gratuitos e imponiéndoles pena sino lo hacen en defensa de un interés particular, porque el jornalero, cuando más puede tener de propiedad una miserable choza en parajes que nunca concurrirán las bombas a auxiliarlos. A los propietarios de predios urbanos les corresponde, en todos los países regularmente organizados, hacer este servicio por su propio interés, haciéndolo efectivo con erogaciones para proporcionarse los brazos auxiliares, que además de la contribución pecuniaria con que se les satisface, gozan privilegios i premios por ser empleados en esta clase de trabajos.
En esta virtud, si es pagado el Gremio, no vemos inconveniente para que se lleve a efecto lo demás que proponen los señores Directores de las Bombas, por hallarse en conformidad con los Artículos 5° i 6° del Reglamento. Es cuanto podemos informar a V.S.

Valparaíso 2 de Octubre de 1837.-

(Fdo.) Juan R. Sánchez.- P. de Sales Vidal.-

L
 

Nacho

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amentablemente, el 17 de julio de 1839, un gran incendio destruye completamente el inmueble de los bomberos. El Mercurio” informa:

“Incendio en la Bolsa Comercial” (y Cuartel de Bomberos). Este tan útil como lindo establecimiento acaba de ser devorado por las llamas, sin que nada se haya podido salvar de su colección de mapas, papeles i libros. A excepción de unos pocos muebles arrojados desde el balcón a la calle, ya cuando el fuego se había apoderado de todo el edificio; no quedan sino escombros de uno de los establecimientos que más honraba este puerto. Los extranjeros como los nacionales en él encontraban un sitio de sociedad i desahogo a la par de instrucción i de negocio.
El fuego se descubrió en la madrugada de este día, ocasionando sin duda por alguna chispa de la chimenea que todos los días ha estado encendida; pero ya demasiado tarde para aplicarle remedio de las bombas que custodiaba el mismo establecimiento. Sin embargo a estas horas que son las ocho de la mañana se ha conseguido impedir que las llamas comuniquen a los edificios vecinos y la rara actividad desplegada por las tripulaciones de los buques de guerra franceses e ingleses así como una multitud de respetables vecinos chilenos i extranjeros con inminente peligro de su existencia, ha contribuido a cortar su progreso.
Aun no tenemos pormenores acerca de las lamentables pérdidas que deben haber sufrido, los vecinos inmediatos a la Bolsa, como los Srs. Cresey y Ogg. parte de cuyo edificio y almacenes han penetrado las llamas, así como la familia del Comandante del Resguardo, que por estar pegada a la Bolsa ha debido sufrir grandes deterioros en el amueblamiento. Con todo se ha conseguido apagar el fuego en este edificio del Estado”.
Más adelante El Mercurio señalaba que era obligación de Valparaíso y del comercio contribuir con la reconstrucción del edificio. El llamado originó una respuesta inmediata, pues, numerosas personalidades de la ciudad, se inscribieron para levantar nuevamente el Edificio de la Bolsa Comercial con el Cuartel de los Bomberos.
La Imprenta “El Mercurio” fue la iniciadora de la reconstrucción del inmueble, suscribiéndose con 17,2 ps. Entre quienes también respondieron inmediatamente al llamado a colaborar con Acciones de un valor de 3 onzas cada una aparecen: Estanislao Lynch Solo de Saldivar (hermano de Patricio, héroe en la guerra del Pacífico, llamado el “Príncipe Rojo”), Fauché Hermanos, Federico W. Schwager, Ward Hermanos, Antonio La Motte & Ca., Juan Mouat, Myer, Francisco Salvador Álvarez Pérez & Ca., Josué Waddington Blanchard, Templeman & Ca., Lyon & Santa María, Juan Stevenson, José Squella, José Sánchez, Gibbs, Crawby & Ca., Naylor Boardman y Ca., & Maquieira, Iriarte & Ca., Bernardino Bravo, F. Chaigneau, Whirehead & Ca. Dickson, Price & Ca., Rainbach & Cramer, Almirante Ross, Consulado de Francia, Consulado de Su Majestad Británica, Juan Stevenson, Waddington, Templeman & Ca. entre otros.
El Directorio de la Bolsa Comercial informa que con el excedente se proporcionará un mayor número de Bombas para incendio, que cuidará de distribuir en los barrios más apartados manteniéndolas en estado de acudir con la velocidad necesaria a la primera señal de alarma. Un año más tarde, en 1840, en el mismo lugar se construye el nuevo edificio que albergará a la Sala de Comercio “La Bolsa” y a Bomberos, el que se inaugura ese mismo año y cuya ubicación aparece claramente indicada en el plano de Salazar (1848): entre las calles de Cochrane y de la Aduana (hoy Prat), justamente detrás del resguardo de la Aduana y cerca de la Plaza de la Intendencia (hoy Plaza Sotomayor). El edificio destaca por un torreón y se encuentra construido sobre el antiguo zanjón para cuyos efectos debió abovedarse, siendo conocido como el cauce de la Quebrada de San Agustín (hoy calle José Tomás Ramos Ramos).
El 3 de mayo de 1840 el Supremo Gobierno nombra Presidente Gobernador de Valparaíso a Don Juan de Melgarejo (Santiago 1793- La Serena 1862), quien entre sus primeras medidas aprovechando lo realizado en 1834 por el Directorio de la Bolsa Comercial, organiza y reglamenta en agosto del mismo año a modo de ensayo, una Brigada o Cuerpo denominado “Zapadores Bomberos“ (1840), que era un batallón cívico, perteneciente a la Guardia Nacional, dependiente del Ministerio de Guerra y Marina, formado también por Aguadores, Artesanos, Jornaleros del puerto y Estibadores, a quienes fija los “Premios Estatales” que debían pagarse por su trabajo bomberil.
Esta “Brigada”, precursora de los Bomberos Voluntarios en Chile, mantuvo su ubicación en el primer piso del nuevo edificio de la Bolsa Comercial, donde guardaban sus bombas y herramientas. Estaba integrada por un Comandante, un Capitán de Ejército en comisión, dos Sargentos 1º de Veteranos y dos Cornetas también de Veteranos, dos Capitanes Cívicos, cuatro Tenientes, dos Sargentos 1º, dos Sargentos 2º, treinta y dos cabos y 256 soldados. Esta Brigada contó también con las dos pequeñas “Bombas de Agua a Palanca” (bombines a mano) y de propiedad de los comerciantes de Valparaíso, unos pocos baldes de cuero, hachas, palas, ganchos bicheros y algunas viejas mangueras de cuero. El financiamiento del material estuvo a cargo de los miembros de la Bolsa Comercia
 

Nacho

Comandante de Guardia
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20 de Abril de 1851 Si usted disfruto con el libro "Martin Rivas" o con la Telenovela basada en el libro (Me refiero a la realizada por la TVN en los 80 , si es así la fecha le hará sentido y tuvo impacto a nivel nacional y directamente en la fundación de los Cuerpos de Bomberos de la República , en la educación Media lo conocimos como "El Motín de Urriola" , la "Revolución de 1851" y las batallas de Locomilla donde empieza a declinar la presencia penquista en el poder central , y finaliza ademas el poder coquimbano en Linderos de Ramadilla en el decenio de Monnt, y desde que soy Bombero lo conozco con otro nombre , transcribo el interesante articulo del Distinguido
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Profesor y Bombero ejemplar don Antonio Marquez Allison

El fin del Batallón de la Bomba

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El coronel don Pedro Urriola efectivamente encabezó el motín del 20 de abril de 1851, pero nunca estuvo en su ánimo "derrocar" al gobierno del general Manuel Bulnes. Prueba de ellos fueron los constantes desplazamientos de sus tropas, las que jamás alcanzaron el edificio del Palacio de la Moneda. Mal pudiera haber muerto dicho coronel "cuando se dirigía a tomarse la Moneda", como asevera el texto.

Testigo de los hechos es don Benjamín Vicuña Mackenna, entonces de 17 años y secretario de la Sociedad de la Igualdad, como antes lo había sido del Club de la Reforma. Su mejor testimonio se encuentra en su libro "El Motín del 20 de abril de 1851".
Benjamín Vicuña Mackenna es detenido en el cuartel del Regimiento Chacabuco cuando ingresa intentando obtener el apoyo de la unidad para sumarse al motín.

El coronel don Pedro Urriola encabezó el sitio y asalto al cuartel de la artillería, ubicado a los pies del cerro Santa Lucía, donde hoy se alza la Fuente Neptuno, a la entrada del paseo del cerro.
Urriola, destacada figura militar de las guerras de la Independencia y de la Confederación Peruano-boliviana, quería presionar al gobierno para que cambiara el gabinete, demostrando con ello que la candidatura oculta de Manuel Montt era rechazada por los jóvenes liberales.
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Ya aclarado que Urriola nunca atacó el Palacio de la Moneda, agreguemos que el motín se había iniciado en la medianoche y encontraba a los revolucionarios de Francisco Bilbao y sus Igualitarios maniobrando por las calles del centro de la ciudad sin objetivo fijo cuando el sol ya despuntaba en la cordillera.
En un momento de decisión, Urriola ordena avanzar hacia el cuartel de la artillería. Pretende tomarlo sin derramamientos de sangre. Es en ese instante cuando un sereno, asustado al ver llegar la tropa en masa, que dispara, hiriendo de muerte al coronel Urriola.

Y otro antecedente para los bomberos interesados en el tema. Fue don José Luis Claro, futuro iniciador del Cuerpo de Bomberos de Santiago, quien va a recoger al caído, ayudado por Manuel Recabarren, también futuro fundador del Cuerpo, y el teniente Videla del Chacabuco, para trasladarlo a una casa de la calle de Las Claras, donde Urriola llega ya muerto

En cuanto al Batallón de la Bomba, se le ordena dirigirse armado en dirección al cuartel de la artillería. Encerrados entre dos fuegos en medio de la calle de Las Claras (donde hoy se alza el Archivo Nacional), es acribillado a balazos tanto por los atacantes como por los artilleros, que tras abrir los portones del cuartel, descargan balas de metralla sobre los aterrados cívicos.

Fue una masacre indescriptible.
Quisiera agregar que el calificativo de "pintoresco" con el que se define en dicho texto al batallón de la Bomba no corresponde al debido respeto que merecen esos hombres asesinados, sin posibilidad alguna de defensa.
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Y por último, y excúsenme lo prolongado del texto, jamás el general Bulnes cargo en su caballo "Tordillo" sobre los sublevados. El entonces presidente se encontraba en esos momentos en el barrio poniente de la ciudad, más precisamente en la plazoleta de la Iglesia de San Lázaro, a la espera de informaciones para decidir su destino.

Fue hasta ese lugar donde llegó el comandante Marcos Maturana, para informarle que la revolución había sido sofocada.

Espero haber aclarado este asunto, que me tenía inquieto.http://antoniomarquezallison.blogspot.cl/…/el-fin-del-batal…


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Nacho

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En 1718 el Cabildo de Santiago se preocupaba por primera vez en Chile de combatir los incendios. Adquiere los siguientes elementos: Cien baldes de cuero, cuatro escalas de 18 varas, veinte hachas y treinta y tres azadones.
El personal se reclutó entre la servidumbre de los vecinos más pudientes y en el numeroso gremio de aguadores o aguateros. Para demostrar la utilidad de los implementos recién adquiridos y enseñar su manejo a los sirvientes reclutados por los alguaciles se organizó un
simulacro de incendio. En la Plaza de Armas se construyó un rancho de totora que sería incendiado a una orden del Alcalde Morán de Carvajal y se levantó un estrado para las autoridades invitadas a presenciar tan novedoso ejercicio.
Allí tomaron colocación el Obispo, los Canónigos de la Catedral, los Oidores, los Capitanes de la interminable guerra de Arauco y los grandes comerciantes españoles y franceses. La plaza estaba repleta de gente curiosa por ver el espectáculo que tenía alborotado al vecindario desde la
Chimba a la Cañada cuando llegaron el Gobernador y el Corregidor. Ambos vestían elegantes casacas y pelucas empolvadas. El Gobernador don Juan Andrés de Uztáriz lucía las insignias de la orden de Santiago Apóstol y el Corregidor la Cruz de Calatrava. Después del tradicional besamanos el Gobernador saludó al pueblo con su bastón de plata y el Alcalde dio orden de incendiar el rancho. Dejaron de pregonar su mercancía los moteros y tortilleros cuando todo el aparato bomberil iniciaba su labor, pero antes de que los primeros baldes de agua llegaran al rancho irrumpen en la plaza dos toros seguidos de huasos a caballo que gritaban: ¡Arranquen que son bravos! Cuentan los cronistas que la batahola fue indescriptible. La plaza quedó llena de chupallas, ojotas y canastos, algunos heridos y contusos antes de
que se lograra lacear a los toros de lidia y volverlos a su corral. El rancho se consumió totalmente y el ejercicio debió ser postergado indefinidamente. Si malo fue el resultado del primer ejercicio fue peor el único incendio del siglo: El 22 de Diciembre de 1769 se quemó la Catedral. Todo el pueblo acudió al toque de fuego dado por las campanas de las iglesias. Se emplearon baldes, hachas y herramientas de carpintería. Todo fue inútil y solo pudo salvarse una imagen

El otro antecedente colonial proviene del Gobernador de Chiloé, quien emitió una ordenanza que obligaba a los vecinos a mantener un odre con agua en sus casas para disponer de él en caso de incendio.(Prevención de Incendios o sea un extintor obligatoria)

las últimas ordenanzas dictadas en el Chile colonial y relativas al ramo de incendios datan de 1780, año en que se crea un Cuerpo de Vigilantes o guardias nocturnos encargados de proteger contra robos a las tiendas del
sector comercial de Santiago. Se les llamó “Serenos” a semejanza de los establecidos en España

La Independencia trae nuevas ideas y José Miguel Carrera, presidente de la Junta, plantearía la necesidad de contar con "una o dos bombas de incendio que puedan concurrir con prontitud, que es el recurso más seguro y ya adoptado en los países cultos". aparentemente se trajo esas bombas pero no habia quien las operara imagino que cayo bajo la responsabilidad de los serenos , pregoneros u guardias o simplemente dadas las circunstancias nadie se hizo cargo

Duante la Organización de la República (mal llamada anarquia) la ocurrencia de un gran incendio en 1827 llevaría a un grupo de ciudadanos, encabezados por los seńores Benjamín Mackenna. Diego Barros y Francisco Javier Urmeneta, a ofrecer organizar una compańía de bomberos. Simultáneamente, el gobierno disponía que el Cabildo debería proveer de elementos contra incendio a los serenos. Por diversas razones ambas iniciativas no se concretaron.

Al crearse por don Diego Portales los Batallones Cívicos, la unidad integrada por carpinteros, albańiles y aguateros tomó a su cargo el servicio contra incendios, siendo conocido como "el Batallón de la Bomba". Desdichadamente, con ocasión de los hechos acaecidos en Santiago el 20 de abril de 1851 y los enfrentamientos a que dieran lugar, el batallón de la Bomba fue diezmado frente al antiguo cuartel de artillería en Miraflores y Alameda, cuando intervenía para restaurar él orden junto a otras unidades leales al gobierno.

En Valpariso medida que la actividad comercial del puerto se intensificaba, el aumento del interés de los particulares por intervenir en la creación de entidades que combatieran el fuego se hacía más notorio. Es así como el 15 de junio de 1836, un grupo de particulares envía una carta a la Municipalidad de Valparaíso, en la que se solicita “la parte del cauce de San Agustín a espaldas de Resguardo para construir un edificio”. Dicha solicitud estaba firmada por Enrique N. Ward y otros comisionados de la Asociación de Bombas de Incendio, hecho que indica la estrecha colaboración que para realizar estas tareas existía entre los particulares y las autoridades del momento. En diciembre de 1938, se publicó en “El Mercurio de Valparaíso”, por iniciativa del gremio comercial, el “Reglamento de Bombas de incendio” aprobado por la autoridad: “el Sr. Gobernador y Comandante General de la Marina, se ha servido pasar a los Directores de la Sala Comercial de este Puerto, la siguiente comunicación. Gobierno Departamental de Valparaíso, Diciembre 4 de 1838... El Señor Intendente de la Provincia con fecha 28 de Noviembre próximo pasado me dice lo que copio. Con fecha de anteayer, se me ha comunicado por el Ministerio del Interior el siguiente decreto aprobatorio del reglamento de bombas de incendio, que debe regir en este puerto... Por cuanto el Intendente de Santiago me ha presentado el siguiente reglamento para el uso de bombas de incendio en Valparaíso formado por los directores de la sala comercial de este puerto” Pero, a pesar de que el Estado se encargó del funcionamiento de las bombas de incendio a través del municipio, la autoridad solicitaba a la población, especialmente a aquellos que tuvieran propiedades que resguardar, ayuda para su financiamiento: “En consecuencia pues de lo que previenen los art. 1 y 2 del Reglamento Orgánico, se invita en especial a los dueños de fincas en este puerto y en el Almendral, y en general a todas las personas que quieran concurrir al tan loable como benéfico fin de evitar, o por lo menos minorar los desastres que ocasionan los incendios, se sirvan concurrir a la Bolsa Comercial a suscribirse con las cantidades que tengan por conveniente” De la lectura del Reglamento, compuesto por 25 artículos, se concluye que la actividad sería financiada por los aportes voluntarios de los propietarios de la ciudad, y por el pago de sumas estipuladas al gobierno ($200 anuales por la Aduana) y al Cabildo ($200 por todos los que pertenecen a los propios de la ciudad). La dirección de la misma estaría a cargo de ocho personas, cinco de las cuales serían escogidas entre los miembros de la sala comercial, una provendría del Gremio de Jornaleros y las restantes del Batallón número dos de cívicos. La dirección de la entidad quedaba así, prácticamente, en manos de particulares. Los encargados de apagar los incendios serían los integrantes del gremio de jornaleros, quienes debían considerarse como enrolados para el servicio de las bombas de incendios. Los jefes debían velar por el buen funcionamiento de los equipos y dirigir a los hombres durante los siniestros. Pero esta institución que podríamos llamar mixta, no solucionaba los problemas ocasionados por el fuego y dio muestras claras de inoperancia en el gran incendio que afectó a la población de Valparaíso el 8 de marzo de 1843. En esa ocasión, ardieron durante ocho horas las bodegas del puerto, que habían sido arrendadas por la Aduana y que estaban repletas de valiosísimas mercaderías. Junto con ellas, ardieron 15 casas ubicadas en la calle Aduana (hoy Prat). Las pérdidas, estimadas en dos millones de pesos de la época, obligaron a que el 12 de junio de ese año, la Municipalidad autorizara a la Comisión de Beneficencia para designar a un grupo de vecinos, cuya misión era promover la formación de una Asociación contra Incendio. Este nuevo organismo debería reforzar al existente, el cual había dado reiteradas muestras de ineficacia tanto en su buen funcionamiento como en su administración. Dos años más tarde, el 16 de abril de 1845, la Municipalidad de Valparaíso debió asumir que el Ministerio de Guerra, del cual dependía el financiamiento de la institución bomberil por ese entonces, se desligaba de ello y traspasaba dicha obligación a la población del puerto. En la nota remitida por el Ministerio, se afirma que un número reducido de hombres bien entrenados es suficiente para sofocar incendios y que “... siendo la brigada de bomberos un cuerpo casi del todo municipal y destinado al pueblo a que pertenece, parece muy propio que el gobierno no sea solo el que haya de proporcionarle los recursos que necesita, y más bien son del resorte del pueblo que recibe el beneficio”. La institución bomberil quedó, de esta manera, entregada a su propia suerte y debió buscar en la ciudadanía los medios de subsistencia. Rifas, colectas, fiestas y galas benéficas fueron, a partir de entonces, la forma tradicional de recaudar fondos, siempre insuficientes para solventar los gastos operativos de la Institución.
 

Nacho

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La falta de medios y la desorganización con que operaban sus miembros, hacían de la Brigada un organismo ineficiente, incapaz de satisfacer las necesidades de una ciudad que crecía a un ritmo cada vez más acelerado y que estaba del Pacífico Sur. Cuenta de ello, daba el artículo “Brigada de Bomberos” publicado en El Mercurio de Valparaíso”, el 12 de mayo de 1945. En él se recogía una carta del Jefe del Cuerpo de Bomberos, J. A. Vives, en la que éste afirmaba : “Las necesidades de este cuerpo son grandes y de carácter muy urgente. Actualmente se puede decir que carece de todo. Sólo cuenta con un puñado de hombres animados de buenos sentimientos, pero sin los elementos necesarios para poder obrar. Este establecimiento carece de máquinas, carece de mangueras, carece de herramientas, carece en fin, de todo, careciendo de una caja de fondos tan necesaria para estas empresas. Sin llenar estas necesidades, el cuerpo de bomberos será enteramente inútil, y yo, libre de toda responsabilidad, tendré el sentimiento de no haber podido prestar mis servicios en bien público con el buen suceso que desearía... Ni siendo suficiente la decidida protección del Supremo Gobierno a favor de este establecimiento creado por él, ni debiendo esperarlo todo de esta I.M., empeñada también en el momento de este cuerpo , por la escasez de sus rentas, creo que alcanzaremos a llenar estas necesidades contando con la generosidad de este vecindario, principalmente con la de los propietarios y comerciantes de esta plaza. Lleno de esta confianza me he decidido a abrir una suscripción mensual y a suplicar a todas las personas interesadas en este establecimiento se sirva poner a continuación la cantidad que quiera erogar en proporción a sus fondos o a su giro Pero, a pesar de las “súplicas” del entonces Jefe de Bomberos, la situación habría de mantenerse aún por más de cinco años: fue necesaria una nueva tragedia para terminar definitivamente con las vacilaciones y afrontar decididamente los problemas ocasionados por el fuego.

El primer cuerpo de bomberos chileno surgió también por un incendio de grandes proporciones acaecido en la ciudad de Valparaíso. Era casi la medianoche del 15 de diciembre de 1850, cuando el fuego comenzó en la cigarrería de Carmen Olivos, ubicada en la esquina de la calle Cruz de Reyes (hoy en día la intersección de las calles Prat y Lord Cochrane). En pocos instantes el fuego se propagó alcanzando las dos aceras de la calle, dejando un saldo de 37 viviendas y establecimientos comerciales destruidos. En la extinción del incendio participó un crecido número de vecinos del puerto, cuerpos cívicos, el intendente de Valparaíso Manuel Blanco Encalada, e incluso la tripulación de dos barcos de guerra, uno inglés y otro francés, apostados en las cercanías.

Este siniestro dejó manifiesta la precariedad de las herramientas con que se contaba en la ciudad porteña, así como la falta de un protocolo apropiado a seguir. El director y dueño de El Mercurio de Valparaíso, Recaredo Santos Tornero, llamó a las autoridades y ciudadanos a protagonizar la constitución de un cuerpo de bomberos. La respuesta fue un rotundo éxito. El 19 de diciembre se nombró una comisión organizadora del Cuerpo de Bomberos; el 30 de abril de 1851 ya existían 330 voluntarios divididos en cuatro compañías; y el día 30 de junio, por acuerdo del Directorio, quedó consignado como día de fundación del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso.

El Cuerpo de Bomberos de Valdivia, es una institución sin fines de lucro fundada el 12 de Febrero de 1853 por colonos alemanes, todos ellos notables vecinos de la época, que, siendo liderados por don Carlos Anwandter, sostuvieron como único objetivo constituirse como Cuerpo de Bomberos voluntario en la ciudad que los recibía, constituyendo como el segundo Cuerpo de Bomberos más antiguo del país.

El Cuerpo de Bomberos de Ancud, , nació tras grandes tras grandes la ciudad en 1844; es por ello que a instancias del entonces Intendente de Chiloé, don Francisco Segundo Puelma, el 12 de febrero de 1856, y gracias a un grupo de entusiastas vecinos de la época, entre los cuales destacaba don Juan Burr Navarro (en la foto), primer Superintendente, se fundó el segundo Cuerpo de Bomberos Voluntarios del país.

Tras varias iniciativas la Municipalidad de Santiago creó la Compañía de Incendio por decreto del 6 de diciembre de 1838, tras el incendio del Teatro de la República (calle del Puente). Al poco andar, los integrantes de esta primera Compañía demostraron su incompetencia y falta de preparación en estos siniestros, lo que quedó demostrado en el incendio previo de la Iglesia de la Compañía (31 de mayo de 1841). Tras tomar algunas medidas en el caso, los problemas se manifestaron nuevamente cuando enfrentaron el incendio del portal Sierra Bella, actual Fernández Concha, a mediados de 1848. Algunos de los inconvenientes en esta ocasión fueron la falta de dotación y el mal estado de las herramientas de trabajo. El gobierno se comprometió a ayudarlos y así, la Municipalidad fundó el "Cuerpo Cívico de Zapadores Bomberos". Para aumentar la dotación, se dispuso que cada batallón cívico de la ciudad aportara con 25 soldados, los que debían ser albañiles, carpinteros y herreros. Este cuerpo cívico era popularmente conocido como el "Batallón de la Bomba". Las herramientas aumentaron en cantidad y calidad con dos bombas a palanca, 15 escaleras de 8 varas, 4 bombines, 60 hachas, 30 baldes, entre otros. Sin embargo, debido a la participación política de sus integrantes en la revolución de 1851, su número nuevamente se vio diezmado.

En los siguientes 10 años no se renovaron los materiales. Tras varios intentos fallidos por generar recursos para la adquisición de nuevo material, la solución se presentó con una nueva organización llamada "Salvadores de propiedad", grupo de hombres dedicados exclusivamente a la remoción de los bienes muebles de los lugares afectados por las llamas. Con su consolidación, estos cambiaron de nombre para llamarse "Salvadores y Guardia de Propiedad".

Esta era la situación cuando la tarde del 8 de diciembre comenzó el siniestro en la iglesia de la Compañía. Era tal el mal estado de las mangueras que sus filtraciones impedían que el agua saliera por los pitones. Sólo a partir de esta macabra experiencia se organizó un cuerpo de bomberos estable en la ciudad de Santiago.

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